Disclaimer: Saint Seiya Omega no nos pertenece.
Summary completo: Seiya, ahora el Caballero de Sagitario, rescata a un bebé de las manos de Marte y lo lleva con Saori, cuya aura resplandece al verlo. Diosa y Caballero, ambos de casi 30 años, desconocen el por qué de la aparición del niño, pero deciden criarlo. ¿Que pasará con la relación de ambos teniendo la responsabilidad de un hijo? ¿Que pasará por sus mentes...?
Pequeñas esperanzas
Capítulo 1: Seiya, el padre.
Finalmente, y gracias a la sagrada ayuda de su Diosa Athena, pudo derrotar al enemigo que había ido al Santuario con la única intensión de hacer un mal en él, en especial al pequeño bebé que ahora se encontraba en brazos de la Diosa de la guerra heroica.
El Caballero Dorado de Sagitario, Seiya, se acercó a su Diosa con paso lento, intentando entender cómo es que un niño había llamado la atención del Dios Marte. Algo especial tenía que tener ese bebé para hacerlo, ¿pero qué?
— ¿Están bien los dos? —preguntó el caballero de oro.
La mujer de púrpura cabellera dirigió su azulada mirada hacia el joven de 30 años de hermosos ojos cafés. Sonrió y le respondió.
— Estamos bien —respondió en un inicio—. Gracias, Seiya.
El antiguo Seiya de Pegaso correspondió dicha sonrisa.
Ambas miradas se perdieron en la otra durante unos cuantos minutos. Era increíble, ya habían pasado 20 años, pero las cosas entre ellos seguían siendo igual… nada había cambiado; bueno, quizá sólo el hecho de que ahora era conocido, no como el Caballero de Pegaso, sino cono el Caballero de la novena casa: Sagitario.
Así era, desde hacía unos cuantos años portaba con orgullo la armadura de Sagitario, la que muchas veces le salvó la vida en batalla.
De pronto, el llanto del infante los sacó de sus pensamientos, causando que los dos adultos posaran sus ojos sobre él.
— Sigo sin entender cómo es que este bebé terminó aquí —comentó Seiya confundido, mientras por que por inercia acercaba uno de sus dedos hacia él. El pequeño infante, al sentir su cercanía, lo tomó rápidamente y lo apretó con todas sus fuerzas.
Saori, al ver esa pequeña acción sonrió enternecida.
— No lo sé —comenzó—, es un misterio para mí también. Tal vez fue la decisión de los dioses… Puede ser que este niño tenga un destino tan importante… que decidieron dejarlo a nuestro cuidado —comentó Saori, no dejando de ver al pequeño de tez clara y sonrosadas mejillas.
Dejarlo a nuestro cuidado…
Fueron los pensamientos que cruzaron la mente del dorado de Sagitario sin quitar la mirada del pequeño bebé que la Diosa traía en brazos.
— Voy a cuidarlo —dijo ella, apartando la vista del pequeño y dirigiéndola a él—. Lo cuidaré como si fuera mi hijo —explicó brevemente—. Seiya, necesitaré de tu ayuda…
El caballero de Sagitario parpadeó varias veces antes de responder— ¿Mi ayuda? —preguntó confundido, intentando averiguar a qué se refería su Diosa. Ya que si, a pesar de ya tener haber pasado los 20 años, seguía siendo un poco despistado ante ciertos temas. De pronto, fijó su mirada sobre el niño y le dedicó una sonrisa.
Al estarlo viendo, pudo percatarse de que el niño los miraba con sus ojitos muy abiertos. Por alguna razón… ya no estaba llorando, ni se sentía temeroso. Eso captó la atención de Seiya rápidamente.
— Él bebé… dejó de llorar —comentó, sorprendido—. Hasta hacía unos segundos no paraba de hacerlo.
Saori posó la mirada sobre el bebé de igual forma y no pudo evitar sonreír tiernamente.
Acercó su mano hacia él, y el niño inmediatamente tomó uno de sus dedos y lo apretó fuertemente, así como con Seiya; comenzando a reír levemente. Y, a como pudo, hizo que ambos meñiques se tocaran. Tal acción logró que Saori pudiera comprender lo que pasaba.
— Creo… que este pequeño nos ve como sus padres —afirmó.
— ¡Qué! —preguntó Seiya sorprendido, sus mejillas se habían tornado bastante rojas. Los ojos azulados de la Diosa lo vieron con diversión—. E-Eso no puede ser…
Saori rió por lo bajo al ver la reacción de Seiya. No había cambiado, y parecía ser que nunca lo haría, pues seguía siendo aquel niño de 13 años que hace mucho tiempo conoció; por lo que verlo de esa forma hacía que muchas cosas vinieran a su mente de nueva cuenta.
— Parece que no hay opción Seiya —le dijo, curiosa a la respuesta de su más fiel caballero—. Creo que voy a tener que… adoptarlo, dentro de lo que cabe.
— Pero Saori… —comenzó dudoso y con el corazón acelerado.
Ella le sonrió. Había vuelto a hacerlo… pronunciar su nombre en el santuario. Y es que él, y sólo él, la llamaba por su nombre a pesar de que estuvieran en su templo y tuvieran que adoptar el rol de Diosa y Caballero; él tenía la confianza para dirigirse a la mujer, y no a Athena.
— ¿E-Estás segura de esto? —comenzó Seiya—. Recuerda que eres una Diosa, Saori. Tienes tus propios deberes, así como yo los tengo ahora… ¿En verdad crees que sería buena idea? ¿Y si este niño está perdido? ¿Y si en realidad su madre lo está buscando? —continuó el caballero, haciendo sus mil y preguntas, reafirmándole a la mujer que se encontraba un poco nervioso por la simple idea de tener que cuidar a un niño, siendo él su imagen paterna.
— En dado caso de que sea así, me encargaré de buscarla —comenzó ella con una sonrisa—. Si la encontramos, le haremos entrega de su más preciado tesoro —explicó—. Espero que entiendas Seiya, que esto lo hago más por el hecho de que no quiero que este niño pase lo mismo que ustedes cuando pequeños —dijo, viéndolo con un poco de dolor—. Y estoy segura de que tú piensas lo mismo…
El caballero de oro se quedó pensando un poco en las palabras que la hermosa mujer le había dicho, posando sus ojos en el rostro del bebé.
Y si lo veía desde un punto más neutral, era cierto… Además, el deber de los caballeros no sólo era el de proteger a Athena, sino que también el de cuidar de cualquier ser humano, más si realmente lo necesitaban. Su Diosa amaba profundamente a esa tierra, y no podían permitir que sus habitantes sufrieran, pues si lo hacían… la deidad a la que adoraban tendría un triste semblante eternamente.
El muchacho volvió su mirada a Saori y le sonrió decididamente.
— Siempre los voy a proteger —expresó decidido, acariciando suavemente la mejilla de la Diosa—. No permitiré que nadie les haga daño…
Saori sonrió. Agradecía que Seiya hubiese entendido sus palabras tan rápidamente. Eso mostraba la madures que había adquirido a través de los años.
— Bien, con eso resuelto… Podemos asumir que mientras esté aquí, tú serás su padre —comentó Athena mientras se daba la vuelta y se dirigía hacia sus aposentos, los cuales estaban detrás de la cámara del patriarca, el cual en ese momento se encontraba ausente.
El caballero de oro no pudo evitar ponerse rojo de nuevo. Maldijo por lo bajo el aún seguir teniendo tal reacción. Sacudió levemente la cabeza para intentar quitarse el tono carmín de sus mejillas y observó a Saori yéndose. Podía sentir en su cosmos más cálido de lo normal. Era como si… realmente fuera una madre cuidando de su hijo.
Jamás había sentido su cosmos de esa forma.
Y de pronto, sin querer, la visualizó… y se vio a su lado, cuidando a ese pequeño infante que había aparecido esa tarde en el santuario de Athena.
Más de pronto comenzó a sentir nervios, además de que una extraña sensación le invadió el estómago. Je, sin duda… el pequeño los acercaría aún más dado que… lo cuidarían como a un hijo.
Tuvo que tomar una buena bocanada de aire al pensar eso ultimo— Un hijo… —je, ni en sus sueños más locos se hubiera imaginado con Saori, cuidando a un pequeño, como padres.
Era inútil, los pensamientos lo abrumaban, y su imaginación iba volando a la misma velocidad en que su sonrojo aparecía. No es que no quisiera, en realidad era una oportunidad muy grande, una que quizás nunca tuvo antes para estar con ella, era sólo que sentía mucha ansiedad.
Y para empezar… no sabía cómo cuidar niños. En realidad su conocimientos sobre ellos era totalmente nulo; pero ese brillo que pudo ver en los ojos de su Diosa, y su determinación, lo hacían sentir con más confianza; no quería fallarle.
Suspiró y caminó hacia la salida para poder tomar aire. Los sentimientos no cambiaban, nunca; estar a su lado, protegerla, ser ahora el Caballero de Sagitario… el más cercano a la Diosa, reforzaba en su interior esa sensación que nunca olvidaría, que jamás se permitiría olvidar.
Seiya alzó la mirada hacia el hermoso y despejado cielo que Grecia les permitía ver, y sonrió para sí mismo.
— Esto, será interesante…
Continuará…
Suki: Y bueno, aquí está el primer capítulo con referencia a esta nueva serie que será Saint Seiya Omega. Esperemos que les haya gustado mucho, tal y como a Princesa Saiyajin nos encantó redactarlo. Este es el punto de vista de Seiya, en el próximo capítulo será el punto de vista de Saori, y posiblemente haya un tercero que será el punto de vista del infante Koga, claro que será menos largo, pues es un bebé, pero es para que sea un poco más completo el asunto.
Quiero darle gracias a mi hija fandubbera, xXKeirame-ChanXx, por ayudarnos con el título. ¡Hija, eres una gran ayuda! Te quiero mucho.
Princesa Saiyajin: ¡Yey! Nuestro regreso al fin, después de muchí~simo tiempo, ya estaba ansiosa de escribir; pero bueno, la inspiración y el tiempo no aparecían y hoy, aparecieron juntas por fin. No puedo describir lo emocionada que estoy, de hecho ando traumadísima; Saint Seiya Omega vino a revivir esperanzas, y aunque al principio estaba media sacada de onda por el hecho de que están sacando muchas cosas sin darle un digno final a Saint Seiya, terminé por fangirlear con la poca información que se tiene; y este fic es el resultado de ello, espero lo disfruten.
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Asaki90, presentó.
