Hola! Bueno,ésto iba a ser un oneshot, pero me dio sueño asi que lo dejo hasta donde resistí estar despierta xD

Los personajes de OUAT no me pertenecen y bla bla bla.

Espero que les guste, si es así dejen su review y haganmelo saber, si no, igual asi me esfuerzo para ser mejor :)

Este fic va dedicado a las chicas del grupo de WA que estaban con ganas de leer algo y se que se devoran absolutamente todo lo que se actualiza. En especial a Celina que le debo el ya sabes que (sigo pensando en el titulo xD)

Ahora si, a leer, si es que a alguien se le antojó :p Y si no, igual me entretuve escribiendo.


Capitulo 1

No era lo que los organizadores del cóctel esperaban. A pesar de ser una noche de verano, el cielo estaba cubierto de nubes espesas y vientos de moderados a fuertes. Mala idea hacer el evento en una terraza. Pero era imposible cancelarlo. La crema y nata de la ciudad había confirmado su presencia. Y una vez que lo hacían, nadie se daría el lujo de perdérselo. No siempre había eventos donde lucir sus modelos de alta costura y joyas de diseño exclusivo. Mucha pomposidad y excentricidad que para gusto de Regina eran demasiado. No entendía como esas personas eran capaces de gastar el sueldo de un año de toda una familia en apenas una noche. Odiaba la desigualdad. Pero lo que más la enfermaba era tener que trabajar para esos snobs. Poco importaba que estuviera finalizando su carrera universitaria, para ellos, aquella noche, era una simple y comunacha camarera, sólo otra más de las que se paseaban por la sala con copas llenas del más fino champagne.

-Otra vez matando a los ricachones con la mente. - afirmó Ruby, su compañera de trabajo, al ver a su amiga concentrada en las personas que comenzaban a llegar al salón. - Recuérdate que ésto sólo es temporal. Toma aire y mentalizate recibiendo la paga. - Regina sonrió admitiendo que en cierto modo eso ayudaba.

-Espero que sea una noche sin contratiempos. - Dijo al ver cómo el viento comenzaba a azotar con más fuerza. - Yo creo que sería mejor suspenderlo. No le tengo mucha confianza a aquellos toldos. - Ruby se encogió de hombros. -

-Tu sabes que nadie puede cambiar de parecer a éstas personas. Cuando se les antoja algo lo hacen y ya. Y nosotras ahí estaremos. - Regina arrugó la nariz. Intentó no pensar por ese momento. Se dio media vuelta para colocarse su delantal y credencial. Para luego asistir a la reunión previa de servicio.


La hora de inauguración llegó. Los invitados comenzaron a ingresar a la terraza de a pares. Ruby se paseaba coquetamente con su traje de pantalón negro y camisa blanca a lo largo y ancho de la terraza invitándole una copa a los hombres que creía pudieran ser interesantes. Regina en cambio se dedicaba a hacer únicamente su trabajo. Era automático. Una sonrisa, buenas noches, sonrisa. Otra copa, nuevamente una sonrisa artificial y a rellenar la bandeja. Al iniciar el evento había repartido entre los presentes cerca de siete bandejas de champagne, sólo eso, por que los canapés y bocadillos le correspondían al otro team.

-Buenas noches y gracias por asistir a pesar de las amenazas de mal tiempo. - "¿Amenazas?" pensó al levantar la vista y ver como las nubes se tornaban cada vez más espesas. Suspiró resignada sabiendo que no volvería seca aquella noche, estaba esperando que las gotas comenzasen a caer de un momento a otro. El animador continuó hablando y ella sonriendo con la bandeja en sus manos. -

-Buenas noches. - la voz de una mujer pareció llegar lentamente a su cerebro. - Disculpa. - dijo al darse la vuelta para verla. - ¿Me permites? - la rubia tomó dos copas de su bandeja mientras le dedicaba una preciosa y brillante sonrisa que dejó a Regina marcando ocupado. Terminó por asentir y sonreirle de vuelta mientras la veía alejarse. Hacía tiempo que no le pasaba, el encontrarse con una mujer que la dejara con la boca abierta. No era de andar mirando mucho tampoco. Entre la universidad y el trabajo era imposible dedicarse aunque sea un poco a su vida personal. Se quedó pensando unos instantes en lo escasa que era su agenda social mientras veía a la descomunal mujer alcanzarle la copa a un hombre de unos treinta años más que ella. Hasta ahí llegó el encanto. Recordó que era una más. De tantas arribistas que se colaban en la alta sociedad por medio de algún viejo calenturiento que quisiera arrendarlas por un tiempo. Eso era otra cosa que odiaba. El ver como las mujeres se degradaban asi mismas con aquellas actitudes.

-¡Deja de mirarla!- la voz de Ruby y un codazo en las costillas la hizo voltear. - Está ocupada al igual que tú, así que mejor que sigas con lo tuyo. Regina lanzó una última mirada a la rubia antes de volverse al lado contrario de la sala. Mejor mantenerse lejos de las tentaciones para no cometer ninguna estupidez.


Dos horas de aquel insoportable reencuentro de la alta sociedad y los nervios de Regina estaban al borde del colapso. Primero las nubes y la humedad insoportable en el ambiente que anunciaban una pronta tormenta. Segundo, el dolor en sus mejillas de tanto sonreír forzadamente. Ya se le habían acalambrado tres veces. Y por último, parecía ser ella sola la que estaba consciente del terrible error que era mantenerse en aquel lugar por mucho tiempo más. Ninguno de los invitados parecía tener intenciones de retirarse. Quizás fuera a causa de las decenas de copas que habían repartido a lo largo de todo el lugar, sin contar con lo que hubieran consumido en las barras del barman. Ya no la detenían cada cuatro pasos como al principio. Ahora le daban el tiempo suficiente para pasearse con su bandeja por todo el lugar. Observando al elenco del lago de los cisnes y a quienes quieran que fueran aquellos que los rodeaban. Fue entonces cuando volvió a ver aquel entallado y escotado vestido en la espalda. De color negro, que contrastaba con la blanca y pálida piel de su portadora. Tragó saliva con dificultad y caminó disimuladamente hacia ella. Pretendía observarla un poco mejor. No había nada de malo en ello ¿No? Al acercarse un poco más pudo sentir su muy mal disimulada risa. O más bien carcajada. Pero podía jurar que no era por que le hubiera hecho gracia el aburrido chiste que el hombre negro de traje acababa de contar. Se puso detrás de éste sujeto intentando verla mejor de frente. Tuvo la suerte de observar algo que no había podido ver antes. Su vestido dejaba muy al descubierto sus hombros torneados y femeninos, un collar de finas perlas era lo único que dividía su torso de su cuello. Era hermosa, su cabello debía ser largo. Puesto que el recogido que tenía estaba bastante bien trabajado. Y otra vez se le habían quedado los ojos pegados a ella. Y para peor parecía que lo había notado. Sí. Lo había notado puesto que levantó los ojos y la miró. No estaba alucinando, la rubia preciosa le estaba sonriendo. Como de costumbre, cortó el contacto como pudo y comenzó a caminar en dirección opuesta excusándose a si misma con limpiar la bandeja.

-Ok, ¿Qué fue eso?- las cejas de Ruby se movían de arriba hacia abajo acompañados de una sonrisa insoportablemente sabionda. -

-No sé de que estás hablando. - dijo quitando las copas. -

-Ajam, y yo te conozco desde ayer, si si, por supuesto. - Le picó nuevamente las costillas con su dedo indice – habla o te hago hablar. -

-¿Qué quieres que te diga? -

-¿Te gustó la rubia? - Regina odiaba cuando su amiga movía las cejas de aquel modo. - ¿Eh? Dime, dime.

-No hay nada que decir. - respondió colocando una copa que se volcó sobre la bandeja. - ¡Mira lo que me hiciste hacer!

-¡Ja! Si quieres culpar a alguien dile a la rubia no me digas a mi. - Regina bufó algo y Ruby decidió alejarse antes de que le tiraran con algo y tuviera que ir a cambiarse.

-Bah – se dijo a si misma. - Vamos Regina que no es para tanto. - Volvió al exterior decidida a terminar lo mejor posible la noche cuando al abrir la puerta una enorme ráfaga de viento casi la voltea. Justo cuando su supervisora ingresó al box para anunciar que era tiempo de levantar todo.

-No hay más tiempo, se viene la tormenta. - Regina suspiró entre aliviada y cansada.

-¿Por qué esperaron hasta última hora? - se quejó una de sus compañeras al fondo. Ella el sonrió cuando pasó a su lado para dejar la bandeja en el mesón y se dispuso a salir. Se sorprendió al ver el sitio casi vacío. Los invitados se habían retirado casi al completo. Técnicos de todo tipo estaban desmantelando las pantallas y equipos de sonido. Los encargados del catering tenían casi todo levantado. Se sorprendió al pensar que sólo había perdido un par de minutos antes de volver a salir. Barrió con la vista el salón al tiempo que la primera gota se posó en su mejilla. "Genial" pensó. "aunque ya está casi todo hecho" una última mirada y se decidía a irse. No había nada más que hacer. Fue camino a la salida cuando vio a la rubia despedirse del hombre mayor. El le dio un beso demasiado cariñoso para gusto suyo y se retiró dejándola sola en el medio de la terraza. Regina ladeó la cabeza al observar la escena y se asombró aún más cuando la rubia comenzó a dar vueltas por el centro de la pista con la mirada fija en el suelo. Otra gota en su mejilla izquierda y una en la frente la hicieron mirar hacia el cielo. La tormenta estaba ahí, sobre sus cabezas. No sabía si caminar hacia ella o hacia dentro del edificio donde todos estaban buscando refugio. El viento comenzó a soplar con más fuerza, una ráfaga la hizo cubrir sus ojos con su antebrazo.

-¡Regina! - la voz de Ruby sonaba lejana a pesar de estar a tan solo unos metros. -¡Entra! ¡Ya hemos terminado! -

-¡En seguida voy! - su amiga asintió y volvió a meterse. Estuviera bien o mal quería saber que hacía esa rubia dando vueltas en círculos en una terraza vacía y con una tormenta pisandole los talones. Otra ola de viento la hizo detenerse y pudo ver que la rubia también intentó cubrirse cuando sintió el empujón. Pero no se detuvo, caminaba en dirección completamente opuesta a la salida. -¿Qué demonios está haciendo? - se preguntó mientras comenzaba a avanzar hacia ella. En menos de un segundo las diminutas gotas se convirtieron en un diluvio. Regina se detuvo convencida de dejar a la rubia con sus locuras pero algo en su interior le ordenó a sus pies que continuara caminando hacia la mujer de vestido negro que, al dificultarse aún más su visión se agachó acercándose más hacia el piso. Aceleró el paso hacia ella y poniéndose a su altura le tocó el hombro.

-Disculpe.- Ella la miró con los ojos entrecerrados por la lluvia. - Señorita, debe retirarse del lugar, es peligroso que siga aquí. - Regina miró hacia arriba efectivamente con miedo de que los toldos que le habían causado desconfianza estaban a punto de soltarse. Pero ella sólo sonrió y continuó con su búsqueda. Puso los ojos en blanco preguntándole al cielo a Dios o quien fuera ¿Por qué ella tenía que meterse en lo que no le importaba? - ¿Qué está haciendo? ¿Necesita ayuda? - pero no obtuvo respuesta, la rubia se empecinó en seguir arrastrando su vestido de diseñador por el suelo barroso. Frunció el ceño y se dijo a si misma que mejor se fuera, mejor que hiciera lo que quisiera. Pero no pudo, cuando el agua comenzó a golpear con más fuerza y el viento se dispuso a arrojar todo a su paso tuvo que quedarse allí con ella, que gateaba hacia el escenario justo debajo de los fierros que sostenían los toldos. -¡Señorita! - gritó con toda su fuerza. Ésta vez ella volteó.

-¡No se preocupe, en seguida salgo! - y continuó arrastrándose hacia el escenario. Regina no se convenció y aceleró el paso y vio que la rubia hizo lo mismo. Justo al tiempo en que uno de los palos que sostenía el techado se soltó y golpeó a la rubia con fuerza. El corazón de Regina comenzó a latir desbocado. Corrió hacia ella pese a que el fierro seguía pendiendo del aire impredecible. Se agachó y tomó a la rubia por debajo de los brazos y la arrastró con cuidado hacia el espacio que estaba debajo del escenario. Se refugió allí e intentó examinarla como pudo. Se asustó cuando vio un rastro colorado manchando sus manos. El golpe la había noqueado.

-Señorita- No sabía exactamente que hacer ni como reaccionar. - ¡Señorita despierte! - Pero no obtuvo respuesta. - debía ir en busca de alguien, pero era un peligro salir ahora que el toldo había caído por completo y sellado su salida del recoveco. Intentó tranquilizarse un poco. Corrió el pelo rubio que estaba pegado en su rostro y lo acomodó como pudo. Volvió a tocar el sector dónde antes había sangre pero esta vez sus dedos estaban casi limpios. Se calmó un poco pero sabía que era importante que la viera un medico. Se arrodilló a su lado y la acomodó extendiendo sus brazos a los lados de su cuerpo y notó como el puño de su mano estaba aún cerrado. No pudo con su curiosidad y tomó aquello que era seguramente la razón por la que andaba dando vueltas en aquellas circunstancias. Los ojos de Regina se entrecerraron confundidos al notar un pequeño y sencillo anillo con una diminuta piedra verde.

-Rubia. - la llamó moviendo levemente sus hombros. Pero lo único que podía ver era su rostro apaciblemente dormido. ¿Cómo había podido terminar así su día? No lo sabía, pero algo que si tenía claro, era que debía salir de allí cuanto antes y ayudarla. Tomó el anillo y y lo guardó en su bolsillo. Debía ser muy importante si se había arriesgado a una tontera semejante por eso. -Vamos rubia, despierta. - pidió en un tono más suave acercándose a su rostro para sentir su respiración. Las luces del exterior se cortaron, y el lugar quedó completamente a oscuras. ¿Alguien habría notado su ausencia? No podía distinguir sonidos, entre los truenos y el ruido de las gotas cayendo sobre la madera del escenario apenas podía distinguir sus pensamientos. Maldijo las normas de la empresa de no poder trabajar con el teléfono encima. En aquel momento hubiera sido por demás útil. Por lo menos para avisar en donde se estaban refugiando. - Estúpidos ricachones y sus estúpidos eventos. - pensó mientras veía como el agua corría a los lados de sus piernas. Ya podía imaginarse la gripe que le daría luego de aquella aventura. Un relámpago anunció la llegada de un trueno. Instintivamente se acercó hacia ella para cubrirla. No había luz que se colase por ninguna rendija, la noche se había vuelto completamente oscura. Regina suspiró y se sintió bien. Si no se hubiera quedado allí siguiéndola probablemente aquella rubia tonta estaría recibiendo varios golpes del mismo palo y probablemente ahogándose en algún charco de agua. Quizás fuera el destino. Que la hizo terminar allí, completamente mojada, en mitad de una tormenta, debajo de un escenario. Con la rubia. Sonrió sin poder evitarlo y acarició la cabeza de la chica que descansaba a su vera. Estaba al borde de la segunda caricia cuando sintió como la piel de la frente se movía bajo su mano.


Espero que les haya gustado y nos leemos en el próximo capi.