Voldemort fue derrotado hace tan solo un año, esto sería motivo para festejar en grande, no más mortífagos acabando con la vida de cualquiera que fuese Sangre Sucia, Muggle o Mestizo. Pero no era así, desde hace seis meses nuestro mundo de paz cambio, ese mago envuelto en túnica oscura derrotó con sencillez al chico que había vencido a Lord Voldemort. No fue una lucha muy alargada, pero el poder que poseía aquel mago misterioso era casi el doble que el de Potter, aún podía acordarse cuando eso sucedió.
-No sé porque el Señor Oscuro fue vencido por ti, te he superado en tan solo un par de minutos- había susurrado burlonamente aquel ser aún envuelto en la capucha negra, sin revelar su identidad.- La verdad, no eres tan poderoso como creí, ¿pensaste que después de que Lord Voldemort…- el nombre aún causaba algunos gritos ahogados-…muriera no habría alguien que heredaría el trono? De verdad eres muy ingenuo, Potter- algo en ese acento con el que el ser misterioso casi escupía el nombre hizo que Harry se acordará, pero era imposible.
-¡¿Malfoy?!- exclamó el joven tirado en el suelo con cierto temor en su voz, temor que aumentó cuando el mago se quitó la capucha dejando ver ese cabello tan rubio que parecía falso al igual que esos ojos grises que le miraban con frialdad.
-Hola, Potter- sonrió de medio lado, luego miró a todas las personas que observaban en silencio- De ahora en adelante yo gobernaré el mundo mágico, el que no desee estar acá puede ofrecerme su magia a cambio de su libertad- hubieron más exclamas- el que quiera escapar sin mi autorización morirá, él que se ponga en mi contra morirá, todos los mestizos y sangre sucias se les otorgará un nuevo papel, los squibs se les dará el poder de la magia a cambio de fidelidad hacia mí.
Todo mundo quedó en silencio, Harry miró a sus amigos en peores estados que él, no sabía ni quien había muerto, solo sabía que Draco Malfoy tenía un gran grupo de seguidores demasiado poderosos para la Orden del Fénix. Malfoy había ganado al matar al ministro, el mundo mágico le pertenecía, pero Harry no dejaría que eso pasara. Se levantó con grandes costos con su varita y lanzó un hechizo aturdidor que le pasó rozando al rubio.
-Buen intento, Potter. Pero para ti tengo planes distintos.- sus ojos brillaron y su sonrisa se hizo más ancha- Desmaius- de allí Harry solo vio oscuridad. Los planes que Draco tenía eran tan simples que nadie criticó nada. Los Mestizos y Sangre Sucia vivirían en otra ciudad lejos de los Sangre Pura. Algunos Squibs recuperaron su magia gracias a un método extraño que usaba Malfoy pero extrañamente no era magia oscura. La verdad, el régimen autoritario que sufrió el mundo mágico no fue tan duro como creían, nada de muertes, el hospital estaba abierto para cualquiera, la gente podía vivir tranquila y en paz mientras no molestarán la vida de los Sangre Pura. Incluso los seres sobrenaturales como Hombres Lobo, Vampiros, Gigantes… tenían más derechos que antes, el mundo no era tan malo. Pero... ¿Qué pasó con Harry Potter? En el territorio Puro (Hogar de los Sangre Pura) en la parte más lejana estaba la Mansión Malfoy, era increíblemente grande y hermosa, había varios elfos que se encargaban del cuido de la Mansión y como Sirviente Personal de Draco Malfoy me encontraba yo, Harry Potter.
La verdad no era tan malo, no era simplemente lamerle los pies a Malfoy, me encargaba de varios trámites y disputas aburridas según el amo (este me había enseñado lo que se conocía como negocios). Acordarle sus citas, darle algún masaje, prepararle el baño y la ropa (fui obligado a aprender algo de moda), era como un Mayordomo. Incluso tenía mi propia habitación la cual era extremadamente grande con baño incluido. Así que no había mucho de que quejarme, y jamás me quejaría del sexo. Draco Malfoy sabía que me gustaba y que no así como yo lo sabía todo de él. Pero aun así no quería nombrar ese sentimiento que estaba creciendo dentro de mí con rapidez cada vez que el amo estaba a mi lado. Además, era algo imposible, ¿o no?
