Tétrico

Regresa a su aspecto de vagabundo, con sus overoles raidos , el aroma del aserrín en el cuello , la camisa empapada en sudor y doblada a medio brazo…Aunque su tío no lo comprenda y a Rhode le moleste cuando no le divierte.

Le gusta usar enormes y rayados anteojos , parecidos a la base de una botella de leche y vivir de lo que gana jugando cartas con los viles mortales. Si la familia Noé no fuera muy unida (y no hubiera ejemplares mejores a la hora de señalar defectos) Tick Mick sería la vergüenza personificada en ella.

Sus músculos son firmes y sus manos están callosas. Sus compañeros le han preguntado si alguna vez tuvo una mujer o diez al mismo tiempo entre los grandes brazos. Mick sonríe con una franqueza dolida por ser fachada, enseñando sus dientes torcidos por arte de magia.El cabello le cubre los ojos y las lentes ahumadas, quebradas como si fueran sacadas de un basurero.

Tiene las manos manchadas con grasa, sí, pero guardadas en los bolsillos, buscando siempre dulces, botones, objetos curiosos, robados a alguien que mató por encargue. Cuando pasan los niños mendigos por los vagones, inquietos, les ofrece un premio, haciendo un truco falso a todas luces para darles alegría.

Se pregunta cuánto falta para que esas bocas sonrientes se ahoguen bajo el Diluvio, o sean destrozados bajos los escombros de la Batalla Final. Poco. Una palmada en la cabeza inocente y enormes deseos de tener un Dios… O un bote para cada infeliz. O un alma elevada para cada cuerpo.

Soman tenía miedo. Lo recordó netamente por eso: Tenía terror de morir como un pescado, destripado por los dedos de Tick Mick. Como una prostituta ante el legendario Destripador, había preferido abrir sus piernas y permitirse violar, con los ojos cerrados y la mandíbula apretada. Ticky se pregunta qué hará con el botón de plata que le robó. Sigue en el bolsillo de su overol. Ya repartió dos caricias y tres caramelos entre los bribones diminutos.Pero el suyo no.Simplemente no ha podido desprenderse de él aún.