L a decaente luz atravesaba las cortinas. Romano seguía dormido.
Cuanto tiempo, realmente mucho había pasado desde la ultima vez en la que había dormido junto a el en a misma cama, sin tener sexo.
Recuerdo como me gritaba "maldito bastardo,dame de comer". Y cuando decidimos que Austria cuidaría de ita-chan y yo de romano.
Que tiempos. Me sente un momento, y lo mire un buen rato, aun cuando duerme se ve enojado.
Solte un par de risitas, esperando no despertarlo, aunque el gusto solo me duro un momento.
-¿Por qué estas despeirto a estas horas idiota?-
Gire mi cabeza, al aun tenia esa exprecion de sueño y enojo tan adorable.
-Solo recordé un par de cosas-
No pude evitar dedicarle una sonrisa a el. El italaino me miro, sus verdes orbes se posaron en mi, haciendo que me pusiese nervioso.
-Bastardo, ya que estas despierto que tal si… ¿Jugamos un poco?-
Su voz se oia muy exitante y ciegamente cai en su confusa red de juegos.
El me había tomado de las manos, y había vendado mis ojos. No importaba cuanto quisiera verlo, yo tenia que adivinar que era lo que estaba haciendo.
-España~- me llamo con su dulce voz.
Segui mis institintos, y di un desconfiado paso.
España- volvió a llamarme.
Segui sus pasos, sus cautivadores pasos. De vez en cuando llegaba a tocar su desuda piel o tentar las palmas de sus manos, de esas manos con las que coseche miles de tomates, aquellas que se usan para preparar lasagna o pizza, esa delicadas manos que me ayudan a levantarme cuando caigo, esas manos.
-Romano, ¿A dónde vamos?-
-Ya lo veras-
Segui caminando, agarrándome de las paredes. Podia escuchar las pisadas de romano, con ese distintivo sonido que producen sus zapatos , que a diferencia mia, el tenia puestos.
El piso era un poco frio , solo un poco.
-Llegamos bastardo-
"Tan amable como siempre" pensé. Note que nos habíamos detenido justo unos pasos antes de salir hacia el patio y que Romano ya no estaba.
-¿Dónde estas?-
Pero para mi sorpresa el silencio se apodero del lugar. No podía escuchar nada, como si todo se hubiese callado.
Desesperado me quite la venda,pero los nudos de Romano no me lo permitían, hasta parecía que se había esmerado en hacerlo especialmente para que no lo deshiciera.
A duras penas me quite el pañuelo y me encontré en el patio, y no había nadie.
Mire sobre mi hombro pero no podía distinguir nada.
-¿Romano? Que clase de juegos son estos- dije riendome un poco
Trate de tranquiliazarme, pero no podía. Corrí.
Corrí y corrí pero no llegaba a ningún lado hasta que a lo lejos escuche una voz, era como la de romano pero a la vez no lo era.
-España- grito aquella
Yo solo la segui y después todo se volvió confuso. Para cuando me entere tenia otravez la venda y romano me seguía guiando.
