CAPITULO I
"HELA"
Se encontraba en el balcón de su alcoba, mirando a ese vasto y enorme mundo que, sentía ella, había sido creado solo para ser gobernado por esa. La baranda frente a ella, la que le separaba del vació, tenía una enredadera de hojas muertas, porque así habían nacido, abrazándose a sus enroscadas formas de metal, el cielo era oscuro y algo parecido a una luna deforme rodeada de unas cuantas estrellas que de cierta forma le parecían oscuras, muy oscuras. Abajo todo era muy parecido al cielo, la tierra llena de lapidas y tumbas, cadáveres y huesos se extendía hasta más allá de donde la vista alcanzaba, claro así era en Hel de Niffelheim, la tierra de la niebla, su hogar.
El viento soplaba frió casi helado, a cualquiera le hubiese calado en los huesos, pero no a ella, no a la hija de dos gigantes del hielo. Los cabellos de su larga melena, negra y lacia se movía suavemente con la suave caricia del viento, los broches de plata que llevaba en la cabeza aferrándose a su cabello a la altura de las sienes brillaban con la luz pálida de esa mal formada luna. Su piel tan blanca como la nieve bajo el vestido largo, de mangas amplias, negro con verde, suave como la piel de un durazno despedía un aroma a muerte. Sus ojos esmeraldas miraban su reino, orgullosa y serena, con la paz que solo los muertos podían brindarle cuando de pronto sintió una mano tocando su cintura, una más sobre su hombro derecho, alguien detrás de ella la acercaba hacia sí, y de pronto toda aquella paz que sentía se esfumó, tan rápidamente como la idea de quién se tratase se posó en su mente.
-Garm te dejó entrar, quisiera saber cómo ocurrió esto- dijo en voz tan baja que sonaba mas como un murmullo para ella misma. Un joven alto, de cabellos negros y largos, de ojos tan verdes como los de ella, se posó a su lado, dejándola libre. No parecía mucho mayor que ella, algunos cinco, seis, tal vez siete años, pero no demasiado. Era muy apuesto pero la joven no parecía estar demasiado entusiasmada por su presencia.
-Tu perrito es bastante manso, no muy buen guardián si me lo preguntas- dijo el muchacho con tono burlón.
-¿Que es lo que haces aquí, Loki?-preguntó ella sin desviar la mirada del vasto mundo de muerte frente a ella. El sonrió ampliamente y paso la mirada de aquel mundo hacia la joven.
-Soy tu padre, Hela, ¿por qué tendría que tener un motivo para venir a visitar a mi propia hija?
-Porque tú nunca haces nada sin un motivo que sirva a tus propios fines, tu no conoces el significado de la sangre, ni de la lealtad, ni del amor, no conoces lo que significan los lazos que unen a un hijo con su padre- replicó Hela infinitamente furiosa, conteniendo la voz para no gritar, encaró entonces a su padre, la mirada burlona en él era arrogante y siempre le había resultado difícil de tolerar.
-Quería verte- dijo Loki con voz extrañamente dulce, provocando que su hija desconfiase aun mas de él y sus intenciones.
-¿Después de todo este tiempo? ¿Para qué? ¿Para burlarte de mí?-preguntó Hela apretando las manos a sus costados.
-¿Por qué querría yo burlarme de ti?
-Porque fue lo que hiciste cuando Odín decidió que no estaba adaptada a Asgard y me lanzó a este lugar, te burlaste de mí…
-Era muy joven, hija, éramos unos niños, una creatura cuidando de una creatura-replicó Loki abriendo sus brazos como si quisiera abrazar a su hija, pero la mirada de esta le obligó a contenerse.
-Entre mas trates de ocultar tus verdaderas intenciones aquí peor será para los dos, así que te sugiero que comiences a hablar ahora antes de que mi paciencia se agote, y sabes que no soy muy paciente- dijo Hela sin importarle el hecho de que estaba amenazando a su propio padre, no le tenía la más pequeña consideración, no quería tenerla, era malo , era cruel, pero sobretodo era un ser egoísta que solo pensaba en su propio bienestar, no le importaba nada más que él mismo, lo sabía porque ya había sido ella mismo testigo de esto en más de una ocasión. Loki sonrió, era muy lista al no confiar en él, pero era un contratiempo, la última vez que estuvo frente a ella era aún muy pequeña, una niña, una jovencilla de mirada resentida que había sido expulsada de su legitimo hogar por sus iguales, por su familia por los que ella creía debían de ser sus protectores, pero ella no sabía que no eran su sangre, ella había sido traicionada igual que él, le habían negado la verdad.
-He venido a verte con una propuesta entre manos- dijo Loki luego de un largo silencio observando a su hija. Hela sonrió con amargura.
-Así que después de todo si había algo…
-¿Hace cuanto que no ves a Thor?- preguntó Loki con ponzoña en las palabras. Hela frunció el seño con asco.
-Tu hermano.
-¿Sabías que se ha estado pasando el tiempo haciéndose en héroe entre los mortales de Midgard?
Hela guardó silencio, Loki había tocado una de las fibras más sensibles de la joven reina del inframundo. Odiaba Thor, el dios del trueno, con todo su muerto corazón, sabía que haría cualquier cosa por hacerle la vida un infierno a cualquiera que estuviese involucrado con él, pero Hela no era tonta, y no iba a dejar que él la manipulase de esa forma. Rió y su risa sonó llena de locura, de amargura, pero sobretodo de odio, le pesaba que su padre, su amado progenitor, solo tuviese tiempo para ella cuando necesitaba algo que Hela tuviese, y sobretodo sabía que en cualquier momento podía traicionarla por el simple gusto de hacer una travesura, estar con Loki es estar solo.
-No me digas… ¿Por qué en Midgard?
-Por una mujer, supongo- dijo Loki con indiferencia fingida, era un muy buen actor. Hela le miró con recelo, sus ojos siempre habían conmovido a su padre en cierto grado, tal vez porque eran muy parecidos a los suyos, tan parecida a su madre.
-Una mujer… ¿es bonita?-preguntó Hela con nociva curiosidad. Loki volvió a sonreír ampliamente. Comenzó a caminar dando vueltas alrededor de ella mientras Hela le seguía con la mirada, llena de desconfianza.
-¿Por qué no lo averiguas tu misma?- preguntó con saña, colocando sus manos a su espalda, había logrado despertar el interés en ella, y ella se lo reprochó a ella misma, habría creído que después de conocerlo tan bien se habría hecho inmune a sus tretas, pero no, aun cuando lo único que él siempre demostraba querer de ella era usarla ella siempre se rendía ante sus métodos de persuasión.
-Sabes que no me gusta codearme con los vivos, y no me gustan porque precisamente están vivos- replicó la joven.
-Están muertos en vida, es lo mismo- dijo Loki sin detenerse. Hela bajó la mirada, escrutando en su mente las posibilidades, lo que su padre podría ofrecerle a cambio de su ayuda en alguna clase plan, porque de eso estaba segura, su padre tenía un plan malévolo entre manos, siempre lo tenía.
-¿Qué es lo que quieres de mi?- preguntó finalmente ella. Loki se detuvo frente a su hija y levanto la mirada de esta con su mano en la barbilla de la mujer.
-Quiero que vengas conmigo.
-¿A Midgard?
-Después, antes tenemos que hacernos de otros aliados…
No creía lo que estaba escuchando, el dios de las travesuras, el señor de la mentira, él, estaba considerando esa idea, no era la única a la que iba a llamar en su búsqueda de poder, ahora buscaba a aquellos que durante toda su vida había alejado de él, y la pregunta estaba en el aire. ¿Por qué?
-Mis hermanos no son tan amigables como yo, padre.
- ¡Vaya! Me has llamado "padre"- dijo Loki fingiendo una inmensa alegría. Hela sonrió, gran parte de que siempre accediese a los caprichos de su padre se debía a que en cierta forma él era el único que en verdad la divertía.
-Supongo que al final eso es lo que eres, y es el único motivo por el cual accedí a esto- dijo Hela suspirando hondo. Loki se acercó a ella y tomó su rostro entre sus manos, los largos dedos de su padre acariciaron sus pómulos y sus mejillas, parecía complacido, lo que por alguna extraña razón reconfortó el negro espíritu de Hela, nunca se había interesado en ser una hija buena a los ojos de su padre, había pasado más tiempo pensando en tu tío, Thor, que en aquel que le había dado la vida. El dios del trueno había sido siempre una distracción en sus propios planes, aun cuando sabía que era el hermano de su padre no le importaba, la sangre tal vez era precisamente lo que la atraía de él, lamentó el hecho de que no fuese en verdad hijo de Odín cuando su padre le reveló la naturaleza de su llegada a Asgard.
-Mi hermosa hija, mi buena hija, mi tierna hija- dijo Loki besando sus labios con ternura, Hela sentía una repulsión mezclada con una incomprensible necesidad de mantenerse entre aquellos brazos, desde pequeña siempre había sido Loki uno de los motivos por los cuales su ser estaba marchito pero también era la principal razón de que aun continuara reinando el mundo que su "abuelo", el padre de todo, había dejado a su entera disposición, "un lugar más apropiado a tus necesidades" había dicho el anciano con una expresión tierna en su rostro, como si en verdad le simpatizara aquella joven bastarda, ni siquiera él mismo podría haber creído tal mentira. Hela, más oscura que ninguno en Asgard, más oscura que su propio padre, más oscura que el mismo dios de las bromas, que el dios de la mentira, era demasiado para aquel mundo de luz y paz, no podía vivir entre sus habitantes.
-¿Y Odín?- preguntó Hela aun con el rostro de su padre muy cerca al de ella.
-¿Qué hay con él?-preguntó Loki rozando los labios de su hija con los suyos.
-¿No enviará a su ejército para detenernos?- preguntó Hela. Loki se encogió de hombros, tenía en los labios esa sonrisa despreocupada que tanto había amado su madre y que tanto había amado ella misma. Se mofaba de ella.
-¿Tienes miedo?-preguntó Loki.
-De nada servirá tanto trabajar en algo para que en cualquier oportunidad llegue el padre de todo con su inmenso poder y arruine todo, ¿no crees? Te conozco y sé que tienes un plan, uno muy elaborado según puedo imaginar, será trabajo arduo para nosotros…
Loki se alejó de su hija, caminó hasta el barandal dándole la espalda a Hela y miró hacia el cielo oscuro, sus ojos verdes parecían estar soñando, parecía vislumbrar un futuro mucho más brillante, un mundo en el cual sería tratado como el rey, como el dios que era, un mundo en el que sus hijos serian amos y señores de todo, los padres de todo. Hela se acercó a su padre, posó su mano sobre la de él, parecía triste, podía sentirlo, la mano de Loki estaba más fría que de costumbre.
-Traté una vez de gobernar Midgard, todo un ejército contra solo un grupillo de mortales que llamaban "amigo" a mi hermano", todo ese poder ¿y para qué?- dijo frustrado, parecía que había ido a buscar más que una alianza con su hija, parecía necesitar algo mas, algo que Hela nunca habría imaginado que él necesitaba, consuelo.
-No dejes que la frustración merme tus planes, padre- dijo ella con voz suave.
-Iba a ser mi momento de gloria.
-Descuida- dijo Hela- ya llegará.
Loki descubrió su propia voz en ella, en su suave voz de mujer, había tanto de él en esa muchacha que le perturbó descubrir que engendrarla había sido una de las mejores cosas que había logrado en su vida, sus hermosos ojos verdes le miraban con atención, con algo parecido a la frialdad, era cruel, Hela podía dar la impresión de estar prestando toda su concentración a lo que él decía pero en la mayoría de los casos fraguaba sus propios planes mientras él desarrollaba los suyos, entretejía acciones a partir de los planes que él explicaba para ella.
"Más cuidado con tu hija, Loki, podría usarte como a una marioneta si tratas de hacerla tu muñeca" pensó él.
-Y… ¿cómo piensas apoderarte de Midgard?- preguntó Hela en un tono de voz más frio. Loki se preguntó si era prudente contarle sus planes ahora que había recordado lo manipuladora que podía ser su hija.
-Aprendiste bien, al final ¿quién juega con quien?- preguntó en voz muy queda.
-¿Qué has dicho?
-Que te contaré lo que debas saber, a su debido tiempo, por ahora debemos irnos antes de que el padre de todo se entere de que estuvimos juntos en este lugar. Deberemos estar siempre en movimiento, convencer a tus hermanos de unírsenos no será tarea fácil pero deberá ser lo más rápida posible, no podemos estar en un mismo mundo por mucho tiempo, cuando lleguemos a la Tierra podremos descansar-explicó Loki con seriedad.
-¿Y entonces…
-Entonces conquistaremos a Midgard utilizando los dioses que ahora han adoptado; el dinero, el sexo, los vicios y el poder, los usaremos como herramientas hasta que finalmente seamos venerados como los dioses que somos, hija mía- dijo el dios de las mentiras. Hela sonrió, tomó la mano de su padre entre las suyas y suspiro.
-¿Qué estamos esperando? Vamos a buscar a mis hermanos- dijo con una mirada traviesa y seductora, Loki levanto la mirada, desvió la vista de su hija para mirar el negro horizonte frente a ellos, y sonrió.
-Esto va a ser muy divertido-dijo él para luego desaparecer en una nube de luz verde junto a su hija, dejando aquella sala sola y en tinieblas.
