Saludos. Soy novata, no tengo beta y los persones no son míos, pero fuera de eso, estoy llena de buenas intenciones. No gano nada, más que compartir con ustedes las historias que me martillean la cabeza.
Post Reliquias de la Muerte.
Espero les guste, muchas gracias por leer.
Espero Que Digas Que Si
(Oh que al menos te lo pienses)
Scorpius Malfoy había sido criado dentro de un lindo y pomposo cuento de hadas.
Cuando tenía un año, Draco Malfoy convirtió la mansión Malfoy en un Castillo Encantado de juegos para lactantes. Scorpius no guarda recuerdo de aquello, más que fotografías.
Cuando tenía siete, y solo porque Astoria lo quiso, hicieron un laberinto de algodón de azúcar en el jardín de la casa. Scorpius ni siquiera sufrió de dolor de panza por la ridícula cantidad de dulces que comió, por que su buen padre le preparo una posición anti-cólicos muy poderosa y compleja.
Scorpius jamás había escuchado insultos o malas palabras a su persona. Su padre le había dicho desde pequeño -No digas lo que no te gustaría oír- y Scorpius era un chico listo y mimado, así que habían muchas cosas que no decía.
Como por ejemplo "No".
Cuando llego al tren que lo llevaría a Hogwarts por primera vez, un niñito flacucho y con pinta de pandillero (había visto revistas sobre el tema) le pregunto si se podía sentar con él y Scorpius no pudo decir que no. Encima, el pobre chico se veía bastante abatido, y como sus padres le habían enseñado a ser hospitalario siempre, mostro interés cuando el chico comenzó a hablar.
-Mi hermano ya va en segundo, se cree muy sabelotodo, porque sabe cómo funciona el castillo ¿Tú sabes?
Scorpius negó suavemente con la cabeza mientras sorbía su jugo de moras. El chico este ni siquiera tenía buenos modales, no se había presentado aun.
-No sé, el asunto de las casas también me da miedo ¿y si quedo en la casa de las serpientes?
-Hay un idioma, que hablan algunos magos, que lo entienden solo las serpientes- Comento Scorpius, hablando por primera vez.
-¿Pársel? mi papá habla eso cuando está molesto, Mamá no le deja decir groserías, así que Teddy me conto que las dice en ese idioma, porque nadie le entiende nada. Las serpientes supongo que sí, pero en casa no tenemos serpientes- dijo Albus, y Scorpius se sintió feliz porque logro desviar un tema desagradable a uno agradable.
Scorpius finalmente se presento y el chico se presento también, y resulto ser Albus Potter, el hijo del -Compañero, no amigo- de trabajo de su padre (su padre había sido muy enfático en ese punto).
Desde que tenía uso de razón, Scorpius había escuchado el nombre de Harry Potter. Salía en las revistas y en los libros de textos. Su padre hablaba de él a veces en la cena. Y en el desayuno. Incluso durante la comida. Su madre también hacia comentarios, pero Scorpius con once años mucho no entendía eso de -Esta cada vez mas bueno- ¿bueno en qué? El señor Potter, según sabia, era Auror, quizás era bueno en eso.
Viendo a Albus Potter, Scorpius estuvo seguro que no era bueno alimentando correctamente a sus hijos.
-Yo como mucho, pero no engordo ni crezco nada- le comento Albus Potter, comiendo su quinto bollo relleno de crema de leche -Quizás tengo un problema.
-Para comer con la boca cerrada-pensó el rubio, pero Scorpius no decía cosas así de rudas, así que se calló.
Después de la ridícula cantidad de horas que pasaron juntos, compartiendo vagón y comida, Scorpius llego a la conclusión que si no podía llevar a su cachorro Lucas al colegio, Albus Potter sería un buen reemplazo. Era chiquitito y tenía los ojos enormes. Y verdes. Ni Lucas tenía unos ojos tan bonitos.
Cuando Scorpius cumplió los trece años se dio cuenta que era un consentido, muy consentido, para ser más preciso.
Lo pensó detenidamente y llego a la conclusión que tenía dos opciones.
Opción uno: Cambiar y mejorar, dejar atrás la vida de consentimientos y buenas formas, el mundo era una basura y no siempre iba a estar papá y mamá para protegerlo, ya era hora de formar carácter.
Opción dos: Seguir tal cual estaba, creyendo que la vida se ganaba con "por favor" y "gracias".
-Tienes una puta suerte Malfoy, fuiste un concedido toda tu infancia, y llegaste aquí, y te hiciste amigo de los Potter, y listo, te volviste un consentido en el colegio. PUTO CON SUERTE- concluyo Rose Weasley, con la cuchara apuntándole, un gesto bastante rudo y poco fino de su parte.
-No se apunta con la cuchara Rose- susurro Hugo. Era bastante increíble que fueran hermanos, lo único parecido entre ellos, era el apellido.
-Otro que cree en los buenos modales- rezongo Rose, bajando la cuchara acusadora.
-Los buenos modales son importantes-sentencio Albus Potter, que llegaba de su entrenamiento de Quidditch.
Albus Potter, con trece años, sabia tanto de buenos modales como de física cuántica, pero Scorpius hacia mucho que se había dado cuenta que Albus siempre decía lo contrario que su prima dijera. Y que le gustaba darle la razón a Scorpius.
-Allí afuera, yo siempre estaré de tu lado. Aquí dentro, quizás el asunto cambie, no es que crea que siempre tienes la razón, pero eres mi amigo, y siempre te voy a dar la razón a ti, frente a los demás- le había dicho Albus, hacia unos meses, cuando Scorpius casi se gana un puñetazo de parte del novio de una chica que había estado escribiéndole cartas.
Solo para que conste, Scorpius las había contestado por mera cortesía.
Ese día, con Albus Potter recién duchado sentado en la mesa dándole la razón con el asunto de la cuchara decidió que se quedaba con la opción dos ¿Para qué dejar de ser un mimado, si tenía a un mastodonte para darle siempre la razón?
Albus Potter había crecido. Y vaya que había crecido. Más de un metro con setenta a sus tiernos trece años, ya pasaba a la gran mayoría de sus compañeros. Ya tenía indicios de barba y su espalda ya tenía forma, no solo eran hombros desgarbados.
Albus incluso tenía un club de fans. Hacían pancartas para los partidos y le conseguían cosas a Albus. Como chocolate amargo y los deberes de Encantamientos y de Hechizos de Mediana Intensidad. Algunas chicas de su club de fans eran mayores. Invitaban a Albus a citas y esas cosas. Scorpius suponía que se besaban y ese cuento.
-¿Malfoy?- Scorpius levanto la vista de su pergamino, había partido a la biblioteca desde el Gran Comedor para estudiar. Tenía enfrente a Danna No-Se-Que, que era famosa por usar la falda más corta del colegio y por usar lápiz de labio rojo intenso, que en su cara pálida y pecosa hacia como wow, labios.
-Yep, el mismo.
-Eres un niño realmente lindo ¿Te lo habían dicho?- Scorpius había leído novelas donde las chicas usaban esa frase para llegar a hablar con chicos y había hablado con Rose, Albus y Hugo del tema, decir que -Si, me lo habían dicho- que muchas veces, gracias, no era ni cortes, ni apropiado. James había le dicho -Di eso campeón y ya verás que te responden. Scorpius no quiso experimentar.
-No
-Eso, que eres un chico lindo, y conoces bien la biblioteca ¿Me enseñas donde están los libros de Pociones Avanzadas?
-En el pasillo C-4, tiene letreros bien grandes en cada sección, yo mismo fui impulsor de ponerlos.
-Llévame ¿Por fi?- Scorpius no era muy adepto a las palabras inventadas y/o acortadas y/o modificadas, lo cual quería decir que tenía una gran tolerancia a las adversidades, por que los Potter-Weasley casi habían creado su propio dialecto.
Resulto que Danna-Labios-Muy-Rojos, no estaba interesada en Pociones Avanzadas, porque dijo algo de -Me gustaría mas buscar Lengua- y Scorpius le iba a decir que eso estaba en la sección B-1, pero Danna había sido muy literal con el asunto, porque se le tiro encima en lo que debía ser un beso con lengua o francés, o como fuese. Scorpius no tenía la mas mínima idea de que hacer. Jamás se había planteado la idea de besar a nadie, por que tenia trece años y sus padres lo trataban como de siete, conclusión ¿Despertar sexual? cero, más bien en el quinto sueño, y gracias por preguntar.
Danna le beso hasta que Scorpius movió la boca porque creyó que había que hacerlo. Y movió la lengua por que Danna tenía sabor a naranjas. Danna le tomo la cara y ya todo fue más fácil, ella sabía qué hacer. Scorpius nunca había sido malo para seguir ordenes.
Y esos eran los besos. Mucha lengua y dolor de labios a posterior.
Danna le beso la mejilla como despedida y susurro -No le digas a nadie. Y Scorpius no le dijo a nadie. Pero sintió cierto cosquilleo en la entrepierna. Pensó en alguien a quien acudir a preguntar.
¿Su padre? No muy buena opción.
¿Su Madre? Menos.
¿Sus amigos? ¿Cuál?
-Y viniste a mi ¿A mí? o sea, se que tenia, y aun tengo, pinta de semental, pero hombre fue tan gracioso.
Scorpius mira su cerveza de malta, su tercera para ser preciso y sonríe por ese recuerdo. Tenía trece años y había dado su primer beso, que no había sido malo, pero que le despertó una cantidad considerable de dudas.
¿A quién ir?
James Potter, en ese momento se encendió como la alternativa más obvia.
-Debí estar muy desesperado.
-Mira Sunshine, yo te entiendo, entre el pánfilo de mi hermano y los vírgenes de mis primos, yo era la única opción.
James Potter tenia catorce en ese momento. Usaba el pelo largo y chaqueta de cuero. Scorpius recuerda como llego a hablar con él, no recuerda como lo hizo para estar los dos solos, pero recuerda a James felicitándolo por Danna, como si Scorpius hubiese hecho algo más que estar en el lugar correcto en el momento indicado.
-Es Danna Salvin, algo como El Mejor Ligue del Colegio, debiste ser una apuesta o algo- Scorpius ni siquiera se sintió ofendido en aquella ocasión.
Recuerda que James le dijo -eso de la entrepierna sirve más que para mear- y dijo -hay dos tipos de chicas, las que te dicen que sí y las que te dicen que no. Y no, no es algo fijo, es algo fluctuante y depende mucho de ti y de ellas, y esas cosas.
También recuerda que James se rasco la cabeza y alzo los hombros cuando agrego -aunque si te gustan los chicos, con ellos debe pasar lo mismo, quizás es más fácil. No sé, yo nunca eh dicho que no, pero nunca eh estado con un chico.
James ahora tiene diecisiete, aun usa la chaqueta de cuero y el pelo largo. Nunca se unió al equipo de Quidditch, pero lo expulsaron del Club de Pociones, Scorpius rodo, literalmente, de la risa cuando leyó la papeleta de expulsión "Demasiado talento para el Colegio, el Taller o el Mundo".
James ni se inmuto. Se puso a hacer pociones en la torre de Gryffindor. Los elfos domésticos pusieron un reclamo en Dirección por tener que limpiar mas en Gryffindor que en ninguna otra casa. Dirección no investigo del asunto, solo puso más elfos a limpiar la torre.
-Ni recuerdo que te dije, seguro puros consejos de mierda- dice el James actual muerto de la risa.
-Sí, solo malos consejos- Scorpius esta sonriendo, y James sabe que no es cierto, eso de los concejos de mierda.
Y no fueron de mierda. El despertar sexual de Scorpius Malfoy no fue lento y calmo, como el de Rose, que se fue descubriendo lentamente, como quien pela una naranja con un tenedor.
Scorpius beso a Danna Algo, y no se pudo detener. Danna volvió y lo beso y no solo en la boca. Le enseño cantidad de cosas, era dos años mayor, y cuando salió del colegio, le abrazo y le dijo -Fue un gusto recorrer el colegio contigo. No muchos supieron de Danna y su "amorío" con Scorpius Malfoy.
Pero no fue solo Danna.
Scorpius iba seguido a los entrenamientos de Albus, y desde las gradas comenzó a sentarse cerca del Club de Fans, y comenzó a hablar con ellas y a compartir información sobre Albus. Cosas de Albus, y de alguna forma termino compartiendo saliva con las chicas. No de Albus por supuesto.
Cuando llego a un sexto año en el colegio, ya había tenido sexo con una decena de chicas y se había revolcado con unas cuantas más. Precoz le llamaba Hugo. Hambriento le llamaba Rose. Ganador le llamaba James. Albus no decía nada.
Albus llegaba de noche de sus celebraciones con el equipo de quidditch y sus -fue después del entrenamiento- y se metía en la cama de Scorpius, se quitaba las zapatillas de deporte y el suéter grueso y se quedaba con la malla y la musculosa. Y no siempre se había bañado, y le contaba lo que había hecho, medio borracho y medio dormido, pero nunca eran como las historias que tenia Scorpius para contar, que siempre tenían faldas y perfume de por medio.
A veces, Albus lo sentía.
-Hueles a chica Scorpius.
A veces encontraba evidencias.
-Mira, un sujetador de chica ¿Qué hace esto en tu cama Scorpius?
Siempre pensaba lo mejor.
-¿Quitándole cosas a Rose?
Nunca preguntaba demasiado.
-Tranquilo, no me meteré entre las sabanas.
Scorpius a veces pensaba en Albus. En su forma tan mansa, tan dócil. Albus Potter tenia dieciséis, y era asquerosamente alto, atlético, varonil y no había nadie que se metiera con él. Pero Scorpius decía algo y era ley, Albus ni siquiera protestaba. Decía -Si, dale- o -Si, tienes razón, bueno, ya, mmh- Nunca un -¿Por qué?- o un -sueña que lo hago-, o -¡Jaaaamás!- nada de eso. Esos eran los otros. Albus era bueno con Scorpius, era dócil.
Como un cachorro.
-Albus siempre me da la razón- Scorpius va por su quinta cerveza de malta, desde que la conoció pensó "la cerveza de mantequilla, que estafa dios". Sus pensamientos no dejan de dar vueltas en un pasado no tan pasado.
-Sí, siempre, no sé cómo lo hiciste, pero tienes a mi hermano muy bien entrenado.
-No soy yo, es el Quidditch, tengo la teoría de que puede abrir nueces con el trasero gracias a eso.
-No me refería a eso.
-¿A las nueces?
A James le entra la risa, y Scorpius no entiende mucho el hilo de la conversación. Sabe que Albus no está presente así que no se siente mal por hablar bien de su trasero.
-Me refería, a que él siempre hace lo que tú quieres que haga- Consigue decir James, aun risueño.
-Yo nunca...- Scorpius mira a algún punto de la sala donde están, un aula vacía dentro del castillo, silenciada desde dentro. Rose y Hugo están en las cocinas buscando comida. Albus está en una reunión de Capitanes de Quidditch, algo para decidir el orden de los entrenamientos. Todos saben que eso termina en una extraña fiesta de mucha cerveza y muchos chicos y muchas bromas machistas. Rose un día se metió y bebió lo sufriente como para ponerse a discutir sobre feminismo- No es apropósito. No sé. No sé como lo hice para que siempre me dé la razón- Susurra Scorpius, con pesar en la voz.
James esta medio acostado en el piso, sostenido por la muralla y sus codos, las piernas estiradas. Nunca ha usado la túnica del colegio, se pego la insignia a la chaqueta de cuero con hilo y aguja, como le enseñaron en Artes y Oficios Muggles.
-Tranquilo, él no parece sufrir por eso. Desde que se conocieron, Albus como que se encuentra cómodo desde ahí. Quizás se te da eso de entrenar bestias.
-No creas, aun no logro que se bañe a diario.
-Ni que coma con cubiertos.
-O con la boca cerrada.
Se ríen un rato. Se burlan de Albus, con todo el afecto que hacen las burlas sin malas intenciones. Tratan de esconder el mutuo cariño que sienten por un chico que ya mide más de un metro con noventa y parece un ropero. Están medios bebidos, y cuando llegan Rose y Hugo con fritanga de la cocina y licor de cacao-Era lo único que quedaba, los trogloditas del Quidditch hicieron lo que quisieron- Scorpius y James ya han reconocido media docena de veces que al final, quieren mucho al Semi-Gigante de Altus Potter, La Bestia de los Postres.
Se ponen a jugar a las cartas, algún juego de reglas absurdas, parecido al Poker y al Black Jack, cada vez que uno pierde, es un trago de licor de cacao. Todos tienen cervezas por que James recibió una jaba de Teddy, que es algo como la peor influencia del mundo.
Son más de las dos de la mañana cuando llega Lily, con tu uniforme de Quidditch, despeinada y muerta de la risa.
-Casi me pillan.
-Si te viniste con ese jijiji, jjajaja, jjujuju, milagro que no te vieran Zany- dijo James.
-Traje a alguien.
Lily dejo de ser Lily, cuando se corto el pelo tipo "honguito", y es que además de verse increíblemente guapa, parecía un honguito, uno pequeñito y naranja. Como una zanahoria de huerto, sin aditivos ni esas porquerías que hacen a las zanahorias mutantes y enormes, así que tuvieron que ponerle un apodo.
Le apodaron, Zanahorita, pero era muy largo. Hugo dijo un día, Zanahory, y alguien dijo Zana, pero no era pequeñito, y llego a Zany, y sonó lindo. Hasta James lo aprobó. Lily se dejo crecer el cabello, pero seguía siendo Zany. Como Hugo siempre seria Jack, por que vio Titanic y lloro.
Lily, como había sido su madre en sus tiempos mozos, tenía muchos novios. Los cambia constantemente, los presentaba en la mesa. Comían un par de días juntos, y al día siguiente el chico ya no estaba. Ya no era rubio, era moreno. Ya no era bueno en Pociones, sino que en Hechizos de Ayer y de Hoy, ya no era Slytherin, sino que Ravenclaw. Y así, loquilla era quedarse corto, pero tratarla de fresca era mucho, porque Lily tenía relaciones de manitos y besitos y te toco un pecho, pero solo uno, no te vayas a propasar. Así que era una buena chica. Aunque a veces el chico en cuestión decía lo que tenía que decir y lo lograba. Lily había tenido su "Primera Vez" a los quince. Les conto a todos, medio borracha, en el mítico "Verdad o Reto".
Teddy había estado presente y casi le da un ataque.
-Eh, yo cuando perdí mi "Flor", ni pestañaste- protesto Rose en aquella ocasión.
-Tú tienes el pelo verde y no es por magia, y sé que compras condones desde los catorce, que tuvieras sexo era algo que venía venir. Hasta tu padre lo sabe- se defendió Teddy.
-Y llora desde entonces- agrego James.
¿Y Albus?
-Albus ¿Que te gusta más? ¿Qué te la chupen o chupar tú?- le preguntaron a él, el día del juego "Verdad o Reto"
A Albus en ese momento, el alcohol le juego una mala pasada, se ahogo con la vergüenza y la risa, y le salió una cosa extraña, un hibrido entre tos y risa. Estaba sonrojado, pero podría haber sido por que estaba medio borracho. Miro al cielo con esos ojos imposiblemente grandes que tenia y aun tiene, el puto de Albus y suspiro.
-No sé, las dos me gustan- concluye, rojo cual tomate.
James estalla en risa. Se levanta, abraza a su hermano y le besa la frente.
-Eres, el M-E-J-O-R - deletrea, sin soltarlo, sin dejar de darle palmaditas en la espalda- Te gusta el mítico Sesenta y Nueve- se voltea, los mira a todos- Escuchen y aprendas, monjas de monasterio.
-Ya, gran cosa- responde Lily
-Alguien no sabe de lo que estamos hablando- comenta Rose muerta de la risa. Y todos se ríen, menos Lily, que aun tiene quince, y entre los quince, dicaseis y diecisiete en verdad pasan muchas cosas.
-Alguna cochinada será. Que se yo.
-Zany la buena, ella cree aun en mirarse a los ojos.
-¿De qué estamos hablando?- pregunto Hugo, con los ojos inyectados en sangre, con el porro aun en la mano. Le entra la tos y a todos les da risa. Ruedan un rato. Se arman dúos y tríos de conversaciones, y ya el grupo y el juego se pierde, con todos los retos y todas las verdades que pudo cosechar.
-El sesenta y nueve, no sabía que tú...- comento Scorpius, borracho de tanto aceptar el reto Hasta Ver el Fondo del Vaso
-Yo no dije eso.
-...Sabias contar hasta ese número.
Albus le pega suave a Scorpius, se quedaron uno junto al otro, compartiendo un cigarro normal y se contaron cosas, se delataron noticias y se confinaron travesuras, como si no durmieran en la misma habitación y Albus, el asqueroso, sin siquiera ponerse pijama o ducharse no se acostara en la cama de Scorpius y le comentara lo que hizo en el día cada vez que le daba la gana. No paso hace mucho, pero el rubio ya lo conserva como un recuerdo muy importante.
En algún momento de la noche, después de la llega de Lily y su novio de turno, llega Albus. Es un milagro, porque llega duchado, pero el milagro no es mucho, porque llega borracho. Se sienta en medio del circulo del juego absurdo de cartas y licor de cacao, junto a Scorpius, se apoya en su hombro, y es extraño, por que el rubio es más pequeño que el moreno, pero él, Albus, parece contento y tranquilo ahí, medio doblado contra Scorpius.
-Yo no sé que gracia le ven al asunto de las pelirrojas. Yo pensé que tendrían pecas en... ya sabes- Albus está diciendo algo serio. El pobre quiere tocar un punto relevante. seguramente en su mente alcoholizada el asunto de las pelirrojas y las pecas corporales es un tema macanudo. Scorpius lo encuentra gracioso y le sonríe -Ya, no te rías te estoy contando, estaba con, con... Ella, la chica- se toma otro sorbo de licor de cacao, ni siquiera le corresponde pero se lo toma igual- y esto sabe tan dulce, las chicas son así de dulces.
-Sí, son dulces- concede Scorpius, que mucho licor de cacao no ha tomado, pero le da un sorbo profundo a su cerveza.
A su lado, James le sonríe cómplice -Manso como un cachorro- dice a viva voz. Albus no entiende y no parece interesado en entender. El juego a perdido el poco sentido que tenia, porque ahora, todos beben lo que quieren, cuando quieren y como quieren, las cartas están como mínimo en quinto plano.
Las risas suben de volumen y las conversaciones comienzan a ser absurdas y sin contexto, están todos borrachos en un aula del castillo silenciada desde dentro. Hugo duerme profundamente en una esquina y Lily se besa tiernamente con el alucinado de su nuevo novio. James ríe como el coyote que se cree que es, junto a Scorpius, que le sigue las bromas a medio camino. Rose y Albus comentan jugadas de quidditch y todo parece más o menos armonioso.
Scorpius se está riendo de alguna tontería del mayor de los Potter, cuando siente la respiración pesada de Albus en su oído.
-No te rías- susurra Albus, tan torpemente que le babea la oreja a Scorpius, quien siente un cosquilleo, pero no dice nada.
James se entretiene bebiendo, Scorpius se entretiene pensando en que quiere que Albus le hable de nuevo al odio, así que se carcajea forzado, borracho y mimado.
-No- vuelve a susurra Albus, con voz adormilada.
Scorpius se medio voltea, y lo ve medio dormido, con el cabello revuelto y esa camiseta que tiene muchos lavados. La noche está a punto de finalizar, lo sabe por qué todos están somnolientos, el mismo James está mirando al horizonte, con una sonrisa lobuna, bebiendo tranquilo.
Scorpius recuerda partes de la conversación que tuvo con James antes de llegaran todos.
-¿Te gusta?- le había preguntado James sonriendo, sabiendo que Scorpius ya estaba medio subido al bote de la borrachera.
-¿Quien?
-¿Quien va a ser, listillo?
-¿Albus?- Scorpius se lo piensa un segundo y responde sincero- Si, obvio, es mi cachorro.
James había estallado en carcajadas y sentenciado que estaba de acuerdo, Albus es un cachorro por donde se le mire.
Ahora que tiene a su cachorro medio dormido, apoyado encima de sí mismo, Scorpius se siente extraño, un poco menos borracho, menos adormilado, curioso y valiente.
-Albus- le susurra- ¿Qué te gusta más?- Albus no responde, se remueve en sueños y boquea, pero no se le entiende nada, Scorpius lo vuelve a intentar- ¿Qué te la chupen o chupar?
Albus sonríe en medio de sueños, se vuelve a remover y por fin abre los ojos. Borrachos, idos y adormilados.
-Lo que tú quieras, Scorpius- susurra, a medio camino de la oreja y los labios de Scorpius Malfoy, quien comienza a cuestionarse, hasta qué punto puede durar su deseo de ser consentido.
(Continuara)
