Quédate
DamiJon
JonDami
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"Quédate"
Tenía la palabra atorada en la garganta y mil lágrimas rogando por que las dejaran salir, Damián sabía, oh dios, él sabía... Bastaría la palabra, bastaría extender una mano y tocar su piel para detenerlo.
Jon le amaba, se quedaría si él se lo pedía.
Entonces ¿Por qué no pedírselo? ¿Porque si sabía que bastaría la palabra para que se quedará? Él no sacrificaría nada que no pudiera recuperar, tampoco se humillaría, sabía que sus palabras no caerían en saco roto... Y Jon se merecía al menos una vez aquello.
Entre abrió la boca, tratando de forzar a sus cuerdas vocales a funcionar, una palabra, por todos los cielos, una palabra.
¿Porque costaba tanto?
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Todo el mundo tenía un límite.
Jon había llegado al suyo.
No era algo que el mundo fuese a reclamarle. ¡De ningún modo! La mayor parte de sus amigos habría pensado, de haber sabido lo que ocurría en ese preciso momento en la habitación de Damián Wayne, que superboy había soportado demasiado.
¡Vamos!
No cualquiera se da a la saga de tener una relación con el hijo de sangre de Bruce Wayne, el chico era difícil, por no decir otros términos menos amables, había en él una crueldad imposible de esconder, un sadismo evidente y su capacidad de convertir las palabras en afiladas armas de doble filo no le era desconocida a nadie... porque todos los que habían trabajado con él habían terminado por sufrir aquella capacidad, algunos con mejor suerte que otros.
Jon había sido paciente, y realmente no era que pudiese quejarse de algo en su relación... quizá de la indiferencia emocional de Damián, que no era muy dado a las expresiones de afecto cuando Jon sentía la necesidad natural de compartir abrazos y besos, pero podía adaptarse –al menos eso se había dicho- tampoco le era infiel, demasiado sincero pero no infiel ni desleal, aunque había habido algunas personas que como Jon habían deseado estar con robín este había elegido a Jon por encima de los otros... Quizá era que nunca le había dicho que le quería y Jon quería escuchar aquellas palabras al menos una vez.
Cruzo miradas con Damián una segunda vez, las ventanas de la habitación abiertas y sus cortinas volando a causa del viento, se preguntó casi sin querer si el otro tendría frio, con apenas un pantalón de vestir y esa camisa encima de su cuerpo, el otro le devolvió la mirada con aparente tranquilidad y Jon sintió como su corazón se rompía un poco más.
Habían discutido, en esos momentos ni tan siquiera recordaba porque, excepto que habían gritado cosas y al final Jon había dicho aquello de "no sé si esto tiene futuro" sin querer, no lo había dicho enserio... pero Damián... Damián "si quieres dejarme no te detendré"
Jon había escuchado el salto en el pecho de Damián, como sus latidos habían cambiado, pero su expresión, aquel orgullo imposible que amenazaba con romperlo todo, él había querido disculparse enseguida, pero Damián... Damián había sido más rápido y ahora...
-Me detendrías si me quisieras –susurro, antes de dar media vuelta y empezar a caminar...
Quería que le dijera que se quedara, incluso si solo decía su nombre... Jon se quedaría, se quedaría...
Lo haría.
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Las ventanas estaban abiertas y el viento sacudía las cortinas, Jon respiro profundo para que las lágrimas no le traicionaran, no solía llorar y cuando lo hacía Damián apartaba el rostro para no verlo, lo último que quería era llorar en su presencia en el momento exacto en que las cosas podían romperse entre ambos.
Por supuesto, nada iba a romperse realmente, al día siguiente posiblemente él terminaría pensando en el modo de solucionar las cosas, pero mientras tanto su corazón iba a romperse en miles de pedazos, y él iba a llorar toda la noche.
Le dolió respirar, y las ganas de llorar fueron el doble, elevo la mirada arriba, ya en el balcón de su novio, mirando al cielo oscuro de ciudad Gótica, todo en aquella ciudad era sombrío, apenas podía verse el cielo desnudo, y las estrellas.
¿Es que acaso él no era lo suficientemente bueno para él? Era posible, Damián tenía la mira muy en alta y aunque medio kriptoniano vaya uno a saber cuáles eran los parámetros del último de la saga de los Al Ghul.
"Vete al infierno, Damián" pensó, con algo que estaba en medio entre el dolor y la rabia, no pedía mucho, pedía muy poco en realidad.
Pero si Damián no deseaba detenerlo, él no tenía nada que hacer allí.
Se elevó unos centímetros en el aire, listo para tomar fuerza y volver a Metropolis en poco tiempo... Entonces...
-... Jon –fue apenas un hilo de voz...
Su corazón y todos sus sentidos dieron un salto, y se quedó quieto, muy quieto en el aire preguntándose si aquello era su imaginación o no, volvió, un poco asustado, la cabeza y lo vio.
En medio de su habitación y con las luces bajas del exterior haciendo juego con las del interior de su recamara, la visión de Damián era siempre atractiva, pero en ese instante, con las piernas cruzadas en posición de loto encima de su cama, los labios tensos en un gesto extraño y su mirada jade fija en él, se juró a sí mismo que no lo había querido tanto como en ese momento.
-Quédate –la palabra salió suave, en una voz casi rendida y supo que le había costado la vida y un poco más decírsela, podía escuchar los latidos desesperados de su corazón y la tensión de su pulso acelerado, como cuando uno trata de recuperarse de un susto de muerte.
Damián le miraba, Jon le ofreció una sonrisa medio rota porque también había tenido mucho miedo y el costo emocional lo había dejado casi sin fuerzas ahora que había escuchado lo que deseaba oír, volvió a su lado volando y no demasiado rápido, mirándolo a la cara y sin apartar los ojos, se acomodó sobre su cama frente a él, y le paso las manos por las mejillas.
El hijo de Bruce Wayne estaba quieto como una estatua, sin dejar de verle, dejándole hacer, toco sus mejillas frías, pasando los dedos por el borde de sus ojos, bajando por sus afilados pómulos, acariciando sus orejas, y luego su cuello, aquel cuello delgado, entonces cayo en la cuenta de que era real y lo jalo contra sí, apretándolo contra su pecho con fuerza en un abrazo amante y asustado, hundió la cabeza en sus hombros y comenzó a temblar.
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Jon temblaba, Damián podía sentirlo, lo mismo que sus brazos alrededor de su esbelta figura, casi podía escuchar y sentir su miedo, también escuchaba su respiración cerca de su oído a causa de su abrazo y como hundía la cabeza en su cuello.
Podía sentirlo temblar e incluso contener algo más.
Elevo con cuidado los brazos hasta corresponder su desesperado abrazo, sentía que le dolían los huesos –nunca lo confesaría- por la fuerza impuesta en aquel tacto, pero al mismo tiempo se sentía bien, se había quedado.
Damián sabía que se quedaría y Jon lo había hecho... cerro los ojos y aspiro parte de su aroma, trigo recién trillado y verano, el chico olía así, se contuvo para no hacer el abrazo tan desesperado como el del otro, aunque sus brazos se mantuvieron, amables, alrededor del cuerpo del más joven, apoyo las palmas contra su espalda acariciando de forma constante de arriba abajo, como un vago consuelo, intentando calmarlo se echó hacía atrás llevándose al otro con él.
Su espalda cayó contra el carísimo edredón de manufactura italiana que su padre había comprado en la última decoración de la mansión –tan acorde a la idea del derrochador y alegre Bruce Wayne- al tiempo que sus piernas abandonaban la posición cruzada y se extendían, cuan largas eran bajo las del mestizo.
Podía sentir como sus corazones latían en la misma sincronía, y como a pesar de haberse calmado Jon continuaba abrazándolo, aunque la fuerza del acto se había controlado, siendo más suave y cálido.
No hizo esfuerzo alguno por quitárselo de encima ni por romper el abrazo, en el fondo reconocía que aunque no le agradaba, ni terminaba de gustar, tampoco le molestaba demasiado en ese mismo instante, también sabía que Jon era el fondo un chico mimado, acostumbrado a las demostraciones de cariño.
Continuo con las caricias continuas en su espalda, con sus manos, abriendo los ojos y mirando el techo de su cama, se sentía ligeramente bien, menos asustado que hacía minutos, nunca había tenido tanto miedo que cuando pensó que perdería al chico que estaba entre sus manos, contuvo una risa sarcástica, pensando que su madre se habría burlado de él, o dicho lo mucho que la había decepcionado con semejante actitud.
-¿Damián? –llamo Jon, apartándolo de sus pensamientos al tiempo que sentía su cálido aliento a la altura de sus oídos.
-¿Si? –preguntó, ladeando un poco la cabeza, aunque sin lograr verlo.
-Te quiero –susurro, suave, muy suave... las ganas de reír y un cierto pesar le vinieron, contuvo las ganas de suspirar y un "no te aproveches" en su dirección, removiéndose un poco y bajando los brazos de su cálido abrazo, noto su cuerpo tensarse un poco, segundos después Jon había apoyado ambas manos a cada lado de su cara y le miraba desde la profundidad de sus cálidos ojos azules.
No estaba asustado, pero si inquieto, Damián elevo sus brazos hasta ponerlos alrededor del cuello del "granjero" y atraerlo contra sí en un beso amante.
"También te quiero, Jon" pensó, seguro de que el aprovechado que tenía por novio estaba captando eso con sus malditas capacidades.
