Aclaración: Ningún personaje se Sekaiichi Hatsukoi me pertenece.
Onodera Ritsu se entera de lo terrible que va a ser realmente su vida de ahora en adelante. Incapaz de pedir ayuda a algún amigo, ¿qué harán él y su primer amor para no terminar separados por la muerte?
¡Alguien salve a Ritsu!
Primer Capítulo: ¿Qué juego estás jugando esta vez?
– ¿Desde hace cuánto… llevo haciendo esto? –Se preguntó el chico de ojos verdes, con la mirada perdida en las hojas de un gran árbol.
¿Desde hace cuánto eso se volvió una rutina diaria? El volver del trabajo, aventar sus cosas contra el sillón, escabullirse de nuevo a la entrada de su departamento y recargarse en ella de modo que le fuera posible escuchar lo que pasaba en el pasillo, así, cuando escuchara a su jefe entrar a su departamento, podría escabullirse hasta las escaleras y correr afuera, correr por las aún concurridas calles de Tokio, ignorando confusas miradas de las personas alrededor, ignorando la imponente reja con candado y el cartel rojo advirtiendo que no pasara, pues la hora de servicio había acabado. Trepaba a través de la reja hasta lograr saltar dentro del parque, y en él buscaba en gran árbol de flor de cerezos, de un color rosa muy diferente al rosa tenso del que su jefe lo tenía acostumbrado, éste era un rosa suave y bondadoso a sus ojos. El castaño se colocaba los audífonos y escuchaba un tipo de música… no muy bondadosa.
Por su intercambio a Inglaterra a los quince años, él adopto los gustos por los que la población inglesa tenía fama: "Inglaterra, la cuna del Metal". Inevitablemente hizo varias locuras de las que el chico no se sentía orgulloso, pero que al día le permitieron escalar la reja como lo hizo antes, y como lo hacía desde hace un mes.
No era que ese tipo de música la escuchara a diario, pero le servía mucho para enfriar su mente, cada acorde pesado en la guitarra, haciendo compañía con la batería y el bajo le ayudaba para ir construyendo una barrera al ritmo de aquella música, y pronto su mirada que reflejaba angustia, ahora era una mirada monótona reflejando arduamente su ira.
Había pasado muchas cosas desde entonces; le confesó a Yokozawa-san su amor por Takano-san, quien con un hueco en el corazón no tuvo más opción que aceptarlo. Pero él mismo no quería aceptar de una buena vez frente a frente que lo amaba, era simplemente aterradora la idea de entregarte a alguien tan completamente, que si te dejase, todo lo que conoces sobre ti mismo se perdería, te rechazarías, no existirías.
Pero ese no era el problema.
Como todo un joven amo de una familia rica, tenía un compromiso con su amiga de la infancia, tenía, o mejor dicho, debía heredar la empresa de su propia familia, para trabajar después revisando papeles y letras que para él no tenían ningún sentido.
Si, ése era su destino, es por lo que nació; no ser libre, morir infeliz en la empresa de su familia, separado de la persona que ama.
Como tradición, o más bien capricho de familia lo han comprometido con alguien que él no escogió, y aunque su prometida ya sepa sobre sus sentimientos hacia Takano-san, la madre del castaño sentía angustia porque la amada prometida de su hijo ya no le hablaba de él como antes.
Y su padre, era un actor muy reconocido por su propio hijo. Sabía muy bien como pintarse de inocente, o como despintarse y dejar ver su verdadero rostro sádico. Él era el que más problemas le daba. Por el color de ojos de Ritsu, el señor Onodera le tiene un odio profundo a él, y a su esposa un rencor innombrable. Aunque le pidió varias pruebas de paternidad a su furiosa esposa, él estaba completamente seguro de que Ritsu era el resultado de un descuido hacia su esposa.
Eso hizo que el señor Onodera le pusiera más atención a su esposa, pero más odio al pequeño Ritsu, tratándolo peor que a sus sirvientes, y lo más divertido de ver a su padre, era que no podía verlo. Su padre le prohibió rotundamente que lo mirara cara a cara con ese color de ojos tan sucio, tan inmundo.
Pareciera que el inocente niño que Saga-senpai conoció en aquel entonces era resultado de la crianza y de un cariño inmenso que las sirvientas y mayordomos le tenían a pequeño ojiverde.
Y lo que le pone más diversión al asunto; justo en una visita rápida a su madre uno de los mayordomos le advirtió que varios de sus primos iban detrás de su cabeza. Claro, lo necesitaban muerto y así la desdichada familia Onodera no tendría más opción que heredarle la empresa a algún pariente cercano.
Ritsu quiso recordar cómo era el rostro de su padre, pero le fue imposible.
– ¿Lo he visto alguna vez…? –decía fríamente, con el dolor escondido entre líneas.
No recordaba ni el rostro de su padre.
Lo peor era que no hizo amistades buenas en Inglaterra, así que no tenía a nadie que lo ayudara.
Y pensar que antes tuvo que soportar una charla con Yokozawa sobre como el pobre Masamune, quien por su culpa y la de sus padres había tenido resaca unos cuantos días seguidos.
Todo eso era una niñería.
–Me pregunto… ¿Cuánto tiempo tardará Takano-san en venir y preguntarme que me ocurre? –Decía con la mirada hacia la luna creciente, riéndose de su miseria. Él sabía que su primer amor ya había tardado mucho en darse cuenta que él se escapaba por las noches, y eso era el por trabajo. Ahora que estamos más relajados, – ¿Cuánto tiempo tardarás…? –dijo, viendo como un gato negro de ojos miel se acercaba lentamente a él.
Ése era un amigo que había hecho durante ese mes. Al parecer sólo era un felino que disfrutaba de la brisa nocturna y escabullirse por donde se supone no deben entrar, justo como él. Al felino le gustaba afilar sus garras en el tronco de ése árbol, así que se acercaba a rasgar el árbol y después jugaba con el cable de sus audífonos. Esta vez es felino se limitó a quedarse debajo de un árbol vecino.
Ritsu, más calmado y un poco adormilado lo vio con curiosidad, y antes de dormirse casi juró haber escuchado un susurro diciendo "No te preocupes, te encontraré".
–….-nodera…– ¿Qué era? ¿Un sueño?
– ¡Onodera! –Escuchó con claridad la voz de su jefe, sintió como pasaba sus frías manos por su rostro. No quería abrir los ojos, no quería enfrentar la realidad. Quería quedarse junto a él, quien con delicadeza lo tomaba entre brazos y lo cubría con su abrigo, apartando los audífonos.
–Si no abres los ojos pensaré que estás muerto y te enterraré vivo –Dijo Takano-san con un tono de voz un tanto preocupado pero en tono de burla.
–Si ya sabes que sólo estaba dormido… –Dijo con dificultad el menor, abriendo un poco los ojos.
–Idiota, ¿Qué carajo haces aquí? ¡Me llevó horas encontrarte! Si no fuera porque el pobre tipo que limpia el parque te vio. –Dijo el mayor reprochándole.
– ¿El tipo de la limpieza? ¿Qué hora es…? –Preguntó aún con dificultad, de algún modo sentía que le pesaba el cuerpo, la mente y la vida.
–Las cuatro y media de la mañana, idiota. No entiendo que haces aquí a esta hora.
–Yo tampoco sé… –Hubo un silencio entre ellos dos. –Viniste aquí por tu cuenta, ¿cierto? –le preguntó el mayor. –Sí… –Dijo el castaño cerrando los ojos de nuevo y recargando su cabeza sobre el pecho de su amado, con la excusa que estar ahí lo había cansado más que descansado.
–Entonces sí sabes que haces aquí.
Viendo a su frágil subordinado entre sus brazos, supo que entre el frío, el suelo y el pasto húmedo probablemente ya estuviera enfermo.
–Levántate, traje el coche. –dijo el pelinegro ayudándolo a levantar, y recargado en él, Ritsu y Takano llegaron a su coche.
Estaban en las solitarias calles de Tokio, esperando que un semáforo cambie de color, cuando el menor dijo algo que sorprendió al mayor.
– ¿Puedo… dormir contigo por unos días? –Dijo aún medio dormido el ojiverde. Aún sin poder creerlo Takano-san le responde.
–Claro, pero no te retractes después.
–No lo haré…
Llegando al departamento, Ritsu con dificultad se encamino hacia el dormitorio de aquel que entraba a menudo en sus sueños, en cambio éste entró a departamento del menor, pidiendo disculpas por la intromisión y sacó tanta ropa del menor como pudo, algunos zapatos más, sus cosas de trabajo e incluso se llevó su laptop para que el pequeño de ojos verdes tuviera lo necesario para trabajar y vivir en el departamento del pelinegro, aunque con la comodidad de que él sí arreglaba su departamento y no dejaba ropa por doquier.
Se dedicó a guardar la ropa de Ritsu con mucho silencio, aun pensado en qué había llevado al menor a pedirle quedarse con él.
Cerró el armario, y no pensó en una respuesta lógica. ¿Tal vez ya se había aceptado que está enamorado de él? ¿Tal vez lo extraño?
O tal vez… ¿Lo estaba poniendo a prueba?
– ¿Qué juego estás jugando esta vez, pequeño Ritsu? –dijo el mayor pasando sus dedos a través del claro cabello de su amado.
Wow! Es la 1:30 am y yo sigo acá xD!
No sé qué decir, simplemente se me ocurrió ya que parece que en señor Onodera no se relaciona mucho con temas relacionados a su hijo… y la señora Onodera sigue con el tema del matrimonio -w-
Este capítulo fue solo una pequeña introducción, pero espera mucho drama, mucho amor, mucho odio y… tal vez un poco de mucha pasión 3
¡Gracias por leer!
Recuerda dejar un comentario, de lo contrario pensaré que nadie lo leyó y me deprimiré y lo dejaré incompleto….
