AN/ Es la primera historia que publico aunque no es la primera que escribo :) Espero que os guste. He cambiado un poco algunos hechos. La historia empieza a principios de naruto shippuden. Tambien me he inventado a la jinchuriki xD Para aclararlo desde el principio el bijú de seis colas (el que esta sellado dentro de la chica de la historia) es parecido al biju de dos colas aunque tiene algunas diferencias, ya las aclarare mas tarde :) Si teneis preguntas solo teneis que escribirlas en los reviews y las contestare cuando pueda :))

Disclaimer: Los personajes de la historia no me pertenecen (aparte de Reira) sino a Kishimoto-sensei. T_T Si fuera de otro modo Itacho no habria muerto T_T y Sasuke por fin dejaria de vestir como un travesti ¬¬

CAPITULO 1 EL ENCUENTRO

Gotas de agua caían sobre la ropa y las máscaras de los ninjas que saltaban de árbol en árbol, volviendo a su villa después de una larga y peligrosa misión. Todos ellos tenían la ropa ensuciada con el barro y la sangre de sus enemigos. Todos, salvo uno. Un ninja que iba por delante de todos, manteniendo un ritmo que los otros apenas podían seguir. Sus movimientos eran como los de una pantera. Su cuerpo se movía con tanta gracia y elegancia que era difícil mantener la vista apartada, aunque ninguno de los ninjas que le seguían osaban posar sus ojos en su figura más de unos segundos por miedo a las consecuencias.

El ninja saltó de repente hasta el suelo y levantó una mano. Todos se pararon quedándose quietos en el sitio. Haciendo otra señal con la mano les dio las indicaciones para que se acercaran. Manteniendo la guardia todos se agruparon alrededor de la figura encapuchada y cubierta por una capa del ninja. Este bajó lentamente la capucha mostrando una máscara con forma de gato. Su largo pelo del color de bronce aun cubierto por la capa. Sus grandes ojos de un morado intenso escrutando a sus subordinados que aun después de quitarse la capucha no podían ver su cara, por la máscara que cubría su rostro.

- Adrien. – dijo con voz firme pero sedosa. El aludido levantó la vista hacia ella. – Te dejo a cargo del grupo. Aun queda una hora de camino. Yo tengo un asunto del que debo ocuparme. – dijo quitándose la máscara de la cara y poniéndola en el bolsillo de la capa dejándoles ver un hermoso rostro .

- Entendido. – respondió, sin embargo la cara tan seria y alerta de su capitana le hizo dudar. Reorganizó el grupo y todos partieron dejando a los dos solos. – ¿Está todo bien? ¿Te veo un poco perturbada? – le preguntó con verdadera preocupación. Ella sonrió burlona.

- Sé cuidar de mi misma. – y con eso desapareció en una nube de humo. Suspirando Adrien apretó el paso para alcanzar a sus compañeros.

Cuando el grupo ANBU desapareció por completo de su vista volvió a aparecer en el mismo lugar. Con mucha cautela se acercó a uno de los árboles e hizo un sello con sus manos. El genjutsu se disipó y apoyado sobre el árbol tal y como ella pensaba estaba el cuerpo de un ninja inconsciente. Acercándose con precaución llevó la mano a su cuello. Su pulso latía fuerte y rápido bajo sus dedos. Apartando unos mechones de cabello de su cara confirmó la identidad del ninja y suspiró. ¿Como es que siempre acababa con los peores que había por ahí? Sin perder el tiempo escaneó el terreno para asegurarse que no había nadie alrededor y una vez segura que nadie la observaba le levantó del suelo apoyando su cuerpo sobre sus hombros. Una vez acomodado su cuerpo empezó a correr sobre el suelo en dirección a la villa aunque tomando un camino diferente al que tomó su grupo.


Al llegar a las afueras de la villa cambió de rumbo dirigiéndose a una pequeña casita situada lo suficientemente lejos de la villa como para que nadie la molestara pero lo suficientemente cerca para poder llegar ahí en caso de alguna emergencia. Penetrando la barrera que rodeaba la casita entró por la puerta y dejó con mucho cuidado en su cama al inconsciente ninja. A su vez ella misma se fue al baño para por fin poder ducharse después de tres largos días de persecución y unas duras horas de batalla. Puede que sus compañeros tuvieran razón al pensar que no tenía ningún rasguño pero sus músculos estaban entumecidos y necesitaban un buen descanso.

- Oye, ¿crees que es una buena idea traerlo aquí dentro? – susurró una voz dentro de su cabeza, sobresaltándola.

- Joder, Nibi. Avísame por lo menos antes de hablar tan de repente.

- ¿Como quieres que te avise sin poder hablar? – su respuesta fue un gruñido.

- Oye, fuiste tú quien me avisó de su presencia, además pensé que no querías volver a hablarme. Al fin y al cabo me ignoraste durante unas semanas. – dijo enfurruñada.

- Te dije que estaba allí. No que lo trajeras. – le respondió, ignorando la última parte.

- Déjalo ya. No estoy de humor para estas cosas. Estoy cansada ya que no dormí en tres días y mi chakra esta casi agotado por culpa de "alguien". – dijo enfatizando la última palabra pero ya no obtuvo respuesta alguna. – Bien.

Dicho esto se metió en la ducha. Al salir del baño ya vestida con su pijama de pantalones cortos y una camiseta de tirantes se sentó en el sillón al lado de la cama en la que reposaba el ninja y le miró de cerca. Su cuerpo estaba cubierto de cortes algunos largos y profundos, otros superficiales y otros que podían ser heridas de un shuriken o un kunai. En algunos sitios su piel estaba un poco quemada, seguramente por algún jutsu de fuego.

Decidida se levantó y se fue a por el botiquín. Aunque fuera un desconocido y un ninja buscado no era tan cruel como para juzgarlo sin ninguna prueba y más aun dejarlo que se desangre. Cortando con las tijeras su ropa miró su cuerpo. No tenía la complexión de un atleta pero sus músculos eran bien entrenados y prominentes, pero más aun llamativas eran sus heridas. Casi todo su cuerpo estaba cubierto con ellas. Limpiando con delicadeza los restos de la sangre que le cubría suspiró aliviada al darse cuenta que no todos los cortes eran tan profundos y largos como aparentaban. Vendó su cuerpo donde estaban las heridas y también alrededor de las costillas que obviamente estaban fuertemente magulladas, juzgando por el tamaño de los moratones. Al acabar le cubrió con las sabanas y le miró el rostro. Se había olvidado por completo del rostro. No había ningún rasguño pero tenía dos hilillos de sangre debajo de cada ojo.

- Era de esperarse de un usuario de sharingan tan fuerte como tú. – murmuró por lo bajo limpiando la sangre de su cara. – Que descanses.

Con eso salió de la habitación cerrando delicadamente la puerta detrás de sí. No podía estar segura pero le pareció que por un momento le había vuelto la conciencia y ella no era tan estúpida como para quedarse en la misma habitación que un criminal de rango-S. No le gustaba juzgar la gente por los rumores, ni siquiera cuando había pruebas, hasta saber el motivo de las acciones. Por eso mismo siempre iba con su equipo cuando tenían pistas de algún criminal buscado. Le gustaba confirmar por si misma que el individuo de verdad se merecía la muerte, aunque la verdad es que la mayoría de los casos eran causas perdidas. Todos eran o psicópatas o malos hasta los huesos.

Si. La vida apestaba y ella era un buen ejemplo de esto. Estirándose sobre su silla favorita delante de la chimenea giró la cabeza mirando por la ventana por donde la lluvia caía con fuerza. Perdiéndose en el ruido de las gotas cayendo se durmió.


Al despertarse por la mañana lo primero que hizo fue a comprobar el estado de su "invitado". Aun estaba durmiendo pero le había subido un poco la fiebre. Resignándose a que tendría que cuidarlo un poco mas se fue al baño para poder ponerle un paño mojado para bajarle un poco la fiebre. Al acabar se fue a vestir y comer algo mientras tanto considerando como realizar su trabajo y a la vez no dejar al tipo sin vigilancia. Sabía que pedir la ayuda de su "amigo" que en ese momento la estaba ignorando sería inútil, además que dañaría mucho su orgullo. Al final puso una barrera alrededor y escribió una nota "no intentes salir de aquí, que aun no estás recuperado" y la puso en la mano del dormido.

Satisfecha consigo misma se fue al cuartel general de los ANBU de su villa. Al pasar por las calles sentía las miradas de los ocupantes. Algunos la miraban con odio, otros con temor, sin embargo ya nadie decía nada. Todos tenían demasiado miedo de ella y del poder que poseía dentro de sí. Acostumbrada al comportamiento de la gente ni siquiera les prestó atención. Al acercarse al cuartel general supo lo que la esperaba. Sus instintos no la traicionaron. Como pensó, Adrien salió corriendo del edificio incluso antes de que ella llegase a las escaleras.

- Gracias a Dios que estas bien. Estaba preocupado ya que no volviste anoche al cuartel y tenias esa cara de que algo estaba pasando...- continuo así con su cháchara sin que ella le prestase atención aunque al parecer a él no le importaba.

- Así que, ¿que es lo que tenias que hacer? – preguntó al final, al parecer esa era su meta.

- No es de tu incumbencia. Agradecería que no te metieras en mis asuntos. – le dijo con los ojos estrechados. Adrien se estremeció bajo su mirada, callándose. - Supongo que si estabas aquí anoche, el reporte ya ha sido realizado. – el asintió con la cabeza y ella sonrió satisfecha.

Odiaba el trabajo de la oficina por eso casi siempre se lo encargaba a sus subordinados. La excepción eran los casos que realizaba ella sola. Entonces apestaba, ya que sus informes eran lo más simple posibles, sin detalles algunos. No es que a ella le importase. Los informes eran aburridos y tampoco es como si la mitzukage de la villa se atreviera a decirle algo al respecto. Terumi sabía mejor, hacerla enojar no era algo que uno querría hacer. Sentándose en su escritorio miró las tareas que tenía asignadas. Todas eran misiones menores que sus subordinados podrían hacer sin esfuerzo alguno. Suspirando de aburrimiento se levantó con los papeles y los fue repartiendo a los ninjas presentes en el cuartel.

- Me estoy tomando unos días libres así que dejo a Adrien temporalmente al mando. – les informó a sus subordinados, y volvió a mirar a Adrien. – Si tienes algún problema o una misión más importante me avisas y responderé tan rápido como pueda. Te dejé una autorización en mi mesa por si hay necesidad de firmar algunos papeles para la mitzukage. Te sugiero que no me molestes por minucias. – dijo la ultima parte con los ojos entrecerrados para darle énfasis a lo que vendría si le molestaba por alguna estupidez.

Los ojos de Adrien estaban abiertos con incredulidad, como los de los demás.

- Nos vemos. – dijo por encima del hombro y salió del edificio que hace unos segundos estaba en completo silencio y ahora mismo estaba bullendo con actividad. Sin embargo no era actividad creativa, era la noticia de que la capitana se tomaba unos días libres. La capitana. La ninja número uno de toda la aldea. La niña prodigio que llegó a ser parte de los ANBU a los 13 años convirtiéndose inmediatamente en la capitana. La kunoichi que no se ha tomado día libre desde que se convirtió en un ninja.

- Todo cambia. – murmuró por lo bajo ignorando las miradas de la gente.


Al llegar a casa se encontró con una pequeña sorpresa.

- Vaya. Veo que ya estas despierto. – dijo quitándose los pesados protectores de sus antebrazos. Él la miró con una mirada penetrante.

- ¿Porque me trajiste aquí? Eres un miembro de los ANBU. ¿Porque no me mataste? – su voz era puro veneno. Al parecer el orgullo del Uchiha estaba dañado severamente al ser salvado por una mujer. Ella sonrió por dentro, pero por fuera solo se encogió de hombros.

- Puede que te mate cuando te cures. No me gusta matar a gente que no pueda defenderse.

- Hn. – fue su única respuesta. Considerando que ya estaba en casa y podía vigilarlo ella misma deshizo la barrera que hizo antes a su alrededor. El levantó una perfecta ceja negra.

- ¿Que? – se defendió. – No podía dejar que vagaras por mi casa cuando no estoy.

- Como si pudiera hacerlo en este estado. – ella se rió.

- A mí no me engañas. Si quisieras podrías haberme atacado en cualquier momento, que es algo que no hiciste. Tus heridas ya no son tan graves como ayer. Lo sé porque yo misma te atendí usando algunas técnicas médicas.

- Hn. – otra respuesta que no era una respuesta. La verdad es que la divertía mucho el tipo.

- Por cierto. Me llamo Reira. – la confusión llenó sus ojos un segundo antes de que pusiera otra vez su máscara de indiferencia. – Tú debes de ser Itachi Uchiha. – asintió sin más.

No tenia caso ocultárselo ya que siendo un miembro de los ANBU seguramente sabía quién era él. Sin embargo le resultaba muy raro lo que estaba haciendo. ¿Porque le estaba dando refugio? Era un criminal buscado por todas las aldeas. Un miembro de la organización Akatsuki, el asesino de todo su clan. Sintió como su corazón se apretaba ante lo último. Al volver a mirarla se dio cuenta que ya no estaba ahí. Miró alrededor de la habitación pero no había ni rastro de ella. Sus sospechas aumentaron hasta que entró de nuevo con una bandeja con una taza de té y un cuenco de sopa. Sus sospechas aumentaron aun mas, haciéndola reír.

- Eres muy desconfiado. – dijo con una sonrisa bebiendo un trago de la taza y probando la sopa. – ¿Lo ves? No están envenenados así que no te preocupes.

- Estoy seguro que sabes que hay muchos venenos que surgen efecto un tiempo después. Además podías haberte inyectado el antídoto. – le dijo casualmente haciéndola reír otra vez. Le empezaba a gustar su humor negro.

- Ya te he dicho que no me gusta matar gente que no pueda defenderse. Además, no me gustan trucos sucios. Estoy segura que si hubiese veneno en algo de lo que te traje tú también lo sabrías. De todos modos, haz lo que quieras. Te sugiero que comas algo si no quieres morir de hambre y malgastar mis intentos de salvarte, y después que descanses. Tus costillas aun no se habrán recuperado. Las tienes muy magulladas. – con esto se levantó y se fue de la habitación dejando la puerta abierta por la que se podía ver una chimenea y la silla al lado de esta. Ella con toda la tranquilidad se sentó en esta y empezó a leer un libro. Con todo Itachi estaba asombrado. ¿Porque le estaba cuidando? Pero su orgullo no le permitía hacerle esta pregunta.

- ¿No tienes miedo de que intente matarte mientras no estás mirando? – la preguntó con indiferencia haciéndola reír otra vez.

- Me gustaría verte intentarlo. – le contestó con una voz muy suave que hizo contraste con el chakra que la rodeó.

Itachi se estremeció visiblemente. Ella poseía un chakra muy poderoso. Sería un oponente muy difícil y estaba seguro de que le haría pasar un mal rato si intentaba luchar contra ella, y aun más en las condiciones en las que se encontraba.

- El chakra no lo es todo. – le dijo intentando parecer indiferente. Ella solo se encogió de hombros.

- ¿Quieres probarme? – le preguntó divertida.

- Prefiero descansar. – le respondió volviendo la cabeza.

Pudo oír su suave risa. Sin saber por qué se sintió a gusto. No sabía quién era ella ni que intenciones tenia pero su suave voz, su risa y sus acciones la hacían parecer tan inocente y vulnerable, aunque sería un error para cualquiera que pensase eso. Suspirando se sentó un poco en la cama siseando inaudiblemente del dolor. Ella tenía razón. Sus costillas le estaban matando. Haciendo a un lado su orgullo bebió el caldo y el té. Tenía que admitir que estaban buenos. Después de esto se durmió como un bebe.

En la otra habitación Reira sonrió satisfecha. Era verdad que no le había envenenado, solo le había metido un poco de somníferos para que descansase tranquilamente sin preocupaciones. Por otra parte ella al beber de cada taza también los había tomado. Suspirando se dejó llevar por el sueño.