-Ne Kurama, que tenemos que hacer hoy? -un rubio paseaba por el bosque teniendo a su lado a un pequeño zorro de 9 colas, de color naranja opaco, casi tirando a marrón, los cabellos de este rubio llegaban fácilmente a la barbilla de este, era claramente una versión miniaturizada de su padre Minato Namikaze, aquel joven tenía unos 19 años, vestía con un abrigo azul de toda la vida junto con sus calentadores de brazo rojos con negro, a pesar de ser un criminal clase S no tenía su máscara puesta, y eso era porque realmente no le importaba que sus enemigos le conocieran, de igual forma morirían antes de saber su nombre o aprenderse su rostro.
-Lo mismo de siempre, nada – dijo una voz en su interior, de un zorro gruñón que estaba echado en el suelo tan sólo mirando la vida pasar a través del rubio.
-Que tal destruir Konoha de nuevo? -dijo con una sonrisa suspirando-
-No tienes que destruirla cada año, lo sabes cierto? – gruñó pues estaba cansado siempre la misma historia y siempre la misma estúpida aldea volvía a levantarse – Además tus padres están ahí.
-Tengo cara de que me importen? -levantó una ceja mientras se sentaba a la orilla de un lago a descansar un rato.
-No realmente – suspiro echándose en el suelo mientras el rubio se echaba igual, recargando su cabeza sobre aquel Zorro.
-Enserio odio que me agarres de almohada-gruño el zorro más no se quitó pues en cierta forma también le agradaba.
El tiempo de descanso paso, sus cuerpos cayeron en un profundo sueño, el rubio vino a despertarse cuando sintió el frío de la noche recorrer su cuerpo, decidió caminar hacia donde tenía su pequeño campamento encontrando absolutamente nada, no es que solo sus cosas no estuvieran ahí, simplemente todo parecía anormal, el lugar donde solía encender el fuego, estaba vacía ni señas de que habían encendido fuego, los troncos que contenían sus cosas estaban nuevamente como árboles.
-Que sucedió aquí- el rubio saco un par de Kunais de su bolsillo poniéndose en guardia cuando detectó una presencia extraña alrededor de él.
-Hola! -un joven castaño, de unos 20 años, vestido con una especie de yukata, su piel era clara y sus rasgos finos, no parecía un ninja en lo más mínimo más sin embargo el rubio no dudo en atacarlo sin embargo este al tratar de golpearlo tan solo fue atravesado por el brazo de este mientras se desvanecía-
-Genjutsu? -cerro los ojos y realizó el sello de dispersión más sin embargo al abrirlos de vuelta el otro aún estaba frente a él.
-Hola!~ -saludo nuevamente el joven con una gran sonrisa.
-Quien demonios eres?!- gruñó el rubio al ver que el otro no había desaparecido.
-Eso es confidencial -Dijo con una pequeña sonrisa llevando su mano a los cabellos del rubio revolviéndolo- Tal vez sea hora de regresar a casa, si algo no está bien puedes buscarme al amanecer…
-Pero desapareciste mi "casa"- hizo especial énfasis en casa
-Me refiero a tu Hogar, donde están tus padres -le sonrió- estaré por aquí, vivo pasando la colina, Adiós~ -con esa misma voz cantarina se fue desvaneciendo.
-Oye! Oye!... No puedo volver a Konoha! Oye! -gritaba al aire sin obtener respuestas- Maldito – camino hacia donde le había indicado el castaño mientras refunfuñaba por lo bajo- Kurama?, lo conoces?... -gruño enfadado preguntándole al zorro.
-No, aunque su chakra es muy poco común.. es tan inestable, es como si estuviera y no a la vez… -contestó el zorro extrañado
A que te refieres, el rubio se detuvo a la entrada de la aldea, no porque el dúo de la entrada lo hubiera detenido, si no mas bien porque sintió la presencia de un chakra extremadamente fuerte.-Sientes eso tu igual?...
-Que mierda hay en Konoha? – dijo algo sorprendido el zorro, hacia mucho que no sentía un chakra tan grande, era como el del Rikudo pero la mitad de fuerte nada más.- el rubio que actualmente llevaba la máscara puesta fue detenido por los porteros a los cuales noqueó para poder entrar, todo era familiar y diferente a la vez, se apresuró a llegar pues ese chakra lo llamaba cada vez más tanto a el como al zorro, más sin embargo algo lo detuvo al llegar a la plaza principal de la aldea, alzó la mirada contemplando 6 rostros en el monumento, el 4to había cambiado, en lugar del padre de la kunoichi pelirrosa estaba el propio.
-Que mierdas es este lugar? – olvidó por completo el chakra para ir a donde estaba su casa, encontrando nada más que un monumento en su lugar, salió de la aldea aterrado, buscando a aquel castaño que lo había traído a aquel lugar. –Oye tu donde estas?! –gritaba al aire aunque nadie se manifestaba- ¿Dónde estoy yo?! Que es este lugar?! –gritaba al aire aun intentando encontrarlo.
-Te ahorrarías gritos si fueras detrás de la montaña- suspiró rodando los ojos el zorro, recordando que el castaño le dijo donde viva, el rubio salto hasta llegar a la entrada de la puerta del otro, estaba furioso y solo entro de una patada viendo a un castaño sentado con 2 tazas de té.
-Te estaba esperando –extendió su mano indicándole que se sentara enfrente y tomara la taza de té, el otro con desconfianza hizo lo que el castaño indicaba mirándole con aquella mirada penetrante que tenía- ¿Qué ocurre? ¿No estas feliz?-.
-El rubio le miró a los ojos, su cabello cambio de color a un azabache profundo mientras en uno de sus ojos se mostraba el dojutsu uchiha amenazante- ¿¡ME ESTAS JODIENDO CABRON!? –le tomo por el cuello de la yukata aunque esta se escurrió entre los dedos del rubio como fuera aire o agua.
-No hay porque estar furioso-el castaño guardaba la compostura mirándole seriamente a los ojos, no le tenía miedo a aquellos ojos.- Simplemente te di lo que querías.
-De que mierdas hablas? –el otro estaba preocupado, la presencia del castaño se había incrementado unas 100 veces que cuando llego.
-Un nuevo patio de Juegos –sonrió y comenzó a contar- Hace unos 3 años recuerdas a aquel chico que llegó a tu patio de juegos a invadir? –movía la cuchara en su te mientras fijaba la vista en este. –Estas en su patio de juegos… Disfrútalo. –el rubio no pudo evitar sonreír mientras imaginaba miles de formas de ejecutar su venganza. – Tú té se enfría –apuntó el castaño al otro te en la mesa cosa que el rubio lo tomo todo de un trago y salió de ahí emocionado.
Menma Uzumaki tenía un nuevo patio de Juegos con miles de personas desconocidas.
