Hola! Soy nueva en fanfiction y este es mi primer fic, pero llevo tanto tiempo leyendo de la página que al final me he animado a subir algo XD. Sé que el sumary no explica mucho pero me parece más interesante así.
Disclamer: Los personajes de Naruto pertenecen a Kishimoto, yo solo los he utilizado para dar vida a esta historia y no tener que describir tanto XD.
Bueno, sin más os dejo con el primer cap n.n
El pececillo en el anzuelo
En sus ojos esmeraldas se reflejaba esa escena que podía hacerla babear de placer. Mientras sus hombres pasaban el botín acautado de ese enorme galeón, ella no dejaba de fijarse en la cantidad injerte de monedas de oro, de las que rebosaban los baules.
Si había algo que podía emocionar a Sakura "la Furia del mar", eso era cierto metal dorado. A pesar de sus dieciesiete años recién cumplidos, la mención de su apodo provocaba temblores hasta al hombre más curtido y veterano que se haya internado en el océano.
Sus tripulación solo conocía el significado de determinación y fidelidad. Un conjunto de hombres y mujeres que no se detenían por nada, hasta cumplir con la palabra de su capitana. Porque aquella chica con la belleza de una ninfa, con los cabellos rosados ondeando al viento y el brillo turquesa de sus ojos idéntico a las aguas del mar Caribe, les había llevado la riqueza y fama que cualquier pirata deseaba.
- ¿Qué hacemos con el barco, capitana?- preguntó Neji, uno de sus comandantes.
El joven, junto con su hermana Hinata, la había conocido cuando aún ella no era nada más que una mocosa débil y llorona. Ellos la habían ayudado y, desde entonces, solo pudo quererlos.
Cambiadle las velas y la bandera, lo venderemos por mucho- contestó con una sonrisa ante la idea.
- ¿Y la tripulación?- cuestionó Kiba, uno de sus marineros.
- Siempre he pensado que esos marineritos de contrato no se bañan lo suficiente, ¿no creeís, chicos?
Carcajadas por parte de su gente fue la respuesta mayoritaria, aunque podía sentir unos ojos perlas resentidos sobre ella.
Aquella mirada pertenecía a una chica de su edad, con largo cabello lacio del color ébano y la piel clara, inmune al sol que casi siempre brillaba.
Decidió actuar antes de que la bondad de Hinata, se hiciera patente.
- Echádlos al agua. Pero ponérselo fácil, despojarlos de cualquier cosa que les pueda dificultar nadar, por favor- pedí con rostro de ángel.
Me encaminé hacia mi camarote entre los gritos de súplica y golpes al agua. Una chica no tardó en alcanzarme. Resistí el impulso de cerrarle la puerta en las narices, como hubiera hecho con cualquier otro. Sin embargo la amistad me llevó a dejarle acceso al cuarto, para después sentrame en la cama y comenzar a quitarme las botas.
- No tenías porque matarlos a todos- soltó Hinata, nada más entrar.
La chica, de una figura envidiable, cruzó los brazos bajo su busto abultando aún más la casaca a la altura del pecho.
- Todo resulta más sencillo así- afirmé tras conseguir librarme de la última bota de cuero, para poder quitarme los pantalones que habían ocultado bajo en ellas.
- ¿Ah, sí? ¿Estás segura? Porque a mí me parece que solo vas a conseguir que suba el precio de tu cabeza. El cual, por cierto, ya cubre lo suficiente como para comprarse un palacete- recordó bastante cabreada.
- Bueno, ellos buscan a "la Furia del mar". Y esos idiotas ni siquiera saben que soy una mujer- comenté, para soltar una fuerte risotada.
La morena se limitó a taladrarme con la mirada, a la vez que yo buscaba la ajustada y corta camisola que utilizaba para dormir.
- Es cuestión del tiempo, el resto de bucaneros lo saben y cualquiera de esos vendería a su madre por un par de monedas de oro. Además no es que les guste en demasía como los humillas- mencionó con ironía.
Una sonrisa divertida se extendió por mi cara, nada más pasar la cabeza por el cuello de la camisola.
- Ellos solos se lo buscan al creerse superiores a cualquier mujer, solo por tener "eso" colgando entre las piernas. Nunca entenderé porque les enorgullece tanto un punto débil tan al alcance- dije antes de echarme a reír, incluso a la enojada Hinata se le escapó una sonrisa por mi ocurrencia.
- En cuatro días llegaremos a Tortuga, ¿a quién le vas a endilgar ese barco? Va a ser peor que el beso de la muerte- cuestionó mi amiga.
- Creo que el capitán Vesugo busca un navío, además está tomando bastante fuerza en la zona este.
- ¿Piensas quitar de en medio a Suigetsu? Nadie querrá hacer negocios contigo si entregas a uno de los nuestros- analizó.
- Bueno, el pobre Vesugo no tendrá tiempo de soltar nada- afirmé.- Después de la compra, a alguno de nuestros chicos se les "escapará" en una conversación, no muy lejana a él, con la que descubrirá que nos dirigiremos al mejor trabajo de nuestra vida. Capitán Vesugo intentará adelantarnos y se conducirá derechito al arresto y rápido linchamiento.
"Ningún pez se resiste a un buen anzuelo". Pensé, irónica.
oooooooooooooooooooooooooooo
Esa maldita mujer de pelo rosa me las iba a pagar.
En el oscuro y húmedo calabozo en el que me encontraba, solo podía pensar en que iba a morir por culpa de esa miserable. El barco que me había vendido, a un precio exorbitado, resultó una trampa tan burda como la dirección de su supuesto "gran trabajo".
De repente, el sonido de unos pasos interrumpieron mis maldiciones. No fue hasta que se detuvo frente a mi celda que pude ver al dueño de éstos. Un soldado con el clásico uniforme de colonia inglesa, ridículamente ataviado con una peluca, sacó un pergamino que comenzó a leerme sin mostrar emoción ninguna.
- Suigetsu Hozinki, se le condena a muerte por linchamiento, debido a sus delitos de acopio de bienes ajenos, asesinato, perjurios a la nobleza, la quema del banco de Isla Catalina y piratería. Teneís hasta el atardecer de mañana para arrepentiros y pedir perdón por vuestros pecados- concluyó, mientras enrrollaba el pergamino.
Me lancé contra los barrotes.
- ¡¿Qué me decís si os entrego a un pez más gordo que yo? Mi libertad a cambio de "la Furia del mar"- propuse desesperado. Esa arpía bien se lo merecía.
El soldado abrió los ojos como platos. Pude ver como me evaluaba con la mirada, para cambiar su sorpresa por desdén.
- Si piensas que nos vamos a creer las patrañas de un sucio y desesperado pirata como tú, entiendo porque has acabado aquí- masculló antes de patearme una de las manos que se cernían a los barrotes, haciéndome chillar de dolor.
¡Me llevaban los demonios, otra vez se me escapaba de las manos!
Ese pirata "la Furia del mar", no dejaba rastro alguno y ahora resultaba que le salían imitadores como ese Suigetsu Hozinki. Tras la desaparición del barco Reina Victoria, de la flota real, hacía algunos días se habían hallado algunos cuerpos de sus marineros en las playas prácticamente desnudos.
Esos dos factores indicaban que todo había sido obra de ese pirata mal nacido, pero al encontrar el barco y toparnos con ese rufian de poca monta…
Me recliné sobre la silla, mientras me masajeaba las sienes.
¡Menuda decepción!
- ¡General Uchiha, el prisionero ya ha sido informado de los cargos!- voceó con solemnidad uno de los soldados.
- Bien… Puedes marcharte- le dije, indicándole la puerta del despacho.
Apenas hacía dos años que había entrado a formar parte del ejército oficialmente, pero en ese escaso tiempo había logrado llegar a general sin problemas. Las noches sin dormir, el estresante trabajo y todas las escenas de la miseria humana que me veía obligado a observar, merecían la pena si podía atrapar al hombre que me lo había arrebatado todo.
A mis dieciocho años, ofrecería mi alma si con ello me daban la vida de ese maldito. Y según había oído "la Furia del mar" tenía contacto con ese malnacido, solo tendría que encontrarle.
- Esto…- Se detuvo el hombre con el pomo de la puerta en la mano.
- ¿Sí?- cuestioné cansado.
- Ese pirata, mencionó algo…- comenzó a hablar, pero se detuvo al encontrarse mis ojos azabaches con una sombra tan oscura casi como ellos.- ¡No es nada, señor!
- Limítate a decir lo que tengas que decir.
- ¿Interrumpo?- Nos sobresaltó la voz provinente de una cabeza rubia, asomada por la puerta entreabierta.
El soldado se apartó asustado y yo suspiré aún más agotado.
- ¡General Uzumaki!
El aludido entró al despacho, como si se tratara del suyo propio.
- Deberías relajarte un poco Sasuke, con esa cara espantas hasta a tus propios hombres- comentó el rubio de ojos celestes.
Aquel chico era la persona con más suerte del mundo. De familia adinerada, afamado seductor y cualquier cosa que deseara la conseguía sin el más mínimo esfuerzo. Si había lluvía cuando él salía del edificio, un coche paraba casualmente en la puerta y le ofrecían llevarle; en el caso de que el hijo pequeño del gobernador se perdiera y cruzara la calle recorrida por carruajes, sin moverse, Naruto Uzumaki terminaba con el niño rescatado en brazos.
El rubio siempre mostraba una sonrisa en el rostro, pero hasta yo lo haría de estar en su pellejo. Ahora se limitaba a juguetear con una de las maquetas de barcos, que tenía en una estantería.
- ¿Qué haces aquí, Naruto?- mascullé.
- Ver tu cara de emoción cuando te enteres- contestó, con la mirada fija en mí.
- ¿Cuándo me entere de qué? Mira, no estoy para tus juegos ni bromas…
- Suigetsu Hozinki, conoce a "la Furia del mar"- soltó.
- ¡¿Qué?- exclamé, levantándome de mi silla y golpeando con ambas manos el escritorio de madera.- ¿Cómo lo sabes?
- Ese idiota lo ha ido diciendo- contestó mientras indicaba al asustado soldado con la cabeza,- y mis hombres me han informado. Eso es lo bueno de mantener una buena relación con tu gente, Sasuke. Algún día compartiré esta habilidad contigo- presumió, mientras me palmeaba el hombro.
- ¡Trae a Hozinki, ahora mismo!- le ordené al paralizado soldado, quien se recuperó para cumplir el mandato a toda prisa.
- Al fin hallé mi pista, Naruto- comenté con una sonrisa anticipadora.
El rubio me miró para suspirar después.
- Cuenta conmigo, amargado.
Notas de autor:
Y todo empieza así n.n
Si os ha gustado y quereis que la continue dar esas letras tan monas que ponen reviews please .
