No me gusta esta situación. ¡Qué vergonzoso! ¿Por qué? ¿Por qué precisamente a mí? Si ir al ginecólogo ya es malo, esto es peor. Estoy atravesando la puerta de entrada de una clínica de sexología. Al entrar miro por todos lados, tiene el aspecto de cualquier clínica, predomina el blanco. Mi vista se fija en una pareja que esta sentada a mi izquierda, ambos parecen rondar los 30 y se ven un poco alterados y nerviosos. Supongo y al igual que a mí, no les gusta estar en este sitio. Enfermeras y los que presumo como doctores pasan de un lado a otro, ocupados. Deben estarlo, después de todo esta clínica trabaja en varias áreas por lo que pude investigar antes de pedir la cita. Camino hasta el mostrador donde una joven muy linda y arreglada me atiende.
—Buenos días, bienvenida. ¿En qué puedo servirle?
Aclaro mi garganta.
—Yo... Tengo cita con la doctora Tsunade. Soy Sakura Haruno.
Ella busca en su ordenador unos segundos antes de volver a mirarme.
—Si, la doctora estará disponible en unos minutos. Puede tomar asiento. —Sonríe con amabilidad mientras me señala las sillas metálicas. Le devuelvo la sonrisa y tomo asiento.
Miro mi reloj de muñeca. Un cuarto de hora más tarde llega mi turno. La amable secretaria me señala el pasillo y yo avanzo. Toco la puerta, una voz madura y femenina me concede el permiso para pasar.
—Buenos días... —Saluda la doctora. Revisa la lista de pacientes.— Sakura. —Me mira sonriente. Siento mi rostro arder por la vergüenza.— ¿En qué puedo ayudarte?
—Verá yo... —Tartamudeo sin querer. Tomo aire para relajarme y hablo.— Tengo un problema.
—Así supongo. —Sonríe. Le divierte mi nerviosismo.— Deja la timidez, Sakura. Puedes hablar con confianza, soy doctora y nada de lo que me digas saldrá de este consultorio.
Tiene razón, supongo.
—Lo siento. Es que, mi problema es grave, supongo... —Cerré mis ojos preparándome para hablar.— Nunca he tenido un... —Unos fuertes golpes en la puerta me sobresaltan.
—¿Quién me molesta cuando estoy con un paciente? —Grita. Me encojo de hombros ante su aterrador tono de voz. La puerta se abre.— ¿Qué quieres Tenten? —Ladeó mi rostro en dirección a la puerta y la veo de pie, un poco temerosa y agitada a la secretaria que me atendió minutos antes.
—Disculpe señora Tsunade pero... Han llamado de la clínica del sur. El señor Dan ha tenido un accidente de auto y... Su vida está en peligro. —Anuncia con un deje de tristeza y preocupación. Miro a la doctora, se ha puesto pálida y esta agitada. Me devuelve la mirada después de unos segundos y habla.
—Lo lamento Sakura. Debo estar con mi esposo enseguida. —Se disculpa mientras recoge sus cosas del escritorio. Su sonrisa se ha borrado por completo y despide un aura de preocupación y desesperación.— Te transferire a otro doctor. —Mira a la secretaria.— Avísale a Sasuke. —Con esas tres simples palabras la mujer corre por el pasillo, acatando la orden en seguida.— Me disculpo nuevamente, mi colega sabra atenderte. —Se despide y sale del consultorio dejándome sorprendida y extrañada. Paso todo el resto del tiempo sentada frente a su escritorio hasta que la puerta se abre.
—Sakura. —Me llama la amable secretaria. Me pongo de pie inmediatamente.— El doctor ya puede atenderte, sígueme. —Camino hasta ella, me guía por el pasillo, a tres consultorios de distancia. Toca la puerta, una voz grave se escucha al otro lado. Ella la abre, me sonríe y se marcha.
Entro a la iluminada habitación, tan blanca como el resto de la clínica. Mis ojos vagan por toda la estancia hasta que se topan con una imponente figura. Un apuesto hombre de piel nivea y ojos oscuros a juego con su cabello me mira. Esta sentado en la silla de cuero frente al escritorio. Mis mejillas se tiñen de carmín instantáneamente. De todos los doctores del mundo ¿Tenía que atenderme uno increíblemente apuesto? Si estuviese aquí por una consulta normal no me molestaría, pero mi consulta es de todo, menos normal. Me indica que tome asiento y así lo hago. Se toma su tiempo hojeando unos papeles que supongo y son sus listas de pacientes, son muchas hojas. Cuando termina va directo al grano.
—¿Qué te trae hasta aquí? —Ni un buenos días, mi nombre es, nada. La doctora Tsunade fue mucho más amable.
—Yo... —Se me forma un nudo en la garganta cuando sus ojos impactan de lleno contra los míos, su mirada oscura es abrasadora y penetrante. Me ruborizo nuevamente.
—Solo dilo para que pueda ayudarte. —Exclama. En cualquier otro caso esa oración hubiese sonado amistosa, pero este no es el caso. Su tono formal y su rostro inexpresivo evita que sea así.
Suspiro y me preparo para soltarle todo.
—No alcanzo el orgasmo.
Me mira por unos instantes antes de comenzar a teclear en el computador. Aprovecho de pasear mi vista por su escritorio y encuentro su nombre grabado en una placa de metal. Sasuke Uchiha. Un buen nombre para un buen rostro. Pero ¿qué estoy diciendo?
Vuelve a atravesarme con sus orbes negros.
—¿Lo has alcanzado alguna vez? —Inquiere.
—No.
—¿Has intentado con la masturbación y la penetración?
Me ruborizo inmediatamente.
—Si.
—¿Presentas los síntomas previos al orgasmo? —De seguro mi cara es un poema porque se toma él puente de la nariz y alcanzo a ver un atisbo de sonrisa en sus delgados y rosados labios.— Me refiero al calor creciente en la zona vaginal, los estremecimientos involuntarios, la aceleración del pulso... —Los nombra detenidamente, esperando una afirmación o negación de mi parte. Afirmo a todos los síntomas.
—Si, me llego a excitar y me desespero al no poder llegar al orgasmo. Es frustrante. —¿Yo acabo de hablar así? Él comienza a teclear, pensativo.
—Entiendo. —Murmura mientras asiente y me preparo para otra pregunta. Por más extraño que parezca estoy hablando con más confianza. ¡Al carajo! De seguro ha escuchado cosas peores y además, yo solo quiero una solución a mi problema.— ¿Tienes una pareja estable? —Y todo se va al caño. Debía recordarmelo.
—Tenía... —Es todo lo que sale de mis labios.
—¿Tenías?
—Si, tenía. Me dejo hace poco más de tres meses por, según sus propias palabras ser una mujer frígida. —Confieso. Detesto a Sasori y a su estúpido cerebro del tamaño de una nuez por no entender mi problema.
—¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?
—3 años.
—¿Tuviste relaciones sexuales con otras personas?
—No. —Es verdad. Sasori fue mi primer novio y también el primer y único hombre con el que he estado. Algo tonto que a mis 23 años solo haya tenido un novio, pero desgraciadamente él fue el único que me atrajo en su momento.
—¿Llegaste a simular orgasmos mientras estabas con él?
—Si, pero nunca funcionó. Sabía cuando mentía. —Después de que me descubriera las dos primeras veces, no quise intentarlo más.
Vuelve a teclear en el computador, llenando mi planilla de paciente y cuando termina, vuelve a hablar.
—¿Perteneces a alguna religión que prohíba el placer en el acto sexual? —¿Qué? ¿Eso de verdad existe? Aunque pensándolo bien, de este desquiciado mundo ya nada me extraña.
—No. Soy católica.
—¿Recibiste algún tipo de educación sexual en tu adolescencia?
—Le aseguro que ese no es el tema favorito de las monjas. —Comento con sarcasmo.— Pero las pocas veces que lo tocaron, fue para aclarar que solo debíamos comenzar con las relaciones sexuales después de estar casadas. —Le informo.
—Así que asististe a una escuela de monjas. —Dice. Vuelve a teclear, me mira y prosigue con lo suyo.— ¿A qué edad perdiste la virginidad, Sakura? —Dudo en sí responder o no. No me gusta hablar del tema y más por el interés que estoy comenzando a notar en él. Puede ser el mejor doctor pero eso no evita que se ría de mí a mis espaldas por ser mojigata.
—A los 22 años, doctor. —Respondo con recelo.
—¿Y que sentiste tu primera vez? —Otra pregunta extraña. De nuevo lo nota, porque se aclara la garganta para explicarme.— Me refiero a decepción de ti misma por no seguir tus enseñanzas de adolescente, asco, culpa, rechazo... —Y como la vez anterior, las va nombrado lentamente, esperando mi respuesta.
—Durante pleno acto, tuve miedo... La verdad es que sentí como si quebrantara alguna regla. —Admití.
—Y ¿durante el resto de las veces?
—Fue igual, aunque cada vez el temor era menos. Llegue al punto de ser yo quien iniciara el juego previo.
—¿En qué consistían sus juegos previos?
—¿Cómo?
—A veces el error esta en la manera en que se ejecuta el juego previo. Dígame, ¿usaban vibradores, penes de goma y los dedos? —¡Joder, que directo!
—Llegamos a... —Comencé a tropezar con las palabras.— Usar vibradores y hasta los dedos, nunca el pene de goma, ¿para eso estaba él, no? —De nuevo mis palabras son osadas, salen de mi boca sin poder controlarlas. Lleve mis manos a ella en un acto reflejo.
—No te apenes. —Escucho su voz en apenas un susurro. Levanto la vista y lo miro. Evade mi mirada inquisitiva con otra pregunta.— ¿Te has masturbado, sola? ¿Sin que tu pareja estuviese presente en el acto?
—Si... El resultado fue el mismo.
Él asiente y vuelve al ordenador. Después de unos segundos me mira.
—He terminado con las preguntas. —Anuncia.
—¿Y bien? —Pregunto con ansiedad.
—Anorgasmia. —Sentencia mirándome a los ojos.
—¿Anor..? ¿Qué?
Me muestra otra disimulada sonrisa, pero rápidamente la elimina de su perfecto rostro.
—Anorgasmia, se refiere a la incapacidad de tener orgasmos. Tu padeces de anorgasmia femenina de primer grado, ya que nunca has tenido uno. Esta disfunción se desencadena por distintos motivos. En tu caso, el origen es psico-social, lo cuál es muy normal hoy en día, debido a las restricciones que aún se escuchan y practican referente al acto sexual. Tu crianza en una escuela de monjas influyó, igual que las barreras imaginarias que impusieron en ti y las que tu misma te impusiste también. La anorgasmia tiene cura y en tu caso, sera las consultas con un psicólogo. —¡Joder! Estoy confundida. Imaginaba mi padecimiento pero escucharlo de boca de un profesional es distinto a solo imaginárselo. Después de todo sí soy una mujer frígida.— ¿Sakura? —Me llama. Lo miro.
—Disculpe, me distraje.
—Lo he notado. —Refunfuña.— Como te estaba diciendo, no confundas la anorgasmia con la frigidez. Son dos cosas muy distintas. Al contrario que en la anorgasmia, la mujer frígida no siente deseo sexual ni se excita. Lo tuyo es algo mínimo en lo que trabajaremos paso a paso. —¿Los dos?
—¿Trabajaremos? —Pregunto de inmediato. ¿Verlo de nuevo? Aunque estoy segura de que solo habla de forma doctor-paciente, la idea me agrada y mucho.
—Eso he dicho, trabajaremos. —Señala las paredes que están a nuestros costados y de los que cuelgan pequeños cuadros. No me tome el tiempo para leerlos cuando entre. Sospecho que son diplomas o algo parecido.— Tengo postgrados en psicología aparte de ser un simple sexólogo más. Me gustaría llevar tus terapias, si estas de acuerdo.
—Estoy de acuerdo. —Accedo tan rápido que hasta yo me sorprendo. Después de poner fecha a nuestra primera cita terapéutica, me pide algunos datos básicos para completar la planilla y nos despedimos con un apretón de manos.
¿Quién lo diría? Esta mañana entre a esta clínica muerta de vergüenza y ahora, que estoy de salida solo pienso en volver, cumplir las citas pactadas con el doctor Sasuke Uchiha y superar la anorgasmia, pero sobre todo, volver a verlo.
¡Hola! Sé que ya les desee el feliz año en mi one-shot de ayer pero es que ni yo esperaba publicar antes de que terminara el año, en esta oportunidad he creado un two-shot, en la siguiente y última parte habrá lemon SasuSaku. Espero sus comentarios, quiero saber que tal les pareció. En una de mis clases salió a la luz este padecimiento, pensar en todas las mujeres que pasan por esto me llevo a escribir esta historia. Espero que haya sido de su agrado.
Saludos a todos.
