Disclaimer: Los personajes son de Stephanie, la trama es mía.

Nota de la autora: luego de un largo tiempo, aquí les traigo la continuación de PAÑOS MENORES. A diferencia de la anterior historia, ésta no tiene nada que ver con mi vida :( lamentablemente… Espero que les guste tanto o incluso más que la otra.


DULCE VENGANZA

Bella POV

Ya estaba harta, lo juro. Desde el día en que ese maldito de Edward Cullen me había visto en… paños menores no dejaba de joderme la vida. Una vez el muy perro estaba con sus amigos Emmett y Jasper frente a su casa, yo pase por allí con una mini falda y el codeó a sus amigos mientras les decía: "¡Ey chicos! ¡Aquí viene Bella-Lindo-Trasero!" y comenzaron a carcajearse como idiotas a mi costa. Yo solo enterré mis uñas en la palma de mis manos para descargar mi furia y vergüenza, deseando que en vez ésta fuera el adorable rostro de Cullen.

Es por ello que cuando mí querida amiga Alice me anunció que se había hecho novia de uno de sus amigotes, Jasper Hale (¿casualidad? Definitivamente no, más bien es como una broma pesada del destino), casi muero de una combustión espontánea, ya que eso implicaba que, una vez más, mi vida giraría entorno a la de Edward. Inaceptable. No tanto porque odiara cada una de sus burlas hacia mi (ya que de la noche a la mañana me había convertido en el blanco de sus bromas) sino que aún sentía una fuerte atracción hacia él y eso era dañino para mi instinto de supervivencia.

Y bien, pues he sacado el tema a relucir porque justamente me encontraba con mi amiga Alice hiendo a una "fiesta" en casa de su novio, donde obviamente iba a estar mi adorado vecino.

- Ya deja de darle vueltas al asunto mujer –me reprendió Alice- parece que fueras a un velorio, ya cambia esa cara Bella ¡por el amor a Dios!

- De acuerdo Alice –dije enfurruñada- pero sólo recuerda que fuiste tú quien me obligó a venir aquí.

Ella suspiró, sabía que estaba haciendo lo posible por contenerse y no darme una bofetada por la actitud tan infantil que estaba tomando.

- Está bien Bella -¡Oh no! Estaba utilizando su famoso puchero Made in Alice. Eso no significaba nada bueno- Si quieres podemos regresarnos para poder dejarte en tu casa y así estés contenta… –ahora usaba la psicología inversa –aunque ya nos encontremos a más de medio camino y me abandones cuando más te necesito –además recurría al chantaje ¡Bien Alice! Tú ganas.

- Déjalo Alice, iré contigo a la fiesta –en seguida cambio su cara de borrego a medio morir por una de completa dicha- sólo no te prometo ser el alma de la fiesta –mi amiga parqueó el carro, ya habíamos llegado. Tragué grueso- Es más… prometo comportarme como el mismísimo Grinch en víspera de navidad.

Mi amiga bajo del automóvil riendo. Cuando me ubiqué a su lado en el umbral de la puerta de entrada ella agregó:

- Querida, tú nunca has sido el alma de las fiestas. –la fulminé con la mirada, aunque fuese verdad, pero una cosa era saberlo y otra que te lo restregaran en la cara.

- Mira nada más a quién tenemos aquí –era la voz de Emmett luego de abrirnos la puerta- Mi duende favorito, y Bella-Lindo-Trasero –si las cosas comenzaban así…

- ¡Emmett! Deja de decirnos así –le reprendió Alice, su expresión de enfado cambio a una de alegría cuando se le tiro e brazos para saludarlo. Sí, esta chica era bipolar.

Al instante se nos acercó Jasper y luego de saludarme con un beso en la mejilla y un escueto "Hola" comenzó a intercambiar fluidos salivales con Alice ¡Puaj! Definitivamente repugnante. Decidí que era mejor irme de allí cuanto antes, pero fui abordada por un chico de cabellos cobrizos.

- ¡Ey Bella! Es un placer tenerte por aquí –dijo recorriéndome con la mirada.

- No puedo decir lo mismo –murmure desdeñosamente mientras trataba de escabullirme. Desde luego, no funcionó.

- Oye Bella, no me has llamado para hacerte el favor –acaricio mi trasero y yo lo quite de un manotazo.

- Estas ebrio Cullen. –Puse los ojos en blanco- ni siquiera sabes beber. –le espeté. Si de por sí se ponía un poco "urgido" sobrio, el que estuviera borracho lo incrementaba unas cien veces más.

- Sólo estoy un poco tomado, eso es todo –me sonrió de esa manera torcida que casi provoca en mí un suspiro involuntario.

- Cullen, espero que no estés molestando a mi amiga –le reprochó Alice con las manos en la cintura y batiendo un pie contra el suelo. Se veía graciosa.

- Para nada Alice. Bella y yo estábamos hablando del calentamiento global –dijo mientras me estrechaba por los hombros- ¿cierto Bella?

- Seguro –ironicé.- ¡Sálvame! –articulé con los labios sin emitir sonido. Mi amiga rió por lo bajo y me tomó por un brazo.

- Si nos disculpas Edward, me llevo a mi amiga a un lugar en el que esté a salvo de tus garras –le sonrió dulcemente para luego arrastrarme hasta el patio trasero. ¡Bien, Alice al rescate!

- Y… ¿con que comentario obsceno te salió Edward esta vez? –preguntó mi Alice mientras nos ubicábamos frente a unos taburetes de hierro forjado que se encontraban cerca de la piscina. Me encogí de hombros restándole importancia.

- Es un imbécil. Y si le sumamos eso al hecho de que está ebrio no tendremos un resultado muy digno ver. –mi amiga rió mientras servía dos copas de vodka para ambas.

- ¡Ay Bella! Ya le he dicho a Jazz que lo mantenga a treinta metros alejado de ti, aunque sinceramente dudo que eso pueda detenerlo. –ella hizo una mueca de desagrado y yo resoplé resignada.

- Él ha cambiado tanto conmigo Al. Es como si… desde el momento que me vio… en esa bochornosa situación un interruptor dentro de él haya colapsado haciendo que se comporte como un perfecto patán conmigo. –tomé un trago largo de mi bebida y Alice hizo lo mismo. Hubo una pausa antes de que ella comentara:

- Tal vez le gustes. -¿Qué demonios?

- Claro que no. Dudo que alguien como él pueda fijarse en mí. –hice una mueca, era inconcebible esa opción.

- ¡No te comportes como emo Bella! Sabes que eres muy linda. –contradijo Alice.

- Como sea. Cambiado de tema, ¿Qué hiciste con Jasper? –se me hacia un tanto raro que no estuviese pegado como chicle a mi amiga.

- Está bailando con Rosalie, su hermana. Dijo que luego se nos uniría.

Y como si los hubiéramos conjurado, los gemelos Hale aparecieron en nuestro campo de visión. Por suerte no estaban acompañados de los amigos de Jasper.

- ¡Hola Alice! –saludó Rosalie afectuosamente. Una alta y despampanante rubia de senos grandes y curvas peligrosas que lograba bajarle la autoestima a cualquier mujer en cuestión de segundos. Por supuesto, yo no fui la excepción.

- Rose, ésta es mi amiga Bella. Bella, ella es Rose, mi cuñada –nos presentó Alice luego de haber respondido al saludo de la rubia de la misma forma tan efusiva.

- Con que tú eres el nuevo capricho de Edward –me dijo la muy perra mientras me evaluaba con la mirada- Es un gusto conocerte, espero que seas lo suficientemente inteligente como para no caer en sus juegos. –me guiño el ojo y yo solo le respondí con la sonrisa más amable posible, no, en realidad fue la más hipócrita posible. Esta tipa no llevaba ni cinco minutos de conocerla y ya me había caído como una patada en el hígado. La verdad no entendía cómo es que mi amiga y ella podrían llevársela tan bien. Tal vez sea una cuestión diplomática.

- No le hagas caso a mi hermana Bella. Rose es sólo una resentida que busca encabronar todas las posibles futuras conquistas de Edward como venganza por no cogérsela.

Lo siguiente que vi fue una botella de vodka aun sin destapar que fue volando hacia donde se encontraba la cabeza de Jasper que, si no se hubiera agachado, sería el blanco perfecto.

-¡Eres un maldito, Jarper! –oí como le gritaba Rosalie.

-¿Estás loca? ¡Casi me pegas! –le dijo Jarper pasmado con ojos desorbitados. Waooo con que la rubia había resultado una loca barbie asesina ¡Esta chica sí que es agresiva!

-Tú te lo buscaste –bufo con indiferencia mientras admiraba su perfecta manicura. –es para que no andes diciendo cosas sin fundamento.

-Pero si es la ver… -comenzó a replicar Jasper, y Alice, que se había quedado petrificada todo ese momento, intervino silenciándolo.

-Nos vamos a bailar cariño –le ordenó cariñosamente mientras lo jaloneaba- Rose ¿te importaría hacerle compañía a Bella? -¡¿Qué? NOOOO, DI QUE NO BARBIE PELIAGUDA.

-Para nada –respondió la lunática con una sonrisa inocente en sus labios. Yo no sabía si relajarme o por el contrario, aterrarme. Y entonces Jasper y Alice desaparecieron entre el tumulto de personas.

Definitivamente mi amiga estaba fuera de quicio al dejarme con su cuñada asesina.

- Y bien Bella –comenzó a decirme Rosalie mientras se sentaba en uno de los taburetes frente a mi- ¿De dónde conoces a Edward?

Yo tragué grueso. No sé qué era peor, tener a una loca interrogándote sobre su amor frustrado para luego matarte al enterarse de que también es el tuyo o tener a tu amor frustrado tentando tu autocontrol. En éstos momentos deseaba mil veces tener a Edward mirándome de forma lasciva y haciendo bromas a mi costa, que estar con la rubia. ¿Podrían imaginarse cuan intimidada estaba?

- Bueno… ummm… -carraspee y tomé otro trago de vodka, esta vez uno largo y me serví otro poco antes de contestarle- somos vecinos.

No pude saber la respuesta de Rose ya que en ese momento llego un oso enorme, corrección, llegó Emmett. Y como el troglodita que es tomó a Rose sin decir nada y la coloco en sus hombros cual costal de papas. Para mi sorpresa la barbie psicópata rompió en carcajadas y comenzó a decir "bájame Emmy" ¿Emmy? ¿Podría haber un sobrenombre más gay? Pues bueno, yo esperaba algo así como patadas al estilo Jackie Chan o, como podría esperarse de Rosalie, una vulgar pelea al estilo callejero; sólo por haberse atrevido a tocarla. Sufrí una placentera desilusión a ver que tomaba los actos de Emmett como algo natural y gracioso.

- Vengo a robarme a esta hermosa rubia, antes que alguien más lo haga, para que baile conmigo –anuncio Emmett o… más bajamente conocido como: Emmy- ¿No te importa Bella? –tuvo la gentileza de preguntarme.

- Por mí no hay problema –le conteste con aire despreocupado. En realidad me estaba librando de cientos de horas de una charla no grata y/o una posible muerte. Bien, estaba exagerando, solo un poco.

- Entonces bombón, digámosle adiós a Bella –se dirigió a Rose y le propino una nalgada de la cual no se quejó, más bien pareció gustarle. ¡Puaj! Par de adolescentes libidinosos.

- Adiós Bella –canturrio Rosalie mientras se despedía de mí con la mano, soltando una risita tonta.

Y así fue como Bella Swan se quedó aburrida y con una botella de vodka haciéndole compañía. Encogiéndome de hombros me dispuse a beberla poco a poco, creo que el estar ebria me ayudaría a manejar la situación.

Quince minutos después ya llevaba media botella encima y una visión del mundo distinta, ahora todo se sentía inestable. Tal vez beber tanto y tan rápido no fue una buena idea después de todo y mucho menos para alguien intolerante al alcohol. Si salía completa de la fiesta seria, cuando mucho, un milagro o pura suerte.

Cuando vi que un chico de cabellos cobrizos y sonrisa petulante se dirigía hacia mi persona, lo primero que hice fue levantarme de un salto para escapar, pero, como era de esperarse, un fuerte mareo me golpeo haciendo que cayera nuevamente al taburete (del cual milagrosamente no caí).

- ¿Por qué tan sola Bella-Lindo-Trasero? –se mofo Cullen. Idiota.

- No molestes –me queje mientras sostenía mi cabeza, en un intento vano de lograr que ésta dejara de dar vueltas.

- Ven, vamos a bailar –me tomo por un brazo. ¿Qué rayos tenían todos con el ir a bailar? ¡Ah sí! Esto era una fiesta.

No quería bailar, mucho menos en mi estado. Así que me negué.

- No seas aguafiestas, nos vamos –y me cargo como a un costal de papas ¡y yo creía que el troglodita era Emmett! Creo que era el nuevo código de "Cómo sacar a una chica a bailar sin dejarle opción alguna a negarse".

- Eres infantil –le espete ya resignada a la idea. El me sacudió diciendo:

- Y tú una borracha aburrida -¡já! Quien viene a hablar de borrachos. Descarado.

Estuvimos bailando una rato en la pista una canción muy movida, extrañamente en silencio. Allí también se encontraban los amigos de Edward, con los que de vez en cuando se intercambiaba miradas cómplices (Jasper) y guiños indiscretos (Emmett). Alice me miraba interrogante, como diciéndome "Eres una bipolar, un segundo gritas que lo odias por ser tan cabrón contigo y al otro estas compartiendo bailecitos eróticos ¿Qué demonios pasa por tu cabeza Swan?" o eso era lo que yo podía descifrar, supongo que eran los efectos del alcohol que me tenían así. Por otra parte Rosalie… no nos prestaba la más mínima atención, estaba concentrada en manosear los grandes pectorales de Emmett, lo cual resulto un gran alivio para mí.

- Bella –me susurro Edward al oído, y juro que mi cuerpo vibro por completo con el sonido de su voz.

- ¿Humm? –levante mi mirada para verlo a los ojos. Error.

Cuando pude darme cuenta ya tenía los labios de Edward sobre los míos. Fue el beso más demandante, voraz, forzado, hipnotizante… y maravilloso que había recibido en mi vida. A pesar de ser inesperado y sin mi consentimiento, me encanto, y no dudé muchos segundos para responderlo, pero al escuchar los silbidos aprobatorios y comentarios poco moderados de la concurrencia tuve que verme obligada a separarme de él. Tras unos minutos de conciencia me percate de lo ocurrido, así que aparté a Edward de un empujón y corrí hacia el área de la piscina.

No podía creer lo ocurrido, ni mucho menos mi respuesta. Bueno, estaría loca si no le hubiera respondido de ese modo… también lo estaba si lo hacía, como sea. No pasaron más de dos minutos cuando ya tenía a Cullen tras de mí.

Aprovechando los segundos de cordura que penetraron en mi mente, logré advertirle:

- ¡No te me acerques Cullen! –le grite mientras lo fulminaba con la mirada. Él ni siquiera se inmuto y siguió con su caminar, directo hacia mí.

- No temas Bella, sólo quiero hablar contigo –explico con una sonrisa burlona, lo cual indicaba que lo que quería realizar era todo lo contrario a lo que expresó.

Intente huir nuevamente pero, por supuesto, él fue mucho más rápido que yo y me tomo por el brazo derecho, para luego estrecharme contra su cuerpo sin el menor pudor. Allí fue cuando pude sentir su excitación. Mi reacción fue de completo desconcierto, pasando a la vergüenza, es más, creo en ese momento mi rostro era la fiel imitación de un semáforo en rojo.

- ¡Suéltame Cullen! –forcejeé con él. Para ese entonces todas las miradas estaban puestas en nosotros, lo cual me ponía aun más nerviosa.

- ¿Pero por qué Bella-Lindo-Trasero? ¿Es que acaso no te gusto?-enfatizó restregándose contra mí.

- No –articule una ahogada negativa. En esos momentos sólo quería largarme de allí y no verle la cara jamás. Nunca antes me había pasado algo así y el hecho de que fuera Edward quien lo hiciera, además de tener un curioso público presente, solo empeoraba las cosas.

Edward no perdió tiempo y utilizó su mano libre para acariciar mi trasero. Yo salte en el acto, pero aprovechando el descuido logre deshacerme de su agarre. Camine rápidamente hacia la entrada trasera de la casa, bordeando la piscina con mucho cuidado de no caerme en ésta.

- Hay vamos Bella, no seas tímida- Edward grito a mis espaldas. Las personas a nuestro alrededor comenzaron a murmurar cosas inentendibles para mí, pero sin duda era acerca de Edward, yo y nuestra bochornosa conducta.

Borracho, libidinoso, idiota. –pensé y me di la vuelta para gritarle unas cuantas verdades, pero ¡Oh, oh! Estaba demasiado cerca. Inconscientemente di unos pasos hacia atrás. Como la "suerte" estaba de mi lado, tropecé y lo siguiente que supe era que estaba mojada y a dos metros bajo tierra.

Llegue a mi casa con mi vestimenta completamente arruinada por el agua y cloro de la piscina luego de que, ahora mi no tan estimada amiga, Alice me llevara con la culpa reflejada en la cara y una expresión de disculpa más o menos así: "Lo siento Bella, he sido una perra por dejarte sola con Edward luego de haber jurado que no lo haría".

- No te preocupes Alice, no fue culpa tuya –cuchicheé entre dientes, en parte porque estos castañeaban del frio, y en parte por la rabia contenida. A eso le siguió una trancada de puerta, no muy sutil de mi parte, al coche de Alice.

Rebusqué en mi bolso (lo cual fue lo único que quedo seco por no ayarse conmigo al momento del "accidente") en busca de las llaves, pero ¡sorpresa! No estaban. Así que no me quedo de otra sino rogar por que mi padre estuviera despierto a medianoche y escuchara el sonido del timbre.

Varios minutos, rabietas y bostezos después un soñoliento Charlie abrió la puerta y tras una sonrisa burlona de su parte, comentó:

- ¿Qué no sabes que debes quitarte la ropa antes de bañarte? –seguido de una estruendosa carcajada.

Ya habían pasado varios días desde el incidente en casa de Jarper, pero eso no era algo de lo que quisiera recordar.

Y pues bueno, como el mundo conspira en mi contra. Esa misma mañana Charlie me avisó que teníamos una invitación por parte de los vecinos para asistir a su aniversario, y sí, esos vecinos se trataban de nada más y nada menos que de los Cullen.

- Pero Charlie –me quejé- no podemos irrumpir de esa manera. Digo, es el aniversario de Esme y Carlisle, de seguro querrán celebrarlo en algún lujoso restaurant como lo hacen todos los años. Me niego rotundamente a estorbar en una velada tan… íntima –tragué grueso, ojala mis intentos de una huida forzosa no resultaran en vano.

- Estas siendo irracional Bella –mi padre me miro con reproche- además, olvidas que ellos mismos fueron los que nos ofrecieron la invitación -¡claro! De seguro por la insistencia de su pequeño retoño- No podemos hacerles un desplante.

- Pero, pero… -comencé a replicar.

- Pero nada ¡Iremos! –Declaró tajantemente- Así que prepara ese mousse de chocolate tan delicioso y ponte muy linda. Cuando regrese del trabajo nos vamos.

Y así fue como me vi hundida en la cocina realizando el dichoso postre. Necesité algunos ingredientes, los cuales pedí a Alice que trajera de camino a mi casa. Lo que no me esperaba era que también vendría su cuñada desquiciada.

- ¡Hola Bella querida! –me saludo mientras depositaba un beso en mi mejilla, el cual limpie discretamente mientras no me miraba.

-Aquí están los ingredientes que me pediste Bella –me dijo Alice mientras depositaba las cosas en el mesón de la cocina.

-Muchas gracias Al.

-Y cuéntanos Bella ¿para quién es ese delicioso mousse? –indagó la barbie.

-Los Cullen nos han invitado a una cena de aniversario es su hogar así que llevare el mousse como postre- no sé si era realmente sano que le proporcionara una información de ese tipo a la barbie, pero opte por la verdad.

-¡Qué bien! –me animó Alice- así tendrás un tiempo para tratar de solucionar tus diferencias con Edward- sugirió muy efusiva, yo la mire feo. Estaba loca si creía que yo, Isabella Swan, daría el menor indicio de hacer las paces con ese… con ese…

-Por cierto ¿Qué fue lo que paso contigo y Edward aquella noche? ¿Acaso las cosas se pusieron muy calientes?- ¡Demonios!, si que odiaba a esta mujer.

-No Rosalie. El maldito Cullen hizo que tropezara y cayera a la piscina. Fin de la historia. –le respondí de mala gana mientras batía con fuerza la mezcla que tenia entre mis manos.

Se hizo un silencio. Finalmente Rosalie hablo con un brillo demoniaco bailando en sus ojos. Esto solo significaba problemas.

-¿Quieres vengarte de Cullen?- me sonrió de manera cómplice. Pensándolo bien, Rosalie no me caía tan mal después de todo.

-No suelo ser vengativa pero todo puede pasar Rose. Por supuesto que quiero –conteste, imitando su misma sonrisa cómplice. Alice nos miro inquisitivamente, tal vez determinado si lo que estábamos diciendo era cierto.

-¡Oh, no Isabella! De ninguna manera –chillo la duende- No puedo permitir que hagas… lo que sea que este maquinado esa maniática mente de Rosalie. No sabes cómo es… ni lo que puede llegar a hacer.

Claro que si lo sé Ali querida. Por eso es que me entusiasma tanto.

-Dime Rosalie, ¿Qué es lo que tienes en mente? –pregunté con voz dulce.

Desde el momento en que me adentre a la casa de los padres de Edward, de lado de mi padre, el chico de cabellos cobrizos no dejaba de lanzarme miradas lascivas, por supuesto no ayudaba el hecho de que me había colocando un inocente pero a la vez provocativo vestido azul que dejaba mi espalda al descubierto, de un talle alto con escote en V y me llegaba por encima de la rodilla. Esto también era útil para mi plan, pero el muy cínico se comportaba como todo un ángel cuando sus padres o el mío nos observaban.

Me encontraba sentada en la mesa de los Cullen, y para mí no-tan-desgracia estaba justo al lado de Edward, lo cual haría de mi plan algo más fácil. Claro, si es que antes no lo mataba primero.

La velada había transcurrido en total calma -a excepción de ciertos roces producidos por Edward a mis piernas, que yo trataba que no se notara en lo absoluto- pero esto sólo era la calma antes de la tormenta.

- La cena estuvo riquísima –alabo Charlie, y yo aproveche la ocasión para entrar en acción.

- Estoy en total acuerdo con mi padre Sra. Cullen, esto ha sido una total y completa delicia –elogié con una sonrisa tierna en mi rostro- Espero que el postre que he traído no se vea empequeñecido por sus dotes culinarios.

- De ninguna manera Bella –se rio ruborizada Esme- y por favor, dime Esme. De hecho en estos momentos me dirigía a la cocina para servir el postre.

En ese momento yo salte de mi silla –literalmente- y me apresure a decir:

- No se moleste. Lo haré yo –antes de que la madre de Edward pudiese rechazar mi oferta agregué: -Tómelo como un regalo de aniversario por mi parte.

Y por supuesto, eso calló sus protestas. Pude escuchar como Carlisle le decía a mi padre:

-Tienes una hija encantadora…

Una vez en la cocina me dispuse a servir el postre, el mousse de chocolate realizado por mí, y a uno en especial le administré un toque especial, el toque de la venganza. Sabía que tardaría al menos 30 min en hacer efecto, pero haría lo posible porque todos nos mantuviéramos unidos para cuando llegara el momento cumbre.

Llevé el postre a la mesa el mousse y me dispuse a servirlo, primero comencé con Edward.

- Esto se ve realmente delicioso Bella –expresó el chico, yo le dirigí una sonrisa falsa mientras le agradecía por su cumplido. No sabes cuán realmente delicioso se verá el efecto en ti cariño, pensé.

Todos comimos el postre entre risas y anécdotas graciosas, por un momento me olvidé del plan, pero cuando miré el rostro ruborizado de Edward y cómo se removía acalorado en incomodo en su asiento supe que el momento había llegado. Miré su entrepierna y ¡Oh mi Dios! Ese bulto era realmente grande. Una sonrisa maliciosa se formó en mi rostro y poniendo la cara más sorprendida posible le dije a Edward lo suficientemente fuerte para que todos escucharan:

- ¡Dios mío Edward! ¿Qué te sucede? – en seguida todos se voltearon en nuestra dirección.

- No es nada –respondió con voz temblorosa y mirada gacha.

- ¿Seguro? Porque no me parece que sea "nada" –presioné. Ya a estas alturas Esme comenzaba a sentirse preocupada.

- Bella tiene razón cariño. No te vez nada bien. –intervino Esme quien comenzaba a levantarse de su silla.

- No te preocupes mamá, es sólo un dolor de estómago.

Yo estaba disfrutando de la situación, podía ver la desesperación y vergüenza en el rostro de Edward. ¡Toma! Justo como me hacía sentir a mí con sus bromas.

- Pues me sentiría mucho mejor si tu padre te examinara ¿no crees tú Carlisle?

- Por supuesto hijo, ven conmigo al estudio. –Carlisle le impuso, y comenzó a dirigirse a donde se encontraba Edward. Él en un acto reflejo tomó una de las bandejas que se encontraban en la mesa y se levanto de su asiento, usando ésta como escudo para tapar su gran erección.

-Ehhh… no hace falta papá. Me voy a mi cuarto. –en seguida me levanté de mi asiento, no podía permitir que esto terminara así.

- En ese caso Edward, yo llevaré esto a la cocina –enfatice quitándole bruscamente la bandeja y dejando al descubierto ante todos su prominente bulto.

El primero en reaccionar fue Charlie:

- Creo que tienes un gran problema –se mofó. Edward se ruborizó aún más, si es que eso era posible y trató de ocultar su rigidez con sus manos.

- ¡No puedo ver esto! –fingí vergüenza y puse mis manos en mi rostro "tapándolo". En realidad la vergüenza no era tan fingida, en realidad la sentía… sólo un poco.

- ¡Edward Anthony Cullen Masen! ¿Puedes explicarme que es lo que te sucede? –se escucho el chillido de Esme.

- Que tiene una erección querida –le susurró Carlisle, aunque todos lo oímos.

-¡PAPÁ! –se quejó Edward, tomando su cabello entre sus manos y halándolo, en un gesto de completa frustración.

- Eso ya lo sé Carlisle. ¿Cómo puedes hacernos esto? ¡Y FRENTE A NUESTROS INVITADOS POR EL AMOR DE DIOS! –se dirigió a su hijo.

-No es mi culpa mamá… en realidad no sé cómo paso –se excuso el aludido.

-Creo que es mejor que Edward se vaya a su habitación querida –intervino Carlisle, éste le hizo un gesto de agradecimiento a su padre y se fue rápidamente. En realidad yo quería seguir presenciando el espectáculo, pero no podía intervenir sin que se viera sospechoso.

Luego de que los Cullen se hubieron desecho en disculpas para mí y mi padre, todos comenzaron a generar teorías de lo que pudo causar esa reacción en Edward.

- Yo creo que tu hijo sufre el Síndrome de excitación permanente –planteó mi padre, a lo que Carlisle lo miró con horror.

- No lo creo Charlie, ese síndrome únicamente se da en mujeres y en caso de que haya alguna excepción… no lo creo, ya nos hubiéramos dado cuenta –contrapuso Carlisle pensativo.

- En mi opinión, puede se deba a alguien en vez de algo. –Esme se inmiscuyó. Miró a Carlisle fijamente y éste le devolvió una mirada interrogativa. De pronto tenia a tres pares de ojos puestos en mí. Esto me puso nerviosa así que me incorporé y les dije:

-Ehmmm… -carraspeé- necesito ir al baño.

Y sin más que añadir me retire antes de que se acercaran más a la verdad. Subí las escaleras y un bombillo se encendió en mi cabeza. El cuarto de Edward quedaba a dos puestas del baño, así que podía molestarlo un poco.

Abrí la puerta de la habitación de Edward. Lo encontré recostado en su cama boca arriba mientras… se masturbaba. Cuando se percato de mi presencia en seguida se incorporo y devolvió su intimidad dentro de sus pantalones.

- ¿Qué? ¿Vienes a ayudarme con mi erección? –se mofo. Yo le dirigí una mirada asesina.

- No, a menos que quieras una bala entre tus cejas cortesía del Jefe Swan –ironicé. Me fui acercando peligrosamente hacia él y me coloqué a horcadas sobre su regazo- Más bien deseo sacarte de tus dudas- le aclaré, él me miro sin comprender- Verás, fue realmente fácil untar un poco de viagra en el postre que ingeriste hoy. –explique con voz dulce. Cuando el chico fue consciente de mis actos me hizo a un lado y se levantó furioso.

- Tú… pequeña… bruja ¿Cómo fuiste capaz de hacerme algo así? –me miro con ojos entrecerrados. Yo me incorpore y lo enfrenté.

-Bueno querido Edward… si te metes con Bella Swan atente a las consecuencias– le guiñé un ojo para luego darme media vuelta e irme, dejándolo solo con su gran erección.


Disculpen la tardanza. He estado escribiendo ésta historia por pedacitos, tratando de que fuera lo suficientemente buena y terminara por convencerme… y lo hizo, espero que con ustedes también lo haga.

¿Y bien? Ustedes son los jueces ¿Qué dicen? ¿Debo retirarme definitivamente de mi "carrera" (por así decirlo) como escritora de fanfiction o aún tengo esperanza?

Dejen sus reviews con sus opiniones (preferiblemente constructiva) de verdad es muy importante para mí como escritora saber lo que piensan sobre mis historias.

Otra cosita… ¿desean que escriba un bonus de esta historia donde haya acción entre Bella y Edward?

Pidan y recibirán.

En mi perfil podrán encontrar el vestido que Bella usa en la cena con los Cullen... y de pasada pueden darle click al link de mi blog

si gustan, claro.

Nos leemos luego…

¡Mordisquitos!