DISCLAIMER: Esto tan solo es un fic, por desgracia esto quiere decir que sigo tomando prestado poniente, pero aún no tengo el control total de sus tierras y habitantes… sobre todo de sus habitantes, y eso que yo al menos les proporcionaría un seguro médico.
La marea verde inunda la Ciudad de Desembarco del Rey en un mar de gritos, sollozos y fuego.
Sansa se encuentra a salvo. En sus aposentos, dentro de las inexpugnables murallas de la fortaleza roja, pero siente su corazón aprisionado contra una pared, encogido por el terror y la pena.
Se suponía que sería feliz. Se suponía que Joffrey sería su príncipe de brillante armadura. Quera odiarle, acabar con toda esta farsa, estaba harta de llorar por él, de suplicar clemencia. Ella era una loba de los bosques, no se arrodillaría ante ningún venado coronado.
Su vida en desembarco del rey se había reducido al dolor y el miedo. Niña tonta. Eso es lo que era una niña tonta. Una niña tonta por no ver a través de esa corona de rizos dorados y ese fuego valyrio que la quemaba por dentro, al monstruo que ocultaban todos esos angelicales atributos. Un león en piel de venado.
Se bañaba en lágrimas, se alimentaba de palizas y agravios y dormía sobre un lecho de sangre. Dolor. Sentía como el dolor entumecia sus miembros como si del frio se tratara.
Todo se reducía a esa palabra, dolor.
¿Cómo se podía amar tanto a alguien que tan solo te hacía daño?
¿Cómo se dejó cegar ante el resplandor dorado de los Lannister?
La respuesta estaba en su corazón, ese musculo sanguinolento que había recibido tantas abatidas. Sangre, sentía que se ahogaba en Sangre.
Porque todo se reducía a eso, sangre.
Las noches eran lo peor, entre sueños dorados, sumida en el mundo de las canciones y rodeada de su camada, ya no se sentía la loba herida. Ya no representaba el papel de una dama feliz en una corte de asesinos, traidores y demás taimados. Ya no era la loba rodeada de cazadores.
Pero al despertar, todo eso desaparecía en una nube de recuerdos, deseos… sueños.
Los recuerdos que tanto añoraba, los deseos que tanto anhelaba cumplir… los sueños que efímeros que desaparecían con el primer rayo de sol.
Porque todas sus esperanzas, se reducían a eso, meros sueños. Sueños de una niña tonta.
Su realidad era muy diferente. En su realidad, la loba era azotada, maltratada y despreciada por los leones dorados y hambrientos coronados de rizos dorados. Porque el león era el rey de la selva, y la loba solo podía gemir, llorar, suplicar… La loba fuera de los bosques sombríos, lejos de sus dominios invernales, de su casa.
Lágrimas, todo se reducía a lágrimas por el amor de ese león dorado que la arañaba con esas zarpas afiladas. Lágrimas ante las vejaciones, los golpes, los abusos del león… pero ante todo por su indiferencia.
Que loba más masoquista, la loba que se enamoró del león, en la más salvaje de las selvas.
En su mente aun resonaban las palabras del rey Robert, esforzándose por salir a la luz. Quizá ese viejo gordo y borracho no fuera tan tonto como el resto decía.
"Dale un perro y será más feliz"
Bueno se aceptan horcas, linchamientos, hermandades de dudosa reputación… siempre y cuando nadie me entregue a Ramsey o a Meli. Bueno esto es una visión de como se debe sentir sansa ante Joffrey y en la última frase ante el perro…
Reviews que las escritoras también necesitamos alimentarnos…
