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Ronald Weasley se encontraba en su casa sentado en el sofá mirando el atardecer caer.

Ya eran pasadas las siete de la tarde y él seguía en esa misma posición desde hacía varias horas. Se levantó lentamente, y se dirigió hacia el perchero de la puerta para tomar su abrigo y salir a la calle. Las luces de Londres lo iluminaron por completo y se encandiló un poco, pero siguió caminando hasta que llegó.

No sabía ni cómo sus pies tan rápidos lo llevaron; era por inercia. Pero no le importaba saber el porqué o el cómo. Buscó entre todos a ella y no la encontraba, por lo que comenzó a desesperar. Siguió buscando y la encontró por fin, algo escondida. Era tan majestuosa.

Llegó y se colocó frente a ella. En la cara de Ron se notaba el cansancio, pero en sus ojos se notaba que había hecho un gran esfuerzo por estar ahí; pero lo que más llamaba la atención, era ese brillo que denotaba valor.

Se acercó un poco más y notó cómo sus piernas temblaban al tenerla frente a él. Abrió la boca un par de veces pero ningún sonido nació de ella. Respiró y volvió a intentarlo, pero el nudo de su garganta se lo impidió.

"Vamos Ron, díselo", le dijo una voz en su cabeza

Suspiró. Sus manos sudaban y su corazón palpitaba rápidamente. Abrió la boca y consiguió que el sonido saliera de ésta.

-Hola, Hermione…-comenzó sintiendo cómo de alguna forma se sentía más ligero-Sólo he venido a decirte que...-tragó saliva ruidosamente-Verás, esto es difícil…

Una leve brisa acarició su cara y lo ayudó a proseguir con su declaración.

-Te amo.-dijo en un suspiro y sintió que un gran peso se le quitaba de encima.

Recibió silencio como respuesta.

-Vamos, Hermione, dime algo.-suplicó el pelirrojo con voz entrecortada.

Por respuesta a la súplica, el viento se hizo más fuerte y recibió un chiflido de aire en su oído.

Eso era todo lo que él quería.

Sonrió, dio media vuelta y continuó caminando al lado contrario. Ni siquiera se molestó en volver la vista ni un momento. Había comprendido la respuesta perfectamente.

Ella igual lo amaba.

Suspiró de nuevo y giró un poco la cabeza para observarla. Se quedó mirando y notó cómo la lápida le sonreía.

Tal vez había tardado mucho en decirle lo que sentía, tal vez había llegado demasiado tarde, pero ella, desde donde estuviese, lo amaba.

Y esa era la respuesta que él había esperado por tantos años.


N/A: una viñeta muy cortita porque sólo fue como un flash de inspiración. Críticas, comentarios, tomates, halagos: todo eso en un review. Gracias.