Disclaimer: Ninguno de los personajes son míos, yo sólo los cojo prestados... por ahora xD
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Blaise recorrió los pasillos rápidamene, sin fijarse en nadie. Llegaba tarde a Transformaciones y lo único que le faltaba era otro castigo antes de las Navidades. Sonrió al observar como dos niños de primero se apartaban rápidamente antes de ser arrollados por él y le miraban con furia hasta que desapareció por la esquina.
Estaba a punto de subir las escaleras cuando éstas decidieron cambiar de rumbo y colocarse en el segundo piso. Bufó, cansado. Se dio la vuelta para toparse con una melena pelirroja que le miraba con desaprobación.
Ve con más cuidado, Zabini – protestó, recogiendo su libro de Encantamientos, al que casi ni se le podían distinguir las letras de la portada.
No me hables con ese tono, Weasley. Primero deberías comprarte un libro en condiciones, al menos – dijo, mirando con diversión el libro que sostenía la chica, gastado por el uso que le había dado alguno de sus hermanos mayores.
Y tú deberías comprarte un cerebro nuevo antes de dirigirme la palabra – se defendió Ginny, sus uñas arañaban la portada del viejo libro con furia.
Muy ingeniosa la frase, Weasley. Pero te repites – sonrió Blaise, quitando unas arrugas que se habían formado en la manga de su túnica mientras miraba a la pelirroja con todo el desprecio que fue capaz de reunir, teniendo en cuenta que la Gryffindor le parecía mucho más guapa con sus mejillas rojizas por la furia. Es una traidora. Se recordó a sí mismo, apartando la mirada de ella.
Tengo cosas más importantes que hacer que insultarte, Zabini. Y, si me disculpas, yo voy a hacer algo útil – Ginny le apartó con una mano, dispuesta a seguir su camino hacia su próxima clase, cuando el Slytherin tiró de su brazo con fuerza.
No me toques – murmuró, apretando los dientes.
¿Cómo que no te toque¡No te he tocado, Zabini, eres tú el que me está agarrando el brazo! – dijo la pelirroja, cogiendo la mano del chico e intentando quitarla de su brazo – Y, por cierto, me estás cortando la circulación.
Blaise la soltó rápidamente, haciendo ademán de limpiarse la mano en su túnica despúes y la miró sonriendo.
Espero que lo hayas disfrutado, porque va a ser la única vez que te toque, Weasley – murmuró.
Qué... – Ginny se volvió rápidamente para pegarle un puñetazo, con el que sólo consiguió hacerse daño en los nudillos.
¿Para eso tienes una varita? – rió Blaise, apuntándola directamente con la suya.
Piérdete, Zabini – dijo la pelirroja, mirándole con toda la rabia que era capaz de reunir. Su cara tenía prácticamente el mismo color de su pelo y sus puños estaban apretados. Tiene unos ojos preciosos... para, Ginny. No sigas por ahí, no.
Tienes suerte, llego tarde a Transformaciones, Weasley – dijo Blaise, bajando su varita y colocándola de nuevo en su bolsillo.
¿Gracias? - ironizó Ginny. No se atrevía a decir nada más, se había dado cuenta de que Zabini la tenía acorralada.
De nada – sonrió el Slytherin – Ya nos veremos, Weasley.
La pelirroja sintió el impulso de insultarle, hechizarle o pegarle un buen puñetazo, pero se contuvo mirándolo fijamente, como si intentara que su mirada le doliera. Estúpida serpiente. Pensó, mientras se colocaba mejor la túnica y salía de allí.
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Ginny observó al profesor de Historia de la Magia con fingido interés. Como si le interesara lo más mínimo la revolución de los duendes, mientras garabateaba en el libro. Paró un momento, fijándose en que no paraba de escribir serpientes por toda la hoja y la arrancó, sin miramientos. Luna Lovegood, que compartía la mesa con ella en la clase la miró extrañada.
¿Había algo en tu hoja? – preguntó, observándola – Hay muchos bichos que se meten en las hojas y las deboran, y si las tocas...
Sí, gracias, Luna. Pero creo que estoy a salvo – le sonrió Ginny.
Como quieras. ¿Has apuntado algo? Es que creo que se me ha perdido la pluma – preguntó Luna, mirando su mochila una vez más.
Puedes coger la mía. Yo no voy a apuntar nada – dijo la Gryffindor, mientras le pasaba la pluma.
Ah, claro – aceptó su compañera.
Ginny miró de nuevo la hoja arrancada y la trozeó un poco más, imaginándose que Zabini era cada uno de esos trozos que iba cortando, hasta que prácticamente éstos se convirtieron en polvo blanco.
Muy bien, para mañana, quiero que hagáis una redacción sobre el tema de hoy de... sí, 20 centímetros bastará – gritó el profesor Binns, justo cuando todo el mundo se había levantado para salir de clase.
Ginny se despidió de Luna con un gesto de la mano y caminó rápidamente al Comedor. 20 centímetros. Tendría que pedirle a alguien que le comentara de qué iba la clase exactamente si quería aprobar el curso. Bufó. Era imposible tener más mala suerte.
O eso creía antes de tropezarse con un chico alto que caminaba justo en dirección contraria.
¡Quieres mirar por dónde vas! – gritó, recogiendo sus libros rápidamente.
Vaya, Weasley, parece que tienes una extraña afición de tropezarte conmigo – dijo una voz burlona, hablando desde atrás.
O puede que tú tengas un deseo enfermizo de chocarte con la gente – respondió Ginny, levántandose del suelo.
No con toda la gente, Weasley – respondió Zabini.
Ginny dejó caer el libro de Encantamientos, sorprendida. Sus mejillas empezaron a ponerse rojizas de nuevo, pero no por la misma razón que la vez anterior.
Entonces admites que tienes un deseo enfermizo de encontrarte conmigo – respondió rápidamente, cogiendo su libro del suelo y metiéndolo en la mochila.
Blaise soltó una risita burlona.
Si te hace feliz pensar eso... – murmuró el Slytherin.
Es lo que has dicho, idiota. Además, me da igual si lo tienes o no, yo voy a seguir odiándote igual – Ginny se volvió rápidamente camino al comedor.
¿Seguro? – dijo Zabini, divertido, mientras la veía desaparecer por la esquina.
¿Pero quién se creía que era? Era un arrogante, y un imbécil y un... y un Slytherin, simplemente.
Soltó su mochila con más fuerza de la necesaria antes de sentarse al lado de Ron, que, cómo no, hablaba sobre Quidditch con cualquiera que quisiera escucharle.
Cállate, Ron – dijo, fulminándole con la mirada.
¿Y a ti qué te pasa? – preguntó, éste, molesto porque su hermana le hubiera cortado en el momento donde pasaba a explicar su teoría sobre los Chudley Cannons.
Nada – respondió Ginny automáticamente, mientras se llenaba el plato de comida.
¿Es por algún Slytherin, no? Son imbéciles, Ginny – dijo Hermione, contenta de que hubiese acabado la conversación sobre Quidditch.
Ginny levantó la vista de su plato, sorprendida. ¿Y cómo sabía Hermione que...? La miró y rápidamente asintió, sin decir nada.
¿Ha sido Malfoy? Porque si ha sido él te juro que ... – empezó Ron.
No, no ha sido Malfoy. Además, no me ha pasado nada. Sólo me he tropezado. – le cortó su hermana.
¿Con quién, entonces? – preguntó Harry, que acababa de sentarse junto a Ron.
Eh... Zabini. Está en vuestro curso¿no? – Hermione asintió – Pues es tan imbécil como Malfoy. Ha mencionado algo sobre mis libros de segunda mano y se ha largado, simplemente, no ha sido tan grave.
Fi vuefve a fefirte alfgo, me lo dicesh – dijo Ron, con la boca llena de comida.
Ginny rió, asintiendo.
Tampoco tenía ninguna intención de contarle nada a su hermano. Si había alguien que tuviera que colgar a Zabini de la torre de Astronomía, ya lo haría ella.
Aún así, no podía convencerse a sí misma. No podía convencerse de que lo odiaba... ¿porque lo odiaba, verdad?
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No os vayáis sin darle al botoncito de abajo de Go, por favor... sí, sí, a ese que pone Review, ese xD
