J.K Rowling, es dueña de Severus y de su amor por Lily (también es la culpable de todos los males de mi malvado profesor favorito, pero bueno, eso es otro asunto)


Tabaco y café.

8 de enero. El reloj encima del librero marca las 11:53 pm.

Sobre el escritorio descansa una taza de café bien cargado y en mi mano derecha el quinto cigarrillo de la noche. Hace once años que te has ido, hace tantos más que te perdí.

Doy un sorbo grande que me sabe a melancolía, inhalo del cigarro que me deja la sensación de soledad que tanto aborrezco.

Vuelvo a empinarme la taza, lo hago sólo para ver si el eco de tu voz me reprime de nuevo con ese: Vasta, Sev…si sigues tomando eso te vas a volver neurótico, que ya casi olvidé. Pero no oigo nada, nada más que el aplastante silencio taladrándome los oídos, interrumpido a ratos por el eco de alguno que otro recuerdo de tus sonrisas, con el sonido de las lágrimas que te lloré y los silencios de nuestras escandalosas risas de once años.

Dejó el casi inexistente pedazo de tabaco que queda sobre el cenicero: Lo miro consumirse de a poco.

Un extraño pitido me hace volver la vista hacia el librero: el reloj ha marcado las 12:00 horas, las cero horas, el principio del fin de este maldito día. Recargo la espalda sobre el respaldo de cuero maltratado de está incomoda silla en la que me encuentro. Ya está, Lily, hoy, ahora, soy un año más viejo, hoy se me va otra oportunidad de redimirme que volveré a ignorar.

¿Sabes?, siempre me pregunto cómo hubiera sido todo si no te hubieras ido, si yo no te hubiera dado razones para hacerlo. Seguramente aún estarías viva, quizá hasta tú y yo… no, no debo pensarlo, eso me mata más que todos mis vicios juntos. Pero quizá, sólo quizá hoy no seria SU hijo al que debería de proteger…sino al nuestro.

Tomo la taza de encima del escritorio: ya está casi vacía; el cigarro ya está extinto y ahora no quedan más que cenizas.

Aún tengo en la boca el sabor amargo de ésta combinación de los mil demonios, sólo Merlín sabe que lo hago para morir lo más pronto posible; pero ya no importa cuanto tiempo tome y fume, o cuanto tiempo deje de hacerlo. Ahora ya todo me sabe igual: amargo. Igual que tu ausencia, igual que mi soledad, igual que esta maldita y monótona vida a la que estoy terriblemente encadenado.

Esta noche seguramente tampoco podré dormir, así que Lily… ¿me acompañarías otra vez a estar solo?

Iré por otro cigarrillo. No te preocupes, el café es sólo para acompañar mi amargura, a ti te traeré un té dementa, ese que tanto te gusta. Ya vuelvo, no tardo.

Por cierto Lily ¿ya te dije que te amo?


Sí, ya sé: chiquito. Lo siento, pero de verdad me cuesta hilar historias de más de 5 hojas de Word, lo intento, enserio que sí; en fin, a otra cosa...

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