Twilight pertenece a Stephenie Meyer y Distractions a Windchymes, quien me ha dado el permiso de traducir su historia.

.

En Septiembre Edward Cullen me dijo que ya no me quería más.

Luego él se fue.

Y se llevó todo…fotos, regalos, a mi mejor amiga. Mi corazón, mi alma. Mi futuro.

Me dejaba sin recuerdos…

…como si pudiera siquiera olvidar.

Fui un sonámbulo en octubre y me arrastraba por noviembre. Charlie me amenazaba con Jacksonville y mi mamá. Mi mamá me amenazaba con llevarme a orientación. Puse una sonrisa en mi rostro y pretendí ser una persona completa.

Pero en diciembre un árbol de Navidad fue empujado a través de la puerta de entrada y todo cambió.

.

▪▪▪/▪▪▪

.

Era una tarde de viernes después de la escuela y el golpeteo en la puerta fue inesperado. Incluso más inesperado fue con lo que me encontré cuando fui a atender.

Tupidas ramas verdes lentamente avanzaron por la puerta cuando esta fue abierta, como si a través de ellas estuvieran echando un pequeño vistazo para ver si alguien estaba en casa. Tomé un nervioso paso hacia atrás, empujando la puerta conmigo y por el mayor ancho de abertura más verde apareció, las ramas se hicieron más pronunciadas y se empujaron hacia adentro.

"Er, ¿hola?"

"¿Bella? ¡Hola!"

"¿Jacob?"

"Sí, soy yo."

Su voz venía dede algún lugar detrás del árbol.

"Qué…um…,"

"Mejor deberías quedarte atrás, esta cosa es grande."

Obedientemente, me hice a un lado mientras la estrecha entrada se llenaba con el follaje. Detrás estaba Jacob Black.

"Creo de debí haber sobreestimado," dijo, apartando algunas ramas para así poder sonreírme. "Entonces…¿dónde quieres esta cosa?"

Su rostro estaba expectante. Obviamente, se suponía que yo sabía que estaba pasando.

No sabía.

Y eso debió haber sido obvio también, porque el rostro de Jacob decayó ligeramente.

"Charlie no te dijo, ¿cierto?"

¿Charlie?

"No, yo…¡oh!" Salté a la vez que el teléfono comenzaba a sonar. "Supongo…probablemente es él, ¿cierto?"

Avancé hacia la cocina, preguntándome que era exactamente lo que mi padre estaba haciendo, pero el sonido se detuvo justo en el momento en que mi mano tocó el teléfono. Lo miré por un segundo, luego me devolví hacia la sala de estar. Jacob abrió la boca para hablar y el teléfono volvió a sonar.

Lo alcancé esta vez y me encontré con la voz de Charlie en el otro lado. Se escuchaba ligeramente avergonzado cuando le pregunté si sabía algo sobre un inesperado árbol de Navidad.

"Así que, Jake se me adelantó, ¿huh?"

"Así parece. Entonces, ¿cuál es la historia?"

Charlie dudó un poco, luego se aclaró la garganta.

"Bueno, es Navidad," dijo con firmeza. "Pensé qué…usualmente no me esmero mucho con lo del árbol o las decoraciones, pero pensé que a ti podría gustarte."

"Oh, está bien."

"Y al parecer te llevaste bien con Jake en Acción de Gracias, y la semana pasada cuando vino con Billy…pensé que no te importaría su ayuda."

Apreté los dientes y cerré los ojos. Era fácil leer entre líneas. Charlie estaba tratando fuertemente distraerme, ayudarme y que saliera de mi ensimismamiento. Tragué y apoyé la cabeza contra la pared de la cocina. "Sí, papá. Eso será genial."

"¿Sí?" Sonaba casi sorprendido. "Dios, eso es…bueno. Escucha, no te preocupes por la cena, voy a llevar una pizza y quizás le puedes preguntar a Jake si quiere quedarse."

Asentí, me di cuenta de que él no podía ver.

"Seguro, está bien."

Dijimos adiós, el teléfono estuvo de vuelta en su posición y yo necesitaba un momento.

Charlie estaba preocupado. Mi dolor lo estaba matando, pero todo lo que él hacía para tratar de ayudarme solo era otra forma de hacer hincapié en lo que estaba mal.

No que lo malo necesitara ser subrayado. Estaba en todas partes.

Ahora no iba a la escuela. Iba a la escuela sin él.

Mi habitación ya no era solo mi cuarto…era mi habitación sin él en ella.

Cuando lavaba los platos…Lavaba platos sin él salpicándome con agua jabonosa.

No había alivio…la escuela, mi casa, Forks, el Thriftway, pasar por el hospital, Port Angels, Charlie, mis amigos, comerciales de Volvo…

Él no estaba en todas partes.

Llevé un brazo sobre mi cara y traté de tomar una respiración profunda. Los recuerdos parpadearon, dolorosos y crudos, tirando de los hilos sueltos que apenas me mantenía con serenidad, tratando de deshacerme. Esta iba a ser una Navidad sin él.

"Pero nunca has tenido una Navidad con él," murmuré, abrazándome. "Así que no tienes recuerdos, no hay comparaciones." Mordí con fuerza mi labio. Tal vez podía hacer de esta Navidad una nueva memoria…sin él.

"¿Bella?" Jacob me sorprendió al entrar a la cocina. "¿Todo bien?"

Pasé mi cabello detrás de la orejas y asentí. "Sip. Bien."

Vaciló mientras yo miraba el suelo, tratando de componer la sonrisa en mi rostro cuando me abracé a mi misma de nuevo.

"Charlie…quieres…puedo irme…,"

Me oí decirle que estaba bien, que podía quedarse, que podríamos decorar el árbol.

Él no se movió o habló por un momento mientras mis ojos estaban puestos en mis pies. Había barro en la punta de mi zapatilla izquierda, noté.

Trabajé en mi expresión hasta que finalmente tuve algo parecido a una sonrisa, luego levanté la mirada y sus ojos me veían vacilantes e inseguros. Agrande un poco más la sonrisa y me sonrió de vuelta, cautelosamente.

"Oh, y deberías quedarte para la piza, Charlie la traerá a casa." Puse tanto entusiasmo en mi voz como pude y debió haber sonado real porque la sonrisa de Jacob se hizo más segura.

"Está bien, vamos a comenzar." Se adelantó hacia la sala de estar y lo seguí.

"Entonces…¿dónde?" Jacob se quedó de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando alrededor.

"Um, no sé,"

"¿Qué hay de la esquina de allá?"

Negué. "No, va a cubrir parte de la pantalla plana."

"Oh, bueno. No es bueno."

"¿Tal vez cerca de la ventana?"

Me encogí de hombros. "Eso está bien."

Jacob asintió y se acercó a tomar el árbol y arrastrarlos desde el vestíbulo.

"¿Esa cosa va a caber?" No sabía cuanta ayuda estaba aportando pero estaba empujando y tirando tanto como podía.

"Um, sí, pero sólo por un poco, yo creo." Dejó escapar una risita nerviosa.

Las hojas de la cima estaba rozando el techo mientras lo enderezábamos. Jacob lo sostuvo firmemente, apreté los tornillos de la base y luego dimos un paso atrás para mirar.

"¿Cómo pudiste traer esto aquí?" pregunté, dándome cuenta que no tenía idea de cómo Jacob pudo traerlo o cargarlo a pulso. Seguramente no lo había sacado de La Push…aunque mirando el árbol, tal vez sí.

"En la camioneta de mi papá," dijo. "Bueno, ¿qué piensas?"

Contemplé el árbol por un momento. Estaba inclinado ligeramente hacia la izquierda, la cortina estaba atrapada por atrás, algunas ramas estaban dobladas en ángulos extraños y ya estaban cayendo agujas.

Y Jacob se veía tan orgulloso, le di una suave sonrisa.

"Sí, se ve bien."

Las decoraciones eran un problema. Charlie había dicho que tenía una caja sobre el armario del pasillo, pero por cómo se veía, y la capa de polvo que los mantenía unidos, no creo él hubiera hecho cosas de Navideñas por un tiempo.

Habían algunos adornos agrietados, las guirnaldas se deshicieron cuando las toqué y tenía diez estrellas de cartón, cada una pinatada de un color diferente, todas salpicadas de escarcha y con los bordes curvados con el tiempo. Podía recordar cuando las hice. Había tenido cinco y Charlie y yo nos habíamos sentamos en la mesa de la cocina, la misma que tenía ahora. Habíamos desplegado una hoja de diario, una caja de pinturas, pequeños frascos con brillos, cartón, unas tijeras y pegamento. Se había sentado conmigo y pintó sus estrellas mientras yo pintaba las mías. Me había ayudado con la escarcha, vertiendo una pila pequeña en el centro y luego pasándome una cuchara para esparcirlo. Luego él había hecho lo mismo con la suya. Le pasamos un hilo por las puntas y las colgamos alrededor del árbol. Recordé que había pensado que era una maravilla, e incluso ahora, años después, sabiendo que hacer arte Navideño había sido idea de Renee, la sonrisa de Charlie había sido suya.

Toqué una de las estrellas y el recuerdo me calentó de una forma que no lo había hecho en los últimos meses. Luego le pasé la caja a Jacob.

"Um, no es mucho para una colección," dijo. "No creo que Charlie tuviera un árbol desde que yo tenía cinco."

Jake asintió. "Está bien, podemos hacer algunas decoraciones. Solíamos hacerlo todo el tiempo cuando era niño."

Se acercó a la mesa de café y se inclinó, viendo las revistas que estaban apiladas debajo.

"Podríamos cortar unas de estas," dijo, tomando una revista y hojeó las páginas.

"¡No la Fishing Digests!" Mi voz salió aguda y Jake alzó la mirada, sorprendido. "Charlie nos mataría." Expliqué con más suavidad.

Jake sonrió. "Sí, probablemente lo haría. ¿Qué pasa con estas?"

"La National Geographics está bien, podemos usar esas."

Jake asintió y cogió la copia con el Krakatoa en erupción como portada.

"¿Y qué con estas?" Sonrió mientras sacaba dos copias de Seventeen. Hice una mueca. Me había olvidado de ellas.

"Esas las puedes cortar," le dije de plano y me volví hacia el árbol.

Eran los restos del intento de Jessica por animarme con una noche de películas sorpresa. Había llegado un viernes por la noche, sin previo aviso, saltando y burbujeante, armada con revistas, películas, una selección de esmaltes de uñas y una bolsa de chocolate. Habían pasado solo dos semanas después de que él se fuera y a pesar su gesto, demostraba que su tolerancia era baja. Tomó solo una hora para que se aburriera y se diera cuenta que una noche de chismes y tiempo de chicas no me iban a arreglar.

"Tal vez preferirías estar sola," había suspirado y recogió sus esmaltes, sus copias de Fifty First Dates y The Wedding Plannery se dirigió a la puerta. Se devolvió rápidamente por los chocolates.

"Puedes quedarte con las revistas," dijo.

Por lo tanto, toda la tarde Jake y yo hicimos cadenas de papel con los consejos de moda para el invierno y tópicos para una conversación fácil en una primera cita. Cortamos linternas de papel de los volcanes ardientes y de los misteriosos círculos en cultivos europeos. Yo estuve mayormente en silencio, solo enfocada en mi tarea, y escuchando mientras Jacob me contaba historias de Navidad en La Push. Eran historias divertidas y a veces la sonrisa en mi rostro era genuina.

Me gustaba Jacob. Él me había visto en mi peor momento, había estado aquí aquella noche que Sam Ulley me encontró en el boque y me trajo a casa, pero él no me trataba con miradas cautelosas o silencios cargados e incómodos. A medida que cortábamos y pegábamos no me empujaba a hablar o compartir mis propias historias de Navidad, solo me dejaba ser y de alguna manera me sentí más ligera.

El árbol se veía muy bonito cuando terminamos y las decoraciones escondieron el hecho de que, a pesar de varios ajustes, todavía se inclinaba ligeramente hacia la izquierda.

"Quiero poner estas, también," dije, tomando las viejas estrellas de cartón de la caja de decoraciones de Charlie. Cada uno tomo unas pocas y las esparció por el árbol, mezclando lo viejo con el nuevo.

"Aquí," dijo Jacob, y me entregó una estrella color amarillo brillante. "Para la punta."

Sonreí y la tomé, luego alcé la cabeza para mirar.

"No voy a llegar," dije, pero Jake ya había empujado el sillón para que me subiera en él.

"Um, no sé…," fruncí el ceño, imágenes de visitas al hospital con tobillos torcidos o quebrados danzaron en mi cabeza. "¿Por qué no lo haces tú?" Le tendí la estrella pero Jake negó con la cabeza.

"Nope. Tú árbol, tú lo haces." Alargó su gran mano y sus ojos oscuros brillaron al sonreír. "No dejaré que caigas."

Tomé su mano vacilante. Estaba caliente, más caliente que cualquier cosa que yo estaba acostumbrada. Los recuerdos trataron de infiltrarse, otra mano, fría, helada – sin embargo, siempre me había parecido cálida cuando se envolvía con ternura alrededor de la mía.

Evité las memorias rápidamente y volví a enfocarme en el árbol. Jack cogió mi mano firmemente mientras me equilibraba sobre el reposabrazos y me estiraba para poner la vieja estrella amarilla en la punta. Me tambaleé un par de veces, pero el control de Jake se volvió apretado, ayudando a que me estabilizara de nuevo.

"Perfecto," dijo, sonriendo cuando bajaba con cuidado y reubicó el sillón, después de quitar el polvo de mis zapatillas. Le di una sonrisa temblorosa pero autentica, justo cuando la patrulla de Charlie se detenía en la entrada.

"¿Lista para la gran celebración?" Jake bromeó a la vez que la puerta principal se abría y mi padre era predicho por el olor del pepperoni y el queso.

El árbol fue admirado, la pizza fue servida, Jake le contó a Charlie sobre el coche que estaba reparando y Charle estuvo pendiente de mi en busca de signos de vida. Se vio contento cuando me uní a la conversación y tomé un segundo trozo del Especial Italiano.

Pero después de la cena, cuando Jake se había ido a casa y Charlie estaba ya en la cama, me dirigí de nuevo a la sala de estar. No me molesté en prender la luz, me senté en la oscuridad y observé la silueta del árbol. Hoy había sido un mejor día, pero ahora, sin la distracción de Jake y las decoraciones de Navidad mi mente comenzaba a divagar.

¿Cómo habría sido, nuestra primera Navidad juntos? ¿Los Cullen acaso celebraban Navidad? Nunca fue mencionado, pero conociendo las concepciones y creencias de Carlisle, y el amor de Alice por cualquier tipo de celebración, estaba segura de que lo harían.

¿Esperaban hasta la mañana de Navidad para abrir los regalos, o lo hacían en Nochebuena? Me preguntaba si a él le gustaba agitar los regalos antes de abrirlos, tratando de adivinar lo que había dentro. Si rasgaba el envoltorio de sus regalos o si los abría con cuidado, con sus largos dedos tirándolo suavemente desde los bordes del papel. No habrían cortes por papel por supuesto. Esas cosas no eran una consideración cuando su piel era como el mármol y mis ojos ardieron al contener amargas lágrimas.

Me preguntaba donde estaban. ¿Estaban acaso en otro país? ¿Pensaría en mí el día de Navidad? ¿Alguno de ellos pensaría en mí? Me preguntaba si Alice podía todavía ver mi futuro, y si así fuera ¿qué vería? ¿era tan triste como mi vida actual? ¿Estaría tratando sobrepasar cada día con la sola intención de encontrar el siguiente exactamente igual? Imágenes llenaron mi mente de improviso, por primera vez en dos meses, pensé a largo plazo.

Y no era bueno.

La idea de sentirme de esta maneta, viviendo con la pena y el anhelo, tratar de ocultarlas con distracciones todos los días del resto de mi vida, era insoportable. La idea de que esto era todo lo que había para mí era paralizante. Mi respiración se quedó en mi pecho y jadeé varias veces, tratando de liberarlo.

Y en seis meses estaría graduada… ¿entonces qué? ¿Me iría a la universidad? ¿Qué pasaba si él volvía y yo no estaba? ¿De verdad seguía pensando que eso pasaría? O si me quedara en Forks… ¿qué hago? Seguir trabajando en la tienda de los Newton, ir de compras al Thriftway y dormir con la venta abierta en caso que él cambie de opinión y vuelva por mí. ¿Era mi única posibilidad para el futuro ser la vieja loca y triste de Forks quien anda por ahí esperando a que su amor perdido vuelva?

Yo sabía la verdad. Él me encontraría…si él me quería.

Pero no me quería. Lo había dicho.

Yo había sido una distracción.

Los escenarios se estrellaron en mi mente, cada uno más triste y desesperado que la anterior, y las lágrimas comenzaron a derramarse sobre mis mejillas. Yo siempre lo querría a él, pero no quería esto.

De pronto me sentí más cansada de lo que podía recordar haber sentido. Me saqué la humedad de la cara y me quedé, acurrucada en el sofá, en la oscuridad, llorando en silencio mientras un sueño intranquilo me cubría.

Durante la semana siguiente traté de hacer mi mejor esfuerzo, traté de tener días mejores. Traté de alejar a la Vieja Loca y Triste

Me aventuré a ir a Port Angeles por compras de Navidad. Traté de participar más en la conversación en nuestra mesa en la cafetería de la escuela. Mi complicado deseo de ser parte del mundo de nuevo trajo miradas de sorpresa al principio y casi me alejo, pero la cálida sonrisa de Ángela me hizo seguir a delante.

Y me sorprendí cuando comencé a sentir rabia contra él. Rabia porque él había jugado conmigo por tanto tiempo, enojo por qué me hizo creer que me amaba, furia porque yo estaba así ahora. Y me di cuenta que ese enojo era hacia mí también, porque a pesar de que él me había destrozado, yo misma me estaba permitiendo ser destrozada. Y la ira alimentaba mi determinación por encontrar una manera de salir de esto…de alguna manera.

Pero por la noche me estremezco y congelo, acurrucandome en mis frazadas, mientras el frío viento de sopla a través de la ventana que nunca, jamás, cerraría.

La Navidad estuvo tranquila. Sólo Charlie, yo y carne asada para la cena. Elegí una receta complicada por lo que me mantuve ocupada, enfocada en el complejo relleno de especies, para no preguntarme qué estaba haciendo él.

La víspera de Año Nuevo estuvo más movida. Bajé a La Push con Charlie a una hoguera. Los amigos de Jacob eran ruidosos y divertidos y por un rato estuve riendo y sonriendo con ellos…pero silenciosas lagrimas rodaron sobre mis mejillas a media noche cuando Embry y Quil encendieron fuegos artificiales que me recordaron una noche hace seis meses atrás…

4 de Julio.

Una enorme explosión de rojo, blanco y azul, más grande aún, se extendió por encima de nuestras cabezas.

"¡Oh! ¿Viste esa?" Grité.

"Mm hm."

"¡Es muy hermoso!"

"Sí."

Fríos labios presionaron en mi cuello suavemente y reí.

"Edward, ¿estás mirando siquiera los juegos artificiales?"

"Puedo hacer muchas cosas a la vez," murmuró y me besó de nuevo, justo cuando otra explosión de color iluminaba el cielo.

Estábamos en Port Angeles, en el parque en la orilla del agua, rodeados por cientos de personas. Alice y Jasper estaban entre ellos en alguna parte. Los brazos de Edward estaban envueltos apretadamente alrededor de mi cintura, mi espalda estaba acomodada sobre su pecho. Su barbilla descansaba sobre mi hombro y mi cabeza estaba inclinada hacia arriba, mientras veía el despliegue de luces en el cielo sobre mí, a tiempo con la música que venía de los altavoces colgados en los árboles. Nunca me habían gustado mucho los fuegos artificiales, pero verlos con Edward era diferente. Todo con Edward era diferente. Lo oí suspirar bajito mientras sus brazos me apretaban un poco más. Me moví para mirarlo pero rápidamente me dio vuelta.

"¡No, te vas a perder el final, mira!"

Hubo una enorme explosión final y los oohs y aahs de la multitud fueron casi tan fuertes como los cohetes que iluminaron la oscuridad. La música se detuvo y hubo un momento de perfecto silencio, mientras las últimas chispas moribundas caían en espiral, chisporroteando al caer al agua y luego se desvanecieron.

"¿Te gustó?" Edward estaba sonriendo mientras el cielo volvía a negro una vez más y la gente a nuestro alrededor comenzaba a dispersarse.

Le sonreí, asintiendo. "Estuvieron increíbles, me encantó la música."

"La música hace una gran diferencia," dijo en voz baja. Sus ojos estaban sonriendo a la vez que tomaba mis manos en las suyas y caminaba hacia atrás, llevándome con él para que estuviéramos debajo de un gran árbol, ocultos en las sombras que ofrecían las ramas más pesadas. Sus dedos apretaron los míos, nuestras miradas se encontraron y mi corazón se aceleró al tiempo que él bajaba su rostro lentamente hasta que nuestros labios se tocaron.

El calor se disparó a través de mi, cerré los ojos y mientras nuestros labios se movían juntos soltó una de sus manos y sentí un dedo moverse adelante y atrás a lo largo de mi mandíbula, y luego bajar por mi garganta y por encima de la clavícula. Mi mano estaba en su cabello y sobre su cuello y suspiré cuando sus labios dejaron los míos y continuaron el camino de sus dedos…delicados besitos, pero cada uno de ellos era como un fuego artificial en sí mismo.

Me había olvidado de la multitud y dejé escapar un suave sonido, alejando mi cabeza hacia atrás mientras era presionada con cuidado entre Edward y el árbol. Pero de pronto él cambió de posición, se alejó y enderezó, dejando descansar un brazo alrededor de mis hombros.

"¿Demasiado?" Pregunté, tratando de recuperar el aliento.

Sacudió la cabeza. "Creo que estábamos llamando un poco la atención," murmuró e hizo un gesto hacia la pareja de ancianos que pasaban caminando, cogidos de la mano y sonriéndonos cálidamente. El hombre guiñó un ojo y mientras me sonrojaba, de alguna manera Edward se las arregló para verse presumido y avergonzado al mismo tiempo.

"Vamos," dijo y comenzamos a caminar lentamente hacia el estacionamiento. Todavía estaba algo agitada y él continuaba sonriendo, sus ojos brillaban. Me pasó un brazo alrededor de la cintura y apretó el brazo alrededor de mis hombros.

"Te gustaron los fuegos artificiales, ¿sí?" dije.

"Sí, me gustaron."

"Creo que te perdiste muchos."

Se encogió de hombros. "Algunos."

"¿Algunos?" Me burlé y él rió entre dientes.

"Supongo que he visto mi parte de Vísperas de Año Nuevo y Cuatros de Julio." Hizo una pausa por unos segundos. "Pero ninguno tan bueno como este."

"¡Oh, vamos, Edward!" Alice y Jasper aparecieron de repente. Casi había olvidado que estaban con nosotros. "¿Qué hay de Sydney en el 2000? ¡Esos fueron increíbles!"

Edward sacudió la cabeza, sonriendo de nuevo, y dejamos de caminar, dejando que la gente pasara a nuestro alrededor. "Lo fueron, pero estos estuvieron aún mejor"

Parecía muy seguro mientras me sonreía. Esperé para que continuara pero no dijo más.

"Me gustaría saber que pasó en Sydney," dije curiosa. Edward abrió la boca para hablar pero Alice se le adelantó, dejando caer las manos de Jasper para así poder usarlas para enfatizar su palabras.

"Estábamos persiguiendo el milenio y Sydney fue donde comenzamos. Ellos tenían esa increíble…,"

"¿Hicieron qué?"

Jasper le sonrió a Alice mientras él se hacía cargo de la historia.

"Alice quería tener tantos milenios nuevos como fuera posible, así que tratamos de seguir la media noche alrededor del mundo."

"Y yo no tenía nada más que hacer, así que me colgué." Edward encogió un hombro.

¿Colgarse? Lo hizo sonar tan desolado.

"Así que siguieron la media noche…¿es eso posible?"

Alice asintió. "Sí, pero es complicado…los horarios de vuelo, las esperas en el aeropuerto. Logramos dos Años Nuevos, sin embargo…Sydney y Los Angeles. Su hubiéramos tenido más tiempo para planear hubiéramos sido capaces de hacer otro más, tal vez dos, pero la mayoría de los vuelos que necesitábamos ya estaban reservados, y no pudimos encontrar un jet privado que estuviera disponible." Hizo una pausa. "Supongo que fue una decisión apesarada."

"¿Qué tan tarde decidieron hacerlo?"

"Treinta de diciembre," ella sonrió.

Miré a Edward y se encogió de hombros a la vez que comenzábamos a caminar de nuevo.

"Tal vez deberíamos comprar nuestro propio jet privado," reflexionó Alice y Edward rodó los ojos. "Oh, como si la idea no se te ha ocurrido a ti también, Edward," dijo suavemente, arqueando una ceja en su dirección.

"Buenas noches, Alice," dijo con un guiño y ella le sonrió de vuelta, despidiéndose con la mano mientras ella y Jasper se perdían entre la multitud.

"Entonces, ¿vas a contarme sobre Sydney?" pregunté.

Besó sobre mi cabeza y me acerqué a él, abrazándolo con fuerza. Era una noche cálida así que era capaz de acurrucarme más tiempo sin temblar.

"Los fuegos artificiales estaban alrededor de puerto, había un elaborado show de luces sobre el agua e hicieron el puente del puerto y parte la casa de la opera para la gente. Al final la palabra Eternidad fue escrita en fuegos artificiales a lo largo del puente. Fue muy espectacular."

Sonaba espectacular. "Pero, ¿dijiste que los de esta noche fueron aun mejores?"

Asintió. "Estos fueron mejores."

No entendía. Los de esta noche estuvieron geniales, pero no hubo espectáculo de luces o un puente o palabras escritas.

"¿Por qué?"

Dudó un poco, luego inclinó la cabeza, y posó sus labios en mi oído. Cuando susurró estuvo sorprendida por lo tímido que sonaba.

"Porque en Sydney no tenía una novia con quien compartirlos."

Las lágrimas se derramaron más rápido y me pasé la manga por la cara con fuerza. ¿Había sido esa una mentira? ¿Una distracción? ¿Una novedad? No se había sentido así.

Me mordí el labio hasta que probé la sangre y me pregunté donde Edward estaría ahora. ¿Estaba persiguiendo el año nuevo otra vez? O tal vez estaba de fiesta en alguna parte, Rio, Londres, Paris, Nueva York. ¿Habría comprado un jet? ¿Estaba en una línea de conga? ¿Celebrando entre la multitud en algún lugar, cantando Auld Land Syne? ¿Estaba viendo los fuegos artificiales con alguien nuevo? Traté de encontrar la rabia que había abrazado unas semanas atrás, necesitándola ahora, pero de alguna manera, a pesar de todo el dolor que me desgarraba al pensar que estuviera con otra persona, sólo podía esperar que él fuera feliz.

De pronto quería irme a casa. Quería subir a la patrulla, irme, ir a casa y no estar aquí donde la gente se estaba abrazando, besando, era feliz y cantaba. Quería ir a casa y luego…¿hacer qué? ¿Mirar por la ventana? ¿Esperar que se sienta sentimental y tal vez me llamara? ¿Tratar de dormir y esperar no tener pesadillas? Sí, como si eso fuera a suceder. Casi podía ajustar el reloj de mis pesadillas.

Mi decisión de hacer un verdadero esfuerzo se desmoronó rápidamente y miré a mis pies escarbando en la tierra. La Triste Vieja loca de Forks se avecinaba fuertemente sobre el horizonte, podía ver que se acercaba.

"¿Estás bien, Bella?"

La voz de Jacob me trajo de vuelta. Pasé saliva y asentí rápidamente.

"Sí, estoy bien."

Tomé aire y le di una sonrisa. Mis labios lo hicieron bien pero mis ojos no me hicieron caso y pude ver que Jacob no me creía. Le dio un apretón a mi brazo.

"Entonces, Feliz Año Nuevo," dijo bajito y asentí.

"Feliz Año Nuevo."

"¿Te gustaron los fuegos artificiales?"

Habían terminando y ni lo había notado.

"Sí," asentí. "Estuvieron buenos."

Suspire y contemplé como la hoguera se desmoronaba, ignorando todos los abrazos y besos que se sucedían a nuestro alrededor.

Jake se agachó y tomó un palo, hurgando en las brazas.

"Sí, um, así que, este año mi propósito será tener finalmente mi propio transporte," dijo. "¿Y tú?"

Me agaché al lado de él, centrándome en las brazas, empujando a los fuegos artificiales y milenios y a la vieja loca fuera de mi mente.

"Yo ya tengo mi propio auto."

Rodó los ojos y sonreí un poco.

"Quiero decir, ¿cuál es tu propósito para este año? Todos tenemos algo."

Tomé un palo y lo comencé a remover también. ¿Cuál era mi propósito?

"Supongo que me voy a graduar. Voy…probablemente iré a la universidad en otoño." Mi voz descendió, al darme cuenta me había dado un plan para el futuro. Era vago, pero era algo. La Veja Loca retrocedió un paso.

Jacob frunció el ceño ligeramente mientras absorbía mis noticias.

"Supongo que lo harás." Me miró por un momento. "Eso te hace tan vieja," sonrió y lo golpeé en el brazo.

"Suficiente de edades, gracias."

Siguió riendo, tiró su palo al fuego y se puso de pie, metiendo las manos en los bolsillos.

"Así que, hazme saber cuando quieres que quite el árbol de navidad. Iré y lo sacaré."

Me puse de pie, también.

"No tienes que hacerlo. Charlie y yo podemos…,"

"Nah, está bien. Aquí se pone tranquilo después de Año Nuevo. Eso me dará algo que hacer."

Me dio otra sonrisa y le sonreí de vuelta.

"Está bien."

Poco después de las doce treinta llegamos a casa. El teléfono estaba sonando cuando Charlie abrió la puerta. Corrió por el vestíbulo hasta la cocina, tomó el teléfono pero fue demasiado tarde.

"La perdí." Colgó y se pasó la mano por la cabeza. "Probablemente fue tu mamá," dijo a través de un bostezo.

"Bueno, me voy a la cama. ¿Tú?"

"Sí, cama," suspiré y subí las escaleras detrás de él. En su puerta se detuvo y pareció dudar antes de hablar.

"Al parecer la pasaste bien esta noche."

"Um, sí. Estuvo bueno."

Él asintió, me dio una sonrisa, luego se inclinó y me besó sobre la cabeza.

"Feliz Año Nuevo, Bells."

"Buenas noches, papá."

Me tiré a la cama y me quedé mirando el techo, mi teléfono vibró en mi bolsillo.

Renee.

Su mensaje de Feliz Año Nuevo me guiñaba un ojo en la pantalla. Sí, ella había estado al teléfono de abajo.

Le envié un mensaje y luego arrojé el teléfono a la mesita de noche y me acerqué a la ventana.

Pasé mis manos por encima del alfeizar.

Había unas pequeñas marcas cuando sus zapatos habían raspado la pintura – el resultado de una rápida escapada una mañana para evitar a Charlie. Mis dedos las acariciaron. Era algo que hacía a menudo.

Era como en el escritorio de biología. Pasaba todas las lecciones sentada en su lugar, mis dedos sintiendo las ranuras y agujeros de abajo donde sus dedos se habían agarrado de la madera ese primer día…el día en que me quería matar.

Él no había sido capaz de borrarlos todos.

"Tú exististe," susurré, tocando las marcas de nuevo y luego miré hacia la oscuridad.

La música retumbaba desde una monumental fiesta calle arriba. El aire de la noche era frío y un escalofrío me atravesó y por un momento pensé en cerrar la ventana. Él no iba a volver, y por lo menos yo estaría calentita. Alcé las manos y comencé a bajar el panel de vidrio, pero a mitad de camino me detuve.

Tal vez mañana por la noche la cerraría. Me abracé a mi misma mientras la cortina ondeaba a mi alrededor.

Jacob vino a la tarde siguiente para quitar el árbol. Con mucho cuidado había empacado las decoraciones, las ramas ahora estaban doradas y desnudas y la alfombra llenas de agujas de pino.

Jake sostuvo el árbol fuertemente mientras yo desatornillaba el soporte.

"Listo, levántalo," dije, pero Jake lo levantó demasiado rápido, con excesiva fuerza. Hubo un fuerte crujido y la punta del árbol atravesó el techó y quedamos cubiertos de suciedad y polvo de yeso.

"Por Dios, Bella, ¡Lo siento! Charlie me va a matar, ¿no?" Jake estaba en pánico.

"¿Qué tan grave es? Sácalo y vamos a ver."

"Lo arreglaré, lo prometo."

"Solo sácalo, Jake. Pero con cuidado."

Muy lentamente Jacob comenzó a tirar el árbol. Más polvo y tozos de yeso cayeron, se atascaron entre las ramas como una alternativa decoración.

"Voy a buscar la aspiradora," dije y me apresuré al armario del vestíbulo. Los escombros en el suelo solo hacían que el agujero en el techo se viera peor.

Oí algunos sonidos de forcejeó desde la sala a la vez que desenrollaba el cable y tiraba de la aspiradora por el pasillo.

"Sí puedes sacar el árbol para afuera voy a comenzar a limpiar. Al menos así…,"

"Está atascado," Jake hizo una mueca, tirando de las ramas. "La ultima parte está atascada."

"¡Tira!"

"¡Si tiró demasiado fuerte el agujero se va a hacer más grande!"

"¡Entonces tira con suavidad!"

"¡Estoy tratando de tirarlo con cuidado!" Tenía los dientes apretados y fruncía el ceño fuertemente.

Crucé el espacio para ayudarlo, enredando mis manos en las ramas.

"Así." Tiré, retorcí y fui recompensada con más polvo y más tozos de yesos.

"¡Tal vez deberíamos cortarlo a ras del techo!" Jake dijo de pronto, consideré la idea por un momento y luego negué.

"No. Tratemos una vez más, ¿está bien?"

Suspiró. "Está bien."

"A la cuenta de tres."

Asintió.

"¡Uno, dos, tres!"

Juntos tiramos y hubo un suave ruido, el árbol cedió, cayó más yeso y algo puntiagudo me golpeó la cabeza.

"¡Ow!"

Solté el árbol, tropezando con la tarima y cayendo, justamente, sobre mi trasero en el suelo.

"Bella, ¿está bien?" Jake llamó desde el otro lado de la habitación en la que quedó atrapado con el ahora árbol en horizontal.

"Sí," dije entre dientes, mirando alrededor, tratando de encontrar lo que me había golpeado y me di cuenta de que ahora no estaba sentada en una pila de yeso.

De alguna manera estaba rodeada por los escombros de mi cumpleaños.

"Oh."

Observé perpleja el CD en su caja, la fotografía, y la caja que sabía guardaba dos billetes de avión a Florida, todos yacían esparcidos a mi alrededor. Y mientras mi mente no podía dar sentido a lo que estaba viendo, mi corazón se contuvo y no me dejé pensar.

Toqué con el dedo la herida de mi frente, y con otro dedo apunté a la del CD, conectando la causa con el efecto, como si de alguna manera, tal vez me ayudara a darle sentido a las cosas.

Pero Jake estaba tratando de arrastrar el árbol y rápidamente me incliné y empujé mis regalos de cumpleaños bajo el sofá, fuera de la vista. No podía pensar en ellos ahora, sobre lo que podían significar. Todavía tenía un techo roto y una habitación llena de follaje muerto con la que tratar.

Por fin el árbol de había ido. El salón había sido limpiado y ordenado. Mi papá se tomó el techo roto sorprendentemente bien y accedió a que Jake volviera al día siguiente junto con Sam para reparar el agujero. La cena fue cocinada y comida, y mientras Charlie hacía su viaje al baño antes de sentarse a ver un partido de baloncesto, tomé las cosas de debajo del sofá y, sin mirarlos, me apresuré a mi habitación.

Todavía estaba algo adormecida cuando me senté en la silla mecedora mirando las cosas alineadas en mi cama. Mi corazón y me mente estaña comenzando a estar en desacuerdo sobre qué hacer con este pequeño descubrimiento. Debatieron por un rato pero mi mente ganó. Así que con mi corazón seguramente bloqueado, respiré hondo y comencé a pensar, sin sentir.

Los objetos obviamente habían sido escondidos en la cavidad entre el piso de mi dormitorio y el techo de la sala de estar, pero ¿por qué? Me incliné y tentativamente toqué la esquina de la foto. Después de un minuto y un par de intentos la tomé. Era de nosotros dos, de pie junto a la chimenea. Y dolió mirarlo. Él era tan hermoso, más de lo que mis recuerdos podían capturar. Pero su rostro estaba tan serio, y sus ojos planos. Era de la noche anterior a que me dejara. El entumecimiento comenzó a desvanecerse y sentí presión en mi pecho, mi corazón estaban sacudiendo sus cadenas, tratando de salir. Alejé la foto rápidamente, volteándola, incapaz de mirarlo por más tiempo.

Tomé la larga y estrecha caja, y la abrí. Dos pasajes de avión para Florida, uno para cada uno, para visitar a mi mamá. Me preguntaba qué habría pensando Renee de esto mientras cerraba la tapa y ponía la caja de vuelta en la cama.

A continuación cogí el CD, inclinándolo, dejando que la luz de la lámpara provocara el arcoíris en la superficie plateada. Pero no lo reproduje. No sabía lo que me haría oírlo así que lo dejé de nuevo en la cama, también. Su melodía estaba gravada a fuego en mi alma de todos modos.

Entonces me di cuenta de que faltaba una de las fotografías. Esa de él en la cocina, sonriendo. Había desaparecido junto a las demás hace dos meses y me preguntaba donde estaba ahora, y que significaba eso.

Seguí mirándolos, pero todavía no obtenía ninguna respuesta. Tal vez él no había tenido tiempo de deshacerse de ellos ese día…pero negué sacudiendo la cabeza a ese pensamiento. Tenía una velocidad sobre humana. Él podría haberlos escondido en su auto en no más de unos pocos segundos. O solo lo podría haber metido en el bolsillo de su abrigo.

No, él había querido dejarlos aquí.

¿Por qué?

Cuando había sido tan insistente en que nunca me volvería a molestar más, que sería como si él nunca hubiera existido, ¿por qué iba a dejar algo suyo de tras de él? ¿Era porque esperaba que un día los encontrara?

No tenía sentido.

Me mordí el labio, considerando, y por primera vez en dos meses realmente me animé a pensar en él, con la esperanza de poder encontrar las respuestas en algún recuerdo.

Las conversaciones pasaban por mi cabeza. Declaraciones de amor, risas, bromas, preocupaciones, argumentos tontos.

Y luego sentí como si hubiera sido pateada en el estómago.

Una conversación en la cafetería de la escuela. Él había luchado cuando habló, como si encontrara al pensamiento difícil.

Soy quien más se preocupa, porque si he de hacerlo…si irme es lo que debo hacer, entonces sufriré para evitar que resultes herida, para mantenerte a salvo.

Todo cayó en su lugar. Gemí mientras me deslizaba en la mecedora y me arrastraba al suelo, apoyando la cabeza en el borde de la cama, abrazándome, y un nuevo dolor me traspasó.

Había sido una mentira.

No el amarme, si no el dejarme.

Él se había ido para protegerme.

De su mundo, de él.

Y poco a poco, mi mente puso un dedo para probar el agua, y luego liberó a mi corazón y lo dejó escapar.

Él todavía me amaba.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza y mis respiraciones fueron agudas y bajas. Las lágrimas cayeron por mis mejillas y corrieron por mi cara.

Él todavía me amaba.

Comencé a temblar, casi con demasiado miedo para creer. Esta nueva verdad era algo frágil y delicado. Tuve que aceptarla poco a poco, suavemente, en caso de que se rompiera y se hiciera añicos y me quedara de nuevo en el vacío. Había estado tanto tiempo en la oscuridad, ahora estaba enfocando mis ojos hacia la luz.

Abracé mi nueva verdad, dejando que creciera y fortalezca. Dejando que me llenase, la chequeé en busca de fallos e imposibilidades, pero no pude encontrar ninguno.

Él me ama.

Y ahora, la verdad se convertía en algo solido, real y seguro a la vez que recordaba nuevas cosas, cosas de las que había estado demasiado distraída para ver antes.

La presión de sus labios contra mi frente cuando dijo adiós – la forma en que me tocaron.

Él me ama.

El parpadeo de sus ojos, mientras se alejaba. Yo había estado tan angustiada que no lo había entendido en ese momento, pero lo reconocía ahora. Fue el momento en que su corazón se había roto.

"Oh, Edward." Mis lágrimas fluían más rápido.

Pero a medida que recordaba esa mirada, algo nuevo estaba creciendo junto con la verdad y me sorprendió, ya que comenzaba a tomar fuerza.

Ira.

Porque ahora entendía que a donde quiera que él estuviera, no estaría bailando o cantando o pasando un buen rato. Estaría agonizando, y él mismo lo había provocado.

La ira se hizo más fuerte, ahora alcanzando a la verdad, casi eclipsándola.

La ira se convirtió en furia cuando me di cuenta exactamente lo que él había hecho…a mi, a nosotros, a sí mismo. Y la furia necesitaba tener su momento. Tomé el cepillo de cabello desde mi mesita de noche y lo arrojé contra la puerta, seguido de mi libro de inglés y luego de mi zapatilla izquierda.

"¡Bella! ¿qué estás haciendo?"

La voz de Charlie y el sonido de sus pasos en la escalera hicieron que mi zapatilla derecha se salvara de la misma suerte que su compañera. Tomé una rápida y profunda respiración y pasé saliva antes de apresurarme a la puerta y abrirla. Charlie estaba a mitad de camino en las escaleras.

"Nada, papá, solo estaba ordenando unas cosas. Lo siento, voy a hacerlo en silencio."

Frunció el ceño un poco pero asintió. "Está bien, entonces."

Sonreí, él dio la media vuelta y bajó.

Mi ira se había calmado un poco, pero no lo suficiente. Estaba casi gruñendo mientras daba vueltas alrededor de mi habitación.

"¡Idiota! ¡Estúpido vampiro con exceso de pensamientos!" Escupí y quité la foto de la cama. "¿Por qué no hablaste conmigo? Estábamos juntos en esto."

Sus hermosos ojos me miraban, planos y vacios, desde la foto.

"Ya lo habías decidido, ¿no? Ya te estaba matando, ¿cierto? ¡Aargh!" Puse la foto boca abajo y me tiré el cabello.

Me atormenté y enfurecí, alternando con llanto y gruñidos, y luego lentamente la ira comenzó a desvanecerse y la tristeza me llenó. No era el dolor que había sentido por los últimos dos meses. Esto era nuevo, esta vez todo estaba dirigido a él, no a mí, y ahora estaba llorando otra vez. Porque todo este tiempo en que yo había estado sufriendo, él también había estado sufriendo – y seguiría haciéndolo.

Tomé la foto, tracé su rostro con mis dedos, y supe que tenía que encontrarlo.

Si me tomaba el resto de mi vida…tenía que encontrarlo.

Sin siquiera pensar en lo que estaba haciendo o lo que iba a decir, tomé el teléfono celular, me senté en el suelo, y marqué el número al que nunca pensé volver a llamar de nuevo.

Mis sollozos desaceleraron a gemidos y mi corazón se aceleró ante la idea de escuchar su voz.

Sabía que iba a atender la llamada en menos de dos pitidos, como siempre lo hacía. A menos que él teléfono estuviera apagado y luego de cuatro pitidos pasaría al correo de voz. No habría un mensaje, solo un beep.

Esperé mientras oía el primer pitido, mis piernas me balancearon arriba y abajo.

El segundo pitido.

¡Oh! Estaba a punto de contestar. Estaba a punto de escuchar su voz.

Mis manos temblaban, estaba demasiado nerviosa, más que emocionada, y me pregunté que le iba a decir. ¿Te amo y sé que me amas, por favor vuelve a casa? O tal vez, ¿hey, Edward, quieres explicarme porqué mis regalos de cumpleaños están bajo el suelo?

Tercer pitido.

Bueno, probablemente se iba a ir al buzón de voz. Podría estar cazando. ¿Debía dejarle un mensaje? Tal vez no, quizás podría intentarlo de nuevo, esperar hasta que pudiera hablar con él correctamente.

Cuarto pitido.

Tragué saliva, y me preparé para el beep. Tal vez debería pedirle que me llame.

Beep.

Un mensaje automático.

el número que usted ha marcado ya no está en uso… el número que usted ha marcado ya no está en uso…

Mi teléfono corrió la misma suerte que mi zapatilla.

.

.

Cita en cursiva de Crepúsculo – Stephenie Meyer posee los derechos de autor.

.

.

.

Hooola!

Muy triste, ¿no?

Díganme que opinan y si me seguirán con esta nueva traducción.

Les invito a pasar a Blood Lines, otra traducción de la autora Windchymes, que ya tiene capítulo final, a la espera de los epílogos. En mi perfil también encontraran El Voto y Sus Ojos.

Cariños, Blueskys :)

PD: Abastézcanse de pañuelitos, los necesitarán