Personajes: Stephenie Meyer

Historia: Ahrial.

Para Cecilia. Por ser ella y por su mal humor.


-Te odio.

Y di un paso al frente. Y miré sus ojos oscuros que me devolvían la mirada con su característica mueca de desagrado. Ella no habló, porque no tenía nada que decir. Sabía que lo que decía era cierto.

-Odio tu pelo oscuro, y odio que cada vez que sople una brizna de aire, este se mueva y me impregne con tu perfume- di otro paso, y la distancia que nos separaba se acortó un poquito más. Me miró con la cejas alzadas, pero siguió callada. No me importaba, porque no me gustaba que hablara. Todo lo que decía era ácido-. Porque también odio tu perfume, claro.

Fijé mi mirada en sus labios.

-Odio tus labios, porque cada sonido que emiten hace que te odie aún más- Leah cambió de posición, una mano en cada cadera. Y en ese momento odié sus curvas-. ¿Y sabes que odio más que tus labios? Tu voz. Porque hay momentos en los que me hipnotiza, y momentos en los que me gustaría cerrarte la boca con un candado y tirarlo al río.

Y dí un paso más, sintiendo su calor en mi pecho. Y el mismo paso que yo adelanté, ella lo retrocedió.

-Te odio, porque en un momento me haces sentir mierda y al momento siguiente eres la única que me comprende. Odio tus hormonas alborotadas y tu maldito corazón roto- ella pestañeó, y pude notar que aguantaba las lágrimas. Y al momento la odié por hacerme sentir culpable por hacerla llorar-. Y también odio esa constante ceja alzada, y esa mirada de suficiencia.

Y esta vez, el paso que yo avancé, ella no lo retrocedió. Podía olerla desde esta distancia. Y también odié la mirada confusa que me dirigió, tan diferente a las anteriores.

-Te odio mucho porque cuando te transformas en loba, haces unos movimientos que pones loco a todo el mundo- un paso más y nuestros pechos se rozaron. Incluso oía su corazón palpitar rítmicamente. Me gustaba ese sonido, pero la odiaba por hacerme admitirlo-. Y odio cuando me veo obligado a sentir lo que tu sientes, y a sentirme malditamente obsesionado con Sam. Odio que lo ames, porque te odio a tí.

Estrechó los ojos, intentando leer mis pensamientos. Sus ojos oscuros y a la vez tan claros me raptaron. Y seguí hablando con los ojos fijos en los suyos, aunque nunca había dejado de hacerlo.

-¿Sabes que también odio de tí?- inquirí. Esperé a que respondiera con una seca sacudida-. Pues odio que después de hacerme sentir fatal, vengas y me pidas perdón, aunque sepa que te cueste mucho hacerlo. Eso también lo odio.

Alcé una mano que no temblaba y rocé apenas su pómulo. Leah se sobresaltó un poco, pero luego cerró los ojos. Me gustaba verla así. No era la misma Leah antipática y bruja que yo conocía.

-¡Ah!- dije al cabo de un momento, al recordar que había olvidado una última cosa-, también odio tu piel, porque es muy suave.

Al momento la loba abrió los ojos, como si la hubieran pillado haciendo algo que no debía. Me extrañó que no me hubiera insultado en todo ese rato, pero de verdad necesitaba decirle todo lo que la odiaba.

-Y, ¿sabes qué?- murmuré acercándome un poco-, por todo lo que te odio, es tambien todo por lo que te quiero.

Y la besé.

Y odié que sus labios me supieran a gloria.


- Gracias a todas las personas que han leído esto. Y mil gracias a las que me dejan un pequeñito review. Cada uno de ellos deja una sonrisita en mi cara. (L)