Capítulo 1: Yo
Nunca me ha agradado mi condición de marioneta, ser una especie de pinocho monstruoso y desensibilizado. En realidad no recuerdo como rayos termine así, si alguna vez fui humano, ni como se sentía serlo. Tan solo se que soy un títere con vida, que eso es inusual, y que a la mayoría de la gente, por algún extraño motivo, no parece agradarle.
El recuerdo más lejano que tengo fue de cuando abrí estos ojos por primera vez. No pude levantarme y mucho menos caminar. Todo lo que me rodeaba parecía familiar, como si ya lo hubiera visto en otro tiempo, en otra vida. Intenté mover mi mano, izquierda, derecha, arriba, abajo… Eso parecía funcionar bien, pero mis brazos, mis piernas; por mas que lo intentaba no podía moverlos.
-Será inútil por más que lo intentes, porque tus articulaciones aún no están listas.- La voz de una anciana me explicó.
Voltee la cabeza hacia donde provenía la voz y en efecto, me encontré con una anciana. Si tan solo pudiera abrir mi boca…
-Tu nombre es Sasori y me temo que no puedo decirte más. Pero descuida dentro de algún tiempo podrás moverte y hablar.
Y entonces, poco a poco, día a día, fui recobrando mis sentidos, mi movilidad y mis palabras con la ayuda de la abuela. Ella decía que era su deber el re-educarme, y me leía libros o me platicaba cosas mientras trabajaba en mi (los libros desde luego que no me los leía trabajando). Las cosas que ella me contaba me parecían increíbles, y no lograba captarlas del todo.
Un día le pregunté (no sin voz débil pues recién la había recuperado):
-Abuela, ¿a que te refieres con amor?
-¿Amor? Mi pequeño, el amor es una cosa curiosa, como un calor agradable en el pecho, te hace sentir ligero, muy ligero. Provoca sonrisas atolondradas, ataques de adrenalina y puede matar, revivir o alegrar.
-Entonces… el amor es peligroso. Con eso de que te puede matar ¿no? ¿Cómo saber si te matará o no?
-Eso es lo interesante ¿No te gustaría averiguarlo? Además, el amor es hermoso por completo, el mejor sentimiento. Pero peligroso, si. Muy peligroso.
-Yo… estoy confundido- Ella se río bajito y siguió trabajando y contándome cosas.
Después de muchos otros días y de incontables historias y preguntas sobre los sentimientos. Llegué a una conclusión:
-¿Abuela?
-¿Si, Sasori?
-Tengo una conclusión sobre esos sentimientos tuyos de los que tanto me hablas.
-Y… ¿Cuál es cariño?
-Son peligrosos… Esos sentimientos tuyos… ¡Que terribles suenan! ¡Que horribles cosas de las que me hablas! ¡Espero nunca sentir el cálido apretón del amor, la terrible punzada del miedo o el horror caliente y frío del odio, y tantos otros que me has descrito!
-¿En verdad lo crees? Pero Sasori. Tú tienes sentimientos.
-No, no los tengo.
-Si Sasori, ahí están, solo necesitas descubrirlos.
Aprendí que la abuela tenía razón, desde luego que yo tenía sentimientos, pero no eran iguales a como ella me los había explicado. En vez de amor, lo máximo que yo podía sentir era aprecio y no podía odiar o entristecerme tan solo sentir inconformidad. Mis sentimientos eran como la sombra de lo que antes habían sido, de lo que yo había sido. Podía reír pero el sonido no dejaba de parecer falso e incorrecto.
La abuela me decía que eso era normal, que antes de encontrar a mis sentimientos debía tener un "detonador" como ella lo llamaba, si no, era probable que no los recordara nunca. Seguiría jugando a ser humano como Pinocho jugaba a ser un niño, e igual que el, yo también quería ser alguien verdadero, un "niño de verdad".
Seguimos trabajando en mi cuerpo, ahora ya podía moverme, recorrer la casa, pero pronto la casa ya no me pareció suficiente. Quería salir y ver algo nuevo. La abuela desde luego me ayudó, como yo aún no estaba completo debía cubrirme del todo para que la gente no pudiera ver mis articulaciones (que eran de títere). Me gustaba salir y sentarme a ver pasar a la gente, acompañar a la abuela al mercado quien me presentaba a quien preguntara como su sobrino. Por suerte estábamos en invierno, si no, la gente habría preguntado por que usaba guantes y bufanda. Luego de algún tiempo eso ya no fue necesario. Yo estaba completo. Las articulaciones estaban escondidas bajo una capa de piel falsa que ¡Rayos en verdad parecía piel humana! La abuela parecía mas contenta que siempre y yo sentía un raro cosquilleo que había aprendido a clasificar como alegría. En ese momento no pude evitar pensar "Cuanta envidia me tendría el pequeño Pinocho"
Un día que la abuela había ido al mercado y yo había preferido quedarme en casa a mirarme al espejo (si, desde que la abuela me había terminado yo mismo me recordaba a Narciso, no podía dejar de contemplarme.) Me fijé en algo, un mueble que nunca había mirado con detenimiento, estaba cubierto con una sábana y al quitarla un piano apareció ante mis ojos. Era hermoso. Al acercarme no pude evitar tocar una de las teclas y el sonido, simplemente me hechizó, me senté en el taburete y mis dedos comenzaron a tocar notas al azar, aunque a mi me pareció que se movían con frenesí, como si saludaran a un viejo amigo. Pude haberme quedado ahí por siempre, pero un sollozo me hizo voltear. La abuela me veía y lloraba lágrimas de alegría.
Entonces ambos creímos que yo había encontrado a mi detonador, ese simple instrumento me hacía sentir tantas cosas, como si yo ya supiera que hacer, tocar el piano era como recordar sin hacerlo realmente, mi cuerpo recordaba, me llegaban a la mente mil melodías. Tenía ganas de reír y llorar… Y esa sensación era más fuerte que cualquier otra que yo hubiera tenido nunca.
Creí que ese piano sería mi detonador, hasta que la vi a ella.
-Fin del capítulo-
