Disclaimer: La mayor parte de los personajes no me pertenecen. Solo Patrick, el irlandés de la mala suerte.


El universo esta lleno de historias que aguardan ser contadas; cada una con sus personajes, intrigas e inicios.

Nuestra historia empieza en una remota e inusual ciudad; ubicada en algún punto remoto del globo.

Un lugar sin patria que la distinga, un punto completamente neutral y ajeno de los escándalos del mundo.

Esta ciudad llamada simplemente ''C.B.''. Nadie sabe el porque aquel peculiar nombre, ni el significado detrás de esas letras.

Un misterio que así se quedara, debido a que no es de importancia en esta trama.

Este relato se enfoca en varios individuos, bastante peculiares. Pues verán, la ciudad no tiene alianza política por una razón ''simple''.

Esa ciudad, usualmente tranquila, hacia años atrás, llegó a albergar a unas criaturas... Únicas. Cada individuo, representa a su nación, su territorio, su gente y sus tradiciones. Un grupo fue seleccionado por la ONU, para convivir con otros. Un experimento, para mejorar las relaciones internacionales.

Como era de esperarse, el experimento fue un desastre. Muchas de esas naciones decidieron regresar a sus respectivos territorios, llevándose consigo un amargo recuerdo.

Otros prefirieron quedarse un tiempo más, aprovechando la calma.

Regresando a nuestra historia. La fecha, es un miércoles, 31 de octubre, del año 2012.

Halloween, una fecha especial para muchos. Los niños atiborran las calles, en una incansable búsqueda por dulces ajenos; aquellos pobres diablos que no cumplen con las demandas de los menores, terminan siendo atacados con rollos de papel y crueles bromas.

Para otros, aquella fecha es perfecta para contactar a lo oculto. Los espíritus rondan por los rincones mas oscuros de la ciudad, y la magia fluye de manera diferente a altas horas de la noche.

En el sótano de la vieja mansión, Arthur Kirkland, también conocido como Inglaterra; rodeado de varios libros, viejos y empolvados, velas de todo tipo y color, y varios otros objetos de procedencias dudosas.

Esa seria una gran noche para hacer algún hechizo de práctica.

Pero Arthur no es el único con intenciones mágicas en aquella curiosa ciudad. En el centro de la ciudad, hay un enorme parque, que da camino a un frondoso bosque. Ahí mismo, se encuentra otro par de hechiceros.

El primero, alto, delgado y pelirrojo. Patrick Kirkland, representante de Irlanda. Como todo miembro de esa familia, tiene las cejas exageradamente pobladas. Su mirada, aburrida hacia el suelo, donde se ven varios símbolos dibujados sobre la tierra.

Irlanda, al igual que el resto de los Kirkland, tiene facilidad para la magia, solo que a diferencia de estos, su grado de interés es bastante bajo. Habría preferido parar esa noche en alguna fiesta, con un paquete de cervezas y varias ''nenas'' a su lado.

¿Tenemos que hacer esto? Tus invocaciones suelen salir mal, si mi memoria no me falla.

Su compañero le mira con indiferencia ante sus palabras. Un joven pálido, de ojos rojos y cabello rubio/rojizo. A primera vista uno pensaría que se trata de un vampiro, por su aspecto en general, pero no lo es. La orgullosa nación de Rumania, su nombre humano es Constantin -Dracúl- Tepes.

Cada vez que esos dos se juntan, el caos se desata.

Si algo ha de salir mal, Irrlanda, es por tu mala suerrte. Ahora, déjate de quejar y deja que haga mi trrabajo.

Claro, porque si algo salia mal, tenían que echarle la culpa a la (mala) suerte irlandesa. Rumania tomó el libro de encantamientos que llevaba consigo y empezó a recitar un conjuro. Su voz era alta y firme, sabía lo que hacia. O eso es lo que él decía.

Este es uno de esos momentos, en los que hay grandes expectativas... Y que al momento, no pasa absolutamente nada.

Algunas naciones tienen el don de la magia, otras no, y otras... Simplemente no la habían descubierto. Estos dones no son genéricos, cada uno tiene su área de preferencia. Un ejemplo, Irlanda, su especialidad es la magia curativa, una muy poderosa; en cambio Rumania, es un maestro de la ilusión y el escapismo, aunque su interés yace en la magia negra y las invocaciones. Cosa que a Inglaterra se le facilita.

- Te dije que esto no iba a funcionar! - Le reclama Patrick, con las cejas tan juntas como todo Kirkland cuando se molesta.

El rumano dejo a un lado el libro y se acercó a darle una segunda revisión a las cosas. Las inscripciones estaban bien, el círculo perfectamente trazado. ¿Porque entonces, no sucedía nada?

- Patrrick. ¡Estas no eran las velas corrrrectas!

- ¿Como que no? ¡Tu me dijiste velas negras, así que traje velas negras!

- ¡Estas velas son azul oscuro!

Hubo un silencio, uno largo e incomodo. Patrick tomó una de las velas y la revisó detenidamente con la pálida luz de su celular. Carajo, Constantin estaba en lo cierto.

- Eso se arregla, regresemos a la casa y tomamos las velas que sí son.

El par de pseudo-hechiceros tomaron todas sus cosas, borraron los símbolos en el suelo y se encaminaron de vuelta a la ciudad, hacia la enorme mansión.

Mientras tanto, el timbre de dicha mansión suena, retumbando por las casi desiertas habitaciones del lugar.

Ivan Braginski, representante de la gran nación de Rusia, se dirige a abrir la puerta. Ivan es un hombre alto y de complexión robusta (huesos grandes, según afirma); su piel es blanca, casi tan blanca como la nieve que abunda en su casa, de un cabello rubio cenizo y unos ojos violáceos, los cuales reflejan la mayor parte del tiempo una mirada amable.

Pero mis estimados lectores, si hay algo que ustedes han de aprender a lo largo de esta historia; es que las apariencias son terriblemente engañosas.

Bien, Ivan puede parecer un sujeto amable, y en ver dad lo es! La mayor parte del tiempo. Pero la otra cara de la moneda es... Aterradora. Él, como muchas otras naciones, ha tenido una larga historia, esta llena de tragedias, guerras y sangre. Cosa que podría decirse que ha dejado sus marcas en el ruso. Pero Ivan ha controlado ese mal genio. Por ahora.

- ¿Dulce o truco? Piénsalo bien, Ivan; podría quemar la casa.

Im Hyung-Soo, uno de los gemelos Corea, este siendo representante del Norte. Es pequeño, en comparación con Rusia (bueno, todos lo son si se les compara con él); su cabello es largo y oscuro, aunque la mayor parte del tiempo lo tiene atado; lleva puesto un anticuado uniforme militar, uno que usa mas seguido de lo que le gustaría.

- ¿No estas muy viejo como para andar pidiendo dulces? - Le responde Ivan, con una ceja alzada y una mirada entretenida. - ¿O es acaso que el espíritu capitalista te ha poseído ya?

- No tanto como a ti, camarada. El que estés aquí repartiendo dulces es una prueba muy clara de lo que digo.

Ivan no le responde. En lugar de eso, saca una barra de chocolate de la canasta de dulces y se la ofrece. El norcoreano pone una cara de asco; si hay algo que Hyung detesta, son los dulces.

- Eww, no gracias. Me dejarás pasar, o es que tu fiesta con tus amigos imaginarios te tiene muy ocupado?

El ruso rueda sus ojos. Bien podría cerrarle la puerta en su cara y seguir con su solitaria noche; pero Hyung es su amigo, así que se hace a un lado, dejándole pasar.

- ¿Como es que no te has embriagado aun? - Se dirigió directamente hacia la sala, tirándose sobre un sofá, como si fuese dueño de la casa. - ¡A estas horas ya deberías de estar lo suficientemente ebrio como para ponerte a bailar sobre la mesa!

- No es divertido embriagarse a solas, Hyung. - Se va a sentar a su lado. - Es deprimente, casi todos se han ido de vuelta a sus casas. Podría decirse que extraño el bullicio, el caos en general que se vivía aquí.

Una risa Se escuchó de parte del norcoreano.

- ¿Como olvidarlo? Todas esas veces que la casa quedó desecha o quemada, las idas al hospital, los desastres en general... ¿Cuantas veces quedo destrozado el jardín?

- Muchas, si no mal lo recuerdo. Tu padre fue responsable de gran parte de esos desastres.

- Ah si, ese viejo mongol... Hey, ¿Crees que aun siga con vida?

- Espero que no.

La puerta principal se abrió de golpe. Rumania entra a la casa, seguido por Irlanda. Ninguno de los recién llegados hace caso al otro par de naciones presentes, pasándoles de largo para ir directamente hacia el sótano de la mansión.

Y con eso, se pueden despedir de la paz. Hyung sonríe a medias y le da un codazo a su amigo.

- Esos dos. Parece que es nuestra noche de suerte, camarada Ivan.

- Sera mejor que llame al seguro, y quizás una ambulancia. Seguro nos deben de estar extrañando en el hospital.

- ¿Espera, sigues a cargo de la casa? Solo a ti se te ocurre seguir con eso.

- Porque no he hallado a nadie lo suficientemente idiota como para tomar el cargo.

En el sótano, un pobre inglés se lamenta al no obtener resultado alguno en su intento de encantamiento. Justo a tiempo para que Patrick y Constantin entren.

- Eres tan malo en la magia como lo eres en la cocina, querido hermano.

Arthur se levanta de golpe, disimulando su pesar; todo para dirigir una mirada fulminante hacia el par de europeos.

- ¿Ustedes dos de donde salieron? Bah, olvídenlo. Váyanse de aquí, estoy muy ocupado como para soportarlos.

Patrick se veía con toda la intención del mundo de marcharse, pero Constantin ignoró por completo el enojo de Arthur, y se acercó a ver que era lo que hacía.

- Estas haciendo un hechizo. - El rumano le sonríe amistosamente. - Es una noche perrfecta para hacer trravesuras. ¿Qué te parece si nos unimos? ¡Podrríamos logrrar algo grrande!

Arthur duda si eso es una buena idea o no. Patrick no hace mas que atraer su mala suerte, y con Constantin cerca solo pueden haber problemas. Grandes y peligrosos problemas. Esos dos juntos son la receta perfecta para el desastre.

- Largate de aquí, Patrick. Tu solo arruinarías las cosas con tu maldita suerte. Y tu, Rumania, ¿Qué esperas de todo esto?

Al pelirrojo no hace falta que se le diga dos veces. No quiere que se le eche la culpa de nada, mucho menos estar ahí, cuando bien podría irse de fiesta como había planeado originalmente.

Rumania, por su parte, se muestra extrañamente amistoso con el británico. Actúa de esa manera siempre que hay algo de magia involucrada en el asunto; porque los conjuros que se hacen juntos, son mas fuertes que los individuales.

- Solo venia por inciensos, pero en vista de que has corrido a mi compañero y que al parecer intentas hacer lo mismo que yo... ¿Porrque no unirrme?

- Claramente no has entendido la indirecta: No estas invitado.

- No seas amarrgado, Inglaterrrra. Irrlanda ya no esta aquí, así que no hay chance de que su mala suerrte nos afecte. Ahora, ¿Qué era lo que hacias?

Oh no. Eso sí que no. Arthur ya estaba por ir a reclamarle al rumano de todas las veces que las cosas se salieron de control por su culpa, todas las malas experiencias y ''aventuras'' que tuvieron en esos años de vivir en esa maldita mansión.

Pero el discutir con Rumania es un caso perdido. Inglaterra respira hondo y se tranquiliza, retomando el libro de encantamientos que había estado utilizando.

- Invocaciones nórdicas; algún hada o un pequeño troll. Nada peligroso.

Constantin estaba más que fascinado con la idea. Nunca antes había hecho ese tipo de invocaciones, aunque sabía que el experto en ese campo es Noruega. Pero Noruega no esta ahí, ¿Así que porque no mejor intentarlo ellos mismos?

¿Qué es lo peor que puede pasar?

- ¡Me parece perrfecto, hagámoslo!

Arthur aun tiene sus dudas, pero las hace a un lado y se pone en posición para recitar el conjuro; Constantin se acerca, poniéndose a su izquierda, muy cerca de él.

- Solo te advierto que si algo sale mal, sera toda tu culpa. ¡Así que ni se te ocurra huir!

- Patrrick es quien huye, no yo.

Ninguno de los presentes son expertos en escribir con las runas, mucho menos el leerlas a la perfección; pero recuerdan a medias una que otra lección que les llegó a dar Noruega, hace años atrás.

Increíblemente, esas cortas lecciones parecen dar resultado, ya que los símbolos escritos con tiza en el sueño, empiezan a brillar. Las voces de los hechiceros recitan con fuerza ( y atropellamiento) las palabras, y esa misma luz sigue brillando, cada vez mas intensa.

Pero eso no es lo único que sucede. Al intensificar la luz, la misma casa empieza a sacudirse con violencia, y cuando parece que la mansión puede colapsar en cualquier momento, un destello ilumina todo el lugar, acompañado por sonido peculiar, como si algo tronara.

Y después de eso, llega la paz.

- ¡Esos dos idiotas ya hicieron algo! - Grita Rusia con amargura, después de haber tirado su vaso con vodka por el susto.

- Y ahí va nuestra rutina.

El par se dirige hacia el sótano, dispuestos a ver que desastre han desencadenado esos dos ahora. Al llegar, encontrarían el lugar envuelto en una espesa cortina de humo, lo único que se puede apreciar son los símbolos brillando en el suelo.

Eso, y una silueta que definitivamente no debería de star ahí.


¿Qué es esta maldita cosa? El inicio de una larga historia, parte de una aun más larga saga, basada en un muy bizarro rol que tuve con una buena camarada.

Solo lean, disfruten y escriban su opinion, si así lo desean.