Bueno, después de mucho tiempo decidí escribir nuevamente... espero les guste, besos...
(+Nota: Muchas gracias a tod s por seguir mi historia, necesité volver a recapitular y en ese proceso de re-lectura noté que tenía muchos errores y algunos espacios vacíos que se prestaban a confusión. Es por ello que decidí reeditarlo, sin cambiar la esencia de los capítulos…)
Gryffindor nunca más.
La hora de la verdad
Hermione estaba en su cuarto, observaba el techo como si fuera lo más interesante que pudiera existir. Estaba decidida, les borraría la memoria a sus padres si toda esa situación llegaba a tornarse más peligrosa y gracias a eso estarían a salvo. No podía encontrar una mejor solución, era eso o perderlos por algún adepto del que no puede ser nombrado y, para ella, esa no era una opción. Cerró sus ojos con fuerza y dejó escapar todo el aire que tenía en sus pulmones, se sentía tan presionada con esa guerra mágica… absurda en verdad.
Por otro lado, se encontraba un poco nerviosa; su madre Jane se comportaba de manera extraña con ella desde hace dos días atrás. Apenas y la miraba a los ojos, mucho menos le dirigía palabra alguna. La castaña dejó escapar otro suspiro, esta vez aguantando las lágrimas que amenazaban con salir sin su permiso. En horas de la mañana cuando se disponían a tomar el desayuno, su padre le informó que tenían una información importante, sin embargo, eso no fue lo que más le impresionó sino el hecho que él nunca le dirigía la palabra, no más de lo necesario. Esa sola oración había dejado a Hermione algo nerviosa, no entendía que era eso tan urgente que sus padres debían decirle y mucho menos el por qué esperar y lo que más le impactó fue el que no la dejaran ir a la madriguera. Casi nunca le daban trabas para pasar todo el resto de sus vacaciones en casa de sus amigos.
-Hermione, baja por favor… -escuchó a su madre llamarle desde la sala. Frunció el ceño ante el tono de voz empleado.
La castaña bajó las escaleras con rapidez y se sorprendió al ver dos magos en la entrada de su casa. No se detuvo en observarles, ni siquiera había notado que no llevaban sus varitas en mano. Su reacción inmediata fue sacar la suya y ponerse en frente de sus padres, los protegería con todo.
-Tranquila, Hermione… con ellos debemos hablar. –Susurró su madre temerosa lo cual le extraño.
-¿Qué quieres decir? ¿Los conocen? –ambos asintieron.
-Ellos son Gilbert y Hermione Diane Rosier… -la castaña abrió los ojos como platos y comenzó a hiperventilar-, son tus verdaderos padres –dijo Jane Granger con lágrimas en los ojos.
-La verdad es que Jane fue la única que quiso e insistió en quedarse contigo, nunca fuiste de mi agrado menos al saber que eras unas de esas fenómenos… -Hermione no podía creer lo que estaba escuchando.
-Cuando te conseguimos tu madre estaba inconsciente… tenía muchas heridas y respiraba poco, estaba segura que moriría –decía Jane entre hipidos. –Pensé en ayudarle pero… pero…
A estas alturas Hermione lloraba con todas sus fuerzas, eso debía ser una pesadilla. ¿Cómo podían soltarle una noticia de esa magnitud de esa manera?
-Pero nada mujer, dile la verdad. –gritó Gilbert Rosier.
Jane, a quien creía era su madre todo este tiempo, se removía incomoda en su lugar.
-Acababa de perder a un hijo, me cegó el dolor, la desesperación y cuando te vi te…
-Me la robaste –siseó Diane de Rosier con ira contenida. –Pensar que todos estos años lloré tu muerte, maldije hasta al mismísimo Señor Tenebroso por arrebatarme tu calor –gruesas lagrimas caían por su rostro-, y resulta que estabas viva.
Hermione se levantó y comenzó a caminar en círculos allí mismo en la sala, su respiración era cada vez más acelerada mientras miles de pensamientos y preguntas golpeaban con fuerza en su mente. ¿Cómo pudo pasar algo así? Debía existir alguna explicación para tanto dolor, no? Ella quería amarrarse a una esperanza, pero era casi imposible
-¿Por qué, Jane? –la aludida lanzó un grito de agonía, su pequeña la odiaba.
-Porque lo necesitaba, necesitaba remplazar el dolor de la pérdida y tú estabas allí –de pronto Hermione no quiso más respuestas, dolían más que la ignorancia.
-¿Cómo me consiguieron? –susurró la castaña con un hijo de voz.
-Todos los años voy al mismo lugar donde te perdí… dejo unas flores y pienso en ti por horas –dijo Diane de Rosier con dulzura. –Entonces la encontré a ella y la muy estúpida se le salió que aquí te consiguió… que su hija se llamaba como yo y que… -la bruja cerró sus ojos con fuerza y soltó un largo suspiro tembloroso-, solo Merlín sabe que no te mate porque quería llegar a ti, hija.
-Diane, sufrió por años la perdida al igual que yo… -murmuró Gilbert con tristeza-, fuiste nuestra primera hija y nunca me había sentido tan orgulloso de tenerte, tan feliz. Entenderemos si no quieres venir con nosotros, si te quieres quedar…
-Nunca más… con ellos nunca más –susurró la castaña con amargura y sin pensar tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre.
Hermione acercó su mano a los Rosier que entendieron lo que quería decir con ese gesto. Tomaron su mano con fuerza y desaparecieron dejando a Jane Granger devastada y a su esposo feliz por no tener que seguir cuidando a esa chiquilla. Aparecieron en los jardines exteriores de una hermosa mansión, eso la logró sorprender de momento. No solo era hija de magos sino que eran millonarios, ¿Estaba dormida, cierto?
-Vamos, te enseñaré tu habitación… -la voz de Gilbert la sacó de su asombro-, mañana haremos todo el papeleo para el cambio de nombre y saldrás con tu madre de compras –Hermione asintió casi por inercia, el solo saber que dejaría de ser Granger le dolía en el alma.
Tantas mentiras y engaños, simplemente ya no se sentía ella misma. Toda su vida era una farsa… Siguió a sus padres hasta su nueva habitación y sintió que le iba a dar un ataque cardiaco apenas entró en ella. El cuarto era tres veces más grande que su antiguo hogar. Detalló rápidamente el lugar y se sorprendió al descubrir con que la misma contaba con un estar que rivalizaba con cualquier sala de visitas, un televisor, una cama de madera con un dosel de seda color champagne y una cómoda a juego… por todo lo demás, la castaña notó tres puertas adicionales en la habitación.
-Si no es de tu agrado puedo decirle a Dex que te mude a una más grande –abrió los ojos como platos y negó rápidamente, ¿Había una más grande? no puede ser. Prácticamente estaba sin habla.
Después de pequeñas charlas, los Rosier se retiraron a su habitación dejándola sola y con un vacío en su pecho. Daría rienda suelta a todos sus sentimientos, podía llorar y sacar ese dolor que tenía en su pecho. Ahora entendía muchas cosas, porque su padre la trataba indiferente y no tenía el mínimo interés en ella. También ese repentino interés de su madre en mantenerla en su casa, de no dejarla salir, tenía miedo de que la encontraran y se la arrebataran de sus brazos.
"Toda mi infancia encerrada entre cuatro paredes, obligada a refugiarme en libros y los pocos juguetes que me regalaban", pensó Hermione con amargura.
Pero no todo salió como Jane esperaba, lo echó a perder y no había forma de reparar el daño que había causado en la vida de la castaña. Ella tenía que comenzar de nuevo, reconstruir lentamente lo poco que quedaba de su ser y por sobre todo reforzar su identidad, su verdadera identidad. Era hija de una familia de magos y por ende una sangre limpia, eso habría podido evitar muchos insultos en el pasado y tal vez, solo tal vez todo sería diferente.
"Sangre sucia", tantas veces lloró por un estúpido insulto que no tenía cabida en su vida.
Horas más tarde Hermione despertó con un fuerte dolor de cabeza, sus ojos ardían y sentía su garganta quemar a causa de la sed. Se levantó sin muchos ánimos de la suave cama y se dirigió hasta el baño para asearse, luego bajo necesitaba pensar y los jardines de esa casa eran hermosos, tranquilos y armoniosos, justo lo que está buscando.
El sol estaba a punto de ocultarse, había dormido por horas, pero ni siquiera en sueños podía olvidar la pesadilla vivida en la mañana. Cerró sus ojos y se dejó caer en el césped.
-¿Eres Hermione, no? –escuchó la voz de un chico. La aludida abrió los ojos sorprendida del gran parecido que ambos tenían.
-Si… lo soy –dijo ella entrecortadamente.
-Un placer concerté, mi nombre es Sam Rosier y soy tu hermano –dijo el chico sentándose a su lado. –No puedo decirte que estoy emocionado de verte porque nunca te imaginé viva, pero si estoy feliz por mi madre porque ahora está completa y todo gracias a ti.
La castaña esbozo una tímida sonrisa, notaba que ese joven quería a su madre, esperaba algún día superar todo eso y tomarle un poco de cariño al menos.
-Estudias en Hogwarts, ¿verdad? –Preguntó el castaño con una sonrisa en los labios.
-Sí, estoy en Gryffindor… -Sam abrió los ojos como platos y comenzó a reír. –Vaya, mi abuela estaría complacida de escuchar eso para poderle reprochar a mi padre lo poca cosa que es… -dijo con sorna.
-No entiendo…
-Te explico, toda la familia, incluyéndome ha sido Slytherin, es una tradición -el corazón de Hermione golpeaba fuertemente su pecho.
Podía ser esto peor… Hermione cree que no…
