LA MAYORÍA DE LOS PERSONAJES DE PERTENECEN A STEPHENIE MEYER PERO LA HISTORIA ES COMPLETAMENTE MÍA
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VERDADES
La abuela vendría a casa en un par de horas. Mis padres tenían que viajar por motivos laborales así que pasaría una semana completa con ella. Decir que adoro sus visitas es poco, cuando era niña solía contarme cuentos de hadas, esas increíbles historias de amor que solo pasan en los libros que tanto amaba. Parece que el gusto por la literatura era una cosa de familia. Pasar siete días con ella sería absolutamente genial, incluso si también tenía que asistir a clases.
Observé a mi padre cruzar el pasillo esquivando a mi madre para entrar en su habitación, estaba prácticamente enloquecido organizando las maletas a último momento.
―¡¿Nessie, has visto mi camisa azul?!
―No papá, pero encontré los documentos que te faltaban.
Le entregué el grueso folio de hojas que sabía necesitaba para presentar en conferencia. Él era abogado especializado en derecho familiar, llevaba muchos años trabajando para una misma firma por lo que ahora estaba a un paso de convertirse en socio. Esa era la principal razón de su viaje, debía que asistir a una reunión en Chicago para ultimar detalles de un caso importante. Todos sabían que si lo ganaba, tenía la sociedad asegurada.
―Gracias cariño, eres un ángel – entonces, como hacía cuando era niña, pasó la mano por mi cabeza enredando mi cabello.
―¡Papá, me despeinas!
Me retiré un poco de su lado acomodando mis rulos cobrizos, él sonrió. Todos decían lo mucho que me parecía a mi padre, exceptuando mis ojos castaños y mi rubor que eran iguales a los de mi madre.
―Lo siento cariño, ¿y mamá?
―Está en el teléfono, creo – él asintió abrazándome por los hombros mientras ambos bajabamos a la sala.
Efectivamente ella se encontraba ahí, con el tubo en el oído y una sonrisa divertida en el rostro. Imaginé que debía estar hablando con alguna de mis muchas tías porque esa expresión en su rostro decía mucho de la conversación.
Mamá sonrió todavía más cuando nos vio, murmuró unas otras pocas palabras al teléfono antes de acabar la llamada.
―¿Qué están haciendo ustedes dos?
Papá se le acercó sin prisa, envolvió sus brazos en torno a su cintura mientras ella los cruzaba alrededor del cuello de su marido.
―Nessie me ayudaba a preparar todo para el viaje, ¿tú ya estás lista?
Ella asintió a la vez que las manos de él recorrían sus cintura hasta llegar a su apenas crecido vientre. Mi madre tenía cuatro meses de embarazo, un embarazo no planeado y que en un principio no creyeron posible debido a todas las complicaciones que pasó para tenerme a mí. Afortunadamente esta vez, según su médico personal, tanto el bebé como la mamá estaban en perfectas condiciones y no habían indicios de que algo malo pudiese suceder. Todos en la familia estaban muy felices con el nuevo miembro que llegaría en breve, en especial yo que aunque jamás pensé tener un hermano o hermana ahora lo esperaba ansiosa.
―Obviamente – admitió ella rodando los ojos.
Mamá también tenía que salir por la semana pero ella iba al Congreso Internacional de Neurobiología que se realizaba todos los años en Houston, Texas. Esta vez era especial pues le habían le habían pedido exponer sobre la interacción de los neurotransmisores de la corteza prefrontal del cerebro, el tema de su tesis de doctorado. Era sin dudas una oportunidad muy buena para su carrera, por esa razón en cuando se aseguró de que el viaje no supondría ningún riesgo para su salud o para la del bebé lo aceptó. Papá la apoyó completamente.
―Siempre tan preparada.
―No, lo que pasa es que tú siempre dejas todo para lo último.
Me reí al igual que mi madre, sobre todo porque ella tenía razón.
―¿Ustedes dos se están burlando de mí? – preguntó él con fingido enojo.
Entonces se abalanzó sobre mí y empezó a perseguirnos por toda la casa para hacernos cosquillas. En ese momento yo no dejaba de reír, tanto que casí no podía caminar. Mamá se encontraba ya tirada sobre el sofá llorando de la risa mientras sostenía su vientre.
El timbre interrumpió nuestro divertido momento familiar, dos pares de ojos se posaron sobre mí que era quien más cerca estaba de la puerta, rodé los ojos pero fui a abrir. Ese era un juego que teníamos, cada vez que sonaba la puerta o el teléfono quien recibiera más miradas le tocaba atender.
La abuela me recibió con un gran abrazo. Hacía ya un tiempo que no la veía, sobre todo desde que comenzaron las clases pues con tantas tareas no había podido visitarla con la misma frecuencia de antes.
―¡Abuela!
―Pequeña, ¿cómo estás?
―Contenta – sonreí, pasar tiempo con ella era una de las cosas que más me gustaba hacer.
Mi padre apareció para saludar con un abrazo a mi abuela Esme seguido de cerca por mi mamá que aún estaba secándose las lágrimas.
―Edward, Bella, ¿cómo va ese bebé? – ella puso una mano sobre el vientre de mi madre.
―Tranquilo Esme, creo que será un niño muy obediente – la abuela rió, papá también.
―Eso es algo bueno para ustedes. Entonces yo tendré a esta princesa para mí por una semana.
No pude evitar rodar los ojos, odiaba cuando me trataban como a una pequeña. Quiero decir, tengo quince años, casi dieciséis, ya no soy una niña pero mi familia constantemente parecía creer que lo era sin importar qué.
―Nessie, ya tienes todos nuestros números personales además del teléfono de los dos hoteles. No tendrás problemas en localizarnos a cualquiera de los dos si nos necesitas.
Papá asintió de acuerdo.
―Estaremos bien mamá, creo que podemos arreglarnos unos días sin ustedes.
―Todo irá bien Bella, Nessie les hablará cada noche – aseguró la abuela sin quitar su sonrisa.
Mamá se sonrojó levemente, todos sabían que era demasiado protectora en ocasiones pero nadie podía dudar que todo lo que hacía lo hacía por amor.
―Perdona cielo, la costumbre.
Papá miró su reloj nuevamente con sorpresa, aparentemente ya se estaba haciendo tarde. Tres cuartos de hora después él estaba subiendo las maletas de ambos al coche, mamá me abrazó con fuerza otra vez murmurando cosas que no alcancé a comprender del todo a causa de sus lágrimas. Evidentemente las hormonas estaban haciendo de las suyas en ella otra vez.
―Amor, se está haciendo tarde.
―Ten un buen viaje Bella – saludó la abuela Esme dándole un beso.
Ella asintió antes de despedirse finalmente de nosotras para subir en el asiento del acompañante. Entonces papá se acercó a nosotros para darle un beso a la abuela, seguidamente me abrazó con tanta fuerza como mi madre lo hizo.
―Portate bien con tu abuela Nessie, ¿está bien?
―Claro que sí. Mucha suerte papá.
―Gracias cariño, te veremos en una semana.
Los dos se despidieron desde el coche minutos antes de marcharse, nosotras permanecimos de pie en le jardín hasta que los perdimos de vista por la carretera. El resto del día fue realmente bueno, afortunadamente la abuela Esme y yo teníamos gustos muy similares, ambas podíamos permanecer juntas por un largo tiempo sin que al cabo de un rato alguna se terminase aburriendo de la otra. Era completamente genial.
Pasaban de las nueve cuando recibí un mensaje en mi teléfono móvil, no fue una sorpresa ver que era Tabatha para contarme que su segundo intento de cita con Jared fue un desastre de principio a fin. Sonreí mientras negaba, seguro que ella nunca más volvería a salir con el chico por mucho que él lo pidiera. Envié una contestación rápida antes de dejar el móvil sobre mi mesita de luz, por alguna razón que no alcancé a comprender su mensaje me hizo sentir extraña.
Estaba terminado de cambiarme para dormir cuando la abuela entró en mi habitación, me miró durante lo que pareció medio segundo antes de sentarse en la cama a mi lado.
―¿Qué sucede Renesmee?
―Oh, es nada – me encogí de hombros restándole importancia.
La abuela Esme rió.
―Eres igual que Bella, no sabes mentir pequeña. Vamos, cuéntame.
Permanecí quieta mirando el suelo, hasta el momento solo había hablado de esa clase de temas con mis amigas más intimas. No era porque no tuviese confianza en familia o algo así, claro que no. La razón principal era que me sentía confundida por mis sentimientos, y tal vez un poco avergonzada por la situación.
―Existe un chico, uno que me gusta... – comencé con torpeza, ni siquiera sabía qué decir.
―Eso está bien, ¿cuál es el problema?
―Él no sabe nada de mí, dudo que sepa mi nombre – entonces ocurrió algo que no esperaba, la abuela comenzó a reírse divertida.
―Oh, pequeña.
―¿Qué es tan gracioso? – le pregunté frunciendo el ceño, sin entender.
Ella negó.
―Nada, solo recordé algo que pasó hace mucho. Deberías decirle a ese muchacho que te gusta.
―Abuela, él no me conoce. No puedo llegar y decirle "Hola, soy Nessie. Tú no me conoces pero yo te quiero..." ¡Quedaría como una loca!
Escondí la cara en la almohada para acallar el grito que quería emerger desde lo más profundo de mi garganta. La abuela acarició mi hombro con suavidad, levanté la cabeza torpemente pero la vergüenza y la frustración no me permitieron verla a los ojos. Me tomó del mentón y giró mi rostro haciéndome enfocar la vista en ella otra vez.
―Existen muchas maneras de conocer a alguien. Dos personas que nunca cruzaron una palabra pueden llegar a conocerse muy bien, o incluso quererse más de lo que imaginas.
―No comprendo.
Durante un eterno minuto pareció meditar sus palabras hasta que repentinamente se levantó dejándome sola, y más confundida, en la habitación. Ella regresó casi diez minutos después llevando en sus manos lo que parecía ser un viejo cuaderno, las tapas eran de color azul claro aunque más bien parecía ser de un tono celeste, si bien estaban algo desgastadas por el paso del tiempo, se encontraban en perfecto estado.
―Deberías leer esto, creo que después podremos hablar con más claridad – me entregó el cuaderno con una pequeña sonrisa antes de marcharse.
―Pero... ¿qué es esto? – fue lo unico que atiné a preguntar antes de que la abuela se marchase completamente.
―Buenas noches, Nessie.
Ella cerró la puerta de la habitación dejándome con un millón de dudas en la cabeza. Miré nuevamente ese viejo cuaderno en mis manos, finalmente la curiosidad me ganó así que lo abrió sin tener la menor idea de lo que podría encontrar ahí dentro pero sabiendo que jamás lo descubriría no tomaba la iniciativa.
Es extraña la forma en la que la vida puede cambiar de un minuto a otro. Una sola acción, una de la que a veces ni siquiera eres responsable, desencadena una serie de reacciones que modifican tu presente, y tu futuro.
Lo modifican todo.
Comprendí a través de la experiencia que cada una de nuestras decisiones acarrean consecuencias, buenas o malas, tanto en nosotros como en aquellos que están cerca. Como si se tratara de un efecto dominó. Interferimos en las vidas de otras personas, éstas personas a su vez modifican otras vidas que cambian alterando un orden que no se cumple, o tal vez sí lo hace.
No podría decir a ciencia cierta si es una de esas leyes de la vida, esas que no pueden evitarse por mucho que se intente. Tampoco estoy segura de creer en esa clase de cosas pero ahora me veo en la posición de cuestionarme al menos.
Sea lo que sea es difícil para mí pensar que una sola acción marcó un antes y un después en mi vida, un quiebre.
Una vida antes de él... otra vida después.
Las últimas palabras de esta persona, que parecía ser una mujer, resonaron en mi cabeza como si de un eco se tratara. Sin saber nada sobre ella su vida me causaba curiosidad, e incluso un poco de preocupación por su futuro.
Pasé la página decidida a continuar con la lectura a pesar de que podría estar violentando la privacidad de alguien. Entonces descubrí que el contenido de la escritura cambió.
Siempre me consideré una persona normal, puede que a veces algo extraña pero normal al fin. Desde muy pequeña tenía esa manía de planearlo todo, hasta el último detalle de lo que creía era una perfectamente ordenada vida. Con el paso de los años fui manteniéndome entre los límites de ese plan, adecuando todo aquello que me sucedía para que concordara con el futuro que creé para mí dentro de mi mente.
¿Demasiado controlador? Probablemente, sí. Esa era una crítica que escuchaba con frecuencia en mi círculo más íntimo, en mi defensa solo diré que no conocía otra forma de vivir.
Podría decirse que todo comenzó cuando decidí trasladarme a San Francisco, la escuela de médicina de la UCSF era una de mis favoritas por lo que cuando fui aceptada pensé en nada más. Nikki también eligió la misma cuidad para estudiar artes liberales por lo que rápidamente comenzamos a hacer planes.
¿Nikki? ¿La misma Nikki que...? ¡Dios mío, no es posible que sea lo que estoy pensando!
Mudarme a una ciudad que hasta el momento me resultaba desconocida era demasiado llamativo para mí, bueno, para las dos. Desde luego no nos equivocamos porque San Francisco resultó ser prácticamente un paraíso terrenal para nosotras, incluso en esas ocasiones cuando me sentía más que sola.
Ese era el único fallo en mi perfección. La abrumadora sensación de soledad, la falta de un "algo" vital que sabes existe pero que no está a tu alcance.
De todas formas esta ciudad me dio además la posibilidad de conocer a personas maravillosas, personas que afortunadamente puedo llamar amigos sin temor a equivocarme.
La intrépida de Jessica, la dulce Bree, la brillante Ángela, el cauteloso de James, y por supuesto Emmett, el hombre más divertido del planeta. Emmett siempre fue mi complice en todo, nuestra química juntos era incomparable pero no de una forma romántica sino algo más parecido a un lazo de hermandad, bastante similar a lo que siempre tuve con Nikki.
Es complejo de expresar con palabras, solo puedo decir que con él me sentía segura, confiada. Estar con Emmett era casi como estar en casa, y eso se sentía realmente bien.
Cerré el diario al acabar la página sin saber realmente cómo me sentía yo. Lo que si sabía era a quién pertenecía ese viejo cuaderno. Reconocía esos nombre, esos detalles, esa forma de expresarse. Y me reprendí mentalmente por no reconocer la letra de mi madre desde el principio.
Descansé la cabeza en la almohada mientras pensaba, y cuanto más pensaba más dudas aparecían en mi mente. Sabía que tenía que hablar con la abuela mañana, porque ella debía responder unas cuantas preguntas.
Entonces, sin saber cuando, me quedé dormida.
Algo nuevo que apareció en mi cabeza un día y no me resistí a escribirlo. Espero que les guste esta historia que no tendrá más de cuatro o cinco capítulos, y todos relatados por Nessie.
¡Hasta la próxima!
