La hiena se encontraba ahí, pataleando enojado.

—¡Aaargh! —con rabia exclamaba— ¡Maldita guardia del león! ¡Maldito Kion! ¡Maldito todo!

Entonces su estomago rugió, lo que hizo que el otro animal, no muy inteligente por cierto, se acercara preocupado.

—¡Janja! ¡No puedes hacer esfuerzo! Te va a doler tu pancita —le dijo torpemente Cheezi preocupado.

—¿¡Tu que, cerebro de paja?! ¡Mejor déjame en paz, idiota! —le contesto con agresividad gracias a su enfado, haciendo que el otro bajara su cabeza.

—Ja-Janja... —trato de responderle, siendo interrumpido abruptamente.

—¡NO! ¡Callate! —replico sin siquiera escucharlo

El otro entonces apenado se fue, sintiéndose mal, el quería mucho a Janja.


Al rato, Janja estaba acostado, aun con hambre y de mal humor.

Y Cheezi se acerco de nuevo.

—¡Ey, Janja! —de buen humor— Te queri...

Fue interrumpido otra vez.

—¿¡Que no te dije que me dejaras de una buena vez?! —respondió con rabia la Hiena por causa de su mal humor.

—¡Pe-Pero! —apenado trato de hablar—

—¡Callate de una vez, MALDITO IDIOTA BUENO PARA NADA! —grito con toda su rabia, haciendo que Cheezi a punto de llorar se marchara de ahí.

Dándole una ultima mirada, la cual reflejaba a un cachorrito regañado y triste.

Janja no hizo nada, pero a los segundos se empezó a sentir culpable.

Tal vez todo lo que le grito fue solo para desahogar lo que sentía sobre el mismo, aunque nunca en la vida iba a admitir aquello.

Tenia hambre, no tenia mucho, casi nada, pero lo tenia a el y Chungo, los cuales nunca se habían separado de el.

Sin duda fue un idiota, y mas de lo que acostumbra a serlo.


A las pocas horas, Janja decidió ir a disculparse, pero al encontrarlo, vio a un Cheezi dormido plácidamente, se notaba en sus ojitos que había llorado, Janja se acerco, dándose cuenta de algo que derritió su corazón.

Al lado de el, había un hueso, el cual Cheezi abrazaba, aunque estuviera incluso mas delgado que Janja.

—Ja...Janja, te... Amo mucho, toma este hueso que... en...encontré... —Cheezi hablaba dormido de forma tierna.

Entonces Janja se acerco, lamiendo su mejilla.

—Gracias, cerebro de paja —dijo sonriente, viendo como Cheezi dormido sonreía de igual manera.

Janja sabia que Cheezi era todo un bobo, pero, era un bobo que nunca cambiaría por nada del mundo.