Una tierra escondida entre las montañas, inundada por las intensas lluvias que azotaban por la noche y abrazada por las cálidas brisas del viento mañanero. Ambientado por el canto de los pájaros y los magníficos sonidos de la naturaleza; y aunque el lugar estuviera abandonado, su belleza superaba cualquiera de los territorios desconocidos de aquel mundo que comenzaba a sufrir los cambios causados por la humanidad.
El paraíso central, únicamente formado por la tierra que entraba en calor cada día que pasaba.
Fueron los años que transcurrieron para que hombres y mujeres descubrieran el santuario oculto. Por supuesto, su crueldad les hizo actuar de la peor manera: Abusaron sin piedad de los recursos hallados, pronto eso se convirtió en una porción más del mundo desolado. Pasó a ser dominada por lo tétrico, por la frialdad de la ambición y el deseo.
¿Cómo era posible que la inconsciencia del ser humano fuera tan grande como para no darse cuenta de sus errores? Este problema, por el momento, parecía ser pequeño y sin importancia, pero crecería hasta que la raza imperfecta pereciera por sí misma.
Y así, todo sitio cercano al cielo sin ni una gota de impureza fue cayendo frente a ellos insensiblemente.
Llegó el día en el que su pensamiento cambió, por fin se dieron cuenta del gran problema al que sus antepasados los habían sometido; llenos de ideas nuevas que les ayudarían a recrear un futuro donde los regalos naturales también disfrutarían de una vida. Sin embargo, fue tan tarde, reaccionaron cuando casi se caían del barranco a un abismo de calamidades perpetuas.
¿Acaso esa gente sería capaz de lograr que la Tierra se transformase en el hogar más impecable y perfecto jamás visto? ¿La esfera que ya ha vivido millones de años encontraría la divinidad y el encanto verdaderos de nuevo? Y esta vez… ¿Sabremos bien de qué forma gozarla?
-Furobashi Kaoruko.
—¿Leyendo mi libro de nuevo, Nicolás? —Saludó una mujer de mediana edad—. Me halaga que lo hagas.
—¡M-maestra! ¿No estaba en junta?
Ella es mi superior en la Universidad... Por cierto, no me he presentado adecuadamente. Mi nombre es Nicolás Arias, 18 años, Universidad De Las Bellas Artes; estudiando para ser escritor. Vivo en Madrid, España, a pesar de que acabo de entrar, ya he estado ayudando en el trabajo a la reconocida escritora y bióloga, Kaoruko Furobashi, quien casualmente es mi profesora.
—Deja de soñar. Hay trabajo qué hacer, ven conmigo
—S-sí
Siento un gran cariño por ella, sin importar que tenga orígenes japoneses. Su largo cabello lacio y negro, sus ojos color mar… Piel blanca, son dignos de tener la adoración de cualquiera. Tener corta edad no ha significado un problema en su vida, tuvo que estudiar bastante para poder comenzar a trabajar a los 18 años, lleva aquí en la universidad 4. La profesora es mi ejemplo a seguir… Es…
—Profesora, ¿qué piensa de mí? —Preguntó el joven, nervioso.
—Cualquiera pensaría que eres un niño millonario con la vida fácil. Ya sabes… Suerte con las chicas y esas cosas que "los normales" no pueden disfrutar —respondió la superior mientras caminaba—, tu cabello es de color chocolate, muy peculiar pero no es de algo que deban tenerte envidia. Si vemos el lado de los ojos… Puesto que son miel, es posible que te odien por eso.
—J-jamás dije que me odiaban —replicó Nicolás, sonrojado—. De cualquier manera, ¿por qué tengo que acompañarla?
—¡Ah, sí! Necesito que expliques el por qué te gustan mis libros en una pequeña junta
—Eso es fácil. Las emociones de la autora y el lector se combinan, y no dejemos a un lado las fantasías…
—¿"Fantasías"? Veremos si dices eso cuando estemos al borde de la muerte por fenómenos naturales —interrumpió Kaoruko—. ¿Me harás el favor sin problemas?
—Sí
Ciertamente, la razón por la que leo los libros de mi maestra es muy delicada. La verdad es que, son varios sentimientos que tengo que poner en orden para expresarlos con claridad y no meterme donde no me requieren. Por el momento, he de inventar una excusa que sea útil… Tanto como para ella como para mí.
…
Los párrafos que se encuentren así: Párrafo, son pensamientos del querido protagonista. Todavía no hay narraciones concretas, espero agregarlas en el capítulo uno de mi primera historia.
Gracias por su atención.
