CONCAVO Y CONVEXO

CAPITULO I


Hola chicas, aca estoy con una nueva historia, debo comentarles que esta historia es un poco retorcida a decir verdad, por lo que les advierto que el contenido es algo fuerte en algunas ocasiones, pero ninguno de mis protagonistas sufre en todo caso. Aca todos aman lo que se les hace, pero puede resultar algo impactante para algunas, asi que estan avisadas... quizas no sea tan asi al final, aunque es el fic mas fuerte que he escrito, y aunque he leido peores, decidi ponerlas a sobre aviso por si hay alguna lectora excesivamente sensible, lo cual puede suceder. Si no es asi, pues adelante, lean y comenten... :) Este sera un short fic, no creo que vaya mas alla de los 5 o 6 capitulos... Bueno, eso creo...:) mordiscos!


Bella POV

Estaba aburrida en mi habitación como todos los fines de semana. Odiaba los días así, en que todo parecía ser un fastidio. Nada que hacer. Alice y Rosalie, mis amigas, debían estar en mitad de su estúpida excursión, con sus novios de turno y yo no había podido ir porque tendría que haber ido sola. Sola entre dos parejas. No gracias. Y no es que me faltasen pretendientes, pero consideraba que no estaban a mi altura, que no eran lo que buscaba… Todos los idiotas de Forks no hacían uno solo que valiera la pena. Exceptuando quizás por Emmett o Jasper, los hermanos Cullen, pero esos ya tenían dueñas: mis amigas. Y yo podía ser muchas cosas, pero no una mala amiga… Ellos eran de Rose y Alice y eso se quedaba así.

Así que allí estaba, jugueteando con mi portátil esperando a que pasara el día.

De pronto sonó el teléfono, sacándome de mi rutina y levante una ceja, un poco intrigada. Cuando conteste me di cuenta que no debía hacerlo. Era Mike.

El tipo tenía una suerte de obsesión conmigo. No me dejaba en paz, ni de día ni de noche, desde el maldito día que se me ocurrió enredare con él. No había sido nada especial, solo algunos besos y sexo oral. El cual fue el más decepcionante de mi vida. El no logró complacerme y yo apenas lo toqué y el ya había tenido su orgasmo. Todo un fiasco. Ni siquiera pude disfrutar algo. Pendejo. Y lo peor es que él creía que lo había hecho muy bien…

El idiota me llamaba porque quería verme de nuevo. Pero yo no estaba tan desesperada, al menos no todavía.

Le contesté y le corté pronto, diciéndole que estaba enferma. Ya me estaba cansando de dar excusas. Un día de estos se me agotaría la paciencia y lo dejaría en vergüenza delante de todo el mundo. Solo esperaba que las neuronas le alcanzaran para darse cuenta de mi rechazo antes que eso ocurriera…

Mientras, seguía esperando a que apareciera el hombre ideal. Ese que de solo verlo te estremeciera el cuerpo. Uno sabe cuando alguien así llega, pero eso a mi aun no me sucedía. Solo esperaba no hacerme vieja para cuando eso pasara. Y cuando ese día llegara… yo por fin me entregaría. Esa era mi esperanza.

Mientras, seguía con mi aburrimiento. Que día más fastidioso.

Me alegre cuando por fin llego la noche y pude darme un largo baño. Me relaje lo suficiente como para dormirme en cuanto me recosté en la cama.

A eso de las tres de la madrugada me desperté sobresaltada. Estaba sudando y me senté en la cama, tratando de ordenar mis ideas. Me había despertado de alguna forma y estaba irritada. El sueño era excelente… ¡mierda! Si no eran las pesadillas, era algún idiota haciendo escándalo en medio de la noche.

Me levante y me acerque a la ventana. Mire a la casa vecina y me llamo la atención que había luces encendidas. Por lo general, esa casa casi siempre estaba sola y aunque tenía dueño, nunca estaba allí. Al menos yo no lo había visto jamás. La curiosidad pudo más y me puse a observar tras la cortina. Al poco tiempo vi como llegaba un vehículo color plata y se estacionaba fuera de la casa. Me intrigo conocer a su ocupante y mi sorpresa fue enorme cuando vi a un tipo alto y de pelo desordenado bajar del automóvil y abrir la puerta del copiloto a una mujer. En cuanto vi al desconocido, mi corazón dio un vuelco. Se me seco la boca y apreté los puños en un sentimiento que no supe definir. El tipo era malditamente guapo. Me oculté mejor tras las cortinas y agucé mi oído. Prácticamente no hablaban, pero oí claramente a la mujer llamarle Edward. Ese debía ser su nombre. La mujer era hermosa, rubia, despampanante y curvilínea. Una perra.

Preferí fijar mi atención en el primoroso espécimen masculino. Era increíblemente atractivo. No entendía como no lo había visto nunca antes. De alguien así, me acordaría, eso era seguro. Su sonrisa me idiotizo, aun sin ir dirigida a mí. Era alto y bajo el suave sweater se adivinaba un cuerpo atlético y bien definido. Sus ojos eran hermosos y expresivos y se veían oscuros. Camino con gracias hacia la mujer y poso la mano en la baja espalda de esta, invitándola a pasar a la casa con suavidad.

Para cuando entraron a la casa me di cuenta de que yo, extrañamente estaba jadeando y que mis manos apretaban las cortinas con demasiada fuerza. El corazón me latía furioso y no pude evitar quedarme pegada a la ventana, fantaseando sobre lo que ocurría en esa casa.

Di un sonoro suspiro. ¡Dios! Que hombre tan magnífico. Casi me negaba a creer que fuese real. De solo verlo, ya había mojado mi ropa interior. No se veía demasiado viejo, aunque evidentemente era mayor que yo, quizás tendría unos 25 o 28 a lo sumo… en realidad no me importaba. El era perfecto. Y lo quería para mí.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por algunos ruidos provenientes de la casa. Pude oír a la perfección el sonido característico de un vidrio roto.

Luego, silencio.

Me comía la curiosidad y aunque no soy una fisgona, no mucho al menos, me quede allí esperando. Quería saber lo que fuera de aquel hombre, él era el indicado, lo presentía… sin importarme nada, lo quería para mí.

Pensé y baraje todas las posibilidades y ninguna me detendría. No me importaba que fuese casado, que tuviera hijos o que fuese un cura (lo cual dudaba mucho). De todas maneras el seria mío. Nadie me había rechazado hasta el momento y el no sería la excepción.

Estaba segura.

Luego de unos 30 minutos, me quede de una pieza al oír claramente, los gemidos bastante audibles de una mujer. Venían de la casa de mi apetecible vecino. Sentí como se me erizaban todos los vellos del cuerpo.

¿Qué podría estarle haciendo a esa mujer para que gimiera de ese modo?

Las posibilidades me excitaron hasta el límite. Quería ser yo la que estuviese allí, sea lo que sea que estuviesen haciendo. Quería estar bajo su cuerpo y sus labios, abrazando ese exquisito cuerpo… Seguramente estaban teniendo sexo salvaje…

Pero un incidente enlodo mis sueños. Se oyó un grito agudo, seguido de algunas maldiciones y luego un horrible portazo.

Pude ver cómo salía de la casa, la chica hermosa de antes, con la ropa desordenada y el pelo revuelto. Se veía francamente asustada y luego de gritar hacia la casa de mi vecino un par de groserías, corrió calle abajo, llenando el silencio de la madrugada con el ruido de sus tacones.

Yo me quede estupefacta, sin saber que pensar.

¿Qué había ocurrido en esa casa?

No volvió a haber ruidos en la casa de mi vecino y luego de unos interminables minutos, finalmente se apagó la luz, dejándome con todas mis dudas.

No podía esperar a que llegara el día lunes para llegar al instituto y hablar con las chicas. No se creerían lo que había visto. Primera vez en mi vida que realmente deseaba asistir a clases. Entre al aula expectante, pero las chicas, Alice y Rosalie todavía no llegaban. Me senté en mi mesa y espere pacientemente a que llegaran. Estaba tan ansiosa que hasta había llegado temprano.

Lentamente comenzaron a llegar los estudiantes y el profesor, que me miro con algo de asombro al verme tan temprano allí. Lo ignore y seguí hundida en mi pensamientos.

Luego de un rato pude notar que alguien se sentaba a mi lado y bufe al ver que se trataba de Mike. Que moscardón más molesto.

- Vete Mike- masculle, irritada por la tardanza de las chicas.

- Ya no estás tan enferma, ¿verdad? – pregunto él, sonriendo. Supongo que pretendía ser encantador. Pendejo.

- No- conteste hastiada- pero eso no significa que vaya a salir contigo Mike. Olvídalo- dije, cansada.

- Vamos Bella… terminemos lo que empezamos – me dijo él, acariciando mi pierna. Lo mire furiosa, con un rictus de asco un mi cara, dispuesta a enviar al demonio todas sus esperanzas... pero interrumpieron mi discurso antes de comenzarlo.

- Esfúmate idiota - escuche la sensual voz de Rosalie gruñir- estás en mi sitio-

- Te recomiendo que obedezcas – se oyó la dulce voz de Alice- Podría asegurar que si no lo haces, tendrás un severo dolor de testículos durante un mes. Casi lo he visto-

Vi con deleite como Mike empalidecía ante la advertencia de Alice y desapareció tan rápido como había llegado.

Pronto Rosalie tomo su sitio y Alice se acomodo en el sitio anterior a nosotras. Por lo general, nadie se sentaba con Alice, que, a pesar de ser pequeña y menuda todos la esquivaban como la peste. La encontraban extraña, pero eso e ella no podía importarle menos.

Tuve que escucharlas cacarear sobre su maravillosa excursión y lo excitante que eran sus novios. Incluso una poco decorosa explicación del tamaño del miembro de Emmett, el novio de Rosalie, que hubiese preferido pasar por alto. Yo lo que en realidad quería era hablarles del estupendo y muy extraño vecino que tenia, y tuve que escuchar todos los detalles escabrosos antes de poder hablar. Pero para cuando me habían preguntado sobre mi fin de semana, comenzó la clase y no me quedo otra que esperar.

Por un motivo u otro no pude hablar hasta que llego la hora del almuerzo. Para ese entonces, ya no podía soportar más la tensión. Para cuando nos sentamos en nuestra mesa, ya estaba ahogada. Necesitaba hablar.

Casi sin esperar a nada les lance mi historia sobre mi excitante vecino, como lo había visto, con quien había llegado… luego les hablé sobre los ruidos y finalmente la salida cotica de la rubia y por supuesto, un fino detalle del físico privilegiado del hombre de mi vida.

Yo realmente pensé que ellas saltarían en un pie o algo así, pero me las encontré mirándose entre sí con rostro preocupado, para que luego Alice me preguntara con su voz cristalina:

- ¿Cómo dijiste que se llamaba el tipo?-

En realidad no les había dicho el nombre. Quería dejar esa sorpresa hasta el final.

- No lo dije- sonreí emocionada- pero si quieres saber, se llama Edward. No sé el apellido, pero creo que ni siquiera me importa… -

El silencio fue tal que me impactó.

Ahora sí que me estaban asustando. Las vi casi palidecer, mientras Rosalie miraba su plato, repentinamente muy interesada en su lechuga, mientras Alice lanzaba un suspiro tembloroso y tomaba mi mano. Hablo con voz preocupada.

- Yo sí se el apellido de quien nos hablas. Es Cullen. Y aléjate de él- resoplo en mi rostro, lanzándome una mirada que casi fue de terror.


Nos vemos pronto... espero haberlas dejado intrigadas... :) mordiscos!