Nota: Personajes de Candy? no me pertenecen =(

Confidencias familiares

Por Scarleth

-¡Ay mamá!, es que si la vieras.

El rostro de la mujer que la escuchaba atentamente mostraba comprensión y paciencia. Después de todo el estar ahí para sus hijos era una parte importante y primordial en la vida de Candy Andrey. Así había sido y así sería siempre. Su rostro lleno de pecas no se apartaba de los movimientos desesperados de su hija.

-¿Qué es lo que te preocupa Pauna? - preguntó inquisitiva a la hermosa jovencita que compugida había corrido a buscar su consejo.

-¡Todo mamá! ¡Todo! - gritó manoteando al aire con desesperación mientras sus rizos se sacudían violentamente - Es una gran actriz – exclamó haciendo un ademán imitándola - hermosa, ha viajado muchísimo … tiene demasiadas cosas en común con Richard y yo … - sus ojos se apagaron en ese momento, su mente juvenil entrando a terrenos antes no explorados que la aterrorizaban.

-Pauna – la interrumpió su madre - ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?

La chica hizo una mueca. Era una tonta por pensar mal de su novio pero realmente estaba asustada. La noche casi caía en la mansión y ellas se encontraban solas en el salón de té, frente a frente desenredando un trágico episodio en la vida de Pauna Andrey.

-Yo me siento mal de escucharte. No me imagino lo que pensaría Richard si se llegara a enterar.

-¡No mamá! No es así … yo confio en él.

-¿Entonces? - preguntó confundida – no entiendo cuál es el problema.

-Soy yo mamá – aceptó tras una pausa - soy una tonta por pensar así, pero me da miedo que me compare con esa mujer y …

Candy sonrió al ver a su hija. Ahora sabía perfectamente por dónde iba el asunto.

-¿Y parezcas una niña a su lado? - completó la Sra Andrey con dulzura.

Los ojos se le llenaron de lágrimas, nublando momentáneamente sus antes luminosos ojos azules.

-Mamá … ¿y si no soy lo suficientemente buena para él? - su voz se quebró. Se notaba en cada sílaba el miedo y la inseguridad que la envolvían.

-¡Pauna Andrey! - interrumpió Candy levantando la voz – ¿qué está pasando contigo? Tienes 19 años, estás comprometida en matrimonio con Richard Grandchester, una promesa del teatro, y sabiendo que te eligió por sobre todas las chicas de este país desde hace 3 años … ¿te comportas así? - exclamó aún sin creerlo - ¿Dudas de lo que tienen juntos?

La muchacha estaba sollozando. Su madre trató de tranquilizarse y tranquilizarla. Después de todo, por algo había recurrido a ella en el momento más "trágico" de su corta vida.

-Pauna, no le quites méritos a Richard – le dijo viéndola a los ojos - El te ama a ti tal cual eres. Con lo bueno y lo malo - añadió - Lo peor que puedes hacer es compararte con alguien e imaginar cosas que estoy segura él ni siquiera contempla – hizo una pequeña pausa riendo en su interior al hacer una regresión al pasado - Hija te lo dice la voz de la experiencia. Yo pase por algo similar y tu padre me dió una merecida lección al respecto.

Pauna dejó de llorar y volteó a ver a la rubia sorprendida.

-¿Tú viviste algo así? - preguntó con los ojos muy abiertos.

El momento ameritaba ese viaje al pasado. No iba a dejar sumida a su hija en la incertidumbre y quizá ahora sí alguien aprendiera en cabeza ajena.

-¿Quieres reirte un rato? - preguntó sonriendo e invitándola a que se acomodara a su lado.

-Nada me vendría mejor – contestó acomodándose para escucharla.

-Muy bien, entonces relájate, que harás el recorrido a un bochornoso episodio en la vida de tu madre.

El ambiente comenzó a relajarse poco a poco y la rubia sonreía mientras su mente viajaba muchos años al pasado.

-Samantha Donovan era una divina mujer pelirroja, de grandes ojos azules, piel de porcelana, alta, con un porte que parecía reina, mujer de negocios y más o menos de la edad de Albert. Parecían tener mucho en común y había algo que me hacía temblar y sentirme como una adolescente nada más verla.

Hizo una pausa al ver lo interesada que estaba Pauna en su relato. Le sonrió y continuó:

-Sabía que debía controlarme. Me estaba comportando como una loca. Después de todo yo era la esposa de William. Sólo yo gozaba de sus atenciones y de su amor, eso nadie me lo podía quitar. Confiaba en él, pero no en esa mujer.

-¿Cuántos años tenías?

-Más o menos tu edad.

-¿En serio?

-Sí, pero espera que la historia aún no comienza.

Pauna volvió a acomodarse en su asiento y puso atención.

-Samantha estaba en la ciudad precisamente para arreglar algunos asuntos. Además de todo lo que ya te comenté sobre ella, era el brazo derecho en los negocios más importanes de su padre y en esa ocasión eran con la cabeza de los Andrey: tu padre.

-¡WOW! ¿Y qué hiciste?

-Bueno, todo empezó un día que fuí a recogerlo después de salir de mi turno del hospital. Estaba con ella en la puerta y me la presentó. De más está decir que se veía increíblemente bella. A su lado yo parecía una adolescente y no pude evitar sentirme un poco insegura.

-¿Y papá? ¿Qué hizo papá? - preguntó intrigada.

-Tu padre sólo la veía como compañera de trabajo, pero tampoco quise ver eso. Fue la primera vez en los meses que teníamos de casados en que sentí que algo se podría llegar a interponer entre nosotros.

-¿En serio mamá? - interrumpió la chica - Pero si ya estaban casados.

-Eso no evitaba que me sintiera como me sentía.

-¿Y qué hiciste?

-En ese momento nada – le dijo suspirando - Nos fuimos a casa y ese día en la noche tu padre me dijo que al día siguiente tenía un desayuno de negocios con … Samantha. Obviamente le di la mejor sonrisa que pude y traté de mostrarme lo más normal posible, pero el recuerdo de esa mujer tan hermosa e interesante no me lo podía quitar de la cabeza. Tu padre como todo un caballero salió temprano a la mañana siguiente para ir a recogerla. Me llamó para decirme que no podría reunirse conmigo en mi hora de comida y llegaría un poco tarde. Al parecer tenían muchas cosas pendientes y tratarían de terminar lo más pronto posible.

Candy sonrió mientras servía té en dos tazas y le ofrecía una a su hija.

-Después de algunos días en los que casi no vi a tu papá, mi mente daba vueltas y se imaginaba mil cosas. Me comentó que invitaría a Samantha a cenar a casa el viernes, ya que se le hacía poco considerado no haberla invitado a nuestro hogar ni una sola vez.

-¿En serio?

-Sí, y yo estaría preparada para borrar la mala imagen que ella tenía de mi.

-¿Mala imagen? - preguntó extrañada - ¿Cuál mala imagen?

-La imagen de adolescente que había proyectado.

-¿Cómo?

-Sí, es lo que yo creía en mi mente Pauna. Es la imagen que yo pensé había dejado en la memoria de ella. Además a esas alturas yo me dejaba cortar la cabeza si Samantha no le estaba coqueteando a tu padre y tratando de metérsele entre ceja y oreja. Sólo de pensarlo me invadía una rabia incontrolable.

-¿Pero Samantha estaba interesada en papá?

-Déjame terminar primero – interrumpió a su hija – El viernes como ya te dije se acercaba y tu padre nos había invitado al teatro después de la cena y yo por supuesto que estaría lista para esa gran noche.

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-Candy no entiendo este cambio tan repentino.

-Annie … a grandes males … enormes remedios.

-¿Cómo?

-No puedo dejar ganar a Samantha – dijo dando un gran suspiro - ... y no puedo competir con ella pareciendo una colegiala.

-¿Competir con ella? - preguntó Annie con incredulidad. ¿Quién era esa extraña que compartía el coche con ella y qué había hecho con su amiga Candy?

-Ella es una mujer que ha viajado mucho, tiene porte, es de la edad de Albert y yo parezco una adolescente a su lado.

-Candy … no tienes por qué cambiar. Albert te ama tal y como eres, por eso se casó contigo – le dijo la morena sin ver el mayor problema y tratando de entender qué pasaba por su mente.

-Pero no soporto la mirada de esa mujer.

-Candy ... ¡la has visto sólo una vez!

-No importa.

Annie se dió por vencida. Estaba claro que no iba a lograr nada, dijera lo que dijera. Candy era una testaruda incorregible y lo estaba corroborando en ese momento, así que se limitó a estar al lado de su amiga mientras llevaba a cabo su loca misión.

Recorrieron varias boutiques y lugares de moda. Candy estaba decicida a hacer lo que fuera necesario para parecer mayor, para demostrarle a Samantha que no era una niña, que también era una mujer ...

-Candy de verdad siento que ese vestido negro se vería mejor en otro color.

-Pero el negro es elegante – rebatió la rubia - Los ojos de la Sra Dalton resplandecen cuando viste de negro.

-Sí, pero la Sra Dalton es bastante mayor que nosotras. De verdad no creo que sea una buena idea.

-Los demás vestidos que elegí son de colores alegres pero realmente quiero este vestido negro.

-Es para ti … tú mandas – aceptó finalmente con desgano. Estaba claro que no cambiaría de idea.

¿Maquillaje? por supuesto. Seguramente Samantha lo usaba todo el tiempo y se le veía una piel fantástica.

-¿Qué pensabas? ¿Que no iba a estar preparada? ¡Error! - Candy hablaba al espejo mientras enfundada en su vestido negro se arreglaba para la cena y el concierto.

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-Mamá ¿Compraste ropa y maquillaje sólo para esa noche?

-Para esa noche y para el demás tiempo que tuviera que convivir con Samantha.

-¡Pero si tú no eres así! - exclamó la chica sumamente sorprendida.

-Y tú tampoco – añadió con sutileza.

La muchacha se sonrojó y cambió la conversación.

-Bueno … ¿y qué fue lo que hiciste?

-El rídiculo – contestó presurosa y conteniendo la risa.

-¿Estás hablando en serio?

-Por supuesto – añadió sonriendo al recordar esa trágica noche de aprendizaje forzoso.

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La tarde había caído en la ciudad y Candy estaba lista para recibir a Albert y a Samantha. La cena estaba preparada y la servidumbre lista para en cuanto hicieran su aparición el dueño y su invitada.

El coche se detuvo al frente de la casa y Albert galantemente ayudó a bajar a Samantha.

Avanzaron platicando al interior de la misma y Candy los recibió en la puerta para darles la bienvenida.

Ambos se quedaron boquiabiertos al verla. La pequeña Candy estaba envuelta en un elegante y sobrio vestido color negro, había cargado exageradamente el maquillaje y arreglado su cabello en un chongo que parecía el de la tía Elroy.

Albert no sabía ni qué pensar, sólo la veía y no atinaba a decir nada para tratar de entender que rayos había hecho Candy "Elroy" con su esposa.

Fue un duro golpe para Candy que comprendió todo con la mirada incrédula de Albert. Quizá no había sido tan buena idea como había pensado, pero ya era demasiado tarde para cambiar de plan, así que con la mejor cara que pudo se dispuso a torear la noche frente a la despampanante Samantha Donovan.

Continuara ...

Hola peque;as ... pues les dejo la primera parte de un minific que se me ocurrio hace unos dias. Esta cortito ... solo van a ser dos capitulos pero bueno ... aqui les dejo el primero y que se diviertan!

Por cierto VIVA MEXICO! ya pasaron unos cuantos dias pero no importa ... festejamos todo el mes que no?

Besos preciosas y ya saben ... comentarios, sugerencias, tomatazos ... super bien recibidos =)

Tratare tambien de ponerme al corriente en la lectura de fics que voy super rezagada snif! necesito mas horas en el dia o levantarme mas temprano (voto por mas horas jejejejejeje)

Saludos a todas!

Scarleth =)