UNEXPECTED CHANGES (Cambios inesperados) by Silvicj
Capítulo 1
La vida del detective Danny Williams se volvió bastante complicada cuando se divorció de su esposa Rachel. A los problemas de terminar un matrimonio que duró demasiado, se le sumaron las peleas con la custodia de su única hija y los cambios que esta provocó en su "tranquila" vida de policía en New Jersey.
Rachel obtuvo la custodia preferente de Gracie, por lo que a Danny no le quedó más remedio que elegir cuáles serían sus prioridades a partir de ese momento. Por desgracia para él, lo tuvo claro desde el principio. Esa niña era su vida, su única prioridad, haría lo que fuera por ella y por pasar aunque fuera un solo minuto cada semana a su lado. Aunque eso significara dejarlo todo para seguirla hasta la otra punta del mundo.
Fue entonces cuando llegaron los cambios de ciudad intermitentes, sacrificios a los que se vio obligado con tal de poder disfrutar de los pocos privilegios que le daba la paternidad.
Siempre era lo mismo, nueva ciudad, nuevo traslado a otro departamento de policía diferente, nuevos compañeros… Pasaba meses adaptándose, y cuando por fin parecía que lo conseguía, todo volvía a empezar… Stan, el asquerosamente rico y despreciable nuevo marido de su ex mujer, era trasladado a un nuevo puesto de importancia en la multinacional para la que trabajaba y Danny se veía obligado a hacer otra vez las maletas para poder estar cerca de Grace.
De New Jersey a Londres, pasando por Berlín, Washington, Milán y un par de ciudades europeas más de las que era incapaz de pronunciar los nombres.
Todos esos cambios hicieron que durante mucho tiempo le acompañara la intensa sensación de soledad que le producía el no ser capaz de asentarse en ningún lugar, ni de abrirse a nadie por miedo a tener que volver a dejarlo atrás y tener que trasladarse de nuevo sin atreverse a replicar.
Hasta que aterrizaron en Hawai…
Al principio parecía el peor lugar posible para él, el más duro de los destinos a los que Danny podría haberse enfrentado. Un tipo duro de ciudad, un policía de asfalto y cemento atrapado en un paraíso de arena y agua.
Eso fue lo que pensó cuando Rachel le aseguró que aquel sería su "destino final", que Stan había accedido a ocupar el puesto de director general de la sucursal de la empresa en Oahu, y que el siguiente traslado nunca llegaría.
Le costó mucho tiempo hacerse a la idea de que aquel iba a ser un destino en el que podía encontrar todo lo que siempre buscó, pero finalmente, tras un año y medio, empezó a sentirse como en casa. Y puede que nunca fuera capaz de reconocerlo, al menos no en voz alta, pero sus nuevos compañeros de trabajo fueron los culpables de que de una vez por todas deshiciera las maletas y se dejara envolver por el calor de la isla.
Ahora, dos años después, todo parecía ir a mejor.
Danny era en esos momentos el jefe de equipo del 5.0, una unidad de élite formada únicamente por los mejores agentes en cada campo y elegida personalmente por el gobernador de la isla como su guardia de confianza.
Antiterrorismo, antidrogas, homicidios… todos los casos más complicados e importantes acababan en manos de la unidad de Williams. El 5.0 tenía inmunidad total para utilizar todos los recursos que necesitaran en la isla, y pasar por encima de cualquier departamento de policía de Hawai. Todos y cada uno de ellos estaban bajo sus órdenes, y Danny y sus hombres solamente rendían cuentas ante el propio gobernador Denning.
Su equipo estaba formado en esos momentos por cuatro personas únicamente. El agente Chin Ho Kelly, el mejor y más completo policía del departamento de criminalística de Hawai. La detective Lori Weston, especialista en perfiles y salvamento de rehenes, una oficial del gobierno llegada desde el mismo Washington por orden del gobernador. Y por último, la agente Kono Kalakaua, una tiradora excepcional, experta en misiones especiales y de asalto, prima de Chin y una de las novatas más prometedoras del departamento de policía.
En principio un quinto miembro debía completar esa unidad, uno que se suponía debía ocupar el puesto que Danny tenía en esos momentos, pero que nunca llegó. Alguien por quien el gobernador esperó meses hasta que decidió nombrar a Williams definitivamente jefe del equipo.
Danny nunca supo quién era ese desconocido por quien el gobernador se tomó tantas molestias, pero le agradecía fervientemente haber declinado la oferta para dirigir el 5.0, gracias a eso su vida parecía empezar a seguir el rumbo oportuno.
Trabajaba con un equipo estupendo, veía a su pequeña prácticamente todo los días, y por fin parecía decidido a mantener una relación que no parecía condenada al fracaso.
-Si continúas apretando la corbata de ese modo acabarás por estrangularte- se acercó a Danny sonriendo divertido, y le obligó a apartar sus manos de la corbata con la que se peleaba para ajustársela él.
-Muy gracioso-se quejó el detective Williams, observando cómo las manos de su amante trabajaban expertas sobre su corbata.
Danny recordaba con facilidad la primera vez que vio a Adam, tan alto, apuesto y exótico que le hizo pensar en lo mucho que odiaba su trabajo mientras ponía las esposas de detención alrededor de sus muñecas. Sus rasgos asiáticos acentuaban los preciosos ojos marrones del japonés, dándoles una profundidad en la que podía perderse durante horas mientras conversaban.
Esa primera vez que se vieron, el detective Williams detenía a Adam Noshimuri acusado del asesinato de su propio padre. Nunca pensó que acabaría siendo él mismo el que se asegurara de defender y demostrar su inocencia, el que le ayudaría a terminar con los asuntos turbios que le ataban a la Yakuza japonesa de la que descendía, o a limpiar su nombre haciéndose un lugar entre los hombres de confianza del gobernador Denning.
Ahora Adam había pasado a ser la mano derecha del embajador de Japón en la isla y se encargaba de los asuntos relativos al departamento de importación y exportación entre ambos países.
Esa noche Danny le acompañaba a una gala benéfica celebrada en nombre de las víctimas del tsunami que acababa de arrasar la costa este de Japón, era el primer acto público en el que iban a dejarse ver juntos, y para qué negarlo, el detective se sentía algo más que nervioso al respecto.
-Daniel, por favor… Deja de preocuparte-le dijo Adam con cariño y riéndose de su nerviosísimo, acabó de colocar correctamente la corbata y dejó un pequeño beso en sus labios- no es como si fuéramos a ir cogidos de la mano por todo el salón de celebraciones, simplemente me acompañas en un acto oficial, perfectamente podemos fingir que solo somos amigos. Si es lo que quieres…- pronunció esas últimas palabras algo decepcionado, llevaba mucho tiempo intentando que Danny se decidiera a hacer pública su relación, más allá de sus compañeros de equipo.
Adam entendía que el pasado del detective hacía más complicada su relación, respetaba que Danny no quisiera que Grace supiera lo que había entre ellos por el momento, era demasiado pronto, quizás… pero… No era para tanto. No era como si estuviera pidiéndole que se fueran a vivir juntos, o que se casara con él… ¿No?
-Adam… nene, no es eso, yo…- Danny simplemente se quedó mirándole, intentando pronunciar las palabras que el japonés necesitaba oír, pero siendo incapaz de hacerlo.
-Déjalo Daniel… mira… te espero en el coche, ¿de acuerdo?
Danny quiso golpearse a sí mismo mientras veía a su amante salir de la habitación vistiendo aquel traje negro impecable haciendo juego con el semblante oscurecido de la decepción.
Y es que lo intentaba, de verdad que lo intentaba, pero en ocasiones no lo conseguía. No podía evitar pensar en lo que dirían cuando vieran entrar al jefe del 5.0 acompañado del heredero de la Yakuza japonesa. En qué pensaría su hija cuando supiera que su padre ahora buscaba el calor y el afecto en un hombre en lugar de hacerlo en una mujer. Grace era demasiado joven para comprender esos cambios todavía.
Sabía que era egoísta, que Adam no merecía que sus dudas y su cobardía se inmiscuyeran en el futuro de lo que había entre ellos pero… Por dios, ¿A quién intentaba engañar?... Si ni siquiera era capaz de llamarle novio, de admitir que lo que "había entre ellos" era una auténtica relación y no un pasatiempo, o como mínimo que debería darle la oportunidad de que lo fuera.
Adam le hacía feliz, y él atesoraba cada momento que pasaban juntos, pero aún y así era incapaz de darle lo que realmente merecía.
En ocasiones se preguntaba qué demonios era lo que estaba mal con él, si lo de Rachel le había dejado tan jodido que no sería capaz de volver a entregar su corazón y su confianza a nadie más. Otras veces simplemente se convencía de que quizás esa persona, ya fuera hombre o mujer, no había llegado a su vida aún.
Danny llevó sus manos a su cabello rubio, lo peinó una última vez hacia atrás y se miró al espejo. Suspiró resignado y se dio la vuelta para salir de la habitación.
Quizás el problema era que realmente estaba condenado a que esa persona nunca llegara.
Tras seis años, alejado de su tierra y de su hogar, Steven Mcgarret por fin disfrutaba del peculiar aroma salado que desprendía su isla natal.
Respiró profundamente cuando salió del coche, disfrutando de esa esencia mientras se colocaba el traje correctamente, y entregó las llaves al aparcacoches. Rodeó el vehículo hasta llegar al asiento del copiloto y ayudó a su acompañante a bajarse de él.
Catherine estaba increíble, con aquel vestido azul y su largo pelo negro suelto sobre los hombros. Hacía que Steve se sintiera más afortunado por tenerla a su lado que nervioso por lo que la reunión de esa noche comportaba para su futuro a corto plazo.
Dos años… durante dos años enteros el gobernador Sam Denning estuvo haciéndole la misma oferta. Cada mes llegaba una carta con las nuevas condiciones, y cada vez esas condiciones eran mejores y más difíciles de declinar.
Hasta que la nostalgia y las circunstancias de lo ocurrido en su última misión le hicieron, no dar un sí definitivo, pero sí responder a una de esas cartas con un "tal vez".
Por ese motivo hacía acto de presencia en esa estúpida gala, en esa reunión de negocios enmascarada bajo la excusa de la solidaridad, para encontrarse con Sam y escuchar los detalles del que sería su nuevo destino durante los próximos seis meses. Si es que accedía a ocupar el puesto de mando que se le había ofrecido.
Puede que el gobernador todavía no fuera consciente de ello, pero Steve iba a darle una oportunidad al 5.0, a alejarse durante un tiempo de su escuadrón de los SEAL para probar por cómo sería su vida si se decidía a tomar puerto de forma definitiva.
Y puede que Steve tampoco fuera consciente de ello, pero la reunión de esa noche iba a ser decisiva para su futuro. Esa noche conocería a la persona que lo cambiaría todo para él.
Una gala benéfica aseguraba a todos los políticos de la isla, jefes de multinacionales, representantes de organizaciones unidas y personalidades importantes reunidas bajo el mismo techo. La seguridad del evento sería tan estricta e inquebrantable que nadie esperaría un ataque o cualquier tipo de acontecimiento terrorista en ella.
¿Quién iba a ser tan estúpido como para intentar dar un golpe en el lugar más seguro de toda la isla?
Nicholas Tse y sus hombres contaban con esas suposiciones, pero ninguno de los asistentes a esa gala contaba con su falta de respeto por la representación de las leyes americanas, ni con su sed de venganza.
-¿Todo en orden?- preguntó con un perfecto uso del idioma isleño mientras se inclinaba frente al gobernador de Hawai, ofreciéndole llenar su copa de Champagne como si fuera uno más de los camareros que estaban de servicio para ese evento, pero hablando realmente para sus hombres, que le escuchaban al otro lado del auricular que escondía en su oreja.
-Todo el mundo en sus puestos, jefe-escuchó decir a su oído en su mandarín natal, al mismo tiempo que el gobernador Denning asentía con la cabeza y le daba las gracias por la bebida.
-A mi señal- ordenó Nicholas mientras se alejaba del gobernador y sus invitados, dispuesto a acercarse a su verdadero objetivo.
La gala estaba siendo todo un éxito, los objetos subastados estaban recaudando un número de ingresos más elevado al que en un principio se predijo, las relaciones diplomáticas estaban siendo inmejorables y el gobernador Denning estaba encantado con el resultado de la velada.
-Enhorabuena, Adam- Sam ofreció su mano al japonés para darle las gracias por sus servicios- tu idea ha sido todo un éxito, como siempre.
-Gracias señor. Me alegro de que una vez más haya depositado su confianza en mí.-Adam sonrió alegre mientras estrechaba su mano, no pudiendo evitar mirar de reojo a Danny, buscando compartir su alegría con él.
El problema era que el detective Williams no fue testigo de sus palabras, ya que acababa de desaparecer de su lado por arte de magia.
O más bien por un acto de aburrimiento total…
Danny odiaba tanto ese tipo de galas como el hecho de tener que responder ante el tipo de burócratas con los que se codeaba el gobernador Denning en esos eventos. Sentía un profundo respeto por Sam, era uno de los pocos políticos por los que realmente lo sentía, pero ya había tenido suficiente de poner buena cara a ese tipo de idiotas durante las últimas tres horas, así que, en cuanto vio caminar al gobernador hacia ellos, decidió que ya había rebasado su límite y se desvió en busca de un camarero que rellenara su copa y acabara con su sufrimiento.
Se acercó a una pequeña barra de bar improvisada en un extremo del salón y señaló al barman para que rellenara su copa.
-¿Lo mismo señor?-preguntó el muchacho.
-A no ser que tengas una Heineken fresca esperando por mí tras esta barra amigo, sí, lo mismo…-soltó frustrado, en esos instantes Danny hubiera dado lo que fuera por una cerveza fría. ¿Champange francés?… ¿Quién demonios habríainventado esa porquería? Las malditas burbujas le irritaban la nariz y le resecaban la garganta.
Su comentario provocó una carcajada en el desconocido que acababa de colocarse a su lado.
-Parece que no soy el único que disfruta de la velada-escuchó decir a una voz grave y profunda con evidente sarcasmo.
-¿Disfrutar? Oh sí, yo disfruto de esta enriquecedora velada… ¡Mortalmente!…-soltó el detective, sarcástico y sin pensar, dando a entender que se aburría soberanamente, pero sin molestarse en mirar al desconocido.
Una nueva carcajada y no fue capaz de evitar desviar la mirada de su copa para ver de dónde provenía.
Fue entonces cuando Danny le vio, cuando por primera vez sus ojos se cruzaron con los del comandante Steve Mcgarret.
El dueño de aquella voz profunda era alto, algo más que Adam, debía rondar el metro ochenta y cinco, ya que tuvo que levantar tanto la mirada que sintió su cuello tensarse al hacerlo. Aquel castaño de pelo oscuro le miraba con una sonrisa brillante y cegadora que le hizo estremecerse de pies a cabeza, mientras intentaba decidir el color de sus ojos. ¿Eran azules o verdes?... No conseguía decidirlo, ya que parecían cambiar de color con la iluminación de la sala.
¿Quién demonios es este tío?-se sorprendió a si mismo preguntándose eso mientras no podía dejar mirarle directamente a los ojos.
-¿Lo mismo comandante?-el camarero interrumpió sus pensamientos dando en parte respuesta a su pregunta.
El desconocido asintió como respuesta y después volvió a dirigir su mirada hacia abajo para observar a Danny.
-A diferencia de mi desconocido amigo…-dijo divertido, sonriéndole con complicidad- no tenía esperanzas de que por una vez hubieran cambiado el maldito espumoso por una buena cerveza.
Danny sonrió como respuesta, dejándose llevar por la extraña química que sentía hacia ese extraño y observándole de arriba abajo.
-¿Comandante?-preguntó sorprendido el detective, percatándose por fin del uniforme de gala que vestía el castaño.- ¿La armada también envía representación a estos sitios?
-Es la marina, en realidad- le corrigió divertido, sin un ápice de molestia en su réplica y levantando una mano para que la estrechara- McGarret, Comandante Steve Mcgarret.-soltó con su voz cargada de seguridad y desprendiendo orgullo en cada palabra.
-Williams…- fue todo lo que contestó en un principio el detective, eclipsado por aquella sonrisa y sus maravillosos ojos cambiantes.
McGarret levantó una ceja y le miró esperando algo más.
-Oh… Sí, Danny…-añadió cuando se dio cuenta de que parecía idiota reaccionando de ese modo-. Danny Williams, trabajo para el departamento…
La sonrisa de Steve dio paso a una extraña expresión de sorpresa.
-¿Detective?... ¿Detective Williams? ¿Del 5.0?
- Mi reputación me precede-bromeó Danny- en carne y hueso, comandante.
-Vaya, no eres para nada como te imaginaba. Llevo toda la noche queriendo coincidir contigo, pero no he podido hacerlo hasta ahora. Sam debía habernos presentado hace horas, pero ya sabes cómo son estos actos para la gente como él, todo son obligaciones y compromisos.
Steve había leído de principio a fin el expediente de Danny, varias veces. Conocía de memoria la extraordinaria puntuación que obtuvo cuando se graduó en la academia de policía, cada uno de los puestos por los que había pasado voluntariamente hasta llegar a Hawai, sus numerosos casos resueltos… El expediente era tan impecable que ni siquiera se molestó en mirar su fecha de nacimiento, dio por sentado que debía ser un cincuentón dedicado al cumplimiento de la ley por herencia y vocación.
Lo que nunca hubiera imaginado era que, en lugar del veterano al que esperaba encontrar, el que se pusiera frente a él fuera ese pequeño rubio de no más de un metro setenta, sonrisa amplia, espalda ancha y pelo perfectamente engominado.
Durante unos segundos el detective se quedó observándole con expresión confusa y contrariada. Asombrado por la familiaridad con la que hablaba de él, como si le conociera de algún modo y esperase que ambos se encontraran en ese sitio.
Fue entonces cuando Steve se dio cuenta de que Danny no tenía ni idea de quién era él.
-No tienes ni idea de quién soy, ¿no?
-Es un honor que haya oído hablar de mí, comandante, pero yo…- Danny resopló incómodo y le miró disculpándose.
-¿El gobernador Denning no le ha puesto al día sobre mi llegada?-preguntó McGarret empezando a molestarse por lo que adivinaba iba a ser una pregunta con una respuesta poco satisfactoria.
-¿Qué si Denning…? ¿Hablarme de…? Comandante…-Danny le miró de nuevo de los pies a la cabeza, dejando que sus ojos se recrearan en cada rincón del marine más tiempo del que seguramente sería ético hacerlo, lamiéndose el labio inferior y sonriendo con picardía mientras enterraba las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir- estoy seguro de que si el gobernador Denning, o cualquier otra persona en este mundo, me hubiera hablado de usted, lo recordaría… estoy totalmente seguro de ello…
Ese comentario hizo sonreír a Steve, primero halagado e interesado, pero algo entristecido y culpable cuando se dio cuenta de lo que significaba su respuesta.
Danny no solo no sabía quién era él, tampoco sabía lo que había venido a hacer en la isla, eso… era un problema para ambos.
-Verá Detective Williams, no me corresponde a mí ponerle al día de los cambios que se sucederán a partir de mañana en su unidad…-empezó a decir algo incómodo, dispuesto a explicarle quién era y lo que hacía allí-… pero en vista de que el gobernador no ha creído oportuno informarle en persona yo…-se quedó callado un momento, mirando los preciosos ojos azules de Danny observándole confusos. ¿Cómo demonios iba a explicárselo?
Pero Steve se vio interrumpido por la voz alegre del propio gobernador Denning.
-¡Comandante! ¡Detective!- gritó acercándose a ellos seguido de tres diplomáticos que no se habían separado de él en toda la velada.- Me alegro de encontrarles, me hubiera gustado hacer los honores, pero veo que ya se conocen.
La falta de preocupación que mostraba el gobernador por la reacción del detective Williams sobre su incorporación al 5.0, enfadó tanto a Steve que no fue capaz de disimularlo.
-Y a mí me hubiera gustado que el 5.0 hubiera sido informado de mi llegada, Sam, pero veo que has estado demasiado ocupado para poner al día al menos al detective Williams-le reprochó Mcgarret, acercándose a él haciendo alarde de una confianza de la que nadie hubiera osado en un acto como ese.
La sonrisa de Denning se borró de un plumazo e hizo un gesto a los tres hombres que le acompañaban para que se alejaran y le dejaran a solas con el comandante.
-Hay asuntos que requieren toda mi atención, Steve, y no te confundas, este no es uno de ellos- le dijo en voz baja, para que solamente él, y en todo caso Danny, pudieran oírle. Con un tono molesto y desafiante que le indicaba que, a pesar de los años de amistad entre ellos, no debía olvidar quién era el que mandaba.
Lo cierto era que el 5.0 sí había sido avisado de su llegada, al menos en parte. Tanto Chin Ho Kelly, como la agente Kono Kalakaua y la detective Lori Weston habían sido reportados de los cambios que se sucederían a partir de ese día en el equipo. Danny era el único con el que el gobernador aún no había encontrado un momento para comunicarse (o el valor para hacerlo).
-Dos años de insistencia son mucho para un asunto que no es prioritario, Sam.-replicó Steve, nada impresionado por su demostración de autoridad. Dejándole claro que había sido él quién había reclamado su presencia en ese lugar.
Mientras, Danny observaba a ambos hombres sin tener ni idea de qué demonios estaba pasando ahí.
-Em… vale… señores, siento estropear un reencuentro tan…-movió las manos gesticulando exageradamente mientras les señalaba a ambos- … feliz… pero me gustaría que alguno de los dos se dignara a explicarme… ¿qué demonios está pasando aquí?
Denning miró con cara de fastidio a Mcgarret y tras sopesar sus posibilidades, volvió a dibujar una sonrisa (claramente falsa) en su rostro y a cambiar su tono de voz por uno más cordial.
-Todo a su debido tiempo, señores. Dejemos los asuntos laborales para más tarde-empezó a decir el gobernador, pasando un brazo de forma amistosa por encima del hombro del comandante- deja que…
Pero Steve había dejado de escucharle, su atención se centraba en uno de los camareros que servían las bebidas, y en la forma en la que observaba a uno de los tres diplomáticos que anteriormente acompañaban a Denning, más concretamente al embajador de Japón en la isla, Hiroshi Yamada.
Y fue en ese instante cuando todo se descontroló, cuando la conversación que mantenían pasó a un segundo plano y todos sus sentidos se pusieron en alerta.
Danny observaba contrariado la conversación entre el gobernador y el comandante, cuando de pronto vio a McGarret gritar una orden a Denning de que se tirara al suelo y salir corriendo en dirección al embajador.
Apenas había dado tres pasos cuando la luz roja que se dibujaba en el pecho del embajador nipón se intensificó y fue seguida de un sonido que tanto Steve como Danny reconocieron al instante.
El embajador Japonés cayó muerto de un disparo frente a Mcgarret antes de que consiguiera llegar hasta él.
El protocolo de alerta se activo de inmediato y el caos se apoderó de la sala. Los agentes de seguridad intentaban proteger a los altos cargos diplomáticos, los invitados gritaban asustados, yendo de un lado para otro sin saber dónde esconderse, y Danny se ocupaba de desalojar al gobernador y su escolta en persona, mientras veía como Steve salía corriendo tras el camarero sospechoso del disparo, que se había escapado por una de las puertas destinadas al servicio.
McGarret maldijo a aquel que tuvo la idea de utilizar específicamente personal asiático para esa velada, ya que en cuanto entró en el área de servicio fue incapaz de reconocer al hombre que había disparado entre todos los que allí se movían.
Todos eran hombres, vestían exactamente igual, mismos rasgos, mismo color y corte de pelo… eran tan parecidos que en un primer momento creyó haberle perdido.
Hasta que alguien gritó llamando su atención y se adentró a toda prisa en la cocina.
Uno de los cocineros yacía desangrado y muerto en el suelo junto a dos de los guardias de seguridad que cubrían la puerta de acceso al callejón trasero del edificio.
Por segunda vez esa noche, Steve llegó tarde por apenas unos instantes. Salió al callejón justo en el momento en el que tres hombres se introducían en un vehículo negro sin matrícula, con cristales tintados y ningún tipo de distintivo, que se alejaba a toda prisa del complejo en el que se celebraba la gala.
-¡Joder!-gritó frustrado, definitivamente esa no era una buena forma de empezar su nueva etapa en el 5.0.
Cuando Steve volvió al salón principal, el gobernador ya había sido evacuado de las instalaciones.
El detective Williams se encargaba de dirigir al equipo de seguridad, dando órdenes y poniéndose en contacto con el resto de su equipo para movilizarlos al edificio en el que se celebraba la gala de inmediato.
Steve se detuvo un instante, observándole.
Nadie replicaba sus indicaciones, todo el mundo hacía lo que el detective ordenaba sin pensarlo dos veces. Danny parecía tenerlo todo bajo control, la evacuación del gobernador, el perímetro de seguridad alrededor del cuerpo del embajador asesinado, todo el edificio había sido sellado y nadie entraba ni salía de él sin su permiso.
Pensó en que eso era lo que Denning quería de él, que tomara el mando y cuidara de su ciudad y su gente, exactamente como Williams lo estaba haciendo en eso momentos.
Podía con ello. Sabía que era perfectamente capaz de asumir el mando del 5.0 y ocupar el lugar que el detective había ocupado los dos últimos años. Pero… ¿podría también con eso? ¿Con la reacción de Danny cuando supiera que había venido a sustituirle? ¿A relegarle a un segundo plano?
Algo en su interior hizo que su estomago se encogiera, un tipo de culpabilidad que no había experimentado hasta el momento. Por unos instantes deseó no haberle conocido de la forma en la que lo había hecho esa noche, no haber sido testigo de la alegría de sus ojos azules ni el causante de su sonrisa amable. Pero sobre todo deseó no haber leído su expediente, ni sentir el profundo respeto hacia él que sintió cuando lo hizo.
Pero eso no consiguió que se hiciera a un lado, que se retractara de su decisión. El comandante Steve Mcgarret no era el tipo de hombre que se arrepiente de sus decisiones, que deja un trabajo a medias sin ni siquiera atreverse a intentarlo.
-Steve…- el jefe de policía de Hawai se acercó a él a toda prisa, Duke Lukela era un antiguo compañero de unidad de su padre al que conocía desde que era un crío y que asistía a la gala junto a medio departamento. La primera persona a la que puso al corriente de su nueva incorporación al 5.0 desde el mismo instante en que decidió acceder a formar parte de él.
Mcgarret no lo pensó dos veces, reaccionó como debía hacerlo el jefe de equipo del 5.0, sin pararse a pensar en la presencia de Danny.
-Lukela, quiero que acordonen la zona, monta un perímetro de cuatro kilómetros alrededor del edificio. Informa a todas las unidades, son tres hombres de descendencia asiática, presumiblemente china, de entre 20 y 35 años, han escapado en un vehículo negro modelo Escalade, lunas tintadas, sin matrícula. No quiero que ningún asiático correspondiente a ese perfil abandone la isla en las próximas cuarenta y ocho horas. Aeropuerto, puerto, incluso cada maldito hangar privado en la isla… lo quiero todo vigilado.
-El perímetro ya está establecido en tres kilómetros, señor… lo ampliaremos. Los vuelos de salida ya han sido restringidos, tengo a tres de mis hombres vigilándolo en busca del tirador. Informaré de las descripciones de los sospechosos para que estén atentos. -respondió de inmediato el jefe de policía, cogiendo su radio de comunicaciones y disponiéndose a seguir sus órdenes.
-Quiero que interroguen a todos los asistentes a la gala y a cada uno de los que componen el servicio y la seguridad-continuó Mcgarret- ¿Está el gobernador a salvo? ¿Ha donde le han llevado?
La voz de Kono Kalakaua fue la que le dio la respuesta a esa pregunta, Chin Ho Kelly y ella acababan de entrar en el salón de la gala.
-Danny ha activado el protocolo de evacuación de inmediato y se ha trasladado al gobernador a un piso franco vigilado hasta que sepamos más sobre el atentado contra el embajador.
-Bien, Chin ocúpate de rastrear el vehículo de la huida, debe haber algún modo de localizarlo-ordenó McGarret.
Le hubiera gustado poder abrazar a sus antiguos amigos en su primer día de trabajo, había hablado con ambos por teléfono, pero no había tenido ocasión de verlos desde que pusiera un pie en la isla dos días antes. Ahora las circunstancias no eran las propicias, de modo que el reencuentro debería esperar.
-Sí, señor…-contestó Chin sin replicar- lo más seguro es que a estas alturas ya lo hayan abandonado, quizás encontremos algo que nos ayude a localizar al tirador.
-Kono, tú revisa las cámaras de seguridad, quiero un reconocimiento facial del…
Fue entonces cuando Steve se dio la vuelta, buscando a la mujer, que se había acercado al detective Williams, y reparó en la presencia de Danny, que le miraba con los brazos cruzados sobre el pecho y expresión enfadada. Muy enfadada.
-¿Quién demonios eres tú?- esta vez lo dijo en voz alta, abriendo los brazos y levantando las manos de forma exagerada.- ¿Por qué demonios estás dando órdenes a mis hombres? Y lo que es más importante…- dijo totalmente cabreado y mirando esta vez a Chin y Kono- ¿Por qué DEMONIOS te obedecen?
Ni el agente Kelly ni la agente Kalakaua fueron capaces de contestar, ambos avergonzados al comprender que Danny no estaba al corriente de la incorporación de Steve a la unidad…
Le conocían bien, ninguno de ellos quería ser el primero en decirle que el comandante Mcgarret era el nuevo jefe del equipo, que iba a sustituirle, y de ese modo enfrentarse a la ira del detective de New Jersey.
Miraron a Steve esperando a que él fuera el encargado de decírselo.
Mcgarret respiró profundamente antes de hacerlo. Pero lo que salió de su boca no fue lo que todos esperaban.
-Soy el comandante Steve Mcgarret, el gobernador Denning me ha asignado como tu nuevo compañero en el equipo del 5.0.-y por segunda vez esa noche alzó su mano para ofrecérsela al detective Williams.
Danny levantó ambas cejas con expresión sorprendida e incrédula, después miró su mano y esta vez se negó a estrecharla.
-No necesito un jodido compañero- replicó más cabreado que antes, gesticulando con las manos como si quisiera estrangularle con ellas y se estuviera conteniendo- y mucho menos uno que da órdenes a mis hombres sin consultarlo antes conmigo.
Steve miró a Kono y Chin, que rápidamente bajaron la mirada al suelo e intentaron huir de la conversación.
-Lo siento, amigo, pero creo que no es discutible-intentó Mcgarret, con tono firme pero cargado de respeto.
-No, el que lo siente soy yo… "amigo"- soltó sarcástico Danny, acercándose a Steve y parándose frente a él para dejarle clara la situación- Por supuesto que esto no es discutible, no es nada, pero que nada discutible. No necesito un maldito compañero, ya tengo tres, ¿entendido? Dile al jodido gobernador que . ÑERO.
El detective se dio la vuelta y se alejó de él maldiciendo para sí.
-Lo siento, detective Williams-y realmente la mirada de Steve denotaba lo mucho que lamentaba tener que hacer aquello- pero no puedo hacer eso- afirmó antes de que se marchara.
-¿Y por qué no?- Danny se dio la vuelta volviendo a encararle, gritando enfurecido y deseando verse las caras con el gobernador para decirle por donde podía meterse a su nuevo y mejorado compañero militar.
-Porque desde hoy esas decisiones me corresponde tomarlas a mí. Siento que el gobernador Denning no le haya puesto al corriente en su momento como debería, pero se me ha propuesto ser el nuevo jefe de equipo de la unidad de operaciones especiales del 5.0. La agente Weston abandona su puesto y regresa a su departamento en Washington. Por lo que la agente Kalakaua y el agente Kelly serán la primera unidad del equipo del 5.0, y tú y yo… amigo mío, la segunda… desde hoy vamos a ser compañeros. Y no es discutible. ¿Lo entiendes?-su tono seguía cargado de respeto, pero esta vez denotaba también la autoridad que sabía que le correspondía.
-¿Qué si lo entiendo?-Danny se rió sarcástico- Bien… sí, lo entiendo… Ahora tú eres el jefe y todo aquel que trabaje para el 5.0 tiene que responder ante ti… bien…-le miró con rabia y sonrió con malicia- eso tiene fácil solución.
El nombre del gobernador estaba fijo en su mente mientras se alejaba de McGarret. Iba a hablar con él y a dejarle claro a dónde podían irse él y su nuevo jefe de equipo.
La expresión traicionada que tenía el detective Williams cuando se dio la vuelta y empezó a alejarse de ellos hizo que un nudo se instaurara en la garganta del comandante Mcgarret. Le vio agachar la cabeza y mirar al suelo, pensando en la información que acababa de recibir y en lo que todo aquello suponía para él.
Steve no pudo evitar sentir la necesidad de hacer algo al respecto. No entendía por qué sentía esa culpabilidad por alguien que apenas conocía, pero lo cierto era que necesitaba hacer algo al respecto.
-No estoy aquí para ser tu jefe, Danny, quiero ser tu compañero. –le gritó mientras se alejaba-. El cómo se sucedan los acontecimientos, todo depende de ti.
-Sabes qué…-afirmó el detective, dándose la vuelta alterado y acercándose a él a toda prisa con una falsa sonrisa en la cara- en eso tienes razón, solo depende de mí.
Danny se quitó la placa y la pistola, las alzó frente a Mcgarret y se las ofreció para que las cogiera.
-Danny no…- Escuchó decir preocupada a Kono.
-Danny, ¿Qué crees que estás haciendo?, venga hermano, piénsalo bien. Esa no es la solución-intervino Chin.
-Buena suerte, comandante…-Danny cogió la mano de Steve y le obligó a levantarla para sujetar su pistola y su placa. Espero que encuentre en el 5.0 lo que ha venido buscando… Yo lo hice.
Y dirigiéndoles una mirada entristecida a Kono y Chin se encaminó a la puerta de salida.
-Steve, por favor… no puedes dejar que lo haga-rogó la agente.
-Hablaré con él…-fue todo lo que se sintió capaz de decir Steve ante su reacción.
Chin se acercó a él y le dio un golpecito amistoso en el brazo.
-Pues lo dicho, buena suerte hermano, para eso realmente la vas a necesitar-dándole a entender que no sería fácil convencer a alguien del carácter del detective Williams.
Steve respiró profundamente y dejó escapar el aire de forma lenta y pesada.
-¡Genial!- dijo frustrado- lo que me faltaba.- Esperaba que el agente Kelly estuviera siendo exagerado en cuanto a Danny.
Cuando habló con Denning pensó que el puesto de jefe de equipo del 5.0 estaba vacante, no había venido con la intención de perjudicar a nadie. Pero tampoco estaba dispuesto a pagar por un pecado que no era suyo.
Le quería en su equipo, sabía que era una pieza clave en el 5.0 y que merecía el cargo que ostentaba por mérito propio, pero Steve no estaba dispuesto a ceder. Si Danny se empeñaba en querer llevar las cosas por el camino complicado… así sería.
