CAPITULO 1
Entre el deber ser y el querer ser.
El ser mujer en una sociedad conservadora de por sí ya es difícil. Más si se es una princesa… Y más si no se es el tipo de mujer que esperan quiera casarse y ser la sombra de un hombre.
Esto le pasaba a la hija del Rey Ox-Satán: Chi-Chi. La niña pensando que algún día tendría que llevar las responsabilidades de ser Reina, le preguntó a su padre:
Chi-Chi: ¿Cuándo sea grande voy a ser Reina como tú?
Ox-Satán: Hija mía, claro que serás Reina, pero no como yo, tú deberás de acompañar a tu esposo quien será el Rey. Tu deber será estar siempre a su lado y apoyarlo en las decisiones que tome para el bien de nuestro pueblo.
Chi-Chi: Pero Papá, ¿Porqué de debo de apoyarlo? ¿Qué yo no puedo hacerlo sola?
Ox-Satán: No hija, eso es deber único de los hombres. Tú debes de enfocarte en ser una buena esposa, deberás de aprender todo lo que eso conlleva, y cuando tengas tus hijos, debes de ser la mejor madre para ellos…
Su madre, quien sufría de una enfermedad que la tuvo la mayor parte del tiempo en cama, débil y sin poder hablar, murió cuando Chi-Chi acababa de cumplir quince años. Desde ese momento, la princesa se convirtió en el tesoro más preciado de su padre. Y así fue como comenzó su camino.
Sí por ella fuera, hubiera preferido preparase para ser LA REINA. Tener maestros particulares que le enseñaran todo lo que hasta ese momento era conocido, y tendría además un intenso entrenamiento en las Artes Marciales, porque en el caso de darse alguna guerra, ella tendría que dirigir a su ejército.
Pero nada de eso sucedió. Su padre le envió a una doncella con la encomienda de enseñarle todo lo necesario para ser una buena esposa y madre a la vez.
Chi-Chi se encontraba en su habitación tratando de consolarse por la reciente perdida de su madre. La luz del sol entraba por las grandes ventanas que iluminaban la elegante decoración estilo griega. De pronto, alguien llamó a la puerta, era una voz femenina, que con un tono tierno le pidió permiso para entrar. Chi-Chi no contestó, no deseaba ver a nadie.
Al no recibir respuesta, la mujer abrió un poco la puerta para observar sí se encontraba adentro. Asomó la cabeza… Chi-Chi la vio.
Mujer: ¿Puedo pasar?
Chi-Chi: ¿Te ha enviado mi padre?
Mujer: Sí, me ha pedido que sea tu doncella y que te enseñe algunas cosas…
Chi-Chi: …..
Mujer: Anda, déjame pasar, veo que estás muy triste y una niña tan linda como tú no puede pasar todo el tiempo de esa forma.
Chi-Chi: (Rodeando los ojos) Estaaaa bien, pasa.
La puerta se abrió. La mujer era de cabello rizado, largo hasta la cintura y de un hermoso color caramelo, sujetado por una cinta blanca, ataviada con un chitón aperlado que al ceñirse sobre su esbelta cintura destacaba sus esculturales caderas… Pero lo que más sorprendió a Chi-Chi fue su piel… Con el brillo del sol, se destacaba su hermoso color moreno con toques dorados… como suave terciopelo… Casi como su fuera una diosa griega, caminaba hasta la cama donde Chi-Chi estaba sentada, abrazando sus propias rodillas.
Casi la pudo ver en cámara lenta acercarse… Era la mujer más hermosa que había visto, y su corazón comenzó a latir tan fuerte, que por un momento pensó que ella lo escucharía también.
Se sentó en la cama y fue cuando Chi-Chi notó los hermosos ojos verde esmeralda que tenía… Su boca delgada y los labios de un tono rosado. Y el perfume que emanaba de su cuerpo era simplemente embriagador.
Mujer: Hola, me dice tu padre que tu nombre es Chi-Chi…
Chi-Chi: S-sí… ese es mi nombre…
Mujer: Yo me llamo Kumiko.
Chi-Chi: Oye… ¡Tienes unos ojos muy bonitos!
Kumiko: ¡Oh! ¿De verdad lo crees? Ja, ja, ja, ¡Muchas gracias!
Chi-Chi: ¡Sí, por supuesto! Yo nunca digo mentiras…
Kumiko: Bueno, pues como te comenté, tu padre me ha enviado para que te enseñe algunas cosas, así que primero que nada… dime Chi-Chi ¿Eres feliz con la vida que tienes?
Chi-Chi: ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que sí soy feliz?! Mi madre tiene tres meses de haber fallecido, pero por alguna razón no me siento triste, por el contrario, me siento… aliviada… ¡Y eso es terrible! ¡Soy una mala hija!
Kumiko: No Chi-Chi no digas eso… Tu padre me ha contado lo que sucedió con tu madre y puedo decirte que eso que sientes es porque no te gustaba verla sufrir de esa manera. Mis padres murieron cuando yo era muy pequeña, así que comprendo tus sentimientos, pero debes de ser fuerte, tu madre ya no volverá a sufrir. Seguramente ella está ahora en El Otro Mundo y no le gustaría verte triste… ¿Eh? ¿Qué dices? ¿Vamos afuera a dar un paseo?
Chi-Chi: (Sollozando) Está bien…
Así que Kumiko tomó la mano de Chi-Chi y salieron a los jardines del Reino de Ox-Satán. La gente que inmediatamente reconocía a la Princesa le daba muestras de alegría al ver que por fin se animaba a salir del castillo.
Chi-Chi: Oye Kumiko, ¿Cómo es que nunca te había visto?
Kumiko: Lo que pasa es que tengo apenas 15 días de haber llegado.
Chi-Chi: Pero, ¿Cómo es que mi padre te eligió para ser mi doncella?
Kumiko: Verás, yo vengo de un lugar muy lejano… He viajado mucho y al llegar a la aldea que está antes de la tuya me topé con un viejo amigo, tal vez tú lo conoces porque fue maestro de tu padre, lo llaman Kame-Senin.
Chi-Chi: ¡Ah, claro que lo conozco!
Kumiko: Bueno, pues cuando estaba con él, le comenté que estaba buscando un lugar para establecerme por un buen tiempo, tal vez de forma permanente y me comentó lo que acaba de suceder con ustedes, así que me llevó con tu padre y por recomendación de Kame-Senin es que estoy aquí.
Chi-Chi: Oh, ya entiendo… ¿Y qué se supone que me vas a enseñar Kumiko?
Kumiko: Tu padre quiere que aprendas todo lo necesario para ser una buena esposa, una buena madre y una compañera para el próximo Rey…
Chi-Chi la miro con desconfianza, pues se veía muy joven como para saber todas esas cosas.
Chi-Chi: ¿Cuántos años tienes?
Kumiko: Ja, ja, ja, Chi-Chi… ¡Tengo más de los que crees!
Chi-Chi: ¡¿Dime cuántos?!
Kumiko: Está bien, no te enfades… Tengo 35 años.
Chi-Chi: ¡¿De verdad?! ¡Yo creía que por mucho tendrías 20! ¿Y supongo que para saber todo eso debes de haber estado casada no? ¿Tienes hijos? ¿Cómo se llaman?...
Kumiko: Espera Chi-Chi, espera… Ni he estado casada ni he tenido hijos…
Chi-Chi: (Con algo de enfado) ¿Y entonces cómo se supone que me vas a enseñar algo que no sabes?
Kumiko: Bueno, es que no todo es como parece…
Al pasar de los días, Kumiko logró sacar a Chi-Chi de su depresión dándole los relatos de los viajes que había vivido. Chi-Chi quedaba asombrada de la vida de Kumiko y de las cosas que sabía, por ejemplo a sobrevivir en un bosque, en un desierto, las propiedades de las plantas, a leer el cielo por medio de las estrellas… Pero lo que más le sorprendió a Chi-Chi fue un día que salieron a recorrer el bosque fuera de los territorios del Reino de Ox-Satán.
Venían jugueteando por el camino. Chi-Chi perseguía a Kumiko tratando de quitarle una esfera que encontraron en un lago. Era una pieza muy bonita, de color naranja con dos estrellas… Kumiko entró a nadar al río sin ningún prejuicio, se había quitado el chitón y la ropa interior. Chi-Chi no quiso entrar en parte porque el agua estaba fría y además prefirió sentarse a ver a Kumiko nadar. Cuando se sumergía, podía ver sus nalgas redondas, firmes y bronceadas sobresalir del agua. Cuando nadaba de frente, sus hermosos pechos, duros y de pezones oscuros y erectos en conjunto con su vello púbico eran una hipnotizante sinfonía para Chi-Chi.
En una de las veces que Kumiko se sumergió al fondo, encontró la esfera entre la grieta de una rocas. Pensó que sería un bonito regalo para Chi-Chi, así que reuniendo su Ki en un golpe pequeño, logró sacarla de las rocas. Al demorarse en salir a la superficie, Chi-Chi comenzó a preocuparse, así que se acerco a la orilla del lago para buscarla cuando de un golpe, como sí se tratase de un cocodrilo, Kumiko emergió del agua ocasionando que Chi-Chi casi se desmayara del gran susto que se llevó.
Chi-Chi: ¡OYE KUMIKO QUÉ TE PASA!
Kumiko: Jajajaja Chi-Chi discúlpame no fue mi intención asustarte de esa manera ¡jajajajajaja!
Chi-Chi: ¡Pues deberás de hacer algo que valga la pena para que te perdone porque me has dado un susto de muerte!
Kumiko salió del agua, y antes de vestirse se acerco a Chi-Chi, le tomó la mano y colocó sobre ella la esfera.
Kumiko: Espero que con esto será suficiente…
Chi-Chi: ¿P-pero qué es esto Kumiko? ¿De dónde lo sacaste?
Kumiko: Es un tipo de esfera, estaba en el fondo del lago. Supongo que alguien lo debió de haber perdido, así que pensé que te gustaría…
Chi-Chi: Claro que se que es una esfera, lo que quiero decir es que me sorprende verla… hace tiempo mi papá tenía una entre sus tesoros, pero se la dio a unas personas… no recuerdo sí es la misma porque en total son siete, ¡pero me da mucho gusto que la hayas encontrado!
Kumiko miraba a Chi-Chi sonreír. Era como sí en un día de invierno, el tierno sol acariciara sus mejillas heladas.
Kumiko: Bueno, pues creo que es hora de irnos
Chi-Chi: Sí, ya es tarde y mi padre seguramente ya está preguntando dónde estamos.
Kumiko se apresuró a ataviarse nuevamente y al terminar, le arrebató la esfera a Chi-Chi de las manos. Kumiko comenzó a correr desafiando a Chi-Chi para que la alcanzara. Chi-Chi ante el reto, se propuso quitarle la esfera. Así se persiguieron, riendo, tropezando, cayéndose y levantándose varias veces… Hasta que Kumiko paró de pronto el jugueteo.
Kumiko: Chi-Chi espera…
Chi-Chi: ¿Qué pasa Kumiko?
De pronto, el semblante tierno y juvenil de la trigueña se volvió recio, con el ceño fruncido tomó a Chi-Chi de la mano derecha y la colocó detrás de ella poniendo su cuerpo en posición de combate.
Kumiko: ¡Pase lo que pase, no te muevas!
Chi-Chi: ¡¿Q-qué sucede?!
De pronto, de la nada una gran pedrada se dirigía hacia ellas… Pero Kumiko, al ser una guerrera entrenada pudo reaccionar a tiempo para sujetarla antes de que diera en su objetivo, su propia cabeza.
Dos tipos de gran tamaño saltaron inmediatamente frente a ellas con miradas lascivas y sonrisas depravadas… El primero se lanzó a intentar tomar a Kumiko del cabello, pero más rápido de lo que el tipo pudo suponer, Kumiko le había sujetado la muñeca con una llave, le quebró la mano y lo remató de un cabezazo en la cara rompiéndole el puente nasal. El otro tipo al percatarse de que no les sería fácil amagar a las mujeres, desenvainó de entre sus prendas una espada y se lanzó contra Kumiko, quién en apenas en un ejercicio de pre calentamiento, se agacho, y deslizando su pierna en conjunto con su cuerpo en 360 grados tumbó al tipo por el piso y le quitó la espada. Ya con uno de ellos revolcándose del dolor por un lado y con el otro tirado acechado en la yugular por la punta de su propia espada, Kumiko le dio al espadachín un golpe con la empuñadura para dejarlo inconsciente y al otro por lo mismo, le tocó una patada en la nuca que lo sacó del combate.
Kumiko volvió la vista hacia atrás, esperando ver a Chi-Chi sana y salva…
Kumiko: Chi-Chi, ¿Te encuentras bien?
Chi-Chi: (con cara de miedo y sorpresa al mismo tiempo) ¿Cómo hiciste eso?
Kumiko: ¡Eso no importa ahora, dime si te encuentras bien!… ¿Estás herida?
Chi-Chi: ¡¿NO, NO ESTOY HERIDA, PERO TU TIENES QUE DECIRME CÓMO HICISTE ESO?!
Kumiko: ¡Pues porque Kame Senin también fue mi maestro!
Chi-Chi rompió en llanto al sentir tantas emociones al mismo tiempo, miedo, angustia, ira… Así que Kumiko se acercó y le extendió los brazos para recogerla y estrujarla con cariño… Chi-Chi aceptó y Kumiko la rodeo quedando la adolescente reconfortada por la fuerte guerrera, quien le acariciaba el negro y suave cabello para tranquilizarla. Por último, Kumiko recogió la esfera que en la pelea salió volando y se la entregó nuevamente a Chi-Chi quien le devolvió una tierna sonrisa.
Habiendo pasado el amargo momento, ambas mujeres se dirigieron de vuelta al Reino de Ox-Satán lo más rápido que pudieron correr. Al llegar a las puertas del castillo, Chi-Chi se detuvo de golpe y jaló a Kumiko por el brazo.
Kumiko: ¿Eh, qué sucede?
Chi-Chi: Kumiko, prométeme una cosa… (El semblante de Chi-Chi era muy serio)
Kumiko: Pues eso depende de que me vayas a pedir…
Chi-Chi: No es nada que no puedas cumplir. Quiero que me enseñes a pelear como tú. Quiero ser fuerte como tú.
Kumiko: Pero, eso no es para lo que tu padre me trajo contigo, sí se entera de que te estoy enseñando a pelear me va a correr.
Chi-Chi: Él no tiene porqué saberlo, yo no se lo diré.
Kumiko: (Después de pensar un momento)… De acuerdo, pero te advierto que no es fácil… y que va a doler… mucho.
Chi-Chi: Lo comprendo y estoy dispuesta a hacerlo.
Así transcurrieron los días, los meses y tres años…
Chi-Chi ya estaba por cumplir los 18 años y se había convertido en toda una mujer de voluptuoso cuerpo debido a los entrenamientos que llevaba con Kumiko. Estos se efectuaban en los momentos en los que Ox-Satán se reunía con el consejo del pueblo, quienes le daban parte de los problemas y se buscaban las soluciones. En estos momentos, al Rey no le gustaba ser interrumpido y ya que estos se hacían diario por las tardes, las mujeres aprovechaban para sus actividades marciales.
Y cuando se encontraban a la vista del Rey, Kumiko procuraba instruir a Chi-Chi en los oficios habituales de las mujeres. Particularmente, el cocinar era algo que ambas disfrutaban además de pelear. Kumiko durante sus viajes, había aprendido un sinfín de recetas, algunas complicadas, otras muy sencillas y lo mejor es que se podían adecuar a los ingredientes que se tuvieran a la mano.
Ox-Satán se percataba de que Chi-Chi ya estaba acercándose a la edad matrimonial, así que un día, después de la reunión del Consejo del Pueblo, el Rey mandó llamar a ambas mujeres.
Ox-Satán: Hija mía… He enviado por ti porque tengo que recordarte algo muy importante.
Chi-Chi: Dime padre, ¿Qué es lo que ocurre? (pensando que tal vez se aproximaba una guerra y ella tendría que salir a defender el Reino junto con Kumiko)…
Ox-Satán: Hija, es momento de que mande a buscar a Goku. Te has convertido en una mujercita y debemos de comenzar a planear la boda.
En ese momento, Chi-Chi sintió que su padre le daba un golpe bajo en el vientre… y Kumiko solo hizo una respiración grande pero corta…
Chi-Chi: Go… Goku?
Flashback
"Cuando Chi-Chi tenía diez años, un incendio provocado por un fuego sagrado consumió parte del reino de Ox-Satán. Con la encomienda de cuidar los tesoros reales, Ox-Satán se quedó en una casa cerca del Reino y envió a su pueblo a refugiarse al norte. Se quedó únicamente con la pequeña Chi-Chi y su esposa, quien ya se encontraba enferma y necesitaba de cuidados especiales. El Rey envió a una diligencia a buscar a su maestro, el hombre más fuerte del mundo, Kame Senin, pero ya habían pasado muchos días y el fuego se propagaba rápidamente por las tierras… Así que con todo el dolor de su alma tuvo que enviar a su hija a buscar al Maestro Roshi. Chi-Chi atendió muy entusiasmada a su misión.
Justo cuando Chi-Chi tenía dos días de haber partido, una bella adolescente de cabello azul celeste, un cerdo con traje verde y un niño con cola se aparecieron buscando una esfera que el Rey tenía entre sus tesoros. Después de hablar con ellos, el pequeño con cola se identificó como Son Goku, nieto de Son Gohan, quien fue amigo de la infancia del Rey y le dijo que también conocía al Maestro Roshi. Ox-Satán, congratulado de las buenas noticas, le pidió que alcanzara a Chi-Chi y que la ayudara a llegar a Kame House, claro a cambio de la esfera.
Montado en su nube Kinton, Goku emprendió el viaje, y justo a la mitad encontró a la chiquilla. Juntos fueron a buscar a Kame Senin y llevándolo al Reino, después de un intercambio de favores por parte del cerdo Ullong transformado en la adolescente Bulma, Roshi logró apagar el fuego del castillo con su técnica especial llamada Kamehameha.
Cuando todo había terminado, a Ox-Satán le agradó tanto Goku, que le pidió que cuando fueran mayores, contrajera matrimonio con su hija Chi-Chi, pero lo que el Rey no sabía es que el pequeño al ser criado lejos de la civilización, no sabía lo que significaba la palabra matrimonio, pensando este que se refería a que iban a compartir un tipo de comida. Chi-Chi no dijo nada, pues su padre era quien tomaba las decisiones y ella no era capaz de cuestionarle en lo más mínimo.
Y de esta forma, Chi-Chi y Goku quedaron comprometidos en matrimonio… aunque nadie se molestó en sacar a Goku de su confusión."
Fin del Flashback
Ox-Satán: No quiero excusas hija mía, ya has tenido bastante tiempo para aprender, así que debes de comenzar con los preparativos mientras yo mando a buscar a Goku.
Chi-Chi al verse acorralada, no tuvo más remedio que asentir… Ambas mujeres salieron del salón sin dirigirse la mirada, caminaron hasta la habitación de la princesa y cerraron la puerta. Acto seguido, Chi-Chi rompió en llanto, acción que a Kumiko le desagradaba.
Kumiko: ¡Escúchame bien lo que te voy a decir Chi-Chi sí cada vez que pasa algo que no te gusta vas a tomar esa actitud de niña llorona, hazte de cuenta que los tres años que tenemos de estar juntas han valido para un carajo!
Chi-Chi: ¿Qué no lo entiendes? ¡Mi padre quiere que me case con un hombre!
Kumiko: Pues, ¿Así se supone que debe de ser no? (con una expresión de "no entiendo que quieres decir")
Chi-Chi: Kumiko, yo… yo no quiero estar con un hombre, yo quiero estar contigo.
Kumiko: (Con cara de "no me lo creo") P-pero Chi-Chi, no, eso no puede ser…
Chi-Chi: ¿Pero porqué? ¿Qué acaso no te gusto?
Kumiko: ¿Eh?, Sí… digo no… este… bueno sí, pero… pero… entiende que una relación entre nosotras es imposible. Para empezar, soy mucho mayor que tú, no tengo nada que ofrecerte, tú eres una princesa… Y tu padre me mataría.
Chi-Chi: Vaya, mira quién resultó ser la niña llorona…
Kumiko: Oye, esto no es una broma Chi-Chi. Te das cuenta de la magnitud del problema en que nos vamos a meter sí tu pa…
Kumiko no terminó su frase porque Chi-Chi se abalanzó sobre ella tomándola del cabello y robándole un beso… Quién pensaría que el primer beso que uno diera, lo tuviera que robar.
La trigueña se rindió ante el salvaje comportamiento de la princesa. Era algo que ella había deseado desde que entrenaban juntas y su cuerpo dejó de ser el de una adolescente. Kumiko abrió su boca para que en un acto reflejo, Chi-Chi hiciera lo mismo y los besos fueron tan profundos que casi perdieron el aliento.
Kumiko tomo a Chi-Chi por las nalgas y la cargó para llevarla hasta la cama… Ya ahí, comenzó a besar su cuello, su cara, su nariz… acariciaba sus brazos… Mientras Chi-Chi más ansiosa, comenzó a tocarle los pechos… Se los estrujaba con tal deseo que Kumiko no pudo contener un gemido de placer. Chi-Chi se incorporó para quitarse el vestido, el que siempre llevaba puesto de estilo Chino… Kumiko quien ya en varias ocasiones la había visto desnuda, conocía su cuerpo con la precisión de un mapa… Estando la princesa solo con las bragas puestas, Kumiko comenzó a besarle todo el cuerpo, lentamente le toco los pechos con la boca y succionó varias veces los pezones hasta que quedaron erectos. Mientras restregaba su vulva contra su pierna, con las manos buscó la entrepierna de Chi-Chi y comenzó a sobarle encima de las pantaletas… La princesa sentía que su vagina comenzaba a humedecerse… Kumiko le quitó por fin la última prenda y recostándola en la cama le abrió las piernas, dejándose sumir de cara en sus genitales… Con la habilidad de haber estado antes con muchas mujeres, rodeo con la lengua el clítoris de Chi-Chi mientras con un dedo le daba placer al introducirlo en su vagina. La princesa comenzó a sentir que algo caliente venía desde sus entrañas, las piernas le comenzaron a temblar y su espalda se arqueaba… Kumiko se dio cuenta y aceleró la entrada y salida de sus dedos, mientras que con la lengua seguía tocando el erecto Monte de Venus hasta que Chi-Chi sintió que no pudo contenerse más y soltó un suspiro largo… se estremeció… sintió como el placer bajaba desde la nuca hasta que salió por su vagina… Kumiko miraba con un gran deleite el orgasmo al que había llegado Chi-Chi.
Antes de que Chi-Chi pudiera saber que le estaba pasando, Kumiko se sacó el chitón y las bragas, se incorporó y le alzó una pierna… Estando ella arriba, se colocó de modo que ambos clítoris quedaran juntos y comenzó a mecerse… a veces lento y a veces rápido… sus genitales estaban completamente humectados y se restregaban entre sí como sí no hubiese un mañana. Kumiko explotó encima de Chi-Chi en un orgasmo tan húmedo y tan abundante que la cama quedó completamente mojada.
Los gritos de placer fueron escuchados por uno de los consejeros, quien se atrevió a asomarse para ver a las mujeres regodeando de placer una sobre la otra.
Esto no podía quedarse así, el Rey tenía que saberlo… y lo supo. Al día siguiente en la mañana, Ox-Satán mandó llamar a Kumiko.
Kumiko: Gran Rey, me ha mandado llamar, ¿En qué puedo servirle?
Ox-Satán: De ahora en adelante, en nada mujer.
Kumiko: ¿Cómo dice señor?
Ox-Satán: Lo que escuchaste, no quiero que vuelvas a estar cerca de mi hija, nunca más. Ya he dado las instrucciones para que saquen tus cosas de la habitación que tenías asignada. En estos momentos ya se encuentra todo en un carruaje y te llevaran a las orillas del reino, ahí te puedes quedar con la carroza y nunca… NUNCA vuelvas a pararte por aquí.
Kumiko: ¿Pero señor, porqué?
Ox-Satán: ¡ESCUCHAME BIEN MUJER!, por consideración al Maestro Roshi no te mando matar por lo que le hiciste ayer a mi hija, así que date por bien servida y lárgate de aquí… Ya me habían advertido de las mujeres de tu pueblo, pero confié en que serías respetuosa con mi pequeña… ¡FUERA Y NO VUELVAS!
Kumiko: (con la cabeza agachada) Como usted diga señor… pero eso no va a cambiar los sentimientos de Chi-Chi…
Ox-Satán: ¡CALLATE! Ella se va a casar y jamás volverá a saber de ti, ni de ninguna otra mujer de tu tipo.
Kumiko levantó la cabeza, miró fijamente al Rey con el ceño fruncido y los ojos llenos de rabia… Se dio la vuelta y salió del salón sin mirar atrás hasta llegar a su transporte, se subió y salió del Reino de Ox-Satán para nunca más volver.
Cuando Chi-Chi se levantó, fue inmediatamente a buscar a Kumiko a su habitación, pero la encontró vacía… No entendía y corrió por todas partes preguntando por ella… hasta que una de las cocineras le dijo que muy temprano se había marchado con todas sus cosas. La princesa regresó a su cuarto, con el corazón hecho pedazos. Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, pero recordó las palabras de su amada y las detuvo. Se paró firme, apretando sus puños a sus costados y juró que no volvería a enamorarse…
La esfera que encontraron en el río estaba encima del tocador, así que recordó las palabras de su padre y decidió que ella misma buscaría a Goku para que cumpliera su promesa.
