Disclaimer: No soy J.K. y nada me pertenece.

Este fic participa en el minirreto de octubre para El Torneo de los Tres Magos del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.


Mal Hábito

Se topó con ese funesto vicio de los labios de su primer amor con sus besos sabor nicotina se volvió adicta tanto a él como a esas cajetillas que ambos compartían (procurando olvidar el desdén que su padre tenía por ambos) la diferencia vino cuando tuvo que elegir entre guardar su varita por amor o elegir un futuro profesional en el mundo que amó desde que conoció (no seria la primera mujer de la humanidad en enfrentarse a esa decisión) fue el vicio quien la siguió antes de cambiar su respuesta a un rotundo "No" y marcharse para siempre.

Era un hábito terrible que solo logro dejar al final de la guerra mágica cuando un par de llorosos ojos verdes (aquellos que enmarcaban una rojiza cicatriz en forma de rayo) la enfocaron con inocencia, el pequeño infante sin saberlo acababa de perder todo su mundo salvando otro en el proceso, ella por su parte como un padre primerizo juró no hacerlo más para poder verlo crecer y protegerlo.

Muchos años después la profesora Mcgonagall se encontraba en su apogeo debido a que el equipo de Gryffindor tenía una buena oportunidad de ganar ese año gracias a las natas habilidades del nuevo buscador, era Halloween y ni Peeves ni los gemelos Weasley habían causado problemas y en general había sido un día excelente (en retrospectiva la bruja reconoció que tendría que haberlo visto venir).

Por eso cuando Quirrell llegó anunciando que había un trol en las mazmorras la educadora no supo si rodar los ojos hasta poder ver la parte interna de su cerebro, golpearse así misma por confiarse a esperar que terminará el día de la misma manera que comenzó o maldecir la incapacidad del profesor al no poder detener a la criatura sin ayuda. Todo esto pasó por la mente de la bruja al ver como el susodicho se desvanecía.

Su deber e instinto dictaban que asegurara la protección del alumnado por ello salió en su búsqueda; su sorpresa fue grande al descubrir al maloliente ser inconsciente en el suelo del baño a pies de tres estudiantes de ¡primer año! Uno de ellos siendo el mismísimo Harry Potter. Ira, indignación y estrés, por nombrar algunas de la gama de emociones que le atravesaron en esos cortos minutos solo se multiplicaron cuando la señorita Granger tomó la culpa por los hechos ocurridos.

Pasado el incidente se sentó en su oficina con un largo suspiro muriendo en su boca, eran noches como esas cuando más extrañaba el sabor a nicotina y como si el destino le jugará una mala pasada acababa de confiscarle una cajetilla a un Ravenclaw de séptimo que trataba pasarse de listo. Potter, Weasley y Granger, la profesora presentía que ese peculiar trío iban a causarle muchos dolores de cabeza por ello recayó y tomó uno por los viejos tiempos.

No sería el último, ya que, el tiempo sabría darle la razón con respecto a aquellos tres.