Resumen: Forks había parecido tan común y monótono como cualquier otro lugar en el que habían vivido. Instituto, salir a cazar… hasta que llega Bella Swan. Una neófita con enigmas sin respuesta y sin mucha idea de en lo que se ha convertido.
Disclaimer: todos los personajes y los lugares reconocibles pertenecen a Stephenie Meyer. La historia original pertenece a CruzdelSur, y tengo su permiso para hacer esta versión.
Capitulo 1: Un pequeño corte en la monotonía
Éste era el momento del día en el que más deseaba ser capaz de dormir.
El instituto.
¿O sería más apropiado emplear el término «purgatorio»? Si existía algún modo de purgar mis pecados, esto tenía que contar de alguna manera. El tedio era a lo que menos me había conseguido acostumbrar y, aunque parezca imposible, cada día me resultaba más monótono que el anterior. Supongo que ésta era mi manera de dormir, si el sueño se define como un estado inerte entre periodos activos.
Me quedé mirando fijamente las grietas del enlucido de la esquina más lejana de la cafetería, imaginando dibujos en ellas. Era una manera de sofocar las voces que parloteaban dentro de mi mente como el gorgoteo de un río. Ignoré el centenar de voces por puro aburrimiento. Cuando a alguien se le ocurre algo, seguro que ya lo he oído con anterioridad más de una vez. Hoy, todos los pensamientos se concentraban en el trivial acontecimiento de una nueva incorporación al pequeño grupo de alumnos. No se necesitaba mucho para provocar su entusiasmo. Había visto pasar repetido el nuevo rostro de un pensamiento a otro, desde todos los ángulos posibles. En cada una de las ocasiones, los pensamientos estaban teñidos de cualquier matiz, lo que me impedía en cierta forma ver el verdadero rostro de la chica. En algunos casos, era la envidia, que generalmente era por parte del alumnado femenino. En otros casos, era el deseo, por parte del masculino. Curiosidad por su supuesto comportamiento misterioso. Deseo nuevamente.
A pesar de mi capacidad para leerla constantemente, era muy difícil comprender la mente humana. Era extraño cómo un acontecimiento de lo más trivial podía causar tanto revuelo. Es claro que en un pueblo tan pequeño como Forks cualquier hecho era una novedad, y estas eran escasas. De todos modos, esto si era una novedad. La chica nueva, Isabella Swan –aunque según había escuchado prefería que la llamaran Bella-, era la hija del jefe de policía de Forks, Charlie Swan, y de su ex-esposa, Renée. Renée había «escapado» de Forks muy poco tiempo después de divorciarse de Charlie, en busca del sol, llevándose con ella a su hija recién nacida, quien ahora había vuelto debido al matrimonio de su madre con otro hombre, para darles más privacidad. Si, se podría decir que esto era una verdadera novedad.
Los pensamientos halagadores y envidiosos hacia la chica nueva aumentaron repentinamente, así que supuse que habría entrado a la cafetería, aunque no entendía el porqué de la tardanza. Tampoco le di muchas vueltas, seguramente si llegaba a descubrir la razón el esfuerzo habría sido para nada.
Aunque esta vez pude ver el rostro de la chica a través de los pensamientos ajenos, en vivo, no solo como recuerdos. Aunque si borrosos, porque eran vistos por ojos humanos, y por lo tanto, débiles.
Era de pelo castaño oscuro, largo casi hasta la cintura. Ojos marrones tras unos lentes verdes, que hacían que su marrón fuera un marrón musgoso. No era muy alta, si más que Alice. Vestía con ropas que mi «hermana» seguramente hubiera desechado sin siquiera pensarlo dos veces, aunque yo no lo veía tan mal. Bah, como si yo entendiera de moda.
Pero lo que más me llamo la atención fue su palidez. Era muy pálida. Me atrevía a decir que tanto como nosotros. ¿Era posible? No lo creía. Aunque también era muy hermosa, más de lo posible para un humano. Y esto era un punto más a favor para la teoría que comenzaba a formarse en mi cabeza. También, si me ponía a pensar, el marrón de sus ojos era extraño. Me pregunte, una vez más… ¿era posible?
Quería descartar esa teoría. Si lo que yo pensaba era cierto, no debía ser más que una neófita, a juzgar por el color de sus ojos. Y esto suponía un peligro tanto para los alumnos como para nosotros. Y estaba seguro de que los Vulturis no tardarían en enterarse si algún accidente se llevaba a cabo. Y, si era neófita, nada de esto tardaría en ocurrir, y los Vulturis nos relacionarían con ella.
Por eso, intentaba buscar cualquier excusa para invalidar mi teoría.
Pero las palabras que le dirigió una chica de cabello rizado, Jessica, no hicieron más que darle puntos a favor.
-¿No comes? –esas palabras como que deshicieron cualquier atisbo de esperanza que tuviera para invalidar mi teoría.
-No, no me gusta –y esto significo otro tajo mas ara mi esperanza-. Solo tomare una gaseosa.
Que chica rara. Seguramente está esperando comida de un restaurante prestigioso o algo así. O quizás sea anoréxica, tendré que ver si en los próximos días la veo comer algo. Lo dudo.
Debo decir que ahora si estaba desconcertado. ¿Una gaseosa? Bueno, quizás no fuera vampiro y solo estuviera sobreactuando. Era posible.
Aunque aun tenía en mí contra la palidez y la belleza sobrehumana.
Lo que me desconcertaba aun mas era mi interés. Jamás había mostrado tanto interés en algo como una chica nueva en el instituto, aunque jamás había entrado nunca en ningún instituto una chica así.
Seguí sus pasos a través de la mente de Jessica, aun inexplicablemente interesado. Aunque su mente no era lo que se podría decir amable, acababa de aprender vocabulario nuevo en cuanto a insultos. Verdaderamente debía estar celosa. Aunque no tenía mucha opción, era la única que la acompañaba en ese momento. Esto también me extrañaba, por los pensamientos de los chicos en la cafetería hubiera jurado que tenía una multitud de chicas con antorchas y hachas detrás de ella y un grupo de chicos limpiando el suelo que pisaría.
Se sentó como si estuviera… ¿desconcertada? No, no era eso, era más como… pensativa. Eso, estaba pensativa. ¿En qué estaría pensando? En realidad tampoco es que tuviese que preguntármelo demasiado, así que procurando no cambiar la expresión de mi rostro y aun mirando fijo las grietas de la pared, rebusque en los pensamientos de la cafetería. Se sentaba a un lado de Jessica, en la misma mesa que Angela, Mike, Ben, Eric, Lauren y Conner. Ya había escuchado su voz a través de la mente de Jessica, así que podía tener una idea aproximada.
Pero no la encontré. Era como si hubiera desaparecido, como si no hubiera nadie. Eche un rápido vistazo, como para que nadie se diera cuenta, solo para verificar que aun seguía allí. Volví la cabeza rápidamente, si seguía allí. Por suerte mis hermanos seguían atentos a sus conversaciones, así que no notaron mi mirada. Rebusque una vez más entre los pensamientos…
Es linda, y parece simpática. Debería invitarla a salir… Mike Newton. Las imágenes que aparecieron en su mente no acompañaban para nada a sus pensamientos, que quizás hubieran parecido amables. ¿Es que acaso todos los chicos en la escuela tenían mentes pervertidas?
Su «belleza» no es natural. Debe tener miles de cirugías y tratamientos. Los pensamientos siempre amables de Lauren Mallory –nótese el sarcasmo.
Esta noche tengo toneladas de trabajo. Trigonometría y los ejercicios de Lengua. Espero que mamá… Angela Weber, una muchacha tranquila. Si hubiera sido humano y, por lo tanto, hubiera podido relacionarme con humanos, creo que podría haber sido amiga mía. Me caía bien, todo lo bien que me podía caer alguien con pensamientos decentes. Y eso, comparado con los pensamientos de los demás en la escuela, era bastante.
Pero aun no encontraba los pensamientos de Bella. Parecía que, una vez más, había desaparecido, aunque sabía que aun estaba allí, todos en la mesa estaban pensando en ella, ahora incluso Angela.
Ella fue quien me confirmo que seguía allí, con sus palabras.
-Me gustan tus lentes… ¿son recetados? –le pregunto, a lo que Bella respondió con una sonrisa amable. Podría adivinar que le caía bien. Pero solo adivinar…
-Sí, son para descansar la vista –le dijo-. No tengo problemas de visión en realidad, pero suelo tener dolores de cabeza si no los uso.
Si en verdad era lo que yo pensaba, debía aun tener los ojos color escarlata. Esta idea de los lentes era buena, ya que las lentillas eran disueltas por la ponzoña de los ojos. Pero aun quedaba un pequeño atisbo de esperanza, que me decía que todo lo que estaba diciendo era verdad, que no podía ser lo que yo creía…
-¿No vas a sacarte los guantes? Mi madre dice que no hay que usar sombrero ni guantes en la mesa –dijo Jessica, como queriendo dar a los demás una impresión mala de la chica.
-Entonces no usare sombrero ni guantes el día que vaya a comer a tu casa. Pero me gustan mis guantes, y no me los saco ni para bañarme –tiro las intenciones de Jessica al piso con una broma. La cual nadie entendió hasta que la explico. Supe que incluso Mike había reído por compromiso, no había entendido el chiste.
Edward, me llamo Alice, tras lo cual deje de escuchar la conversación y le dedique atención a ella. Era lo mismo que si la hubiera oído hablarme en voz alta. Me alegraba que en los últimos tiempos hubiese pasado de moda el nombre que me habían puesto. Menos mal, ya que hubiera resultado un fastidio volver la cabeza automáticamente cada vez que alguien pensara en algún Edward…
En ese momento no me volví. A Alice y a mí se nos daban muy bien esas conversaciones privadas, y era raro que nos pillaran durante las mismas. Mantuve la mirada fija en las líneas que se formaban en el enlucido.
¿Cómo lo lleva?, me preguntó.
Torcí el gesto, pero sólo pareció que había cambiado ligeramente la posición de la boca, nada que pudiera alertar a los otros. Era fácil que pensaran que lo hacía por aburrimiento.
El tono de la mente de Alice ahora parecía alarmado y leí que vigilaba a Jasper con su visión periférica. ¿Hay algún peligro? Ladeé la cabeza hacia la izquierda muy despacio, como si contemplara los ladrillos de la pared, suspiré, y luego me volví hacia la derecha, de nuevo hacia las grietas del techo. Sólo Alice se dio cuenta de que estaba negando con la cabeza.
Ella se relajó. Avísame si la cosa se pone fea.
Moví sólo los ojos, primero arriba, hacia el techo, y luego abajo.
Gracias por ayudarme con esto.
Asentí muy levemente con la cabeza, aunque una vez más pareció como si lo hubiera hecho por aburrimiento.
Una chica bajita se detuvo en un extremo de la mesa más próxima a la nuestra para hablar con un amigo. Se pasó los dedos entre el pelo corto, color arena, y sacudió la cabeza. Justo en ese momento la rejilla del aire acondicionado empujó su aroma en nuestra dirección. Yo estaba acostumbrado a la forma en que me hacía sentir el olor: sequedad y dolor en la garganta, un agujero anhelante en el estómago, un agarrotamiento instantáneo de los músculos, el flujo excesivo de ponzoña en la boca…
Todo eso era bastante normal y, por lo general, fácil de ignorar; pero hoy resultaba más duro al tener los sentidos agudizados y notarlo todo por duplicado: la sed se multiplicaba al monitorizar las reacciones de Jasper. Era la sed de dos, no sólo la mía.
Jasper intentaba mantener la mente lejos de allí. Estaba fantaseando…Imaginaba que se levantaba del lado de Alice y se paraba al lado de la chica. Pensaba en inclinarse como si le fuera a susurrar algo al oído y dejar que sus labios rozaran el arco de su garganta. Imaginaba también cómo fluía el cálido flujo de su pulso debajo de la fina piel que sentiría bajo su boca…Propiné una patada a la silla de Jasper.
Nuestras miradas se encontraron durante un minuto, y luego él bajó la suya. Pude escuchar cómo se enfrentaban en su interior la culpa y la rebeldía.
-Lo siento –musitó.
Me encogí de hombros.
-No ibas a hacer nada –murmuró Alice en un intento de mitigar el disgusto de Jasper-. Lo vi.
Reprimí la mueca que hubiera echado por tierra la mentira de Alice; ella y yo debíamos apoyarnos el uno al otro. No resultaba fácil para ninguno de los dos oír voces y tener visiones del futuro. Éramos bichos raros, incluso entre los que ya lo eran de por sí. Nos protegíamos los secretos entre nosotros.
-Pensar en ellos como personas ayuda un poco –sugirió Alice con voz aguda y musical, demasiado baja y rápida para que la escucharan los oídos humanos-. Se llama Whitney y tiene una hermanita muy pequeña a la que adora. Su madre invitó a Esme a aquella fiesta en el jardín, ¿te acuerdas?
-Sé quién es –contestó Jasper secamente.
Se volvió para mirar por una de las pequeñas ventanas situadas bajo el alero a lo largo del muro que rodeaba la gran habitación. El tono de su voz puso fin a la conversación.
Deberíamos haber ido de caza el día anterior por la noche. Era ridículo enfrentar esa clase de riesgos, intentar demostrar entereza y mejorar la resistencia. Jasper tendría que asumir sus limitaciones y vivir con ellas. Sus antiguos hábitos no eran los más apropiados para el estilo de vida que habíamos elegido; no podría adaptarse a él.
Alice suspiró silenciosamente y se puso de pie, llevándose la bandeja de comida –un atrezo, en realidad- y dejándole solo.
Sabía hasta dónde llegar con su apoyo y cuándo dejar de hacerlo. Aunque era más evidente que Rosalie y Emmett mantenían una relación, Alice y Jasper se conocían tan bien que sentían los estados de ánimo del otro como si fueran propios.
Parecía que también pudiesen leer las mentes, aunque sólo fuera entre ellos.
Aunque aun parte de mi mente estaba concentrada en la chica nueva, la que tenía tantos enigmas para mí. Me extrañaba que ninguno de mis «hermanos» se hubiera dado cuenta.
Por esto fue que comencé a prestar más atención cuando oí a Lauren hablar.
-Ya te llamaron la atención, ¿eh?
Bella asintió simplemente. Parecía como si no respirara siquiera, lo que era posible si mi teoría era cierta. Según veía por Lauren, nos miraba fijamente, sin apartar la mirada.
Ese solo gesto de Bella le sirvió a Lauren para comenzar a hablar hasta por los codos.
-Son los Cullen. Emmett, que es el forzudo musculoso; Alice, la que acaba de salir; y Edward, el de cabello color bronce, son los Cullen, y los mellizos: Rosalie, la que parece una modelo, y Jasper, el que tiene cara de estar sufriendo, son los Hale. Todos viven con el Doctor Cullen y su esposa. Son adoptados –dijo con un tono de desprecio al pronunciarla última palabra. Aunque ya me había acostumbrado a estas reacciones por parte de los alumnos, a los que les parecía un crimen capital que fuéramos adoptados.
-¿Todos? –pregunto, sin respirar aun.
-Sí. Los Cullen son la familia de acogida de los Hale… la señora Cullen es su tía o algo así, parece que han estado con ellos desde los ocho años –completo Jessica, encontrando la situación perfecta para cotillear-. Y además están juntos. Son pareja.
La chica nueva levanto las cejas, pidiendo más información. Parecía reacia a hablar.
-Jasper y Alice, Emmett y Rosalie. Forman dos parejas, y viven juntos –dijo Lauren, enfatizando las dos últimas palabras. Estas eran otras reacciones por parte de los alumnos, que consideraban grosero que parejas de adolescentes de diecisiete años vivieran juntas. Al parecer en el instituto reinaba la hipocresía, ya que los pensamientos de estos chicos podrían considerarse aun más groseros.
-Parece que a sus padres no les molesta –añadió Jessica-. Dicen que como no son hermanos de sangre, no hay problemas en realidad. A mí me parece chocante.
Jessica Stanley y Lauren Mallory siguieron discutiendo sobre el tema, mientras que Bella se quedaba pensativa. Me seguía pareciendo muy frustrante no poder leer su mente. Quizás debiera esforzarme, hacer contacto visual, o alguna cosa de ese tipo. No lo sabía.
¿Qué ocurre?, me pregunto Emmett mentalmente, refiriéndose a la conversación entre Jessica, Lauren y Bella.
-Jessica Stanley y Lauren Mallory le están sacando a la Swan, la chica nueva, todos los trapos sucios del clan Cullen –le respondí a Emmett, casi con indiferencia.
Espero que lo esté haciendo bien, respondió Emmett, riendo entre dientes.
-En realidad, es bastante poco imaginativa. Sólo le ha dado un toque escandaloso, nada más. Ni una pizca de terror. Me siento un poco decepcionado.
¿Y la chica nueva? ¿También se siente ella decepcionada con el chismorreo?
Seguramente Emmett aun no había visto a Bella. No hubiese preguntado nada de haber sido así.
Automáticamente, levante la vista hacia la chica para descubrir su reacción. Lo que no me esperaba era que me estuviera mirando, pensé que ya había apartado la vista.
Pero nuestras miradas se conectaron por un momento. Seguía sin leerle la mente. Me sentí aun mas frustrado, esperaba que con cierto esfuerzo y, quizás, contacto visual, pudiera leerle la mente. Pero seguía sin haber nada. Me sentí mas frustrado aun.
Era muy extraño para mi tener que descifrar una mirada o algún gesto. En general me bastaba con echar un vistazo a su mente para saber qué era lo que le rondaba por la cabeza, exceptuando las ocasiones en que mis hermanos, especialmente Alice, crearan un muro mental para que no pudiera leer sus mentes. Pero esto no ocurría con humanos o vampiros que no supieran de mi don…
Mi don. Quizás ella también tuviera un don, o quizás no. Aunque me di cuenta que ya estaba dando mi teoría por un hecho. Pero ya no me quedaban demasiadas dudas, ella jamás había roto la conexión visual y no había parpadeado ni una sola vez, y ningún humano aguantaría tanto. Debía desterrar cualquier esperanza que aun pudiera tener.
Seguí concentrándome. Quizás, si estuviera en lo cierto y ese fuera su don, pudiera «traspasarlo» de alguna manera. ¿O no?
Pero jamás me había sido imposible leer la mente de alguien. Incluso cuando mis hermanos creaban un muro mental, con mucho esfuerzo podía traspasarlos.
Así que, aferrándome a mis pobres conocimientos sobre esta chica y como traspasar su don, puse todo mi esfuerzo y mi concentración en eso. Aun desconociendo el motivo de mi gran interés por la chica, vampiresa o lo que fuera.
Pasaron algunos segundos. Segundos que se me hicieron interminables. Frustrado, aparte la mirada. No había logrado ningún avance desde el primer momento. Nada. Se me hacía demasiado extraño.
No había notado que todos nos estaban mirando expectantes. Ni siquiera había recordado que estaba en la cafetería, en el Instituto, con estudiantes rodeándome. Tampoco había recordado que todos estaban atentos –excesivamente- a cada uno de los movimientos de Bella. Fue estúpido por mi parte no haber pensado en eso.
Y solo una pequeña parte de mi mente reparo en los comentarios que todos hacían al respecto.
-¡Genial, Bella! ¡Ya era hora que alguien pusiera en su lugar a Cullen!
-Bien hecho, Bella. ¡Las chicas mandan!
-¡Es la primera vez que alguien consigue sostenerle la mirada a Cullen!
-¿Cómo conseguiste no parpadear?
-Es tan intimidante… ¿No te dio un poco de… impresión?
-¿Quién empezó con el juego?
-No importa, ¡sabemos quién ganó!
Y eso era solo en la mesa de Bella. Intente bloquear las mentes de los humanos en la cafetería. Eran demasiados pensamientos juntos, todos gritándome como si supieran que yo podía escucharlos. Era como sufrir jaquecas, y no estaba acostumbrado a aquello.
Y me salvo la campana. Tenía clase de Biología, aunque lo único que quería era escapar de la multitud de adolescentes revolucionados. Las mentes de mis hermanos me comenzaron a hacer preguntas, aunque yo estaba demasiado perdido en los pensamientos, y en la jaqueca que no acababa.
Así que salí rápidamente de la cafetería, quizás más rápido de lo que debería si quería pasar por humano. Pero no me importaba, todo por escapar de la multitud.
Una vez que llegue al salón me senté en mi pupitre dispuesto a esperar al profesor y, con él a una hora más de aburrida clase de Biología. Aunque quizás me serviría en mi debate interior y pudiera encontrar una respuesta para todo lo que había pasado durante el almuerzo, ya que raramente pudiera haber algo que no supiera ya sobre la clase. Hubiera jurado que ese episodio en el que estaba aburrido mirando las grietas de la pared había pasado hace semanas. Era mucho lo que había ocurrido en esos minutos.
Pero cuando me preparaba para volver a la pregunta que tanto aparecía en mi cabeza, la vi entrar por la puerta. A la chica, vampiresa o lo que sea. Bella. Y yo que había pensado que no podía ser nada nuevo, que la emoción de todos en el instituto era excesiva. Y cómo me había equivocado.
Intente una vez más entrar en su mente. Por lo menos tener un atisbo de sus pensamientos, algo. Pero creo que ya está de más aclarar que no conseguí nada de nada, ni la más mínima respuesta por parte de ella. ¿Lo estaría haciendo adrede? Quizás fuera su don, era posible. Debería preguntar a Alice y Jasper que opinaban al respecto, podría ser que ellos tampoco percibieran nada de ella.
Bella era de lo más extraña. Y eso que ni lo conocía.
Cuando noto que la estaba mirando fijamente me miro de igual manera, aunque aparto la vista rápidamente para dedicarle una sonrisa al profesor, cuyos pensamientos eran de lo más incoherentes. Yo también aparte la vista, no quería que ocurriera una vez más el «duelo de miradas» y con él la reacción de los alumnos.
Clave la vista en el frente de la clase, aunque mi visión periférica capto como Bella caminaba hacia el único asiento libre. A mi lado. Qué gran casualidad del destino.
Rehuyó mi vista durante toda la clase, colocando su hermosa cabellera como un muro entre nosotros… ¿había dicho hermosa? Sinceramente, ya no entendía nada de nada. Todo se había convertido en un extraño acertijo en los últimos minutos.
Pase toda la clase fingiendo estar prestando atención al profesor, y para responder la única pregunta que me hizo tuve que buscar en su mente para saber incluso qué me había preguntado. La respondí bien, por supuesto, pero estuve tan falto de atención durante toda la clase que al finalizar casi no tenía idea de cuál había sido el tema.
El transcurso de la última clase fue casi igual, con la diferencia de que no compartía clase con Bella. Había comenzado a llamarla por su nombre, era un tanto irritante llamarla «la chica, vampira o lo que sea».
Así que fue un día como cualquier otro. Claro, restando el hecho de que había entrado una vampiresa al alumnado, de que no podía leer su mente y que me parecía que ya no vivía en la monotonía en la que había estado sumergido los últimos noventa años.
Este es el primer capítulo de El Jardín de Senderos que se Bifurcan, Edward POV.
Como ya mencione anteriormente, la historia original (Bella POV) pertenece a CruzdelSur y me dio permiso para hacer esta versión. Recomiendo leerla primero para comprender totalmente la historia, por lo que aquí dejo el link:
http : / www . fanfiction . net / s / 5201716 / 1 / El _ Jardin _ de _ Senderos _ que _ se _ Bifurcan (sin espacios)
Espero que les guste lo que solo es el comienzo de mi versión de esta historia que me gusto tanto.
Si no es mucho pedir me gustaría que dejaran reviews, que son la inspiración de toda autora y una motivación más para seguir. Comentar no cuesta más que unos segundos (:
Eso es todo, con suerte nos leeremos pronto…
S. C.
Nota: lamento mucho no haberme dado cuenta antes de aclarar esto. Al principio del capitulo, hay algunos parrafos que pertenecen a 'Sol de Medianoche' de S. Meyer. Tambien hay algunos parrafos textuales por la mitad del capitulo, en una escena en la que no me parecio necesario cambiar nada de como estaba en 'Sol de Medianoche'.
Solo queria aclarar eso para que no hubiesen confusiones.
Saludos...
