Antes de comenzar esta historia, os recomiendo que salgáis inmediatamente a los que no buscáis las siguientes cosas: violencia, perversión, palabras extremadamente violentas, sangre, peligro, BDSM, y cualquier cosa que roce lo ilegal.

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29 de Mayo de 2011 / 4:05 am

La comunicación vía satélite ha comenzado a fallar por la estúpida, enorme e inesperada tormenta eléctrica que nos ha caído encima.

- Lexa...lex...¡¿Lexa me recibes? - escucho una entrecortada voz desesperada a través del walkie.

Aprieto el walkie y le respondo enfurruñada:

- Sí, Sexy , te recibo - se corta la comunicación por unos segundos - Estoy a punto de conseguirlo... - vuelvo a abrir la conexión mientras camino con cautela y sigilosamente por el pasillo del barco de contrabando.

El lugar está totalmente en penumbra, en silencio. Solamente se escucha el sonido del agua que se desliza por mi neopreno hasta caer al suelo y el crujido de la madera provocado por el violento oleaje.

- La tormen... - se corta la comunicación - te estoy perdiendo, Lexa.

Escucho un ruido al fondo del pasillo, y me detengo en una esquina oscura, conteniendo la respiración. Asomo un poco la cabeza y observo que pasa por delante mío, un hombre alto y fornido, con tatuajes por todo el cuerpo y con un aspecto de lo más siniestro. Además, de que está cargado hasta el culo con cuchillos y una metralleta M240.

Esto se va a poner divertido...

- Tranquilo, está todo controlado - vuelvo a presionar el walkie, una vez que me aseguro que el narco se ha ido por la otra dirección - ¡y no vuelvas a llamarme por mi nombre de pila, idiota! - me desespera la insistencia que tiene por protegerme. Como si ella fuera la que siempre me salva el culo en las misiones, y no, no es así, ni nunca lo ha sido.

Casi más de diez años que conozco a esa idiota encantadora. Y aunque no lo parezca, se me hace igual de insufrible que cuando la conocí, pero para qué engañarnos...quiero perdidamente a esa cabrona, no me atrevería a decir que la amo porque yo no soy ni de cuentos de hadas ni ñoña, pero cariño y ternura si le tengo. No sé que haría sin ella si no la tuviera en mi vida. Si queridos: los criminales, narcos, proxenetas y cualquier persona: asquerosa,sucia y pervertida tiene corazón ¡E INCLUSO LE PALPITA!. Podría compararnos con la pareja de Harley Quinn y el Joker, aunque no estamos tan locas, bueno...muchas veces hemos acabado discutiendo a balazos.

- Está bien, Heda. Ten cuidado, cariño - su voz se ha vuelto más tranquila.

- Siempre lo tengo, amor - ¿Amor?, que conste que no soy cursi. Sólo que si no se lo digo, luego me dice que soy fría, que si bla,bla,bla...que no tienes corazón, y la conclusión es que acabo sin follar.

- ¿Desde cuándo te has vuelto tan cursi? - escucho su risa a través del walkie - Que yo sepa la "toca huevos" de la relación soy yo, princesa - odio cuando me saca una sonrisa en los peores momentos.

Capulla...

- Ya verás lo cursi que soy esta noche... cuando termine la misión y te folle hasta que te duelan los ovarios un mes - sí que nadie se sorprenda, soy demasiado bestia. ¿Somos criminales o no?. ¡La inocencia para los cuentos!.

- Y yo te estaré esperando para darte unos buenos azotes, niña mala - suelto un gemido a través del walkie y recibo como respuesta un jadeo.

Mierda...este jueguecito tengo que pararlo ya. Si me excito demasiado,pierdo la razón y no estoy para eso, por si no lo saben me encuentro en un barco de contrabando cargado de explosivos y con orangutanes de dos metros, los cuales está cargados hasta en los dientes de armas.

- Cariño, no me hagas esto y concéntrate en la misión - noto a través de su voz como intenta calmar su excitación.

- ¿Te acabas de poner cachonda? - no puedo evitar reírme maliciosamente. Va siempre de tipa dura y la que controla la situación pero siempre acaba rendida a mis pies.

- ¡Estoy casi apunto de estallar, idiota! - me responde irritada, y yo me descojono.

El pitido de mi reloj me distrae por unos segundos para recordarme que dentro de nada comienza mi misión. Lo apago rápidamente.

- Es la hora, Sexy - comienzo a despedirme.

- Ten mucho cuidado. Ya sabes que me importas demasiado...por favor vuelve a casa y no me hagas ir a por ti - su voz se ha vuelto triste.

- Costia... - digo antes de detenerme para pensar lo que voy a decir. Por si no lo saben, hoy mi lado sensible está a flor de piel - volveré a casa, te lo prometo. - ¡Uy, casi!. Ha sonado cursi, pero en mi mente rondaba algo peor.

- Y... feliz cumpleaños, princesa.

- Gracias - me detengo unos segundos presionando el botón del walkie - te quiero.

¡Mierda!.

Corto rápidamente la conexión asustada ya que no quiero escuchar su respuesta.

Maldita regla .

Siempre he odiado los " te quiero". Sólo sirven para encadenarte a una persona por el resto de tu vida. Bueno... a veces sirven para ligar, sobretodo cuando lo hacía con las chicas. Ya sabemos que a la mayoría les pone cachonda que se lo digan, menos a mí... bueno, más de uno si me ha puesto cachonda pero porque me ha pillado "en mis días". A pesar de ello, los" te quiero" de Costia siempre me han asustado. Nuestra relación siempre se ha basado en la amistad y en algún que otro folleteo, bueno...eso hace tres años, desde entonces tenemos una relación "más consolidada", si se puede llamar así, ya sabéis: dos criminales, aventuras, peligro, mujeres que se nos atraviesan por el camino, falsas promesas, ninguna esperanza... obvio que nunca seremos como una pareja normal. Tampoco nos preocupa, es nuestra vida, y la disfrutamos como un maldito porro: a veces pausadamente, aspirando toda la hierva para sentirla hasta quedarnos tontos y otras veces, fumando la chusca rápido para que el efecto sea el doble y más rápido.

El reloj vuelve a pitar, indicándome que es la hora en la que entro en acción.

Son las cuatro y media de la madrugada. ¡Benditos diecinueve años!. ¿Os he sorprendido?.¡Lo sabía!,aunque no se de qué os sorprendéis.¿Pensabais que sólo los criminales tienen la edad del padrino?. Queridos morbosos y amigos míos, permitidme que os diga, que estoy en este negocio antes de que se transmitiera Hanna Montanah.

Es gracioso. Debería estarlo celebrando como una niñata pre-adulta con mis compañeros de la universidad o del instituto, o...da igual, el caso es que sería con amigos...pero no, aquí estoy: en medio de una jodida y puñetera tormenta eléctrica de mierda; en un barco de narcos estúpidos con pinta de troll; y en busca de unas malditas coordenadas como cual Lara Croft.

Empieza la misión, así que me dispongo a avanzar por el pasillo. Camino sigilosamente, de nuevo cautela pero más rápido que antes. No tengo mucho tiempo, pero tampoco quiero montar tal escándalo que alarme a todo el barco y que todos se lancen a por mí. Como he dicho voy escasa de tiempo,y además de las pocas ganas que tengo de matar por la maldita menstruación.

¡Uy!, que tiquis miquis...

Continuo andando. Voy justo por el medio: ocultándome pero a la vez poniéndome en descubierto, con ayuda de las luces y las sombras que me ofrecen las lámparas antiguas. A veces, pierdo la concentración como ahora mismo y se me olvida de que no estoy siendo cautelosa. Sin quererlo, empiezo a jugar con mis dedos, deslizándolos por las paredes o empiezo a caminar de manera juguetona. Como he dicho, el peligro me excita demasiado, lo cual hace que pierda mi cordura.

Llego hasta el final, y me detengo en la esquina para saber si no hay moros en la costa. Lo primero que me encuentro, es con un ascensor de montacargas. Alrededor de éste, hay dos narcos: uno, bajito y calvo con tatuajes y con una ametralladora del mismo tipo que el anterior; y el otro, moreno, metro ochenta y corpulento, con un fusil M16.

- El jefe te busca - dice un narco que había aparecido de la nada.

- ¿Qué mierda quiere ahora? - le responde malhumorado el de la ametralladora.

- ¿Y yo que mierdas sé?. ¡Ve de una puta vez!. A mi no me pagan por ser el correo de nadie - le discute con los dientes apretados y la mandíbula demasiado tensa. El de la ametralladora lo fulmina con la mirada sin moverse del sitio.

- ¿Te mueves o qué, gilipollas? - le amenaza el mismo de antes, agarrándolo de la camiseta y lanzándolo contra la pared. El de la ametralladora rápidamente se levanta y se acerca con paso amenazante para encararlo.

-¡Queréis parar ya, hostias! - grita el del fusil, separándolos -¡no seáis imbéciles, y que cada uno se encargue de su mierda!. No quiero que me peguen un balazo por vuestra insensatez.

¿Insensatez?. Menudo finolis.

Éste último, empuja al de la metralleta dirigiéndolo hacia el otro pasillo y perdiéndolo de vista, para luego, encararse con el otro compañero.

- ¡Y tú! - le señala con el dedo con tal furia que parece que va a estallar - te quedas aquí conmigo - el otro, sin rechistar, asiente.

Bueno, por lo que veo es mi turno.

Abro la mochila y me bajo el neopreno hasta la cintura enseñando mis voluptuosos pechos al aire, bueno...al aire no, tapados con un bañador un poco fino, y no, no son tan voluptuosos, pero son tetas así que da igual.

Me deshago la trenza y con un movimiento de pelo, dejo mi pelo ondulado y aún húmedo que se seque. Saco mis pistolas y les añado el silenciador. Por último, me aseguro de que estén cargadas y las encajo por detrás de mi espalda baja, bien pegadas al neopreno, y añado dos cuchillos afilados en mi tobillera.

"The show must go on, baby" - digo en voz alta con una sonrisa maliciosa.

Puede que la mayoría juzgue esto como un acto extremo o de locura, pero es que no puedo evitarlo...la adrenalina y la emoción me puede. Así que, con una sonrisa en el rostro y con un movimiento de caderas que ronzan lo extremadamente sexy y la burla; camino hasta quedarme parada en medio del rellano del ascensor, y en frente de esos dos idiotas, los cuales me están escudriñando con una expresión medio cachonda por mi cuerpo-semidesnudo , y de sorpresa. El panorama es bastante gracioso, rozando lo descojonante. En estos momentos desearía reírme hasta que me doliera la barriga, pero tengo que aguantarme y mantener mi papel de actriz.

- ¿Tú quien cojones eres? - me pregunta el de la metralleta sin salir de su asombro.

- Nadie en verdad - comienzo a decir a la vez que avanzo unos pasos hacia ellos -bueno soy una chica, ya sabéis...creo que me lo habréis notado - me miro los pechos mordiéndome el labio - aunque creo que ese dato no sea lo importante sino el por qué estoy aquí - hago una pausa y los miro intentando no reírme. ¡Dios! si es que tienen una cara de no entender una mierda - y estoy porque sólo quiero una cosa... - ladeo la cabeza con un giro de melena demasiado sexy pero sin perder el contacto visual - y es llegar al despacho de su encantador jefe - me rió de forma pícara y vuelvo a avanzar dos pasos hacia delante al ver que aún siguen en su hipnosis. Sin que se den cuenta, pulso el botón del ascensor.

No me puedo creer lo que hacen dos par de tetas. Si es que ya lo decía el refrán: " dos tetas tiran más que dos carretas".

- Ere..eres.. ¿su amante? - balbucea, intentando recuperar su cordura,el tipo de la metralleta. No para de mirarme el culo y yo le doy la satisfacción provocándolo aún más al darme cuenta de su aparente bulto que hay en su entrepierna. Cuanto más distraídos más fácil será para mí la misión. Mientras tanto, el otro imbécil me mira expectante, ocultando su micro-pene para que no vea la reacción de su amiguito. Al menos, es más disimulado y educado.

- Mmm...no - le respondo mordiéndome el labio, provocando que se les corte la respiración y tengan dificultad para tragar. ¡Están peor que dos perros en celo!.

"Ding". El ascensor ha llegado.

- Entonces...¿quién eres? - me pregunta el del fusil, el cual disimula mejor su excitación.

Puede que para otra persona esta situación le resulte desagradable e incluso incómoda, pero para mí, me resulta de lo más excitante pero no excitante de ponerme cachonda, sino de miles de corrientes eléctricas recorriendo por mi cuerpo al ver la reacción que provoco. Se puede decir que tengo el ego por las nubes, así que cada vez que hago esto, ya me creo la Afrodita del siglo XXI.

- Mmmm... - entro en el ascensor pensativa disimulando, y sin perder mi papel de mujer buerrora, tonta y cachonda a lo Marylin Moroe. Estos me acompañan dentro como si fueran mis perritos falderos - ¿quien soy?. Pues puedo ser muchas cosas...de pequeña quería ser una princesa, pero no de las idiotas, sino una guerra - le doy al botón y el ascensor comienza a subir. Aún estos par de idiotas me siguen mirándome con cara de fascinados por cada palabra que suelto - luego, llegué a la adolescencia y quise ser médico forense o corresponsal de guerra, pero claro, me di cuenta de que no era una niña de estudios sino de otra cosa - detengo mi relato para mirar la parte superior del ascensor,el cual me indica mediante las lucecitas que voy por el cuarto piso y que me quedan tres plantas más para acabar con mi teatro - pero pasaron los años y descubrí que quería ser una criminal. Así que acepte mi destino,y por lo tanto, puedo decir que a día de hoy, ¡soy una criminal como ustedes! - digo esto último con euforia acompañado con un saltito de niña pequeña. Estos neardentales se han quedado aún más ha cuadros y más confusos que antes.

Pedazo de imbéciles.

Cuando por fin creo que van a atacarme y va a comenzar la diversión, caigo en la cuenta de que no es así, sino que durante el salto se han fijado en el bote de mis tetas y no se han enterado ni de la mitad de mi discurso. Aún siguen mirándome las tetas, y me queda un piso antes de que llegue al despacho del imbécil ese.

Será mejor que de el primer paso en nuestra primera cita.

- Bueno chicos, como veo que no estáis por cooperar, os lo voy a explicar con manzanitas - los rodeo a ambos con mis brazos y les comienzo a explicar - yo, una chica de diecio...¡oh, perdonad!, diecinueve, ya ni me acordaba que ya los había cumplido - me río yo sola por el chiste - voy...a...matar...a...vuestro...jefe - continuo pausadamente y moviendo las manos como si les estuviera explicando una ecuación matemática - pero antes...os...voy...a...matar...a...vosotros - finalizo y les sonrío demasiado animada a ambos mientras que todavía están procesándolo.

"Ding".

Vuelve a sonar el ascensor indicándome que he llegado a mi destino.

- Un placer haberos conocido cabelleros - me despido y vacilo dando un paso adelante, pero estos me detienen apuntándome.

- ¡Por fin, iba siendo hora de ponerle diversión al asunto! - exclamo demasiado emocionada. Saco mis dos pistolas con un movimiento tan ágil que a nadie le daría tiempo de ver y con la culata les golpeo salvajemente a ambos en la cabeza, dejándolos inconscientes, para luego matarlos con un tiro limpio y silencioso en la cabeza.

Me agacho para coger mi mochila que se me había caído durante el enfrentamiento y me acerco a la cara del narco que tenía la metralleta. Deslizo mis dedos por el hueco de su sien, la cual están ensangrentada y escribo en su calvicie la palabra "Pervertido".

Antes de levantarme, me acerco al oído del narco para "hablar" con él por última vez:

-Hay personas como las monedas...no por o valiosas, sino porque son de doble cara - le aconsejo susurrándole al oído. Sé que no puede oírme, soy consciente de que lo acabo de matar, pero si en el caso de que su espíritu ahora esté debatiéndose entre el cielo y el infierno, quiero darle ese pequeño consejo para que no se fíe en su próxima vida. Lo sé, soy demasiado humilde y honrada.

Salgo del ascensor y me cambio rápidamente la ropa ya que me está empezando a entrar frío. No me importa que si alguien pase pueda verme desnuda. Aunque las probabilidades sean escasa, la verdad es que sería bastante épico. Nunca he luchado desnuda, bueno sí, en la cama pero eso no cuenta. Así que sería una buena historia para contar a mis nietos : "queridos nietos, yo, su abuela, maté a unos cuentos narcos desnuda,y después, tendría el polvo del siglo como recompensa, y del cual saldrían sus padres". ¡Já, no es cierto!.Soy demasiado joven para tener hijos. Más bien, dudo que los tenga algún día.

Me visto con unos pantalones militares, unas botas negras medio altas, y una camiseta negra de rejilla marrón, la cual muestra gran parte de mi sujetador negro. Siempre hay que estar sexy en una misión, nunca se sabe cuando morirás, así que, si muero, prefiero estar sexy hasta el final.

Continuo con mi aventura,hasta percatarme de que hay varias cámaras de seguridad. Debería preocuparme y desactivarlas, pero paso: uno, porque si hubieran visto ya mi stripptease hubieran venido a por mí, y dos, confío en que Ignacio las haya desconectado.

Una vez que acaba el pasillo, me paro en la esquina y levanto la pistola para adentrarme en otro. Esta vez no soy tan sigilosa y voy más que caminando, paseándome como si fuera por mi casa. A veces, me gustaría sentir miedo que sentía al principio, pero claro ahora estoy un poco más loca que antes. Eso pasa por juntarte con dementes, que la locura se desboca. Como dicen: "se pega todo menos la belleza". Pero esto, no es una locura sana, sino todo lo contrario, la gente lloraría si alguien le pusiera un revolver en la cabeza, en cambio, yo llegaría a descojonarme.

La misión me está un tanto aburrida: llevo media hora y sólo he matado a dos personas. Incluso en mis peores misiones y las más difíciles que he lidiado como policía encubierta o de narcotraficante, he matado a más tipos en menos de tres minutos. Seguro que pensáis que si tengo cargo de conciencia, y siento decepcionaros, pero no. Y no, no estoy loca, sólo que he nacido para ser un no elegí esto, lo eligieron por mí y una vez que entras en esta locura, es difícil dejarlo. Es cómo si le dijeras a un jodido drogadito de crack que no se meta más esa mierda por la nariz. Puede que algunos lo consigan, pero yo estoy tan en la mierda, que necesito más.

Llego hasta una puerta con contraseña digital. Pero más que avanzar me detengo en seco al ver que está rodeada de unos veinte o treinta policías y narcos con un balazo en la cabeza.

-¡Mierda! - escupo enfadada.

¡Joder, se me han adelantado!. Eso pasa por jugar con los dos cavernícolas de antes.

Corro lo más rápido que puedo sorteándolos y tecleando el código en el panel digital con un aparato pirata. Se inicia la carga pero no se completa, ya que da error. Maldigo varias veces, escupiendo cada una de las palabras. Acaba de colmarse mi paciencia: saco un mini-detonador y lo activo. Doy unos pasos hacia atrás, pero tampoco sin alejarme demasiado. La verdad es que me da igual que ahora mismo estalle en mi cara.

¡Boom!.

Estalla el dispositivo y varias piedrecitas crean pequeños cortes alrededor de mi rostro por no apartarme. No os preocupéis, que no me duele. Hace tiempo que empecé a ser inmune al dolor. Una vez, que el polvo se desvanece, echo a correr por los pasillos con la pistola en mano. Sin quererlo empiezo a reírme. Ni si quiera sé porque por qué lo hago, no es gracioso, no sé...es la locura que sale de mí por sí sola.

Corro fugazmente por un corredor, dos, tres...mis pulmones empiezan a arderme pero sigo corriendo y haciendo todo el ruido posible para que vengan a mí, y volver a divertirme. Menos mal que esta vez lo consigo. Al girar por la esquina derecha, dos narcos avanzan hacia mí y empiezan a dispararme con sus metralletas. Ni me detengo, continuo corriendo por el sentido contrario en el que las balas se dirigen a mí y de un movimiento de muñeca los mato con de un solo disparo.

Bang, Bang.

De repente, no sé por qué viene mi a mi mente la canción de Gangsta. Creo que necesito ir a rehabilitación o quizás a psiquiatría ya que siempre me pasan estas cosas en los peores momentos. ¿Pero por qué cojones me estoy volviendo a descojonar?. ¡Concéntrate, Alexandra!.

Sigo corriendo pero está vez en penumbra. Los pasillos ahora están llenos de sangre: paredes, techo, entrañas por los suelos, incluso se puede apreciar la comida reciente de alguno de ellos.

¡Puag!.

A flojo la marcha y la puñetera canción sigue sonando en mi cabeza:

I'm fucked up, I'm black and blue

(estoy jodida, soy negro y azul)

I'm built for it, all the abu**

(Fui hecha ,para el abu**)

I got secrets, that nobody, nobody knows

(Tengo secretos que nadie, que nadie, nadie sabe)

I'm good on, that pussy shit

(Soy buena sobre esa mierda de vagina)

I don't want, what I can get

(No quiero, lo que puedo tener)

I want someone, with secrets

(Yo quiero a alguien, con secretos)

That nobody, nobody, nobody knows

(Que nadie, nadie, nadie conozca)

I need a gangsta, to love me better...

(Quiero un gánster, que me ame mejor...)

Vale cerebro,pillado, quiero un puto gánster. Y ya la tengo, cuyo jodido nombre es Costia... y de secretos, dudo que los tengamos...nos conocemos desde los diez años, así que no sé que mierda quieres o que cojones quieres transmitirme. A no ser... la canción habla de vagin... mmm... puede qué... ¡pero si no conozco a otra gánster chica!. Lo que sea, y si la encuentro, ya me encargaré de montarme un trío con ella. No es la única fantasía que comparto con "Costi". Odia que la llame así, pero no sabéis cómo me pone decírselo mientras me azota. Creo que alguna vez deberíais probar el BDSM. Pero ¡eh!, no seáis puñetas, sin pasarse de brutos. El chiste es dar dolor-placer, no dolor-quiero matarte.

Mi aventura dentro del barco continua al llegar a una escalera ascendente, cuya salida da hacia el exterior. Sujeto la pistola con mi boca, y no, no se va a soltar el gatillo mágicamente, no soy tan estúpida, he puesto el seguro. Así que, subo con gran agilidad por la escalera y en menos de un minuto, estoy en lo alto del techo, a unos 30 metros de altura. Intento abrirla pero está cerrada, me sujeto con una mano en escalera, dejando que casi todo mi cuerpo se balance en el aire y con la otra mano agarro la pistola y quitando el seguro, disparo en la cerradura, abriéndola de cuajo. Guardo la pistola en la parte baja de mi espalda, rozando el culo y con un balanceo enérgico, me alzo hacia arriba y de un puñetazo la abro, destrozándola. ¡Me cago en la puta!, no pensaba que iba a estar tan dura...creo que me he roto un nudillo, y sino, seguro que la mano está desollada y ensangrentada. No tengo tiempo de averiguarlo, así que sin demorarme, escalo las últimas escaleras y me adentro en lo que parece una habitación. No, no es una habitación, es un pasillo con doble puerta que da al exterior. Al final puedo ver el despacho del "idiota" ese, por no llamarlo otra cosa...no quiero arriesgarme a que me censuren la historia.

Miro a través de la mirilla,y la tormenta eléctrica y el oleaje ha empeorado. Parece una lucha meteorológica como en la película de "Furia de Titanes". Incluso no me había percatado de la violencia del movimiento de las olas hasta que casi me caigo al suelo. Me balanceo hacia adelante y hacia atrás violentamente, esto ocurre por estar en lo alto del barco; cuanto más alto más se pierde el equilibrio. Me sujeto fuertemente a la manivela de la puerta para coger impulso, para que, una vez que abra, salir pitando y así poder recorrer el camino hacia la otra puerta en el menor tiempo posible, sin perder el equilibrio, y además, sin que un rayo me mate. Y lo digo, por que precisamente estoy en una zona llena de antenas parabólicas y satélites, pero eso sí, sin ningún pararrayos. Cuento hasta tres: uno, dos y...

¡Mierda! - maldigo al salir al no haber previsto que el puente no tiene barra de seguridad y no puedo agarrarme a nada. El suelo está totalmente empapado y resbaladizo, así que: o me rompo la crisma; o me caigo y me ahogo. Mmmm...creo que prefiero vivir.

Sea lo que sea, tengo que llegar al final. Doy un paso y el viento me golpea violentamente en la cara, y si añadimos la densa lluvia que me impide ver más allá, esto va a estar muy jodido. Y ahora unamos el sonido de los rayos que no me permiten saber por donde viene el viento para poder equilibrarme. Pero no os preocupéis, he estado en situaciones peores. Cierro los ojos y respiro hondo, como si hiciera un ritual, es decir, cierro los ojos me concentro y una vez que los habrá, significará: ir hacia adelante, sin miedo y cargando con todas las consecuencias.

Respiro, respiro, respiro y...abro los ojos.

Con un grito que me ayuda para desfogar toda mi ira, me lanzo hacia la mitad del puente y caigo de bruces contra éste resbalándome, pero permitiéndome agarrarme y mantenerme en el suelo. Me levanto con precaución, ya que el viento se ha puesto más agresivo y me quito la camiseta que me está resultando una verdadera molestia. Ahora me estoy helando de frío pero mi equilibrio ha mejorado. Voy caminando con cuidado y arrastrando los pies por los charcos a la vez que me adapto al movimiento del oleaje.

Balanceo a la izquierda, balanceo a la derecha.

Estoy casi al final, lo estoy consiguiendo...hasta que un rayo aterriza justo enfrente mío provocando que me caiga hacia atrás . Me levanto con la espalda dolorida y con todo el cuerpo estos momentos, mi cuerpo es una mezcla de frío y ardor al mismo tiempo, parezco el efecto de frío y calor de algunos lubricantes. Sólo que estos...NO DUELEN. Dios, creo que me estoy haciendo mayor para esto, yo sólo quiero mi tequila con leche y a dormir.

Harta ya de la situación, maldigo internamente todas aquellas palabrotas y obscenidades existentes, y empiezo a recorrer sin importarme una mierda el equilibrio y todo lo que me enseñaron hasta llegar al final. Finalmente, aprovecho un movimiento de oleaje y de un salto me abalanzo hacia la puerta agarrando el pomo y abriéndola. Sin quererlo, me tropiezo y me desplomo en el suelo de la habitación con un sonoro ruido. Ni me digno a mirar si hay alguien dentro, ya me ocuparé más tarde, primero me limito a recuperar el aliento. Así me quedo durante un minuto, en el suelo, boca abajo y con la respiración entrecortada e incluso cerrando los ojos al sentir el dolor de mis músculos engarrotados.

- ¿Piensas quedarte ahí tumbada durante todo el rato, pedazo de vaga? - pongo toda mi atención al reconocer su voz. Tan a gusto que estaba y ahora me ha puesto de mala leche. La muy jodida está apoyada en el escritorio, mirándome desde arriba y con una estúpida pero perfecta sonrisa burlona.

- ¿Qué mierda haces aquí, Costia? - me levanto cabreada, fulminándola con la mirad y con mis brazos cruzados. Su mirada se dirige a mis pechos.

- Te dije que te concentraras en la misión... pero no,tú como siempre insinuándote...¡y encima con esos malditos cerdos! - me regaña celosa. Odio cuando está celosa, es lo que hace que me cabree más. Odio que me trate como si ella fuera mi dueña.

- ¡Hago lo que me salga del co..!. - me interrumpe para besarme desesperadamente - estoy harta de tus juegos, Alexandra. Sé que no quieres que sea celosa, sabes que odio ser así...pero lo que más odio es que me preocupe por ti,y a ti te la sude. ¿No te das cuenta de lo enamorada que estoy de ti? - sus dedos se deslizan por mi cuello, delicadamente, para luego recorrer mis pechos hacia mi abdomen y jugar con mi parte inferior por encima del pantalón, provocando que suelte un leve gemido.

- Ambas somos libres, pero...sabes que quiero que seas sólo mía - me susurra al oído, para luego, lamerme la garganta y hacer que me estremezca.

- Para - casi le suplico con voz débil. Ésta se detiene para mirarme y distraerme con su encantadora sonrisa, con el fin, de que no me de cuenta de que está deslizando su mano por debajo de mis pantalones - tenemos que matar a alguien - intento argumentar entre jadeos. La maldita cabrona, no tiene intención de parar, está acercando su mano, cada vez más a mi...

- Pues matémoslo -su mano ha llegado hasta mi pubis, el cual ha comenzado a acariciar suavemente, provocándome, excitándome...quiero que acabe ya con esto, me está doliendo su tortura - pero después, pienso acabar contigo - y con su mano en mi entrepierna: me empuja salvajemente contra pared, y con la otra, aprisionándome una teta, me da un tórrido beso haciendo que mis piernas me fallen. Menos mal que me está sosteniendo.

- Pues acabemos ya con esto - gruño casi con la voz rota por no poder llegar hasta el final - matémoslo, para que después me mates y yo te azote por ser una chica mala - saco su mano de mi entrepierna y la beso con una pasión desesperada que casi hago que se corra.

- No sabes cuánto te amo - me dice con miedo - se que odias que te lo diga, pero es lo que realmente siento - no le respondo, simplemente asientocya que nunca he sido buena para las palabras de afecto. Ya bastante me cuesta decir "te quiero"para que tenga que decir eso... ya sabéis, lo que empieza por "a" y acaba en "mo".

Me da el último beso, y con rapidez, va hacia el armario del fondo y lo abre. Del cual, cae al suelo provocando un sonido que retumba por toda la habitación: un hombre de unos cincuenta años, pelo negro con algunas canas, bigote y con un cuerpo entre grasiento y musculoso; amordazado y atado con una cuerda tanto en los pies como en las manos. Éste empieza a agitarse en el suelo violentamente, poniéndose rojo e intentando gritar. Sus movimientos parecen una mezcla entre espasmos,y los movimientos de los de un pez, recién sacado del agua. No puedo evitar reírme.

-Deja de hacer el ridículo, maldito bastardo - le riñe Costia, agarrándolo de su sucia camisa, la cual está llena de eleva por encima de ella y lo empuja contra la pared. Aunque parezca que no, Costia es muy fuerte, quién diría que acaba de levantar a un pez gordo de casi unos 100 kg.

- Suéltalo y acabemos ya con esto - le ordeno mientras que avanzo hacia ambos con paso firme. Costia se aparta, soltándolo y me quedo cara a cara con ese tipo repugnante.

- Quítale la mordaza - ésta me obedece.

- Inclínate - le ordeno al mafioso con una sonrisa maliciosa, pero el muy imbécil no me hace caso. Costia le mete un puñetazo en el estómago, haciendo que se incline un poco, pero vuelve a recuperar su postura inicial.

- No pienso hacerlo, zorra - me dice con desprecio a la vez que escupe sangre al suelo. Mi sonrisa se desvanece de mi cara hasta quedarme totalmente inexpresiva.

Oh,oh...él está en problemas.

- ¿Cómo la has llamado? - le pregunta atónita con un tono amenazante. Éste le sonríe con desprecio y Costia le agarra del cuello sin piedad, dejándolo sin respiración - escúchame bien - aprieta más con firmeza su mano haciendo que su cara pase de rojo a casi violeta y se retuerza en la pared - la única que puede llamarla zorra, soy yo...y solamente lo hago en la cama - el hombre cierra los ojos ya casi sin respiración. En cualquier caso, no me importaría que muriera así pero al desafiarme, no va a morir tan fácilmente. Por lo tanto, le propino una patada en los huevos haciendo que Costia lo suelte de su agarre y éste finalmente, acabe arrodillado ante mí.

- Ves cómo no era tan difícil - vuelvo a sonreír pero esta vez de manera burlona y triunfal. Empiezo a pasearme alrededor suyo con unos movimientos de cadera elegantes. Mientras sigo caminando alrededor de él, Costia prepara la pistola y el bastardo sigue en el suelo: retorciéndose y gritando como un cerdo en el matadero.

- No sé cómo matarte...había pensado en algo indoloro y rápido, pero visto tu atrevimiento y osadía hacia mí, creo que me decanto por el dolor - le explico aún caminando a su alrededor con las manos en mi espalda.

-Espero que estés de acuerdo conmigo, amor - me acerco a ella y empiezo a besarle el cuello. Él hombre ha dejado de quejarse para observar la escena, atónito.

- Nena, tus deseos son ordenes - me dice acariciandome el mentón con el revolver. Me muerdo el labio y lamo la boca del arma haciendo que sus pupilas se dilaten hasta no dejar ni rastro de su marrón miel. Me río con un sonido alocado.

- Nena, contrólate, no quiero explotar delante de este señor - me susurra al oído con una sonrisa.

- Estáis enfermas - nos interrumpe el hombre, mirándonos con miedo. Ahora mismo seguro que está pensando que somos unos bichos raros, unas locas enfermas... y es gracioso pensarlo, porque sí estamos locas, pero nosotras no tenemos una red de trata de blancas ni prostituimos a niños como él. Aunque para eso no hemos venido sino para las coordenadas del tesoro que nos hará ricas y legendarias.

- ¿Enfermas? - me río y me arrodillo ante. Empiezo a jugar con su bigote con una mirada muy sensual- cariño, ven aquí - me detengo para ofrezcerle la mano a Costia. Ésta la acepta y se arrodilla al lado mío - nos ha llamado enfermas...¡a nosotras! - empezamos a descojonarnos con frialdad - ¿haces tú los honores o los hago yo?.

- Es tu cumpleaños,nena. Tú decides - me da el revólver y me besa en la frente.

Empiezo a jugar con el revólver con una sonrisa enfermiza en el rostro. Abro el cargador y observo las balas, las tiro todas y dejo sólo una.

- ¿Vamos a jugar un juego vale? - le propongo con voz de niña pequeña - ¡vamos a jugar a la ruleta rusa! - digo demasiado emocionada, aplaudiendo con el revolver y provocando un miedo irracional en el sujeto que tengo delante.

- No pienso jugar a eso - me contradice acojonado.

- Es su cumple y ella decide - le rebate Costia refunfuñando con voz infantil - espero que no lo invites más a tu cumple, Heda.

- Obvio no, es un niño malo - le doy la razón imitando su misma voz. Sin quererlo, nos salimos de nuestro rol enfermizo y empezamos de nuevo a reírnos a carcajadas.

- Está bien, empiezo yo - dice animada Costia . Pone el revolver en su boca y con los ojos abiertos abre el gatillo.

Bang.

Solo sale aire comprimido.

Nosotras 1 / Cerdo estúpido 0

- Mi turno - cojo la pistola con la misma emoción y me la meto en la boca sensualmente, arrastrándome hacia quedarme a escasos metros del tipo que me mira con incredulidad. Costia se pone detrás de él y le besa en la mejilla.

- Hazlo cariño, hazlo por nosotros - me río de nuevo alocadamente y disparo.

Bang.

Diosea 2 / Pedófilo 0

- ¡Oh, vaya! - vuelvo a hablar con voz de niña - creo que se ha roto, Sexy.

- No puede ser, pero si es nueva - refunfuña Costia con el mismo tono de voz. La coge y la observa como si fuera un niño pequeño y no entendiera el mecanismo.

- Da igual, es el turno de nuestro invitado - le quito la pistola y éste me responde con un gruñido - abre la boca - le ordeno con una sonrisa infantil. El hombre niega con la cabeza, temblando - ¡he dicho que abras la puta boca! - le grito impaciente pero sin perder mi aire enfermizo. Al ver que no me hace caso, Costia le abre violentamente la boca: le meto la pistola y el muy cobarde empieza a sollozar.

-No me mates, por favor - comienza a llorar desconsoladamente.

- Por favor - recalco rechinando con los dientes - ¡Por favor!. Eso dije yo a los diez putos años,y aún así, abusaron de mí unos cerdos como tú - le clavo más la boca de la pistola en su garganta y éste empieza a agitarse. Costia lo sujeta para que no se mueva y disparo.

Bang.

Estúpidamente sensuales 3 / Malnacido 0

Adoro estos juegos por la sorpresa del final, si habéis pensado que lo he matado, no es del todo cierto, me gusta jugar y así he jugado, la bala no ha atravesado su garganta y ni si quiera la ha perforado sino que, Costia desde la espalda le ha disparado en el cuello y ahora se encuentra en el suelo con una perforación de tres centímetros justo en la yugular, rodado de un charco de sangre.

Nos veremos en el infierno, maldito hijo de puta.

-Vamos - entrelaza mis dedos con los suyos y me conduce hacia la siguiente puerta.

Entramos en la recámara del bastardo. Tiene buen gusto el cabrón, aunque no soy muy fan de las cabezas de los animales en la pared y de los cuernos de marfil de los elefantes, pero la habitación es bonita y las pieles de la alfombra y de la cama deben de costar una fortuna.

Hemos perdido demasiado tiempo, así que vamos directamente a la caja fuerte y sacamos todo el dinero y los documentos. Mientras Costia se ocupa del resto de joyas y cosas de valor, como siempre, ya que es un vulgar ladrona; yo me encargo del ordenador y de encontrar las malditas coordenadas. Las encuentro y las meto en un pendrive junto al resto de los documentos que puede que más adelante nos resulten útiles.

De repente, siento la vibración del móvil y pongo el altavoz.

- Buen trabajo, compañeras. El barco es nuestro, volvemos a casa - se corta la llamada.

Se recrea un silencio en la habitación.

- ¿Te quieres quedar aquí o volver? - me pregunta entristecida, sentads en el borde de la cama.

- No lo sé. Volver a casa, supongo...¿vendrías conmigo? - le pregunto asustada. Sé que va a decir que sí, pero quién sabe...no estamos atados a nada y...

- Recuerda que eres mi mujer.

- No, no lo soy - me río aún tecleando en el ordenador.

- Pero desde esta noche, lo serás - se levanta y se dirige hacia el escritorio donde estoy. Apoya sus manos en la mesa - si tú quieres - la miro asustada y continuo tecleando en el ordenador para evitar mirarlo por más tiempo.

- Sé que la estoy cagando con esto, pero...dime algo por favor - me suplica al sentir mi frialdad tras su respuesta. Termino de teclear y empieza a sonar You don't own me de G-Eazy ft Grace.

Costia se empieza a reír. Ésta me dedicó hace años esta canción para conquistarme, y lo hizo. En cambio, ahora lo hago yo como respuesta. Ambas sabemos el significado. Puede que la canción sea un "no" para el chico, pero para nosotras significa otra cosa: estamos juntas pero a la vez somos libres; no pensamos en el mañana sino en el hoy; no somos una pareja pero inevitablemente queremos estar juntas.

Me ofrece la mano y yo la acepto. Con un giro violento de baile, me atrapa entre sus brazos. Ambas empezamos a bailar muy pegadas la canción, a la vez que la cuerpos se mueven al mismo ritmo, sintiendo la música, sensualmente, como dos piezas que encajan a la perfección. Nos movemos lentamente hasta estar en el centro de la habitación. Está situación me está poniendo muy cachonda y ella también lo está. Me aferra más a ella, aprisionando mis pechos contra los suyos y pone su cara entre mi cuello para embriagarse de mi olor. Empieza a darme pequeños besitos y mordisquitos, haciendo que jadee y mi sangre entre en emullición. Cierro los ojos y me dejo llevar por el placer, el cual dura hasta que deja de besarme para mirarme con una sonrisa de idiota al ver lo cachonda y mojada que me ha puesto. Si piensa que esto va a quedar así, va lista: nuestro baile se detiene y me pongo de puntillas para susurrarle al oído "You don't Own me" a la vez que mi mano se desliza por debajo de su camiseta para acariciarle su firme y duro abdomen. Le saco salvajemente la camiseta sin importarle que se la haya roto, y ésta vuelve a aferrarme a ella pero con un beso apasionado y muy húmedo. Nuestras lenguas se entrelazan, provocándonos una mezcla de calor y excitación por todas las partes de nuestro cuerpo. Vuelvo a repetirle lo mismo al oído, excitándola el doble. Me aprisiona con sus manos mi culo y me empotra contra la pared, haciendo que gima. El juego acaba de comenzar y estamos demasiado calientes para detenerlo.

- Antes de terminar esto, quiero que me des una respuesta - interrumpe el momento entre jadeos.

- Cállate, y fóllame - le exijo y empiezo a besarla desesperadamente para que se calle. Sé a donde quiere llegar pero aún estoy lista, no estoy lista para dar el "sí, quiero". Pensé que esto la distraería pero por lo visto no ha funcionado.

- No - me susurra una vez que recuperamos el aliento. Me baja y me lleva hasta el espejo. Ambas nos miramos e intentamos descubrirnos a través de nuestro reflejo; intentando hallar alguna respuesta, lo que piensa una de la otra...

- ¿Qué somos realmente, Lexa? - la escudriño a través del espejo. Ésta apoya su cabeza en mi hombro con un suspiro.

- No lo sé - le respondo asustada, concentrando mi mirada en mí.

Hemos cambiado, demasiado. Realmente ya no sé ni quiénes somos ni quiénes fuimos. Cada vez que me miro al espejo no sé quién soy, y a veces, al mirar a Costia me acuerdo de quién soy, pero así juntas, parecemos dos desconocidas.

Mi pelo es castaño oscuro,parecido al color del chocolate y con unas pocas pequeña era castaña, pero con el paso del tiempo ha cambiado; al igual que mis pecas: antes eran más evidentes y estaban por toda mi cara, pero ahora, sólo hay unas tímidas alrededor de mi nariz. Pero también han habido más cambios en mí: mis ojos verdes son de un color más verde esmeralda, en cambio, antes eran más azules, pero aún conservo mi manchitas de ese mismo color en el iris. Y no solamente eso, antes era bajita y escuálida, pero desde que me adentré en el crimen, soy alta,musculosa y bien formada, pero no armario empotrado, sino bien definida: con buenas caderas y culo. Hasta Costia ha cambiado, no tanto, pero algo: antes solía llevar el pelo más corto, en cambio, ahora su cabello negro oscuro, lo lleva más largo y con ondulaciones en forma de olas pequeñas. Sus ojos se han vuelto más claros, más color miel y su complexión física ha aumentado. Además, con el crecimiento, se ha vuelto más alta que yo. A pesar de tener dos años más que yo, tiene aún cara de niña. Aún con su cara de niña inocente, sigue pareciendo jodidamente atractiva. El conjunto de ella es perfecto, pero lo que realmente me vuelve loca, es su lealtad hacia mí y su protección. Y ya no hablemos de su humor absurdo...es tan parecido al mío, claro, quitando que yo estoy mucho más loca.

Diez años han pasado desde que nos conocimos, puede que hayamos mejorado físicamente pero en el terreno psicológico...mientras que yo pertenecía a una red proxenetas, ella era una ladronzuela cuyo padre le maltrataba si no llegaba con algo más que un Rolex a casa. Ambas nos conocimos años más tarde, en una cárcel para menores...y juntas, un año después, huimos para convertirnos en las criminales que somos a día de hoy. Ambas, perseguidos por los narcos por traición; buscadas por los cazarecompensas; la policía nos pisa los talones; y jodidamente atractivas para los arqueólogos, ya que conocemos los secretos y misterios más perturbadores que ellos desearían conocer. A pesar de todo eso, no nos podemos quejar: tenemos diecio...¡mierda!, diecinueve y veintiuno respectivamente, vivimos la vida y somos casi millonarias. Sí, no somos unos simples ladronzuelas, sino las mejores, hasta tenemos una isla privada...así que imaginaros en el dinero que nos bañamos todos los días.

- ¿Qué me dices? - me agarra de la cadera, girándome y haciendo que nuestras miradas se crucen - no digo que seas mi esposa, porque sabes que no podemos... - me sonríe entristecida - por eso, te propongo que seas mi compañera - me agarra la mano - mi amante - la dirige hacia su boca - mi único amor - la besa - y lo más importante... - pone un anillo de oro blanco en mi dedo - mi mejor amiga y confidente. ¿Aceptas todo eso, Alexandra Woods?.

Me quedo mirándola sin saber que decir. Mi corazón grita un "sí" como respuesta pero mi cabeza dice otra cosa. ¿Pero desde cuando hago yo las cosas pensando?. No, yo no soy así, soy impulsiva y hago las cosas sin ninguna medida, sin pensar en las consecuencias.

¡A la mierda!.

- Sí, acepto - Costia me mira con sorprendida, con la boca abierta. Cómo si hubiera esperado a que se lo negara. Antes de que hable y yo me arrepienta, la empujo hacia la cama y empiezo a desnudarla desesperadamente. Finalmente, acabamos como deberíamos haber acabado desde que nos vimos, follando.

(...)

¿Os pensabais que esto iba a quedar así?.¡Incrédulos!, esta maldita aventura sólo acaba de comenzar.

PD: si veis algo que no concuerde o no tenga sentido avisadme. Lo digo porque Costia, en mi obra original, es un hombre y no quiero liarla parda.

Y es una historia totalmente diferente a 100 o Fear The Walking Death, además, de que la personalidad de Lexa y Clarke van a ser totalmente diferentes a las que hemos visto hasta ahora.