Hola :3

Bienvenidos a este, el más reciente reto que acepto: recuerden que los reto son propuestos en el foro ¡ siéntate! de Inuyasha, aquí en ff.

El reto: propuesto porFumiis Braginski.

Sesshomaru/Rin. AU. Temática de Halloween, en la que Rin sea una chica normal y Sessho algún ser sobrenatural estilo Vampiro o lo que más os parezca. Género: Sobrenatural, Romance (y cualquiera más que se desée: terror, misterio...). Largo a gusto del autor.


InuYash & cia. no me pertenecen, son de Rumiko Takasahashi y le idea original, como ya vieron, es de fumiis Braginski.


Era noche de Halloween, nada fuera de lo normal. Las casas estaban decoradas desde el jardín hasta las habitaciones, los niños se apresuraban a salir para pedir dulces, las madres daban incesantes recomendaciones; muchas que nunca eran acatadas, y las famosas casas del terror abrían sus puertas a los jóvenes que se divertían con el terror y la adrenalina corriendo por sus cuerpos. Allí, entre esa multitud de eventos y personas, caminaba Rin, sin preocupación alguna y solo teniendo como objetivo llegar a casa antes de que la avalancha de niños por las calles le impidiese volver a salir para visitar a su amiga Kagome.

Ese treinta y uno de octubre todo estaba tan normal como cada año y no se apreciaba ninguna alteración de orden público en algún lugar. El clima, algo agitado debido a las ráfagas de viento frío que desprevenidamente atacaba a la gente, no hacían más que equilibrar el insinuante calor que se conservaba del día. Al mirar hacia arriba se podían distinguir muchas estrellas, aunque no faltaban algunos nubarrones que ocultaban parte del cielo y se aglomeraban alrededor de la luna, dándole un aspecto tenebroso y algo maquiavélico al reflejar su luz y rodearla de un delgado arcoíris, producto de los engaños a los que era sujeto el ojo humano debido a esta luz tan baja. Y así, en medio de esta escena tan viva, iba caminando Rin, rumbo a su casa.

Volvía ella, como lo hacía desde hace poco más de un año, a su casa, después pasar la tarde entrenando en el equipo de natación local; andaba a paso ligero y firme, sin apresurarse, limitándose a observar las decoraciones y disfraces de Halloween. Sus pasos iban acompañados de un persistente pensamiento; en un tema que ya sondeaba su cabeza hace varios años: Era huérfana, no tenía ningún familiar vivo y careció de hogar casi hasta los once años; cuando una tarde, sin avisar, los oficiales del orfanato le avisaron que ya tenía familia —un hombre muy rico la había adoptado—, un sirviente apareció luego y la ayudo a hacer las maletas y partieron. Su nuevo hogar no podía ser mejor, una vieja mansión a las afueras de la ciudad, perfectamente amoblada y sin carecer de ningún servicio indispensable, pero quien debía ser su nuevo "padre" no estaba y no lo estaría jamás, pues al parecer evadía toda comunicación e interacción con los habitantes de la casa y toda clase de personas. De lo único que ella se enteraría era que él iba todas las noches hasta su cuarto para observarla, ella lo sabía y lo permitía, con la única ilusión de saber quién era, de que aun creyéndola dormida él le hablara, pero eso nunca sucedió.

Paro en seco al recordar que la única imagen que tenía del dueño de esa casa era una pintura que se hallaba colgada en una de las paredes del living, aunque no le decía mucho de él, pues la habían realizado durante su niñez. Era un albino de ojos ambarinos y mirada fría, siempre guardo una íntima esperanza de que esa mirada solo se tratase de un error del pintor.

Casi llegaba a casa. Un par de cuadras más, se anunciaría en el comunicador y las grandes rejas se abrirían para dejarla entrar a través del extenso sendero iluminado por faroles de papel y guardado por dos perros fu a cada lado de la puerta. Precisamente, ya se acercaba, cuando sintió unos acosadores pasos tras ella. Camino un poco más de prisa, apretó el paso con decisión y evito mirar hacia atrás, el caminante se acercaba más y más, ella sintió como sus músculos se tensaron, su corazón empezó a bombear sangre más de prisa y el sentimiento de estar acorralada se la vino encima de pronto. Ya sintiéndose sin salida se volteó con un solo movimiento, rápido y lánguido al mismo tiempo, intentando encarar a su perseguidor, pero no encontró nada, no había nadie tras ella, solo una gran calle vacía y semi iluminada por un par de farolas.


El sonido de la madera chocando retumbo en toda la estancia, el recostarse contra la puerta cerrada, estando tan agitada, era un alivio para ella. Después de aquel susto había corrido como si el mismísimo diablo la persiguiese.

La casa estaba aparentemente desierta, sin rastro alguno de los sirvientes o del amo, quien Rin, a pesar de vivir allí por seis años, aun no conocía. Camino con lentitud y sigilo por los pasillos y escaleras medianamente iluminados por candelabros, los cuales reflejaban la sombra de los objetos de forma espectral. Las paredes del segundo piso, al conservar el aspecto tradicional, se encontraba hechas de papel de celosía que permitía ver formas y figuras, en sombras, de los objetos en el interior. Gracias a esto pudo distinguir a un hombre en el estudio.

—Señor Jaken que… —Rin se detuvo en seguida al abrir la puerta, pues no era precisamente un anciano, como el que esperaba, más bien se trataba de un muchacho de no más de veinte años, con cabellera plateada y ojo dorados que sujetaba el cuerpo sin vida de un chico que se desangraba.

Rin parpadeo un par de veces, y cayo sentada al suelo, estupefacta ante lo que veía y sin poder creérselo del todo. ¿Era quien creía? ¿Que estaba sucediendo? Él se acercó, ofreciendo su mano para ayudarla a levantar, pero Rin se alteró al divisar esas largas y ensangrentadas garras que se apresuraban hacia ella. Presa del pánico grito, con horror y desesperación juntos. Se levantó como pudo, corrió la puerta de golpe y echo a correr con histeria. ¿Era un asesinato? ¿Era un accidente? ¿Se había fijado bien en la escena? Sí, lo había hecho con claridad.

Corrió por la casa sin rumbo y al mismo tiempo intentando hallar la cocina para poder defenderse, su respiración se agito y su pulso volvió a subir, mucho más que al sentirse perseguida en la calle.

— ¡Detente! —le ordeno de pronto una voz, profunda y claramente turbada, de un hombre que apareció de repente frente a ella.

La sorpresa la hizo caer de nuevo involuntariamente. En cuanto caía pudo recordar todas esas noches en las que se imaginó a su protector, tantas tonterías de niña en las que se había llegado a enamorar de un ser invisible y casi fantástico que a sus ojos era muy bueno, pero que ahora la atemorizaba tanto que las palabras solo el salían como gritos ahogados.

"¿Quién es él? ¿Qué quiere de mí?" se preguntó, en el breve segundo en el que, en lugar de caer, fue atrapada en los fuertes brazos de aquel extraño ser que la perseguía.

—Soy Sesshōmaru —Contesto, asombrando a Rin por haberle leído los pensamientos—, un vampiro.

Una lluvia de pensamientos se aglomeró en la cabeza de Rin. Empezando por el hecho de que él era un vampiro, eso era imposible, eran cuentos fantásticos para niños, ella lo sabía bien, en el orfanato siempre les contaban esa clase de historias antes de enviarlos a dormir.

Con un rápido movimiento se zafó de su mano y cayó al piso. Un extraño sentimiento le oprimía el pecho; mezcla de terror y curiosidad tangibles ¿Quién era en realidad el personaje frente a ella? ¿Se trataba en verdad de lo que él decía, aunque pareciese imposible; o se trataba simplemente de un desquiciado asesino? Ya le dolía la cabeza, con una fuerza descomunal.

— ¿Esto es un juego? ¿Verdad? —pregunto asustada. Deseando, desde lo más recóndito de su mente, que se tratase de una muy macabra broma de Halloween.Que en algún momento se despertase o algo así, pero irrefutablemente no quería que fuera real, era demasiado loco.

Volvió a recordar a la pobre victima que estaba tirada en el suelo, unas habitaciones atrás. Un muchacho joven, de cabellera negra, con una profunda herida alrededor de su cuello y lo que parecían heridas de garras en su estómago, tuvo ganas de vomitar. El olor a sangre ya empezaba a invadir el ambiente, era verdaderamente repugnante y nada halagador, se tapó la nariz con la manga de su abrigo café. Miro detenidamente a la masculina figura frente a ella, que se apresuró a responder su pregunta:

—No —contesto con desdén, tomándola por los hombros y levantándola— ¿Qué haces tan temprano en casa?

—Eh… yo… — ¿Qué decir? ¿Qué hacer? Él se comportaba como si nada sucediese y con una naturalidad envidiable—. Iba de vuelta a casa de Kagome, pero… ¿Quién es él? —señalando al estudio.

—El tipo que te perseguía —dijo Sesshōmaru con simpleza, replegando sus garras, acercándose al estudio y sacando el cuerpo al corredor.

La humana permanecía estática, casi petrificada, admirando la escena y luchando por no devolver todo su contenido estomacal. La sangre hervía a tal presión que la cabeza seguía doliéndole, y la presión seguía aumentando considerablemente, tenía que salir de allí, pero no era capaz. La visión de ese cuerpo desgarrado y cubierto en sangre era tan grotesca que, al tiempo que arruinaba su estómago, le hacía imaginar tremendas escenas de terror.

—Quita es cara —escucho que le ordenaba Sesshōmaru.

—No puedo —susurro atemorizada, el corazón le golpeaba con fuerza en el pecho— usted me da miedo.

El vampiro hizo una mueca y levanto el cuerpo sobre su espalda, para luego arrojarlo por la ventana.

Rin debía admitir que a pesar de todo ese terror, que corría sin cesar por todo su cuerpo, le tenía el bastante respeto y admiración como para no volver a huir como desquiciada corriendo por los pasillos sin rumbo alguno.

— ¿Por qué lo arrojo allí? —pregunto, intentando no tartamudear.

—Mañana podremos decir que en esta casa no había nadie y que entro a robar, así que los perros lo atacaron —contesto con seriedad, una aparente costumbre en él—. Vámonos.

Rin estuvo tentada a preguntar "¿Hacia dónde?",pero presa de un terror como aquel solo logro moverse y seguirlo. Trato de relajarse mientras el silencio lo invadía todo, pensó en la posibilidad de morir en sus manos, entonces dio con el hecho de que antes tuvo oportunidad de hacerlo, pero no se atrevió. Suspiro con resignación, logrando tranquilizarse un poco y detenerse a observar las cosas más seriedad. Pensar con cabeza fría. Se sintió realmente importante al darse cuenta de aquello y pudo confiar en que nada malo sucedería, arrojándose sin pensar a una verdad que le costaría algo más que la vida, el corazón.

Salieron de la casa en el mismo silencio sepulcral con el que habían caminado por sus pasillos, parecía que no era un hombre de muchas palabras.

«Uy sí, un hombre. Idiota, él es un vampiro ¿no lo recuerdas? Te lo dijo él mismo.» pensó Rin, siguiéndolo de cerca « ¿Qué me hará?... Pero qué tonterías pienso, hasta hace poco lo idolatraba como nunca y ahora, solo de repente, le temo. ¿Cómo no temerle si asesino a alguien y luego lo arrojo por la ventana?»

— ¿te preocupa algo? —pregunto de repente, sorprendiéndola en mitad de su discusión consigo misma.

Rin se limitó a sonreír y a seguirlo. El viento seguía soplando con algo de fuerza y la luna había despejado los nubarrones, desapareciendo por completo el poco calor que se guardaba del día. Sesshōmaru de vez en cuando miraba de reojo hacía atrás, analizando a la niñita que una vez había encontrado perdida en medio de una tormenta y por quien ahora era un insípido y loco vampiro.

Era una noche lluviosa de enero. Él caminaba con poca dificultad por una venida desierta a la madrugada, pensaba en cosas fuera de asunto, se limitaba a divaga acerca de trivialidades. Un chapoteo brusco y un gritito le hicieron voltear la cabeza, una pobre niñita corría apresurada de un par de hombres vestidos de negro.

En primera instancia no se iba a mover, nada de eso le incumbía en lo más mínimo, peor el fugaz enfoque de los vivaces ojo marrones de la niña fueron suficientes para hacerlo cambiar de opinión. Movido por un impulso absurdo se puso entre ella y los perseguidores, los cuales mostraron, a través de socarronas sonrisas, unos largos colmillos, asombrándolo. Moviendo discretamente su mano, lanzo un puño y ataco al par de lo que intuyo se trataba de un par de ladrones intentando asustarlos, pero ambos desaparecieron mucho antes de que su mano los alcanzara. Se regañó mentalmente al haber fallado y busco con la mirada, no parecían estar al alcance, al dar media vuelta en dirección a la pequeña, uno salto a su cuello y lo mordió, aunque el agarre no duro mucho, pues Sesshōmaru le tomo de la cabeza y le dio la vuelta, haciendo estallar su cabeza contra el pavimento.

Rin lo miro preocupada y luego, a pesar del miedo que le propiciaba la fría mirada frente a ella, y al borde del resfriado, gracias a la lluvia, solo atinó a decir: "glacias" en un gutural lenguaje infantil, corriendo en dirección al lugar que consideraba hasta ese entonces su hogar.

Sesshōmaru la miro escurrirse entre la lluvia y desaparecer unas cuadras más abajo. Luego empezó a dolerle el cuello.

Y así fue como paso por la triste experiencia de convertirse en un ser que se alimentaba de sangre, descubriendo luego que Rin iba a ser su víctima y él, interponiéndose en su camino, había pasado a ser parte de una extraño grupo de individuos.

— ¿A dónde vamos?

—A dar una vueltecita, ¿te molesta? —Un extraño brillo cruzo por los ojos de Sesshōmaru al mirar de reojo a Rin para dirigirle la palabra, casi como si fuese una broma.

Ella suspiro asustada, nada podía ponerse más extraño en ese momento. Pudo darse cuenta que iban en dirección a ningún lugar, hacia allí se dirigían, a ningún lugar en especial, solo caminaban, uno al lado del otro, sin mediar palabra siquiera.

— ¿en dónde estamos? —volvió a hablar Rin, cuando después de mucho caminar se habían apartado lo suficiente de la cuidad como para divisarla a lo lejos.

— ¿siempre hablas con preguntas? —contesto Sesshōmaru, recorriendo la rutina que ya llevaba cierto rato de pregunta va, pregunta viene.

—No, es solo que usted me genera demasiadas preguntas. Imagínese usted que, de un día para otro, el que considera su protector y la personar más maravillosa del mundo al haberla sacado de un sucio orfanato, sea, confesado por su propia boca, un sanguinario vampiro que arrojo un cuerpo sangrante, delante de sus narices, por la ventana. —Rin hablaba rápidamente, casi que truncando las palabras entre sí, pero llena de una emoción palpable, por primera vez le dirigía la palabra tan abiertamente. Sesshōmaru por su parte se sentía herido, había hecho todo lo que estuvo en sus manos para que tuviese una buena vida, no debería quejarse por algo tan insignificante— Además se trata de un ser totalmente frío.

El vampiro giro de repente y la encaró, ese último comentario no le había gustado ni poquito, aunque debía admitir que era verdad, pero ella no era quien para juzgar.

— ¿Te parezco frío? —pregunto con arrogancia.

—bueno… no es que me desagrade —comento Rin, agachando la cabeza al darse cuenta que se sonrojaba al mirarlo a los ojos.

Lo que pareció un bufido dio fin a la conversación, y él retomo el camino.

Poco a poco y sin quererlo la charla retomo, solo con preguntas que iban y respuestas que regresaban, una connotación demasiado frívola para ser mencionada en su totalidad, pero es de exaltar que ella logro desentrañar, en menos de media hora, el raro y esquivo temperamento que Sesshōmaru trabajaba. Obteniendo, como premio extra, una delgada referencia la vida pasada de su amo, de la cual muy pocos podían darse el lujo de conocer. Y fue justo ahí, mientras hablaban, que Rin pudo descubrir de nuevo ese sentimiento de amor platónico por encima del miedo que le provocaba, al saber que en realidad se trataba de un vampiro que podía matarla con solo desearlo. Por muy insólito que la situación pareciese, se estaba llevando a cabo y cuando llegaron al destino planeado por Sesshōmaru era mucho lo que podía opinar Rin de él, además de que era frío y sanguinario.

Se hallaban ahora frente a una colina solitaria y bastante bonita, lo único en la cima era un par de robles y una banca mirando hacía la ciudad, que seguía allí abajo, moviéndose, desenfrenadamente, sin percatarse de la clase de personas —o criaturas— que habitaban allí.

La peli negra corrió a sentarse apurada, ya le dolían las piernas.

—Es un lindo lugar —comento Rin, cuando el silencio ya se hacía tedioso.

Suspiro y se recostó en la banca, golpeándose mentalmente por ser tan ingenua ¿Dónde estaba y que estaba haciendo? Todo parecía haber sido sacado de un libro de terror o uno de Edgar Allan Poe. Todo era tan siniestramente posible que el realismo mágico se unía a la realidad de una forma impensable.

—Soy una tonta —susurro, volviéndose rápidamente hacía Sesshōmaru, quien descansaba recostado contra un árbol.

— ¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunto con disgusto.

Con un poco de miedo se sentó junto a él. Esperando un respuesta que quizás duraría. Su corazón latió con fuerza en cuanto estuvo a su lado. Su pulso acelero dos vece más rápido que en casa, incluso su respiración se afectó al sentir el suave olor a lavanda que desprendía de él. Seguía sin responder, pero eso ya no le importaba. Ese silencio profundo ya no le estorbaba, le gustaba tanto porque ahora sentía que no interrumpía en su meditación sino que hacía parte de ella. Con solo mirarlo ya se sonrojaba, ahí seguía, imperturbable y mirando fijamente a la nada. Recostó suavemente su cabeza en el hombro de Sesshōmaru y tarareo la letra de una vieja canción. Su voz, suave y afinada, irrumpió en los pensamientos del vampiro como lo hace los pajarillos a la hora del té por la ventana, con calidez y alegrando el ambiente, hizo en él el efecto de recordar los pequeños momento de su vida en los que fue realmente feliz. Y así, en esa frágil unión permanecieron quietos hasta que el amanecer se acercaba, ya despuntando el alba en la cima de unas montañas lejanas.

—Debes volver ¿no es así? —pregunto temblorosa Rin, pensando en que ya no lo vería sino hasta la noche. Él asintió clavando sus dorados orbes en ella, como si tuviese una pregunta que hacer— ¿sucede algo?

—Ya no te veré sino hasta la noche —contesto, agregando luego de una pausa—, pero puedes elegir; te quedas esperando todas las noches o me acompañas para siempre.

— ¿eh? —exclamo confundida, y sintiendo un temor controlado revivir al ver los largos colmillos de Sesshōmaru extenderse —. Quieres decir… que me morderás.

—Te dije que tenías opción —concluyo él, levantándose de pronto—. Otro día quizá.

De pronto despareció, como si se hubiese convertido en polvo de la nada. Dejando tras de sí a una Rin confundida y esperanzada.

—Bueno, solo esperare un día más.


Y bien ¿les gusto? espero que sí, y que Fumiis crea que cumplí su reto a cabalidad, pues me queme el cerebro escribiéndolo xD. De verdad, a parte de no tener nada que hacer tampoco me llegan muy buenas ideas y eso me trauma -_-U

Pido disculpas en caso de que Sessh me haya quedado Occ y que porfa me lo avisen, trate de hacer la historia lo más fidedigna posible a este personaje.

Espero nos veamos de nuevo en algún fic, besos, los quiero.

Sayonara.

P.D: no olviden dejar un review si les gusto :3