¡Hola!

Os traigo una cosita cortita ichiruki que espero que os guste. Quiero darle las gracias a Almaescritora y dedicárselo a ella, porque... bueno, ella ya sabe por qué.

Bueno, lo dicho, espero que os guste y nos vemos al final ^_^

Disclaimer: Ni Bleach ni sus personajes me pertenecen.


Akai

La muerte era roja.

Su mordisco era agudo y dejaba un rastro húmedo por sus mejillas.

La boca le sabía a hiel.

Había experimentado la muerte en más de una ocasión. Había estado numerosas veces en la Sociedad de Almas. Había estado con Zangetsu en su propio mundo interior cada vez que la muerte se le había acercado. Pero siempre había habido una parte de él que le había impedido llegar a morir. Entonces, ¿qué era lo que sucedía?

-Ichigo…

Y entonces lo comprendió.

No era él quien estaba muriendo.

Era Rukia.

Se obligó a abrir los ojos. La oscuridad se deshizo y todo quedó cubierto por un rojo intenso. La sangre lo cubría todo. No sabía qué hacer. Apretó las manos, con fuerza, con furia, con impotencia y las llevó hasta las de ella. Tanto las de Rukia como las suyas estaban llenas de sangre espesa. La mirada de Ichigo se nubló, ¿de dónde diablos salía tanta sangre? Maldijo en voz alta una vez. Y luego otra. Ni siquiera podía tratar de curarla. Si tan solo fuera un shinigami de verdad…

-¡No, no, no! ¡Joder, Rukia! ¡No te mueras!

Ella hizo un intento por sonreír. Tenía los labios pálidos, agrietados.

-Cállate –le dijo, sintiendo que se le escapaban las fuerzas-. Serás idiota…

-¡No hables! –replicó él-. ¡No seas estúpida! ¡Todavía puedes salvarte!

No sabía cómo iban a salir de esa, pero su mente no asimilaba la idea de perderla.

-No voy a…

-¡Rukia!

La shinigami parecía haber asumido que no iba a sobrevivir. No tenía miedo. No había tristeza en sus ojos. ¿Entonces por qué él no podía dejar de llorar? Pudo ver cómo ella se contenía para soltarle toda una retahíla de vituperios. Ni siquiera le quedaban fuerzas para insultarlo. Ichigo la agarró por los hombros y la sostuvo entre sus brazos.

No. No podía resignarse a no volviera a llamarlo nunca más idiota.

Rukia cerró los ojos y apoyó la cabeza en su pecho, su rostro era una máscara de tranquilidad.

Ichigo cayó de rodillas al suelo y gritó su nombre.

El tiempo se detuvo a la vez que su vida.

De pronto, una cúpula naranja los cubrió a ambos. Ichigo buscó con la mirada al responsable de aquello y no tardó en encontrar a los Vizard tras él.

-¡Hacchi! –exclamó.

Debía parecer un auténtico desastre, pero no le importó. Incluso Hiyori lo miraba con pesar.

-Sálvala –le pidió-. Por favor.

El hombre asintió, con semblante serio.

-Vamos, vamos –dijo Hirako-. Sabes que lo haremos. Por ti, porque eres de los nuestros; por ella, porque éramos de los suyos. Y por Urahara-san. Se enfadaría mucho si descubriera que la hemos dejado morir.

Ichigo agachó la cabeza, en señal de agradecimiento. En ese instante Rukia tembló entre sus brazos y abrió los ojos lentamente.

-Estás viva… -murmuró, profundamente aliviado.

-Idiota –replicó la Kuchiki, todavía sin fuerzas-. Hace falta mucho más para acabar conmigo.

El shinigami sustituto cerró los ojos, respirando con fuerza.

La muerte era roja, sí. Como el hilo que los unía.


¡Hola de nuevo!

Si has llegado hasta aquí, ¡muchísimas gracias!

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¡Hasta pronto! :)