CAPÍTULO 1

24/03/2027 Sabado

Residencia Kirigaya

El aire fresco de la primavera entrante se colaba suavemente a través de la ventana de cierto joven pelinegro, que tiene por costumbre vestir siempre del color de su cabello, mientras el susodicho se encontraba recostado en su cama. Ya eran las 9:P.M, el muchacho estaba acostado en su cama boca arriba, con unos auriculares puestos escuchando de su telefono una suave valada de heavi metal. mientras escuchaba a esa famosa banda británica, el joven tenía un brazo sobre sus ojos, en clara señal de que estaba disfrutando la música de su género favorito. Tan inmerso estaba en la canción que no escuchó como desde la sala de la casa alguien lo llamaba:

-Oeeeyy, Kazutooo! -Se escuchaba la inconfundible voz de Kirigaya Midori, que llamaba en voz en cuello a Kazuto. Midori se caracterizaba por ser una mujer amable y paciente, pero si por alguna desgracia alguien le tocaba un punto sensible, (en este caso, que no le prestaran atención), era una mujer de temer. -Kirigaya Kazuto, te estoy hablando! -habló_gruñó la mujer, abriendo de golpe la puerta de la habitación de su hijo. Midori había entrado creyendo que el chico estaría de nuevo metido dentro del juego de realidad virtual que tanto le gustaba; Midori entró a grandes pasos dispuesta a decirle que dejara de pasar tanto tiempo metido ahí para que pudieran hablar como la gente normal, mas sin embargo al entrar y hallarlo con unos auriculares acostado en su cama comodamente, no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa -*Bueno, supongo que oír música a todo volumen es algo que haría un adolescente normal* -susurró.

-Mmm, hmmm, ma, ¿mamá? - Kazuto parecía volver a la tierra de los vivos, retiró los brazos de sus ojos y se encontró con la mirada enfuruñada de su madre, lo cual lo tensó al instante. En un intento por mitigar su furia, Kazuto recurrió a un habla sosegada -¿Nesecitas algo, mamá? -preguntó.

-...-Midori sonrió, al percatarse de la respuesta inteligente de su hijo -Solo quería recordarte de que mañana saldré de viaje hacia Ozaka, a ver a tu padre en su trabajo, y estaré fuera una semana, por lo cual se quedarán solos en casa tú y tu hermana -hizo una pausa, como pensando en algo -Quisiera recordarte que si bién tenemos un buen sistema de seguridad, quisiera que tu y Suguha pasaran aquí las noches, lo que significa -se hacercó al rostro de Kazuto, intimidandolo -nada de salidas nocturnas, ni mucho menos fiestas, ¿entendido? -terminó de advertir.

-Si, si, ya lo sé, ya nos lo has... -empezó a decir con su típico tono de aburrimiento, más al ver la mueca de disgusto que su madre tenía, decidió cambiar su respuesta -lo, lo que tu digas, mamá, nos portaremos bien ya lo verás -terminó diciendo atropelladamente.

Midori sonrió, pero luego se puso algo seria, se cruzó de brazos y dijo -seguro no tendrás ningún problema con quedarte solo aquí con Suguha, por que de ser así yo me la podría lle... -estaba diciendo, cuando su hijo la interrumpió con una mano.

-No hay problema mamá, Sugu no me supondrá ningún problema, es más, ella es mucho mas madura y responsable que yo, tal vez hasta ella termine por cuidarme a mí en vez de yo a ella -decía con una sonrisa conciliadora, pero por la expresión de su cara, parecía que la estaba forzando, gesto que Kirigaya Midori decidió ignorar. -no te preocupes mamá -terminó de exponer.

-Está bien, confio en ustedes. -lo tranquilizó -Bueno, ya me voy a dormir -se hacercó a la cama y le dió una caricia en la rodilla izquierda -diría que hasta mañana, pero como intuyo que no te despertaras a tiempo para despedirte de mí -Kazuto hizo una mueca como de "oye!" -será hasta la siguiente semana -le dió un sonoro beso en la cabeza -buenas noches tesoro. -y salió de la habitación.

-Buenas noches mamá, descansa y ten un buen viaje. -la despidió Kazuto. Al salir ella, él se levantó de su cama y cerró la puerta, tras lo cual, se quitó su chamarra gris junto con sus jeans negros, y se dispuso a ponerse su ropa de dormir. Se cambió, se acostó a su cama y apagó las luces, dejando las ventanas abiertas. Una mueca de preocupación se podía apreciar en su rostro -*con que solo estaremos Sugu y yo, ¿he?* -murmuró, y se quedó dormido

Llegó un nuevo día, ya era domingo bién temprano; Midori se encontraba preparando un par de maletas con todo lo que nesecitaria por esa semana ella y su marido. Cuando ya hubo terminado y guardado el equipaje en su vehículo, fué a hacer una rápida inspección a sus dos adorados hijos a sus habitaciones, ambos aún dormian, y al verlos, Midori esbozó una pequeña sonrisa, mitad orgullo, mitad tristeza, al constatar con sus propios ojos lo grandes, atractivos he independientes que se habían vuelto cada uno. Kazuto por un lado, tras pasar 2 largos años de su adolescencia atrapado en un ese infernal juego, donde su vida, y la de todos peligraba día con día, se había vuelto en extremo maduro, responsable y hasta un poco sabio, comportándose como un adulto en todo el sentido de la palabra, , casi dejando de lado por completo su fugaz pubertad. Con estas cualidades, Kazuto iba en camino a convertirse en un muy importante ingeniero cibernético, con miras a formar su propia familia, por que su novia Azuna ya era prácticamente su prometida.

En cuanto a Suguha...una estudiante destacada, una talentosa practicante de ese deporte ancestral de su familia, el kendo, con una prometedora carrera en ese deporte, que ha mostrado ser un ama de casa capazy hermosa, sumisa, educada...en palabras sencillas, era la hija perfecta. Midori no podría estar mas orgullosa de sus 2 hijos... o su hija y su sobrino, como ya era del conocimiento de algunos, pero para ella ambos son sus hijos, ella los crió, por lo cual tras saber que ya estaban crecidos era hora de dejarlos seguir con sus caminos solos, ella ya cumplió con su papel, y sabe que estarán bien, que ellos podrán, que no tiene de que preocuparse, excepto por algo...

-*Hay hija, solo espero que eso que creo estas sintiendo no sea verdad, pero de serlo... solo espero que tomes la desición correcta, y no lastimes a nadie, en especial a Kazuto o a tí misma.* -mirmuró con auténtica preocupación, y con ese pensamiento, abandonó la casa, teniendo la sensación en el pecho de que algo realmente malo pasaría en esa semana.

Mientras la señora Kirigaya se marchaba, en una de las habitaciones de la casa, una muchacha de pelo corto de color negro azulado, empezó a abrir sus grandes y brillantes ojos verde oscuros, dando una sonora sonrisita -"Onii_chan" -pensó -"hoy es el día en que conoceras mis sentimientos" -se dijo a sí misma con determinación.