Abrió la puerta lentamente y observó a su alrededor. Era una habitación grande, espaciosa pero, sin embargo acogedora. La cama, como todas las camas de la Escuela, llevaba las sábanas del color de su residencia, rojo y dorado; había un armario viejo pero que agradecía no tener que compartirlo con nadie y un escritorio amplio para poder hacer sus deberes. Aunque lo que más le gustaba de esa habitación era la ventana, las vistas. Se veían todos los jardines hasta el campo de Quidditch.
Rose empezó a organizar su ropa, clasificándola cuidadosamente por colores; al igual que sus libros por autores e asignaturas. El hecho de dormir sola no le agradaba demasiado,después de seis años compartiendo habitación con sus compañeras, pero que en su último año fuera Prefecto, eso sí, eso le encantaba. Cuando recibió la noticia fue feliz, era un honor, y sus padres le regalaron una escoba nueva para celebrarlo que pensaba estrenar así que los entrenamientos del equipo de Gryffindor empezarán.
Oyó ruido en la sala contigua, allí también había alguien deshaciendo maletas. ¿Quién eran los demás? Pensó que en este caso lo más educado sería ir a saludar al inquilino que iba a ser su nuevo vecino. Salió al pasillo. Era largo, con dos baños y sólo cuatro habitaciones, esto son lujos, sonrió, y llamó con tres golpes secos a la puerta.
Hola soy Rose, y soy la pref...- Empezó de carrerilla pero dejó de hablar al ver esos ojos glaciales mirándola – Malfoy – dijo.
Oh, Weasley, ¿aún te quieren aquí? Pensaba que la gente como tu la echaban de la Escuela, por ensuciar el nombre – ella no respondió, y él sonrió ante su victoria – Así que eres Prefecto este año... y compartimos pared. Qué mala suerte – exageró trágicamente
La chica, con todo el orgullo que fue capaz, dio media vuelta. ¿Cómo era posible que ese indeseable fuera prefecto? Era, como mínimo, indignante. Enfadada, se puso la túnica encima del uniforme y se fue directa a la sala común.
Era el primer día de curso, la gente se saludaba y se conocía, estaba abarrotado, busco a una cara familiar, un lugar a Albus sentado en una de las butacas cerca de la gran chimenea, charlando con una chica, otra... pensó. Se acercó, y hizo ruido con la garganta para que él chico se fijara en ella Ehem...Ehem... la pretendiente de su primo se largó, y ella aprovechó y se sentó en su regazo escondiendo la cara en su pecho como una niña pequeña.
¿ Cómo está mi Prefecto preferida? - Albus preguntó irónicamente
No he sabido contestar a Malfoy – el chico le acarició el pelo castaño rojizo
¿ Ya empezamos así el primer día? - Dijo él levantando una ceja – No seas cría.
El también es prefecto – añadió simplemente – duerme al lado de mi habitación
Como te toque te juro que...- Ella se rió, pues su enemigo era conocido por ir detrás de todas las faldas de Hogwarts, pero ella no entraba en esa categoría – Imbécil
Tu en eso tampoco te quedas corto – rió su prima, mirando las chicas de su alrededor
Albus, sin saber por qué, le dio mala espina el simple hecho de aquellos dos charlando. Rose, era Rose, y aunque era inteligente como su madre guardaba esa inocencia de su padre por la cuál no veía maldad en la gente. Y eso la hacia especial y vulnerable.
Rose, prometeme que no entrarán en el juego de Malfoy
Malfoy, me odia, Al.
Prometemelo – añadió serio
¿ Te piensas que estoy loca? No, nunca, nunca, nunca me juntaría con ese. Te lo prometo
Pesé esa primera semana horrible, las cosas estaban apunto de mejorar. Se miró en el espejo, nada le quedaba mejor que su equipación de Quidditch. Esas ropas ajustadas, llenas de protecciones en las articulaciones, y la capa que lucía orgullosa el emblema de su equipo. Montó en su nueva escoba y dio una vuelta de reconocimiento al campo. El público la aplaudía. Cual espectáculo de gladiadores.
La Capitana Rose Weasley entra en el campo, da la mano y saluda al equipo rival. - decía la comentarista – La snittch ya está en el aire. Qué empiece el partido!
El campo chillaba, el primer partido de la temporada era un Slytherin contra Gryffindor, la emoción rebosaba en el aire. Sólo llevaban media hora cuando algo terrible pasó; uno de los bateadores tiró a Rose de su escoba que cayo como un peso seco hasta que golpeó el suelo con la espalda y quedó inconsciente. Delante de tal estupor, uno de los jugadores bajo en picado, la recogió del suelo y se la llevo al castillo.
Con el número siete, Scorpius ha hecho un rescate de última hora. - Volvió a hablar la voz en off.
Albus dio un salto y salio disparado de la grada, seguido por Lily y Hugo, que aún no creían eso que terminaban de ver. Corrieron hacía el castillo.
La enfermería era un lugar que nunca le había gustado. Tan blanco, tan impersonal e impoluto, irracionalmente racional. Dejo la chica en una de las camas, arrugando así las sabanas blancas y la observó detenidamente. Esa piel pálida, contrastaba con su melena pelirroja y sus ojos esmeralda, ahora cerrados. Sus labios cálidos y gruesos tenían un magnetismo impactante, tenía un cuerpo pequeño, ágil, y, por qué no decirlo, rematadamente bonito. Lástima que seas Weasley pensó para si Espero que te pongas bien. Y sin explicación se acercó a ella, vaciló unos segundos, y después besó su frente suavemente. Me encanta tu piel
Tras intercambiar breves palabras con la enfermera salió de la sala.
Rose se despertó dos días más tarde, le dolía la cabeza, los huesos, no recordaba nada. Vio hermano pequeño mirándola asustado y sonrió, luego se dio cuenta de la rosa negra preciosa al lado de su cama.
¿ Me la has traído tu? - preguntó a Hugo
No... - respondió él sin saber si decirle la verdad – fue...
Dejala descansar – Albus se llevó a su primo, no le hacía falta saber nada más de esa flor. - Volveremos luego
