Disclaimer: Todo el universo de Bleach, y sus personajes, pertenecen a Tite Kubo, lo cual quiere decir que nada me pertenece salvo la historia.
GIGAI.
Caía el atardecer en la ciudad de Karakura y por lo tanto los últimos comercios cerraban sus establecimientos. Al igual que los demás, la machiya*(1) de dulces Urahara cerraba la venta al público hasta el día siguiente. Mas una serie de particularidades la destacaban, aparte de sus inusuales clientes, centrándose en sus habitantes. Primero, el dueño. Un hombre al que siempre se veía con sombrero a rayas verdes y blancas junto una chaqueta con rombos del mismo color y un abanico. Segundo, el ayudante del kiosko, un hombre alto y fornido de tez oscura, con un poblado bigote y gafas. En tercer lugar, se encontraba una pareja de niños. Una niña tímida con un particular flequillo y un niño muy ruidoso con un extravagante corte de pelo. Por último y de forma reciente, se les había unido un gato negro igual de inusual que el resto de habitantes.
Una vez que la tienda había cerrado, el dueño se aventuró hacia el interior de la vivienda y se dirigió hacia una habitación en concreto. Tendría que avisar a su inquilina de que la cena estaba servida. Dio una serie de pequeños golpes para hacer que la susodicha respondiera, pero no obtuvo resultado. Supuso que con sólo llamar a la puerta no lograría su cometido. Golpeó varias veces con los nudillos, de nuevo, antes de abrir la puerta corredera. Lo que encontró, en vez de parecerle bizarro le sonsacó una sonrisilla.
Yoruichi Shihouin, heredera de una de las 4 grandes familias de la Soul Society*(2), ex-capitana del segundo escuadrón del Gotei 13*(3) y Diosa del Shumpo*(4), dormía plácidamente en su forma humana abrazando a alguien ¿o debería decir algo? Entre los brazos de la mujer morena, se encontraba un gigai*(5) que su propietaria dejó allí en su última visita. Yoruichi se removió un poco, apretando aún más aquel gigai contra ella. Urahara suspiró, preparándose para recibir unos cuantos golpes y esquivar otros, entró en la habitación. Por mucho que lo negara le encantaba molestar a su amiga con aquél tema.
- Yoruichi. - Llamó sin ningún éxito. Acercándose un poco más al futón*(6), lo volvió a intentar alzando el tono. - Yoruichi. - Pero la mujer seguía durmiendo.
Una sonrisilla macabra surcó su rostro al tener una idea con la que estaba seguro que su amiga despertaría, de lo que dudaba era si él sobreviviría. Abrió su abanico y tapó su boca. De forma sigilosa se aproximó hacia el lugar de descanso se la mujer morena. Situado al lado, titubeando, una de sus manos avanzó hasta llegar a escaros centímetros de tocar el gigai que reposaba entre los brazos de Yoruichi.
"Un poco más..." pensó Urahara mientras una gotita de sudor aparecía en su frente debido al esfuerzo que requería para evitar ser descubierto. Sin embargo, otra mano aferró la suya en un veloz movimiento, provocándole un fuerte dolor debido a la presión ejercida para sujetarlo. Un par de ojos dorados se abrieron y lo contemplaron de forma amenazadora, haciendo que tragara saliva y le recorriera un escalofrío.
- Tócala... y será lo último que hagas en tu vida. - Amenazó Yoruichi quedamente.
- Es toda tuya. - Concedió nervioso. Intentó no reír, porque su mano aún seguía bajo una seria amenaza. - La cena está lista. Venía para avisarte. - Comentó el motivo de su visita.
- Bien. Iré ahora. - Volvió a mirar con instintos homicidas a su amigo y soltó su mano.
El hombre reculó hasta llegar a la puerta, considerándolo distancia suficiente y viéndose a salvo, colocó su abanico abierto sobre su boca, tapando otra enorme sonrisa. Observó como su amiga lo miró, esperando algún comentario al respecto. Saboreó el momento antes de abrir la boca.
- ¿No crees que le extrañaría que duermas con su gigai?- Preguntó con una ceja enarcada, que no se veía pues quedaba oculta bajo su sombrero.
- Ella duerme con un gato de peluche. ¿Por qué debería extrañarle? - Rebatió mientras cerraba de nuevo los ojos y se acomodaba de nuevo con el gigai.
- Hasta dónde sé, fue Rangiku-san quien se lo regaló sin que le pidiera nada. En tu caso, no puedes decir lo mismo. - Sonrió ampliamente por la visible mueca que formó el rostro de Yoruichi.
- Tampoco fui yo quien te lo pidió. - Se defendió frunciendo el ceño.
- Aún así te lo quedaste. - Urahara suspiró cansado de esa eterna discusión con la morena. Sin embargo, estaba dispuesto a tentar de nuevo a su suerte. - Y... ¿Por qué no le dices que es el amor de tu vida y duermes abrazada a ella? - Preguntó como si hubiese tenido una revelación.
Sabiendo la más que posible reacción de Yoruichi, le dio el tiempo justo para cerrar la puerta y que ésta se llevara el golpe de lo que la morena le había lanzado. Ante su pequeña victoria, soltó una risilla desquiciante, lo suficientemente audible para que se escuchase tras la puerta, con el propósito de molestar aún más a la ocupante de la habitación. Al oír un pequeño gruñido por parte de la mujer, se marchó a la cocina completamente feliz.
Dentro de la habitación Yoruichi acariciaba cariñosamente el pelo del gigai, acurrucándose más contra él. Suspiró con desgana. Sabía que Kisuke tenía razón y detestaba reconocerlo. Abrazando fuertemente el gigai una vez más, se levantó y tras colocarlo cuidadosamente en un lugar en la habitación, bajó a cenar. Ya pensaría en algo más adelante, por el momento necesitaba comer algo.
No muy lejos, la puerta Senkai*(7) se abría para dar paso a una sigilosa Soi Fong. Aterrizó con gracilidad en un tejado cercano. Observó a su alrededor durante unos segundos. Una vez localizado el lugar donde había aparecido, usó el shumpo para dirigirse hacia su lugar de destino.
- Llego, le doy el informe a Yoruichi-sama. Investigo la zona de los incidentes y vuelvo a la Soul Society. Es sencillo. No tardaré mucho. Será rápido. - Se repetía mentalmente una y otra vez, para intentar calmarse un poco. Siempre aumentaban sus nervios cuando estaba cerca de su ex-mentora y esa vez no parecía la excepción.
No tardó demasiado en llegar a la tienda destartalada, según su opinión, de Urahara. Dejó de ocultar su reiatsu para que supieran que había llegado. No pasaron ni tres segundos cuando el dueño salió a saludarla.
- ¡Buenas noches! Pequeña Soi Fong. - Sonrió tras su abanico ante la mirada furibunda de la chica.
- Tengo que hablar con Yoruichi-sama. - Se limitó a responder en tono neutro.
- ¿Has venido para hablar conmigo? - Ronroneó una voz junto a su oído a la vez, que la dueña de la voz, la abrazaba por la espalda. Soi Fong no pudo evitar que se le escapase un respingo ante la repentina cercanía de la morena, ya que ni se había dado cuenta del momento en el que se colocó detrás suya.
- S-s-sí. - Tartamudeó sonrojándose, provocando que una sonrisa felina surgiera en el rostro de Yoruichi.
- ¿Y sobre qué? - Preguntó de nuevo sin moverse.
- S-sobre... u-u-una serie de a-ataques re-realizados en el mis-mismo pu-punto de la ciudad. - Respondió tartamudeando y maldiciéndose mentalmente por ello.
- ¿Sólo por eso? - Inquirió la morena apretando su abrazo.
- No... - Soi Fong lo dijo soltando una bocanada de aire.
- ¿Y bien? Soi-chan. - Pronunció de forma sugerente rozando la punta de su nariz con la oreja de la chica.
- Recientemente se han detectado ciertas anomalías en el mundo humano. Debía ponerme en contacto con Yoruichi-sama y con el anterior capitán de la división 12 porque el so-taicho*(8) creyó que sabríais algo más. Debía llegar, dar el informe y volver a la Soul Society. - Explicó de forma rápida y nerviosa.
Urahara permanecía en la entrada de la tienda observando la escena. Se colocó el abanico sobre la boca y sonrió de forma extraña. "Esa es una particular forma de sacarle información a la capitana de la 2 división, aunque no creo que nadie más salvo Yoruichi pueda llevarla a cabo con tanta efectividad. En realidad, creo que nadie en su sano juicio se acercaría tanto a Soi Fong." pensó al ver cómo la mujer morena abrazaba más fuerte, de nuevo, a la joven.
- ¿Dices que el so-taicho pidió que nos informaras? - Cuestionó Urahara receloso que miró a Yoruichi. Ambos compartieron una mirada de comprensión.
- Sí. - Respondió la chica de manera fría.
- ¿Quieres tu gigai? - Preguntó Urahara de golpe. Yoruichi lo miró enojada, y Soi Fong se cuestionaba lo que pretendía.
- No necesito el gigai. Será más rápido si voy sin él. - Respondió impasible la chica.
- Si lo utilizas podrías camuflarte y escuchar a la gente del lugar y preguntarles, aunque no hayan visto nada puede que lo hayan oído. "Después de un gran estrépito, un cráter apareció en la calle". - Adoptó un tono de voz agudo, teatral y sorprendido para decir lo último.
Soi Fong, lo sopesó durante una fracción de segundo. Ignoraría cualquier opción por parte de aquel sujeto, aunque fuese buena, en este caso tampoco era así. Iba a responder cuando sintió como Yoruichi, que no la había soltado en ningún momento, se removía un poco. Parecía como si debatiera sobre hacer algún tipo de comentario al respecto o no.
- Ne, Soi Fong. Sería buena idea que utilizaras el gigai. - Dijo esto sin mirar a Urahara, que tuvo que reprimir las ganas de reírse a carcajadas por el cambió de bando de Yoruichi.
- … - Ahora, Soi Fong se lo estaba pensando.
- Entremos y te lo pones, ¿si? - Exclamó de pronto la morena que agarró a la menor de la mano llevándola casi arrastrando hasta el interior de la casa. - Espérame aquí. Voy a por el gigai. - Anunció alegremente ,una vez dentro de la vivienda, antes de perderse de vista escaleras arriba.
Soi Fong se encontraba dentro de la casa de Urahara. El otro hombre y los niños estaban sentados en la mesa, comiendo, aunque emitieron un breve saludo al verla. El dueño entró tras ella y tomó asiento. La chica pudo apreciar que aún quedaba uno libre. "Interrumpí su cena" pensó algo abochornada. La capitana, resignada por la actual situación, esperó hasta que la morena bajase con el gigai.
- ¿Quieres unirte a la cena? - Preguntó Urahara sacándola de sus pensamientos.
- No. - Respondió lo más distante que pudo, mirándolo con ira.
- Es una pena... - Comenzó el hombre.
- ¡Ya lo traje! - Exclamó Yoruichi, que apareció cargando con el gigai.
- Gracias, siento la molestia. - Se disculpó bajando un poco la cabeza ante la morena.
- No es molestia. - Interrumpió Urahara que se atragantó al ver la mirada furibunda que le lanzaba la capitana del segundo escuadrón.
Soi Fong sostuvo el gigai que le dio Yoruichi, pero algo llamó su atención. Lo inspeccionó con la mirada. Parecía distinto, es más, tenía la certeza de que había algo distinto, algo que... y un singular aroma inundó su nariz. Se acercó al gigai y lo olió. Ese olor le era familiar... pero... no podía ser. Es decir, era su gigai... ¿por qué tenía ese olor? Frunció el ceño, extrañada. Lo cogió de los hombros y lo situó frente a ella. No encontró indicios de que estuviera dañado. Dándole la vuelta, lo inspeccionó por la espalda. Tampoco halló nada. Entonces, decidió fijarse en la ropa. Quizás había algo que perteneciera a su ex-mentora y por eso tenía su olor. No descubrió nada significativo.
Durante el riguroso reconocimiento de la capitana del gigai, los demás habitantes la contemplaban extrañados, salvo Urahara y Yoruichi. El hombre la miraba sospechando del por qué se veía tan dudosa y la morena... Bueno, Yoruichi sólo esperaba que Soi no le diera mucha importancia. Finalmente, y no sin debatirlo mucho internamente, la shinigami entró en el gigai. Una vez dentro, el aroma se hizo tan fuerte que dejó atontada a Soi Fong. Reponiéndose tras sacudir la cabeza, se decidió preguntar.
- Etto... Yoruichi-sama... - Comenzó sin tener claro cómo iba a formular aquella pregunta. "Sería mejor ser directa" pensó la chica.
- Sí, ¿Soi Fong? - Inquirió la morena con una sonrisa encantadora dejando a la capitana embobada durante unos segundos.
- ¿Por qué mi gigai huele a usted? - Soltó de golpe aún inmersa en la expresión de la morena. La mueca apenas perceptible de la cara de Yoruichi no pasó desapercibida para Urahara que la miraba diciéndole claramente "te pilló". Tampoco para Soi Fong pero antes de que pudiera disculparse, se vio interrumpida.
- ¿Qué? - Preguntó como si no supiese de qué se trataba la cuestión poniendo cara de inocente.
- Etto... es que... es decir... - Intentaba formular algo coherente mirando en todas direcciones avergonzada.
- ¡Awww! Hasta tu gigai me echa de menos. - Exclamó feliz sonriéndole tiernamente. Urahara otra vez casi se atraganta, pero esta vez por contener una risotada.
- ¿Qué? - Ahora era Soi Fong la que no comprendía ese repentino cambio.
- ¡Claro! Me echas tanto de menos que tus sentimientos, al ser tan fuertes, se han transmitido al gigai. - Asintió vigorosamente cerrando los ojos intentando parecer segura de sus palabras y que no sonara tan absurdo. A pesar del intento, Urahara no pudo contener una carcajada tras oír aquello. Al estar comiendo en ese preciso instante casi se ahoga, de nuevo, atrayendo la mirada de todos.
- ¿Ha pasado demasiado tiempo con la teniente Rangiku? - Preguntó desconfiada Soi Fong.
Eso había sido demasiado, incluso para Yoruichi. "¿Que sus sentimientos eran tan fuertes que se habían traspasado al gigai? ¿Qué clase de broma era esa?" pensó la shinigami. "Para empezar, ¿qué tipo de sentimientos cree que tengo hacia ella para decir que son tan fuertes?" Ruborizándose violentamente desvió la vista hacia el suelo.
- ¿Por qué lo dices? - Cuestionó fingiendo que no sabía el motivo de la duda.
- Por nada, por nada. Me iré sin él gigai. Así realizaré más rápido la misión. - Salió del gigai y dejó que Yoruichi lo cogiera. Se despidió con un leve movimiento de cabeza y salió del kiosko de Urahara de forma apresurada.
- Te ha ido de un pelo. - Mencionó divertido Urahara tras la partida de Soi Fong.
- Cállate. - Ante la molestia del tono de Yoruichi que lo miraba enfadada, él rió aún más.
Tras despedirse de Yoruichi y salir de la tienda de Urahara, Soi Fong se dirigió hacia el punto donde habían estado sucediendo los incidentes. Según el informe, una gran cantidad de almas se había reunido, sin razón aparente, en ese lugar provocando que los ataques de hollow se incrementaran.
No tardó demasiado en llegar. El lugar era un amplio parque rodeado de árboles. Extrañada, la capitana volvió a confirmar las coordenadas. Estaba en el lugar exacto. Soi Fon miró en varias direcciones a su alrededor, allí no había nada ni nadie. Se adentró en dicho lugar de manera sigilosa. Utilizando las ramas de los árboles como apoyo y camuflaje, avanzó hacia el centro del lugar.
Una ráfaga de aire provocó que un escalofrío le recorriese la espalda. Era ya noche cerrada y el frío no se hizo esperar. La joven capitana, ataviada con las ropas de shinigami y el haori*(9), esperaba no tardar demasiado en cumplir la misión porque sino se transformaría en pariente del capitán del décimo escuadrón. Exacto, en un cubito.
Tras varios minutos, decidió dejar el cobijo de las ramas de los árboles para investigar por el suelo. Se bajó de un ágil salto y comenzó con su tarea. Debido a la oscuridad, le resultaba casi imposible hallar rastro alguno. Sin embargo, no cesó en su empeño. Finalmente, encontró una singular marca. Lo siguió con cautela, terminando en un pequeño claro.
Allí vio a dos almas alrededor de un aparato pequeño. El objeto se movía en círculos, como si estuviera defectuoso. Tenía un pequeño proyector en lo más alto, alumbrando a las almas. Soi Fong supuso que sería eso lo que había creado tanto alboroto. Sin descuidar su guardia, se acercó al extraño objeto. No parecía peligroso, aún así le dio un pequeño puntapié para ver si reaccionaba. El resultado fue nulo. Suspiró. Realizó el entierro de almas, cogió el trasto y se marchó.
Aunque le fastidiase volvió hacia la tienda de Urahara. Él podría averiguar que era aquello y además, vería a Yoruichi-sama. Sonrió y un leve rubor le cruzó el rostro. Sacudió tan violentamente la cabeza que perdió el equilibro y casi se cayó. Adoptando una extraña postura, ya que batía sus brazos rápidamente como si fueran alas sosteniendo en una mano el aparato que había encontrado, inclinándose hacia delante y flexionando una pierna a la altura de su cintura en un intento por mantener el equilibrio. Tras recuperarse, volvió a emprender su carrera.
De no ser porque podría ver a Yoruichi, Soi Fong estaría realmente de malhumor. Había tenido que hacer una misión de pacotilla. Seguramente, aquél cacharro se le habría olvidado a algún inepto de los subordinados del capitán Kurotsuchi provocando que los humanos vieran las almas y que un gran número de hollow atacasen al tener tanta comida junta. Soltó un bufido y frunció el ceño.
Todo esto pensaba la capitana del segundo escuadrón al llegar ante la tienda de Urahara. No hizo falta que llamase, pues Yoruichi la estaba esperando. La esbelta mujer morena se encontraba sentada con las piernas cruzadas en la entrada, observó curiosa el particular objeto que Soi Fong portaba. La capitana bajo la intensa mirada de Yoruichi comenzó a temblar.
- L-lo-lo encontré. - Dijo tartamudeando levemente. Yoruichi sonrió enigmáticamente haciendo que un escalofrío recorriera a Soi Fong dejándola estática.
- Are, are ¿La pequeña Soi Fong trae un regalo? - Preguntó Urahara saliendo del interior de la tienda. La capitana lo fulminó con la mirada mientras que Yoruichi seguía escrutándola.
- Lo encontré. - Repitió las mismas palabras en un tono completamente distinto al empleado con anterioridad para dirigirse a Yoruichi. - En el lugar de los incidentes. - Especificó con voz gélida.
- Se parece mucho al objeto que utilizaba aquél chico de la duodécima división... - Comentó Urahara tapándose la boca con su abanico abierto.
- El amigo de Hanataro. - Aclaró Yoruichi sin apartar la mirada de la capitana.
- Exacto. - Concedió él sonriendo tras el abanico.
Soi Fong maldijo de todas la formas que conocía, y eso que eran unas cuantas. Al final, llevaba razón y todo se había ocasionado por lo que pensó. Yoruichi no le había quitado la vista de encima desde que llegó, aumentando sus nervios. Además, le estaban entrando ganas de golpear a Urahara y hacer que se tragara el abanico. "¿Motivo? ¿De verdad necesito uno?" se preguntó escéptica.
- Tengo que irme. - Dijo de pronto Soi asqueada de la presencia del tendero.
- ¿Ya? - Preguntó él con fingido asombro. - Pero si acabas de llegar. - Justificó con el mismo tono.
- He cumplido la misión. - Sentenció firme la joven capitana.
- Está bien, Soi Fong. Seguro que te dijeron que consultaras con nosotros por si no sabía de que se trataba el objeto. - Concedió Yoruichi de manera conciliadora. La joven capitana hizo un esbozo de sonrisa dirigida a Yoruichi, se despidió y se marchó de allí para abrir una puerta Senkai que la llevase al Seireitei*(10).
Tras la marcha de la capitana de la segunda división, Urahara y Yoruichi permanecían en la entrada de la tienda. El silencio se mantenía entre ambos, lo que extrañó a la morena, ya que su amigo siempre que tenía ocasión le molestaba con el mismo tema.
- ¿Me pregunto... - "Ya decía yo que tardaba en decir algo" pensó la morena cruzando sus brazos sobre el pecho. - si será tan enérgica y capaz para todo lo demás? - Preguntó Urahara evidenciando el doble sentido de sus palabras y escondiendo medio rostro tras el abanico.
- … - El rostro pétreo de la mujer morena no cambió en lo más mínimo, pero Kisuke pudo distinguir que su acompañante reflexionaba sus palabras.
- Nee, Yoruichi... - Pero esta vez al frase quedó inconclusa por el certero puñetazo que la morena le acababa de dar en el mentón.
Haciendo que Urahara cayera hacia atrás y se golpeara la cabeza contra la puerta antes de chocar contra el suelo. Yoruichi se levantó y con una gran sonrisa de satisfacción se adentró en la tienda. Mientras, el hombre seguía inmóvil tirado en el suelo viendo volar en círculos sobre su cabeza algo similar a dibujos de abejas y gatos.
Una vez en el Seireitei, la capitana de la segunda división puso un especial énfasis en evitar que la siguieran hasta llegar al nuevo lugar de la reunión de la Asociación de Mujeres Shinigamis. Llegó tarde, debido a la importante misión, según el so-taicho, que tuvo que realizar. Al abrir al puerta, todas la miraron con una extraña y maquiavélica expresión... provocando que la capitana se quedara estática y un desagradable escalofrío le recorriera. No iba a ser bueno...
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1 Una residencia de mercaderes y artesanos desarrollada en la ciudad.
2 Es el mundo donde van los espíritus de los muertos, de forma similar al cielo en las creencias occidentales. En ese lugar, habitan y gobiernan los Shinigamis, los encargados de enviar allí al resto de almas y mantener el orden y equilibrio del universo.
3 Es el organismo al que la mayoría de Shinigamis graduados en la Academia se integran, y una de las tres principales ramas del ejército de la Sociedad de Almas. Está dividido en trece divisiones, con sus propios líderes y funciones específicas, en algunos de los casos.
4 Literalmente "paso veloz". Es una técnica de movimiento que permite al usuario teletransportarse de un punto determinado a otro. El punto central que determina la base de esta técnica es la velocidad de ejecución.
5 Cuerpo artificial utilizado por los shinigamis. Se creó con el objetivo de que los Shinigamis pudieran regenerar su poder espiritual si llegan a estar heridos o debilitados. También les permite permanecer en el mundo humano durante un periodo prolongado.
6 Colchoneta plegable que se pone en un tatami o directamente sobre el suelo y se usa como cama.
7 Es una puerta dimensional que usan los Shinigami para entrar y salir de la Sociedad de Almas y dirigirse al mundo humano.
8 Capitán-comandante.
9 Capa de color blanco que llevan los capitanes encima de su traje de shinigami. Tiene el símbolo de un rombo y un número en el interior que identifican al escuadrón al que pertenecen.
10 El Seireitei se encuentra en el centro de la Sociedad de Almas. Allí residen las familias nobles y los Shinigamis y allí se encuentran todos los órganos de poder de la Sociedad de Almas.
Críticas, comentarios y/o dudas ya sabéis.
Matta ne.
