Renuncia: Todo a Thomas Astruc.

Parejas: Chatnoir/Marinette.


Oris

(labios)


Lo único que se respira es luna.

Ella cierra los ojos con fuerza, cerrando sus manos que sudan, mientras siente la calidez intimidante de él sobre su rostro. «Suave», piensa ella, y oye la risilla de él mientras le roza los labios. Marinette quisiera empujarlo y gruñirle, pero termina aceptando las manos de él por sobre las suyas, queriendo aflojar sus hombros tensos. Afuera se escuchan los grillos y la noche es fría, mientras ella siente la madera helada bajo sus pies, pues ha abierto la ventana para poder verlo y la brisa leve le hace temblar. Él la abraza, ella vuelve a gruñir.

Chat susurra palabras incomprensibles mientras roza sus labios una y otra vez, sin llegar a besarla. Los ojos de él le abren la vida y deja que le mire por dentro de sus párpados, mientras ella deja que sus manos temblorosas acaricien su cabello mojado de invierno. Marinette susurra, casi soñando: «Adrien», y sonriendo el gato negro murmura, alegre: «No hoy, princesa, mañanas quizás lo seré». Entonces ella podría por fin susurrarle palabras de amor que durante el día son escondidas pero termina por dejarse besar la frente.

Entonces, es ella quien lo besa.

Chat abre su puño cerrado con fuerza debido a su extrema timidez y entrelaza sus dedos. Marinette le besa una y otra vez en el mismo beso y él se embriaga con su esencia. (Al fin y al cabo ama besarla, con o sin la máscara).

Ella: «Y es que tú a veces te tornas casi como un sueño y dejas de ser una realidad exacta. Así que déjame tantearte la existencia tierna antes de que me duerma, ¿sí?».

Él responde que sí a todas sus palabras, sin dar mucha importancia, besándola una vez más.

Son ellos con las pieles bien rojas y las manos muy pegadas, pues desahogan todo ese cariño emocionado que tienen en sus ojos durante el día cuando él es Adrien Agreste y finge que no se muere por hundirse en sus pómulos rojos (y ella espera pacientemente a que llegue la noche, para verlo con su máscara negra puesta y su verde que suelta un cariño casi místico). Es Adrien o Chat, no importa ya, los labios salados de ambos y la noche fresca donde se marchitan los inviernos ante sus ausencias.

Lo único que se respira es la eternidad.

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