Título: Un Potter saca a otro Potter.
Resumen: Después de una relación de aproximadamente un año. Scorpius y su hermano mayor decidieron, por la paz, dar por terminada la relación. Y al darse cuenta que hay gente detrás de él, decide aplicar ese famoso dicho muggle: Un clavo saca a otro clavo, o en este caso a un Potter. Y él quiere ser el Potter de elección.
Advertencias: Que lo haya escrito yo es suficiente. ¡Va sin beta! –En serio, necesito una orz.
Disclaimer: Definitivamente no soy JK.
Notas iniciales: Una idea que estaba rondando la mente de una amiga mía y la mía por un buen tiempo. Ravenclaw!Scorpiuss, Slytherin!Albus, Gryffindor!James.
Capítulo 1: Cuando el río suena, es porque piedras trae
Había un dicho muggle que rezaba: Cuando el río suena, es porque piedras trae. Y no es que Albus fuera muy afín a dicha cultura, pero tía Hermione a veces usaba frases así. De cualquier manera, a veces habían cosas muy ciertas que los muggle decían.
Albus sabía que debió ver las señales, pero en aquél momento no parecían ser realmente nada alarmante. Aunque recordaba claramente que durante los últimos meses de su tercer año los rumores sobre su hermano James comenzaron a bullir con mucha más fuerza que antes, no pensó que fuera algo de lo que debiera preocuparse.
Después de todo, su hermano por muy Griffindor que fuera, era bastante cobarde al momento de pedir ayuda. Así que no era extraño pensar, que con los TIMOS de James a la vuelta de la esquina, y siendo su hermano mayor tan reticente a pedirle ayuda a él o a Rose, tendría que recurrir al mejor amigo de Albus: Scorpius.
Y Albus sabía que ese razonamiento no era muy lógico que se diga, pero bueno, James nunca había sido conocido por ser exactamente brillante. O al menos eso pensaba Al.
Scorpius por otro lado, aunque tuviera mucho de la presencia y garbo que cualquier Malfoy que se precie debía tener, resaltaba particularmente por su inteligencia y versatilidad al enfrentar situaciones. No por nada era un Ravenclaw.
Albus, para sorpresa de muchos, había terminado en Slytherin. Él sabía que su corazonada en ese primer año había sido por algo y no había estado equivocado. Su amistad con Scorpius había empezado de una manera poco común, como casi todas las cosas en su vida, ambos se habían encontrado en el expreso de Hogwarts, y Albus había pensado que a pesar del apellido, Scorpius no parecía ser mal sujeto.
Durante la espera para el sorteo de casas habían intercambiado un par de palabras y bromas infantiles, Albus no podía tener conversaciones así de fluidas con personas que no fueran sus primos o su hermano, así que se sintió agradablemente sorprendido cuando la primera persona que conoció en Hogwarts resultó ser alguien así de agradable, pero para su mala suerte no habían terminado sorteados en la misma casa.
Sin embargo, eso no impidió que él y Albus hicieran buenas migas. Incluso se habían visitado en el verano y pasado semanas enteras en la casa del otro.
Scorpius había aprendido a apreciar a los hermanos de Albus y a toda su extensa familia, mientras que Albus aprendió a disfrutar de lo calmado de la vida en Malfoy Manor, incluso de las conversaciones en la cena que mantenía con el padre de Scorpius. Con el paso del tiempo, ambos se volvieron mejores amigos, para el desagrado de muchas personas.
Por eso, cuando más rumores comenzaron a circular semanas antes de empezar los exámenes finales de tercer curso, Albus decidió que lo más sano era preguntar.
Y así lo hizo, estaban en la biblioteca, en un lugar algo alejado. La luz de las antorchas era lo único que alumbraba los gruesos volúmenes que tenían frente a ellos. Albus quería que aquello sonara como una pregunta casual.
— ¿Es verdad que eres el novio de mi hermano?
Bueno, quizá no lo había logrado.
Scorpius detuvo el movimiento perpetuo que hacía su pluma entre sus dedos. Rayos, pensó Albus. No es que Albus pensara que el hecho de gustar de chicos estuviera mal, aunque apenas tuvieran trece años Scorpius parecía haber decidido cuales eran sus prederencias.
Pero es que… ¡Era su hermano! El jugador musculoso y sin cerebro de James, simplemente todos esos rumores lo enfurecían. Scorpius, de seguro tenía mejor gusto.
— ¿Qué cosa?
El tono que el heredero Malfoy le dedicó en ese momento aún resonaba en la mente de Al, aún después de tantos años, y su expresión de franco asombro casi le arranca una risa.
—Todo el mundo lo dice…
Scorpius había cerrado su libro y cruzado de brazos, frunciendo el ceño de manera tan elegante como el mismo Draco, para luego decir en tono firme.
— ¡Claro que no!—le siguió un resoplido—Suficiente tengo con tener que ayudarlo y aguantar la habladuría de la gente, como para que tú también creas esas barbaridades.
Albus recuerda haber ahogado un suspiro de alivio, para luego volver a su libro y continuar estudiando.
El año terminó y los rumores extraños continuaron, las vacaciones de ese año fueron igual de agradables que los anteriores.
Scorpius pasó unas largas semanas en la casa de Al, aunque la cercanía del rubio y su hermano mayor hacía que Al frunciera el ceño.
Esa temporada Scorpius parecía más interesado que nunca en los esporádicos juegos de Quidditch que los de su familia mantenían en su patio trasero, cosa rara, pues nunca le había gustado ese deporte.
—A que se ven curiosos juntos—A todas las señales sólo se le sumó esa clase de declaraciones de miembros de su familia.
Era tiempo de descanso y Rose hablaba felizmente con Albus, metros más allá James parecía sacar de sus casillas a Scorpius mientras este tan solo le dedicaba una mirada cansada.
—James es una molestia—respondió sin más, tratando de apartar el cabello oscuro que le caía por sobre la frente.
Antes de que el siguiente partido iniciara, buscó la mirada plateada de Scorpius, quien sólo hizo un movimiento con la cabeza como quien le resta importancia a algo.
Albus pensó que todo estaba bien.
Cuando el cuarto curso empezó para ellos, Albus dejó de lado sus preocupaciones. Además, no es que tuviera mucho tiempo para pensar en el insufrible de James, especialmente no cuando comenzó a salir con Angeliqué McMillan, una Slytherin de su curso.
—No me agrada—le dijo Scorpius una vez, mientras caminaban juntos a la clase de herbología que compartían. Metros más allá Angeliqué caminaba con su grupo de amigas, riendo de manera aguda.
Albus recuerda haber fruncido el ceño.
—Es buena chica.
Y además lucía muy bien, pero por algún motivo Albus no podía terminar de sentir algo más profundo por ella.
El siguiente chasco de Albus vino unas semanas después de iniciar ese curso, Angeliqué acaparaba mucho de su tiempo y por esos malos pasos del destino, Scorpius parecía pasar más tiempo con su hermano mayor.
Incluso una vez lo sorprendió yendo a ver a James a una de sus prácticas de quidditch.
Por amor a Merlín.
Así que la pregunta volvió a surgir entre ambos.
— ¿Seguro que nada ocurre entre James y tú?
Albus sintió un vacío en el estómago, cuando esta vez Scorpius tardó un poco más en contestar con una negativa.
—Debes dejar de molestarlo—Rose le había dicho, emboscándolo en la puerta del gran comedor—Y dejar de creer en lo que la gente dice.
Bueno, Albus pensó que si alguien como Rose lo decía, tenía que estar en lo cierto.
Y trató de no pensar en cosas así durante las vacaciones de navidad en casa, el gran tumulto que era su familia ayudó a que su mente estuviera entretenida, a pesar de que James estuvo extrañamente taciturno.
Pero cualquier atisbo de posible tranquilidad que pudo haber sentido, desapareció cuando, después de regresar a Hogwarts. Scorpius le pidió hablar una tarde, cerca de la torre de Rawenclaw.
—Estamos saliendo.
Fue todo lo que dijo, un casi imperceptible sonrojo decorando sus por demás pálidas mejillas.
Albus sintió palidecer, y el tan común agujero de su estómago se volvió a formar.
Lo que quedó de ese año era algo que Albus sin lugar a duda no quería recordar, ver a su hermano y a Scorpius compartir pequeños roces en el gran comedor era por demás extraño.
James, sin importar la mirada irritada de algunas personas, no reparaba en meterse a la mesa de las águilas para comer junto a su…novio. Agh, Albus sentía el estómago revolverse tan sólo recordar que ellos salían.
Él, lo miraba desde Slytherin con el ceño fruncido, ignorando la charla incesante de su novia.
Qué descaro el de James, es lo que siempre pensaba.
Incluso las vacaciones fueron extrañas. Albus pasó una semana en casa de su novia, pues había prometido visitarla y que juntos terminarían los deberes que les habían dejado.
Cuando regresó a casa definitivamente no esperaba ver a su hermano enroscado como la serpiente que no era sobre Scorpius. Fue la primera vez en su vida que quiso golpear a su hermano.
Recordaba que la cena de esa noche fue por demás incómoda, su madre no estaba en casa, pues tenía que cubrir un reportaje en Nueva Escocia.
—Quizá debería irme—Scorpius se había disculpado justo después de terminar la cena. Su padre le dedicó una mirada interrogante.
— ¿Hay algún problema, Scorpius?
—Claro que no, señor Potter—se apresuró a negar su mejor amigo—Pero papá regresará de un viaje de negocios y mi abuela fue a quedarse con tía abuela Andrómeda, no me gustaría que pasara la noche solo en la mansión.
Cierto, recordó Albus. Desde que había conocido a Scorpius sus padres estaban divorciados, y aunque la ausencia de su madre en su vida no parecía ser algo realmente que molestara al heredero Malfoy, sí debía mencionar que la relación que mantenía con su padre era bastante cercana.
Harry había hecho una mueca de comprensión.
—En ese caso, te llevaré hasta las puertas de tu hogar, no creo que las protecciones nos permitan aparecernos.
—Podemos usar la floo—sugirió entonces James, oh, oh eso sonaba a multitud, pensó Albus—La chimenea siempre está abierta si te transportas con algún Malfoy.
Que James supiera eso molestó a Albus más de lo que debió.
— ¿Podemos?—Preguntó su padre, con ese mismo tono inquisitorio que Albus sospechaba usaba durante los interrogatorios de algún criminal.
—Oh papá—James hizo esa mueca que solía comprar a su madre, pues le recordaba cuando su primogénito aún era un niño pequeño—No podría dejar a Scorp sólo en esa gigantesca mansión, esperando por su padre.
Harry lanzó un suspiro, claramente reticente. Pero James había heredado la terquedad de Harry y Ginny sumada, de alguna manera terminó aceptando que James se quedara con Scorpius.
—Malfoy me cruciará cuando vuelva— Le escuchó murmurar a su padre, antes de que desaparecieran en un remolino de fuego verde.
Albus sintió una punzada nada agradable en medio de la frente.
—No deberías poner esa cara—Lily, quien seguía sentada en una de las sillas del comedor, mientras jugueteaba con una de las nuevas bromas que sus tíos habían creado le dijo con tono despreocupado, su cabello rojo corto bordeaba su fino rostro de manera delicada.
— ¿Uhm?
Ella negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa.
— ¿Y cómo está Angeliqué?
Albus lo sopesó unos segundos.
— ¿Acaso importa?
Aunque la pregunta quizá era más para sí mismo, y que la respuesta fuera negativa no hizo más que sólo enfadarlo.
Esa noche se fue a dormir más temprano que de costumbre y al día siguiente no quería dirigirle la palabra a nadie, pero su estómago dolía y tenía que comer algo.
Su padre le dedicó una mirada contrariada cuando lo encontró buscando algo en la cocina.
— ¿Cómo está el señor Malfoy?
Se apresuró a soltar, antes de que su padre le dijera algo.
—Buenos días para ti también, Al—sintió sus mejillas enrojecer, era la manera de su padre de reclamarle por su falta de modales—Malfoy está bien—continuó—aunque no se veía muy feliz de que James se quedara, al final accedió.
Albus emitió un resoplido.
—No es de sorprender, James es un idiota.
Harry le dedicó una mirada sorprendida.
—No debes hablar de esa manera de tu hermano, Albus.
Y el brillo acusador y algo decepcionado de los ojos verdes de su padre sólo logro que el apetito se fuera, y un sentimiento de culpa se cerniera sobre sus hombros.
¿Qué, en nombre de Morgana, le estaba ocurriendo?
El inicio del quinto curso no trajo ninguna mejora.
Setiembre paso de manera tortuosamente lenta, casi no veía a Scorpius pues Angeliqué acaparaba todo el tiempo libre que le quedaba –que no era mucho, después de todo ya estaba en quinto año.
Aunque, no por eso podía ignorar que con el paso de las semanas, el semblante de Scorpius parecía más y más decaído. Al tiempo que el mismo James, parecía estar molesto sin razón aparente.
—Algo le pasa—Le susurró Rose una noche, mientras estudiaban para la clase de pociones que compartirían al día siguiente. Junto a ella, Hugo les dedicó una mirada mordaz por haber distraído su atención de un grueso libro sobre defensa contra las artes oscuras—James parece enfadado, el otro día golpeó a uno de sus compañeros de equipo, lo suspendieron por lo que queda de año—negó con la cabeza—y la temporada ni ha empezado.
Rose parecía más preocupada por perder al mejor buscador que el equipo tenía, ella también jugaba, como golpeadora en el equipo de quidditch.
Albus bajó el libro que fingía leer.
—Oye, Hugo—su murmullo se ganó una amonestación de la bibliotecaria, espero unos segundos y continuó hablando—Tú compartes casa con Scorpius, ¿a él no lo has visto decaído también?
Hugo rodó los ojos, antes de lanzar un suspiro y cerrar su propio libro con pesar.
—Lo veo en la sala común, pero no suelo hablar con él.
Albus frunció el ceño.
—Esto es serio, Hugo.
Una nueva acusación se dejó escuchar.
— ¡Silencio!
Albus se vio envidiando la capacidad de Hugo de hablar en tonos menores que los de cualquier ser humano, ¿cómo a él no lo escuchaban?
—Y yo no soy un acosador, Albus—frunció sus cejas pelirrojas, su nariz pecosa arrugada en un mohín de molestia—Es tu amigo, deberías preguntarle tú… o a James, que es su novio.
Albus arrugó los labios.
—Pues ambos parecen estar mal—Rose llevó uno de sus rizos pelirrojos atrás de su oído y jugó con la pluma entre sus dedos.
—Quizá sólo tuvieron una pelea—Bufó Hugo restándole importancia.
Cuando septiembre finalizó, parecía que las cosas entre James y Scorpius se habían arreglado. Aunque entre él y Angeliqué ciertamente iban en declive, no lo tomaran a mal, nunca peleaban.
Y ese era el problema, nunca lo hacían pues ya ni siquiera hablaban.
…Y Albus no se sentía ni un poco culpable.
Sin embargo, cuando diciembre inició, la situación entre Scorpius y James volvió a ser la misma.
Albus interceptó a Scorpius un día, junto al lago.
—No es como si estuviéramos peleados…—le dijo, Albus arregló su bufanda plateada y verde mientras sus ojos viajaban vagamente por sobre el lago congelado—Es solo…
Albus miró de refilón, a quien había sido su mejor amigo todos esos años, y con quien sin saber exactamente como había comenzado a distanciarse.
—Sólo…—Alentó Albus, pensando que la piel de Scorpius, ligeramente coloreada por el frío invernal de Hogwarts y cubierta por ese gorro y bufandas azules, se veía muy apetecible al tacto.
Scorpius ahogó un suspiro.
—Nada…—y le dedicó una sonrisa cansada—Extrañaba hablar así contigo, Albus.
Y Al no pudo estar más de acuerdo.
Una semana antes de que las vacaciones de invierno empezaran, Albus cenaba con la cabeza de Angeliqué apoyada sobre su hombro, el perfume demasiado dulzón de la chica lo molestaba, pero ahora que estaban en buenos términos, no quería ganarse más problemas.
Cuando sus ojos se posaron en la mesa de Ravenclaw sintió un pinchazo de dolor en la cabeza, frente a Scorpius, James lo miraba sin decir palabra alguna.
Pero sin lugar a duda, sintió que devolvería su cena, cuando delante de todos y sin mediar cosa alguna, James besó a Scorpius.
Él no había visto jamás una muestra de cariño entre esos dos más allá de los abrazos tan poco ortodoxos en los que su hermano envolvía a Scorpius, su pulso se aceleró y por algún motivo quiso levantarse, pero el brazo de su novia no dejó que se moviera.
Cuando luego de unos minutos Scorpius y James abandonaron el gran comedor, la voz de Rose quien había caminado en algún momento hasta estar detrás de él llamó su atención.
—Parece que pelearon. Otra vez.
Escuchó a Ageliqué resoplar y lanzar una maldición en voz baja, pero no le importó. Lo único que podía pensar era que, lo que más deseaba, es que esos dos terminaran con esa tan extraña relación.
Pero cuando la mañana siguiente, antes de entrar a desayunar, Scorpius lo llevó a un salón sin usar y lo miró profundamente, con sus ojos plateados cansados y con una expresión de derrota en el rostro, para luego soltar.
—James y yo terminamos.
Con el dolor reflejado en sus facciones, Albus se arrepintió de haber deseado aquello la otra noche.
Y esa fue la segunda vez que quiso golpear a James.
Notas finales: Bien, era una idea que daba vueltas por mi cabeza desde hace tiempo, incluso la dejé como reto en algún foro lol pero al final la terminé haciendo yo.
Es raro, bien raro. De cualquier manera, ¡Gracias por leer!
Siguiente capítulo: Cada oveja con su pareja.
