N/A: Os preguntaréis, ¿de dónde ha salido esto?, pues una amiga que se llama Usanda me propuso un interesante reto. El de escoger 35 palabras al azar de un diccionario, y hacer un fic (AU, drabbles, Ficlets, One-shots…).

Este capítulo es con la palabra Cumpleaños.

La caja de Pandora.

1.- Cumpleaños.

El olor a café y a miel, comenzó a invadir los pasillos de la casa, a encantar el olfato de los niños. Claro, esto solo podía significar…

— ¡La hora del desayuno! —anunciaron con emoción dos voces femeninas-.

El griterío y el olor de la deliciosa comida que estaban preparando, llegaron hasta la habitación de Kurogane, quien estaba disfrutando de todo lo que te puede ofrecer un buen día de domingo.

Ngh... —era de esperar que con tanto barullo, despertara de su letargo-. ¡Oh, vamos, no hagáis tanto ruido, allí abajo!

Kurogane pudo oír las risas provenientes, en gran parte, del idiota rubio, Fye.

¿Cómo se atrevían a molestarle en su rato de sueño?

Miró por la ventana. Era un día lluvioso… ¿A quién le apetecía salir en un día cómo ese?

Desde luego, él no era una excepción. Pero todas aquellas personas que le acompañaban en este largo viaje eran una excepción, o simplemente estaban locos.

—Aaah… —suspiró resignado Kurogane. Y sin ánimos de añadir nada más a su monólogo, se dirigió a la cocina.

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— ¡Buenos días Kurotán!

El guerrero miró apesadumbrado hacia el mago; después de pensarlo durante unos instantes estuvo seguro, lo decía en serio.

—Malos días –respondió secamente.

Nadie se lo tomó en cuenta, esta era la manera en que Kurogane demostraba su afecto, o al menos eso decía Fye.

El hombre se sentó en una de las cuatro sillas que había alrededor, y observó las victimas del posible crimen contra la salud del prójimo.

—Veamos… Tostadas con mermelada, cruasanes, tortitas con nata, chocolatinas…

— ¿Qué, estás haciendo la revisión de la comida, Sargento Kurogane? —preguntó divertido Fye. Kurogane lanzó una mirada de aquellas que matan.

—Tú, maldito-

— ¡Kurogane, Fye! Por favor, no os peleéis—cortó Xiaolang con voz preocupada.

—Qué bien ¿eh, Kuropapá? ¡Nuestro hijo es muy responsable!

E insultos y peleas de nuevo.

Sí—pensó Xiaolang-, a veces nosotros parecemos sus padres.

Cuando Kurogane estuvo a punto de atrapar al mago, Mokona se posó encima de la cara del guerrero, cómo por arte de magia.

—Oh, venga… ¡Nos os peleéis de buena mañana! —dijo la criatura interviniendo-, Aunque sé que el fondo os gusta…

— ¡¿C-cómo? —exclamó Fye entre sorprendido y sonrojado-, yo… él… es que…—intentó decir sin éxito. Entonces la 'bola de arroz' subió hasta el hombro del rubio.

—Jeje… ¡Era un broma! —dijo con máxima tranquilidad, pero después se escondió entre las ropas del hombre temiendo la reacción de Kurogane.

Pero no pasó nada.

Entonces se fijaron en que el guerrero estaba tendido sobre el suelo, y su cara había adquirido un tono violeta, a causa de que Mokona se hubiera situado en su cara, el pobre no había podido respirar. Fye corrió hacia él y se arrodilló a un lado suyo.

—K-Kurogane… ¡Kurogane, qué te pasa! —exclamó sumamente preocupado-.

Él no respondía, ya que empleaba toda su fuerza en poder coger grandes bocanadas de aire; Fye lo colocó en posición sentada, para que pudiese respirar mejor, pero de repente, Kurogane alcanzó a pronunciar unas pocas palabras.

M-Mokona… quiero… a… Mokona…

— ¡Oooh qué bonito! Si ya sabía yo que Kurorín me apreciaba mucho…

No… Quiero… que me traigas aquí… a Mokona… —repitió sin inmutarse.

Mokona temiéndose lo que iba a pasar, se acercó lentamente al hombre de cabello negro, y se sentó sobre su regazo.

Bien… ahora por fin puedo decirte… puedo decirte que…—todo el mundo lo miraba expectante, nunca habían visto así de débil al guerrero—, Mokona… ¡POR QUÉ DIABLOS TIENES QUE FASTIDIARME LA VIDA! —vociferó con la cara de un tono rojo, de ira. En ese arrebato, se puso a perseguir a la pequeña criatura, pero no era como otras veces, en esa ocasión estaba realmente enfadado.

¿Qué he hecho yo para merecer esto? —se preguntaba malhumorado-.

Mientras tanto, Sakura y Xiaolang, un poco aislados de la pelea, estaban exprimiendo sus sesos en encontrar una solución.

—X-Xiaolang… ¡Tenemos que actuar rápido! —susurró Sakura, casi desesperada-.

—Lo sé, princesa. ¿Pero qué podemos hacer?

Los dos, exasperados miraron la situación. Kurogane perseguía a Mokona, quien seguía escapándose del guerrero y burlándose de él; mientras, Fye —sorprendentemente, solo se dedicaba a mirar la pelea.

Xiaolang dirigió la mirada hacia Sakura, quien al igual que él o Fye, miraba impotente. Entonces decidió que tenía que cortar el problema de raíz.

¡Basta! —gritó el muchacho—,como no paréis de pelearos yo… yo… ¡Vale, yo no sabré qué hacer! Pero… ¿Acaso no os recordáis qué mañana es el cumpleaños de Sakura? —concluyó ya más tranquilo-.

Todos pararon lo que estaban haciendo y miraron atentamente al pequeño.

Era cierto, ¿quién se podía olvidar del cumpleaños de la bondadosa princesa?

Mokona miró hacia el suelo, avergonzada. —Perdón —musitó la criatura.

Kurogane desvió la mirada, aún un poco cabreado, pero parecía que sus ganas de pelea habían disminuido un poco.

Fye tan solo sonrió al comprender que Kurogane le sabía mal el haber armado semejante revuelo.

—B-bueno… tampoco os pongáis así, ¿eh?

—Sí, princesa. El cumpleaños es uno de los eventos más importantes del

año —añadió Xiaolang sonriendo a Sakura—.

Después de eso, los cinco volvieron a sentarse en las sillas y se comieron el desayuno, que casi se había enfriado ya.

Pero Mokona pudo ver —sentir—, que Fye trazaba una sonrisa triste, y que Kurogane no se quejaba por el exceso de azúcar de la comida.

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Al acabar de zamparse la comida, los integrantes del grupo se dividieron en dos grupos; Kurogane se fue con Fye a explorar las afueras de la ciudad para ver si encontraban pistas sobre el paradero de la pluma —todo esto para desgracia del guerrero, ya lo que menos deseaba hacer en ese día, era salir bajo la lluvia—; mientras que Sakura, Mokona y Xiaolang se quedaban en las reconfortante casa, limpiándola y haciendo los demás quehaceres.

Andando por los caminos hechos de piedra, ellos avanzaban en medio del agua que lloraban las nubes; aunque cada vez disminuía considerablemente.

Fye estaba extrañamente silencioso, como si estuviera ausente, y Kurogane, aunque nunca lo llegase a reconocer, eso le molestaba mucho; y no quería que eso siguiera así, pero simplemente no tenía una razón suficiente como para darle conversación; pero para su sorpresa, fue el rubio quien inició el diálogo.

—Oye, ¿te has fijado Kurorín? —preguntó Fye—, mira esa casita…

Kurogane alzó la mirada del suelo para leer lo que ponía en un cartel: "CAFÉ EL ARCOIRIS PLATEADO – ABIERTO LAS 24H."

—Oh, Kuro-chan… ¿Por qué no entramos? —preguntó el rubio, haciendo un puchero-.

—Ni qué te hubiera dicho que no… Además no soporto esta lluvia, bueno mejor dicho, no soporto ningún tipo de lluvia.

— ¡Vamos allá! — gritó con entusiasmo Fye, cogiendo de la mano a Kurogane y adentrándose en la cafetería—.

Abrieron las puertas del pequeño local, y detrás de ellas mostraron una pequeña posada; que tenía las paredes pintadas de color azul pastel, unas pequeñas luces alumbraban el lugar, y unas pocas mesas con sillas estaban acompañadas por una barra, donde estaba leyendo el diario la dueña del café, una viejecita.

—Eh… ¡Hola señora! —saludó Fye, pero no obtuvo respuesta-.

—Mmm… ¿Se puede pasar? —probó ahora Kurogane, pero al igual que antes no recibió respuesta alguna. — ¿¡Hola señora!

De repente la viejecita alzó la mirada por encima del periódico y miró furtivamente a los dos hombres.

K-Kurotán… no tendrías que haber alzado tanto la voz –susurró Fye.

Lentamente la vieja se les iba acercando a poco a poco, y cuando solo unos estaba a unos pasos de ellos…

— ¿Té o café? —preguntó la ancianita-.

— ¡¿Eh?

—Os he dicho: ¿Té o café? —repitió, sonriendo-.

Fye y Kurogane se miraron.

— Ah… ¡Ya entiendo! —comprendió el rubio—, ¡Yo quiero una taza de té!

—Ah, pues yo quiero una de café, por favor.

— ¡Marchando! Tardaré poco, pero si queréis, os podéis ir sentando en una de las mesas.

—Gracias —respondieron los dos—.

Se sentaron en una mesa que estaba próxima a la única ventana del bar, y estuvieron hablando sobre la manera de encontrar la pluma. Pocos minutos después, la dueña del bar se acercó con una bandeja; les sirvió sus tazas correspondientes y luego volvió a la barra a leer su periódico.

— ¿Sabes Kurorín? He estado pensando que-

— ¡Oh, no! ¡Has estado pensando! —dijo Kurogane en tono burlón-.

—Bueno, tal vez sea mejor que me quede callado…

—No, hombre, no. Lo decía en broma…

El mago suspiró, y dirigió la mirada hacia la grande ventana.

—Deberíamos comprarle un regalo a Sakura, ¿no?

—Sí, pero… ¿Qué?

—Hum… ¿Qué tal un libro?

—No… Para ella seguro que es aburrido —sentenció el guerrero—, ¿Qué tal una espada?

— ¡Kurotán!

—Vale, vale lo sé…

Discutieron un largo rato, hasta que decidieron comprarle un ramo de flores, mejor dicho, un ramo de flores de cerezo.

— ¡Bien, pues ya está decidido! —exclamó contento Fye-.

—Jé…

—Huy, qué raro estás…—dijo sonriendo el rubio—.

—Bueno, es que esta mañana —comenzó el moreno—, después de hablar sobre el cumpleaños de la princesa, pusiste una cara rara y desde entonces has parecido como… ausente…

Fye apartó la mirada de la taza de té y la dirigió hacia Kurogane, luego sonrió con tristeza.

—Es que en mi país de orígen, Vale… —pero no pudo continuar la frase; él no quería hablar sobre su pasado, por que no quería hacer sufrir a nadie por ello.

Pero cuando vio que Kurogane estaba dispuesto a escucharle —y seguramente, guardarle el secreto—, decidió que él era la persona indicada a quien contarle sus miedos más profundos.

—En ese país, Valeria, todos los niños nacemos con magia, y aparte de el poder que nos concede, también nos da el don de la juventud; es decir, por cinco años que pasen en tu vida, yo solo envejezco un año. Aunque eso no quiere decir que los años no pasen en mi cuerpo —el rubio tomó el último sorbo de té que le quedaba, y el moreno asintió con la cabeza, comprendiéndolo—; desde el momento que nací, ha pasado mucho tiempo… así que no recuerdo el día en que vine al mundo…

— ¿Cómo es eso posible? —preguntó incrédulo Kurogane—.

—Mis padres y mi hermano… murieron por mi culpa —susurró Fye, al borde las lágrimas—. Y después me llevaron muy lejos de ellos… Ha pasado tanto tiempo…

Mientras, Kurogane sentía su corazón romperse; después de juzgarle como a un cobarde, comprendió que se había comportado como un idiota.

No hay nada más valiente que reconocer los miedos que siente uno.

Y dejando su café a medio beber, el guerrero se acercó al mago y le abarazó.

— ¿¡E-eh!

—No te confundas, solo lo hago para disculparme; no debería haberte preguntado —explicó el moreno ligeramente abochornado—.

Ante eso, Fye sonrió, y le correspondió el abrazo mientras lloraba de tristeza y felicidad.

La viejecita, aún leyendo el periódico, solo podía sonreír.

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— ¡Feliz cumpleaños, Sakura! —dijeron alegremente los cuatro componentes del grupo—.

— ¡Ay, gracias chicos! No deberíais haberlo hecho…

— ¡No digas eso! —exclamó Mokona—, Ten, aquí está mi regalo.

El presente era una pulsera artesanal hecha de hilos, que eran de color rosa y blanco.

—Es para que tengas suerte en el viaje… —explicó la criatura—.

— ¡Muchísimas gracias, en serio! —gritó con emoción la princesa—.

Ahora era el turno de Kuro y Fye, quienes le entregaron un gran ramo de flores de cerezo —que lo escogió el mago, por supuesto—.

—Este lo hemos comprado entre los dos —explicó el rubio—, por que Kurorín me explicó que tu nombre en japonés significaba flor de cerezo.

— ¡Gracias, Fye! ¡Gracias Kurogane!

—Er… de nada —respondió secamente el moreno—.

Entonces Xiaolang se acercó lentamente a la princesa.

—Sakura… yo no tenía dinero, así que no te he podido comprar nada…—dijo afligido el pequeño—.

— ¡No pasa nada! —intentó animarle Sakura—, si tampoco pedí que me compraseis nada…

—Pero sin embargo —continuó Xiaolang—, encontré esto en el desván de la casa —dijo mientras se sacaba una de las plumas de Sakura del bolsillo—.

—Muchacho… —murmuró Sakura—, ¿Xiaolang, cuando es tu cumpleaños?

—El 13 de Diciembre —mintió el muchacho; no quería decirle que su cumpleaños era al mismo día que el de ella, por que eso le haría mucho más daño.

— ¿Y el vuestro; Fye, Kurogane?

—El 27 de agosto —respondió el guerrero—.

—Pues el mío… —comenzó Fye—, es el 31 de marzo—Kurogane le miró sorprendido.

Por que ese día, fue el que me dí cuenta de que podía ser feliz junto a alguien; a partir de ese pude comenzar a vivir.

FIN.

N/A: Juas. Pues esta parrafada ya se ha acabado. La verdad este capítulo es la 'cosa' más larga que he escrito… que curioso.

Por cierto, el cumpleaños de Xiaolang no es el 13 de Diciembre, pero por cuestiones que ya explico en el fic, no lo dice. El cumpleaños de Fye tampoco es en el día 31 de Marzo, pero el fue en el día antes del 1 de Abril, cuando sintió que podía vivir.

Bueno, besazos,

Aritzee.

PD: El siguiente capítulo es… (revisando la lista) Inepto. Por cierto, si por casualidad queréis la lista de capítulos, decídmelo por review y os lo mandaré por PM's.