Es mi primer fic (publicado).

El señor de los anillos no es de mi propiedad sino de JRRT.

Solo Maika, Keidra, Shanik y Haldried son de mi invención y otros personajes que se me vayan ocurriendo.

Capítulo I

Una inesperada compañera.

El Bosque negro era tan extenso, en lo más profundo de su negrura iba una pobre hada unos centímetros más baja que sus captores. Esos tres hombres llevaban caminando varios días buscando una tan solo una hada para capturar y que esta les concediera sus deseos más profundos.

Maika cansada de tanto caminar cayó en el pasto. Ya que iba atada de sus muñecas la iban arrastrando sin darse cuenta que ya hacia en el suelo.

El hombre más alto la levanto de un solo jalón.

―Deberías tener más cuidado, no queremos que nuestro tesoro se maltrate― dijo al que tenia el lazo en la mano.

―no tengo la culpa que esta hada sea tan ton… ―Maika tiro del lazo e hizo caer al regordete, trato de huir pero otro de los hombres más bajito piso el lazo y la tiro.

―no corras preciosa ―le dijo mientras la levantaba por los cabellos.

El tipo regordete que se hacia llamar Monrock trato de llevar los labios de Maika a los suyos cuando sin aviso alguno una flecha se clavo en su espalda.

Un grito de dolor se dejo oír, luego otro y otro. Hasta que todos sus captores estaban en el suelo moribundos llenos de flechas. Maika miro hacia todos los lados posibles a su alcance, no vio a nadie, asustada corrió sin descanso. Detrás suyo se alcanzaban a oír pasos apresurados que se acervan cada vez más.

―Espera Maika ―escucho la voz de una mujer.

Se paro en seco, asustada giro la cabeza y después el cuerpo completo. Una figura de una persona alta al igual que los elfos estaba a unos cuantos metros de ella cubierta con capa con capucha, que solo dejaba ver sus piernas descubiertas.

―¿Quién es usted? ―pregunto la joven Hada de castaños rizos que llegaban hasta su cadera.

―no puede ser que no me recuerdes ―contesto la elfo, como Maika la había reconocido.

La mujer se llevo sus maños hacia su capucha y la retiro lentamente para que se viera su hermoso rostro. Los grandes ojos azules de la hada se abrieron sorprendidos al ver el rostro de su compañera.

La chica delante de ella aparte de alta, sus cabellos eran blancos como la nieve y sus labios rojizos como el carmín. En sus ojos color violeta podía verse la alegría que emanaba al ver a Maika.

―Soy yo Haldried ―fue lo único que pudo pronunciar, pues la hada se le había adelantado y al correr esta había caído encima de ella.

―te extrañe ―dijo entre sollozos la castaña.

―yo también ―y la abrazo como una madre abraza a su hijo.

Maika creía que a quien tenia enfrente (abajo más bien) era la persona que tanto quería.- Cariño me aplastas ―se quejo Haldried. ―perdóname la hada se levanto y ayudo a Haldried también a levantarse.

―La extrañe princesa al igual que su abuela- dijo Maika acomodanse el vestido.-Yo también- contesto con una sonrisa melancólica –Y ¿Cómo esta la abuela?- antes del contestarle miro hacia los arboles tratando de encontrar su pequeño bolso donde traía las plantas medicinales que la Hada reina le había encargado –Un poco enferma-. -¿De qué?- Pregunto alterada –Solo me voy por unos días…- Años- interrumpió –Bueno para mi fueron días… pero he vuelto para jamás irme- vuelve a sonreír ahora con alegría –Bueno, bueno, vámonos antes de que la Reina se enoje y nos quiera desaparecer-.

Caminaron por todo el Bosque negro, Haldried le conto sus aventuras mientras vivía con las amazonas.

―Realmente tuvo usted muchas aventuras Joven Dama ―miro al suelo―, ¿Por qué volvió?―pregunto seriamente.

―me sentía sola y presentí que tenia que volver al parecer algo grande va a acontecer. Tú debiste verlo recuerda que tu ves el…―vuelve a ser interrumpida por Maika.

―no diga más.

Hubo un silencio entre las dos mirándose fijamente, solo el viento que traspasaba los grandes arboles podía oírse en la penumbra del Bosque Negro.

―Maika… her…

―por favor no diga esa palabra ―toco su hombro y dijo entristecida―, yo… una doncella… ¡NO!...su doncella, no merece otro titulo que ese ―miro a Haldried, dio la media vuelta―, tenemos que irnos ya, no querrá que un elfo, enano o humano nos encuentre ―caminó adentrándose más a la oscuridad. Haldried pronuncio esa palabra que se la llevo el viento, solo los arboles y las criaturas del bosque pudieron oírla.

Sus pasos eran tan ligeros como los de un elfo. Haldried no dejaba de pensar en aquel último día en que había estado en Rivendell.

.∞.∞

Pero abuela yo no quiero irme, el compromiso ya esta hecho, además no puedo dejar a mi hermana sola―grito Haldried desconcertada. ―Tienes que irte―decía la Reina Hada guardando las ropas de, en ese entonces muy joven, Haldried―, pequeña…si Shanik te encuentra… no me lo perdonaría―abrazo a su nieta. –Pero…― refutó la chica. ―Pero nada esta misma noche tienes que irte de Rivendell―.

De noche Haldried salía de sus aposentos para dirigirse en donde estaba su caballo. Triste al dejar atrás a su prometido, a su hermana… su reino. Todo estaba perdido.

Paso toda la noche cabalgando, al llegar a su destino tuvo que dejar libre a su querido corcel. –Vete Dorihir, eres libre― empezó a llorar al darse cuenta que no volvería jamás.

.∞.∞

Perdida en sus pensamientos no se dio cuenta de que habían llegado a Fairymir.

―Llegamos, la abuela se pondrá feliz al verte.

―Es hermoso, no creí que…desde que me fui…a... ―una lagrima empezó a rodar por la mejilla de Haldried.

―Vamos tenemos que llegar lo antes posible al palacio antes de que la Reina lo esconda entre los arboles y las hadas escondan su brillo* ―le dijo Maika, extrañada por la reacción de la joven.

―Sí…si ―decía mientras se limpiaba la cara.

Haldried miraba hacia su alrededor. Las hadas estaban en su esplendor. Cada grupo de Hadas tenía su labor.

Las Hadas del bosque**, generalizando, preparaban todo para la llegada de la noche.

El grupo de Hadas del Bosque, ahora si su elemento, observaban que ninguna planta estuviera fuera de lugar.

Las del Agua trataban de que los ríos tuvieran suficiente de su elemento para saciar la sed de alguna criatura nocturna.

Haldried admiraba ese espectáculo acogedor.

Al llegar al palacio podía verse a todas las Hadas reunidas, pues al ver llegar a su princesa era un momento de gran regocijo.

Adentro todo estaba como ella lo había dejado.

―¿Dónde esta la abuela? ―preguntó a una de las Hadas guardianas, con desesperación y alegría. ―¿La qué? ―contesto.

―se refiere a mi ―se oyó de las escaleras la voz de la Reina Hada, y todos los que estaban en el vestíbulo (podría decirse así) hicieron una reverencia.

―sólo hay una persona que me dice así, muy esta muy lejos de aquí ―hizo una pausa―, ¿Quién osa llamarme de esa forma? ―la Reina esperaba una respuesta, cuando de la nada Haldried sale de entre la multitud.

―¡YO! ―grito con todas sus fuerzas. Salió corriendo hacia su abuela que seguía con ese semblante de frialdad y calidez a la vez.

―Haldried ―dijo con sorpresa, la joven se acerco. ―sigues igual de joven no se nota que seas mi abuela pareces mi madre ―lo dijo tan rápido Haldried que solo Keidra, la Reina, la había oído.

Se abrazaron como si no hubiera fin. Como si la noche tardara en aparecer.

―Esto hay que celebrarlo ―dijo Keidra separándose de Haldried―, a hacer los preparativos que esta noche habrá fiesta ―ordenaba a sus asistentes. ―Todo para mi pequeña princesa, no nuestra princesa ―vocifero.

La celebración comenzó al iniciar la oscuridad. Hadas danzando alrededor del fuego haciendo rituales a favor de la Reina y la princesa que por tantos años habían esperado.

―Gracias abuela ―dijo Haldried.

―esto es para ti, he estado esperado este día ―contesto Keidra señalando con la mano abierta todo lo que los ojos de su nieta podían admirar.

Maika que estaba danzando veía de reojo a Haldried sonriendo cada vez que sus miradas se encontraban.

Adentrada la noche la celebración llego a su fin. Todas las Hadas diurnas se preparaban para dormir y las nocturnas comenzaron su trabajo.

En los aposentos de Haldried, donde Keidra y Maika la acompañaban y ayudaban a desempacar.

Ese sería su nuevo hogar o eso creía.

∞.∞.∞

Después de unos días en los que Haldried contaba sus aventuras que había vivido durante todos los años que estuvo ausente. Luego de terminar sus anécdotas Keidra se dispuso a explicar lo que harían los próximamente.

―Ahora que ya regresaste tendrás que asumir tú puesto otra vez, Maika volverá a ser tú Dama de compañía, te preparara para la coronación, para tu reinado, para tu compromiso… bueno si quieres casart… ―

―iré a Rivendel.

―¿Qué qué? ―gritaron Keidra y Maika en unísono.

―quiero ver a Lord Elrond, que sepa que estoy bien y que...

―pero aun no sabemos si Shanik sigue buscándote ―dijo Maika.

―jamás pensé que volverías a pronunciar su nombre, después de todo lo que nos hizo ―contesto Haldried con dolor.

―¿Qué puedo hacer? Eres tan terca como tú hermana ―dijo Keidra―. Pero Maika que es tu Dama de compañía ira contigo ―dijo tratando no discutir.

―pero… pero ―dijeron las dos en coro.

―pero nada he dicho.

∞.∞.∞

*Esto lo hacían para que cualquier tipo de amenaza no los encontraran.

** Hay dos tipos de Hadas del tamaño de los enanos y las pequeñas de las que hable primero eran las pequeñas. Las Hadas que viven cerca del palacio y las sirvientas son de tamaño natural.