Diabólicas inspiraciones.

Capítulo 1.

Antes que me juzguen por todo, es mejor presentarme.

Hola, me llamo Katherine Jones, tengo 25 años, soltera (mi novio me dejo por mi mejor amiga), amante de los animales, de la literatura y escritura. Soy tan amante de la escritura que decidí volverme escritora. Tanto era mi sueño que al graduarme en la Facultad de Psicología, comencé a escribir.

Lo malo es que no me di cuenta que tal vez, solo tal vez, a muchos no les gustaría mis historias. Fui a muchas editoriales y todas me decían lo mismo; tus historias son muy predecibles y con falta de originalidad. Estuve así por un año buscando una editorial, pero nada. Con el tiempo y las deudas, decidí que comenzaría a trabajar en mi carrera, abrí un pequeño consultorio pero no deje que eso me detuviera, así que seguí escribiendo esperando a que les gustara… pero aun nada.

Ahí fue cuando en un momento de desesperación invoque a dos demonios y antes que se dejen esta historia por aquí, les puedo jurar que no estoy loca. Todo paso un viernes por la tarde, llegaba de mi trabajo y estaba cansada.

Abrí la puerta de color caoba de mi apartamento y entré. El pasillo angosto de color crema se veía como un lugar oscuro y lúgubre, encendí la luz y una bola de pelos fue a mi llegada, era mi gato Pelusa… y antes que hagan chistes sobre ser una solterona con gatos, tengo que decir que; es verdad, era una solterona con un gato.

Calenté un trozo de pizza de la otra noche en el microondas y lo degusté con ganas mientras que Pelusa comía de su comida para gatos desde su tazón en forma de pez. Como amaba a esa bola de pelos negra, la había adoptado con mi ex, pensando que sería lindo criar a un animal antes de tener a un bebé. Si, tan enamorada estaba de ese patán que soñé tener hijos con él y en el fondo aun lo quería; sé que es estúpido pero él fue mi primera vez en todo y fue mi único amor, 7 años juntos para que él lo destruyera. Y si, sé que soy psicóloga pero aunque conozcamos la mente humana y la estudiemos, eso no quita que me sienta mal por todo aquello.

Encendí mi laptop y pensé en escribir algo. Toqué el teclado y… nada. Estaba en blanco, no podía pensar, estaba tan bloqueada pensando en lo que me habían dicho anteriormente que no sabía qué hacer, me prometí que si no encontraba una inspiración, iba a renunciar a este sueño. En ese momento de inseguridad y tormento fue cuando dije las palabras malditas…

¡Daria lo que fuera para ser una escritora famosa! Dije al aire mientras cerraba los ojos y la frustración me llenaba. Yo sentía que había nacido para esto, pero al parecer la vida tenía otros planes, me sentí peor al darme cuenta que la única cosa que me acompañaba en el estudio era mi gato, me miraba con sus enormes y amarillos ojos, movió sus orejas mientras que se acurrucaba más en el sillón viejo de color beige.

Suspiré y algo me pareció curioso, mi suspiro salió helado, en realidad toda la habitación se había tornado helada de un momento a otro. Caminé hacia la sala para ver el aire acondicionado y estaba apagado; me abracé a mí misma cuando la temperatura bajó más, tenía la piel de gallina y me asusté porque las sombras de aquella pequeña sala de cuatro paredes se volvían cada vez más grandes. En verdad que no miento, aquellas sombras llenaron toda la habitación y me quede sumergida en la oscuridad. En ese momento, luego de tantos años de agnosticismo, en verdad quise pensar en la existencia de un dios, en la existencia cien por ciento segura de un dios, porque aquello me aterraba y no terminaba.

Cerré los ojos repitiéndome que todo era un sueño, pero cuando los abrí, solo me encontré con una lluvia de plumas negras, que descendían hacia el suelo, al llegar al suelo, desaparecían y yo no sabía donde estaba. Era como estar en otra dimensión, no escuchaba a Pelusa ni sentía los muebles, era extraño y aterrador.

Unas risas rompieron el silencio y ahí estaban ellos, en una esquina, con sus ojos de brillo inhumano, mirándome con un destello de gozo y tal vez burla. Creí que había muerto, lo pensé, ¿Acaso así era la muerte?, ¿Acaso la muerte era aquellos cuatro ojos que me miraban expectantes? Uno de ellos me llamo la atención, su voz era profunda y sus ojos eran llameantes.

–Mire Joven Amo– comenzó a decirle a los ojos más pequeños –alguien nos invocó. No entendía todo aquello, ¿Acaso yo los había invocado?

–Es verdad– dijo el pequeño –no teníamos trabajo desde hace tiempo.

–¿De qué están hablando?– pregunté asustada y sudando frío –¿Qué quieren de mí?

–Has invocado a dos demonios– dijo la voz profunda mientras que la otra ría –dinos, ¿Cuál es tu deseo?

–¿Mi deseo?– fue entonces cuando no pensé y mecánicamente respondí –mi deseo es ser una escritora famosa.

Me dolía sentir el rechazo de las editoriales, odiaba aquello. Siempre fue mi sueño pero al parecer nadie quería que se cumpliera.

–Entonces, ¿Ese es tu deseo?– comentó la otra voz –Nosotros te podemos ayudar para que obtengas lo que más quieres.

–Entiendo– expresé en un susurro. Estaba fuera de sí, ya no me importaba mucho mi vida.

–¿Estas consiente que no hay vuelta atrás?– preguntó la voz profunda –¿Estas consiente que estas cambiando la luz por la oscuridad?

–Me da igual– las palabras salían solas de mi boca, sentí que por fin podía lograr lo que quería –no me importa, quiero lograr mi meta, así que acepto el contrato.

Comencé a llorar sin notarlo, pensando que el fin se acercaba, toda mi vida sin hacer algo que dejara una marca, ahora había muerto, tal vez eran alucinaciones de una mente al momento de partir al otro mundo o tal vez era algo mucho más diabólico, solo sé que aquellos dos seres sonrieron con sus colmillos vampíricos y luego todo quedo en silencio. Las plumas dejaron de caer y solo quedo la nada misma; hasta que de repente, en una ráfaga de aire, todas las plumas subieron ahora blancas y ahí fue cuando vi a aquellas dos siluetas; uno más grande que el otro, con sus ojos con aquel brillo diabólico y con sus sonrisas maliciosas. Luego de aquello, solo recuerdo un dolor inmenso y luego nada.


Me desperté con los primeros rayos del sol, me sentía cansada y con el cuerpo entumecido, nada recordaba de la noche anterior, solo sé que había tenido un extraño sueño pero no pensé mucho en ello porque Pelusa llegó a mi lado y se acurrucó conmigo, quería dormir todo aquel día. Parecía una linda mañana del Sábado, con los rayos solares traspasando las cortinas claras y el olor a huevos con tocino, iba a ser un buen… mis ojos se abrieron como platos cuando note el olor de comida en mi casa. Me levante y abrí la puerta del cuarto; nadie tenía la llave del apartamento excepto mi madre y ella estaba de vacaciones por Singapur.

Llegué hasta la cocina y ahí lo vi; un hombre alto, delgado, cabello y ropas negras estaba usando mi cocina. Pensé ser rápida e ir a llamar la policía pero…

–Veo que ya se despertó– el hombre dio la vuelta y sus curiosos ojos carmín chocaron con mis ojos color avellana. Parecía ser contemporáneo conmigo y me sonrió amablemente -¿Durmió bien?

Todo era muy extraño, yo no conocía a ese hombre. Era un completo desconocido. ¿Cómo había entrado? Las ventanas y la puerta estaban cerradas; era imposible.

–¿Cómo entraste?– pregunte sorprendida y asustada –voy a llamar a la policía– el hombre rió como si fuera la cosa más graciosa que había escuchado.

–No es necesario que haga eso.

–¿Qué haces aquí?– dije levantando un poco la voz.

–Bueno, creo que sería lo más normal el estar aquí puesto que usted nos invocó– sus palabras lograron un escalofrió en mi nuca. ¿Todo lo que soñé en verdad paso?

–Sebastián, voy a tomar un baño– dijo una voz a mis espaldas, instintivamente volteé y pude ver a un niño de unos 13 años que caminaba en dirección al baño.

–¡Espera!– exclamé, esté se detuvo y me miró molesto.

–¿Qué quieres?– preguntó molesto.

–¿Cómo entraste?– pregunté exasperada.

–Pues tú nos invocaste– dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo para luego entrar en el baño.

Mierda, mierda y más mierda. Todo estaba fuera de control, dos extraños en mi casa y yo con los nervios creciendo cada vez más. Comencé a reír nerviosamente, a sudar frio y palidecer; esto no podía estar pasando, debía haber un error.

–¿Quiere comer?– me pregunto el hombre de ojos carmín con una sonrisa educada.

–¿Qué son ustedes?– pregunté asustada -¿Qué pasó anoche?

–Primero que nada, somos demonios– sentí que me comenzaba a faltar oxigeno –usted ayer firmó un contrato para cumplir su sueño.

–¡Ah, entiendo!– no sabía si correr, pero si corría, no sabía a donde iría. Todo comenzaba a dar vueltas, mis piernas me temblaban y luego perdí el conocimiento.


–¿Qué le dijiste para que pasara esto?– la voz sonaba enojada y en la lejanía.

–Solo la verdad, Joven Amo– comentó la otra –no sabía que se lo tomaría tan mal.

Abrí los ojos lentamente, los dos personajes de hace un momento se encontraban de cada lado del sofá en donde me hallaba.

–Parece que ya se despertó– comentó el niño al otro hombre, el pequeño me miraba fastidiado y el otro divertido; con su sonrisa burlona.

–¿Quiénes son ustedes?– me acomode en el sofá, ya me sentía mejor… por lo menos no me había venido un infarto.

–No puede ser– el pequeño se tocó la sien y suspiró –¿Aún sigues con eso? Somos demonios, ayer en la noche nos invocaste.

No lo quería creer, me cubrí la cabeza con las manos ¿Qué carajos había hecho? Todo era un mal sueño, quería despertar pero al parecer todo era real.

–Yo soy el Conde Phantomhave, Ciel Phantomhive y él…– apuntó al hombre –se llama Sebastián Michaelis, mi mayordomo.

–Es un placer conocerla– dijo el hombre con una reverencia.

Se lo que estarán pensando y no, no me lo creí. Mi parte lógica intentaba encontrar algún sentido a todo aquello, así que deduje que todo era un mal chiste, eso no podía ser verdad; sé que soy agnóstica y creo en posibilidades, pero eso no podía ser real. Le dije lo que pensaba, que todo era una broma de mal gusto, que algún amigo mío los había contratado y a pesar de que no había señales de haber entrado por las ventanas ni por la puerta; me mantuve firme.

Hasta le pedí que me demostrara que lo que decía era cierto y… no saben lo mucho que me arrepentí, fueron muchas noches sin dormir por pensar en aquello.

–Joven Amo…– el tal Sebastián miró al niño y esté ultimo movió la cabeza de forma afirmativa, intercambiaron miradas cómplices y luego el hombre me miró –Bueno, si el Joven Amo lo desea, entonces lo haré.

Caminó hacia mí, se inclinó y se quitó el guante izquierdo de cuero negro (no había notado que tenía guantes); vi sus uñas, me quede aterrada por aquello. Su piel, pálida como la del resto de su cuerpo, se notaban más pálidas por aquellas uñas negras que tenía y si piensan que fue lo peor; no lo fue. En su mano se dibujaba un pentagrama con símbolos y letras en otros idiomas; la marca brilló con un destello diabólico y los ojos de mis acompañantes cambiaron de color. El mismo color de la otra noche, un tono rosáceo y brillante; te hacían sentir minúscula y con miedo.

Un dolor de los mil infiernos golpeo debajo de mi oreja derecha, ardía y no pude evitar quejarme. El pequeño me pasó un espejo que no sabía de donde había sacado y ahí estaba; la misma marca que el mayordomo de negro tenía en su mano. Los miré y ellos me miraron, dos pares de ojos contra uno.

–¿Ahora nos crees?– dijo el tal Ciel con arrogancia.

–No puede ser– susurré con sorpresa. Pero si era cierto y esa fue la primera vez de muchas que me tocaría estar con aquellos seres; era un lugar sin salida y ellos podrían llegar a ser mi perdición.

Hola a todos, no sé si se recuerdan de esta historia, la comencé a escribir hace mucho tiempo y lo publicaba en Fanfiction; hasta que un día, mi computadora se dañó y no pude seguir con ella, por más de un año estuve así. Ahora tengo computadora, el Fanfic aún sigue en esta página, pero decidí volverlo a subir por dos razones: primero, perdí la cuenta anterior, así que comienzo desde cero y segundo, quería colocar más cosas, más historia y un poquito mejor en ortografía. Es la misma historia, mismos personajes y mismo final, esta vez si la terminare, así que tranquilos. Solo espero que les guste lo que viene, pueden dejar sus comentarios, eso me haría muy feliz, los responderé a todos aunque aún no tenga internet, los quiero y es bueno estar de vuelta.