Título: Barreras contra la soledad.

Resumen: Todos tenían a alguien especial, menos León, que se estaba volviendo un cursi y romántico todo por culpa de alguien que no llega a su vida. Hasta que ella llegó, y finalmente creo una barrera entre él y su propia soledad.

Notas: La pareja es León/Morgana. Es rara pero me gusta y #Elfandomesmuycreativo #Shipsrarosalpoder. Gracias por leer.

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Barreras contra la soledad

León a su corta edad de dieciséis años nunca había sentido eso que todos sus amigos ya habían sentido. Nunca se había sentido cautivado por una mujer, como su amigo Lancelot cayó rendido a los pies de una encantadora y humilde muchacha, Gwen.

Nunca se sintio atraído por un hombre, como había pasado con sus amigos Percival y Gwaine. Ni se había atraído por una mujer al punto de verse reducido a una masa de baba andante sin uso de razón, ni se había visto atrapado en una loca y desbordada pasión como la de esa chica Vivian, cuando ella y Arturo salían, la joven literalmente estaba loca de remate, Arturo demoro solo unas cuentas semanas en abrir los ojos y darse cuenta de un hecho tan obvio.

Tampoco nunca se había sentido intrigado por una chica al punto de no dejar de pensar en ella, como cuando Merlín les hablaba de esa misteriosa mujer del lago, Freya.

Y nunca había encontrado el amor en uno de sus amigos cercanos, como Arturo y Merlín, que, aunque más tarde de lo previsto, se dieron cuenta de que pertenecían el uno al otro, se complementaban, se querían, se celaban (incluso cuando tenían una relación de "simple" amistad) y cuidaban el uno del otro. Estaban ahí en las buenas y en las malas. León estaba feliz por los dos, pero no podía negar su obvia envidia por la situación en la que se encuentran. Él tiene a muchos amigos, pero no tiene a nadie especial, ni es alguien especial para nadie.

Se estaba volviendo alguien muy sensible y sentimental, más de lo que le gustaría.

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Después de unos meses los lamentos de León parecieron ser escuchados.

Una mujer, una señorita al fin apareció en su vida.

Aunque era el lugar en el que menos esperaba encontrarla: La casa de Arturo.

La prima de Arturo venía de Paris, en Francia. Ella era hermosa, sus ojos verdes eran muy grandes y su sonrisa era brillante, parecían perlas marfil que apenas cabían en sus gruesos labios de aspecto suave y carnoso, su pelo oscuro hacía un perfecto contraste con la clara piel de la joven, Morgana.

Morgana. En circunstancias normales el nombre le habría parecido feo, horrible, pero en ese instante lo único que podía pensar era en que Morgana era un nombre fantástico porque la criatura que lo portaba era hermosa.

Cuando ella lo miro y le sonrió él supo que estaba perdido como un niño. Cuando ella no aparto la vista él supo que quizá tenía alguna esperanza. Cuando ella se acercó él supo que sus ojos eran más verdes de lo que se dejaban notar y tenían algo más allá, algo distinto, algo mágico. Cuando ella le hablo, él supo que esa mujer sería su talón de Aquiles y a su vez su fortaleza más grande, porque gracias a ella se había formado una barrera… y se había destruido otra.

Él no creía en el amor a primera vista, no hasta que le paso.

Era un hecho, León se estaba poniendo más sensible y sentimental de lo que le gustaría, y no solo de lo que le gustaría, si no de lo que debería.

Pero bueno, no se pueden alzar barreras para el amor, ¿no?