1
Prólogo
Isabella Swan miraba hacia el vacío, desde la azotea del edificio. Sus piernas le temblaban ante lo que iba a hacer, pero sabía que no tenía otra salida. Acababa de perder todo lo que importaba, engañando a la persona que más amaba para que la dejara marchar. Ya no le quedaba nada por lo que luchar.
-Es ahora o nunca- se dijo respirando profundamente mientras daba un pasito al frente.
Cerró los ojos para no pensar en la mirada triste de Edward cuando la había echado de casa, tras haberse negado a cuidar a Renesmee. Ella nunca se había querido quedar embarazada, pero cuando pasó se quiso engañar pensando que el pasado la dejaría tranquila y podría ser feliz junto a su niña y a Edward, pero no había sido así.
-Estarán mejor sin mí.
Sólo tenía que dar el salto definitivo y podría descansar en paz. Nunca la declararían culpable del asesinato de James, tampoco ya decepcionaría a su hijita cuidándola mal, ni traicionaría el amor de Edward con su inseguridad.
Un salto al vacío la llevaría a la felicidad eterna.
Bella sonrió tentada ante la posibilidad de dejar de sufrir de una vez. Quizás en la otra vida, ella podría ser de nuevo la joven ilusionada y feliz que era en Port Ángeles, antes de haber conocido a James Callister. El hombre que le arruinó su vida, y no le permitió disfrutar del amor de un hombre bueno, como Edward Cullen.
/ /
Emmett gemía acariciando con cariño el sedoso cabello de su Rose, mientras ella lamía con gula su polla. Estaban sentados en el aparcamiento del centro comercial, apartados de los demás coches, dando rienda suelta a su pasión.
Acababan de dejar a su pequeño Diego en la guardería, y el deseo les había hecho querer parar allí antes de regresar a su casa.
-Cariño, me encanta como lo haces- suspiraba él cerrando los ojos- Eres la mejor.
-Y la única que te hace y te hará esto si no quieres conocer mi furia- ronroneó ella mordiéndole un poquito la puntita.
-Ahh- se quejó él retorciendo los dedos en su cabellera- sólo te deseo a ti, cielo. No me imagino a nadie más chupándomela.
Ella gimió mientras procedía a hacerle el amor con sus labios, metiéndosela entera en la boca con cariño. Le encantaba saborear a su chico, sobre todo para relajarle, después de las semanas infernales que habían pasado con la hospitalización de su prima Isabella tras la cesárea practicada de urgencia para sacar a la pequeña Renesmee.
-Cielo cuando lleguemos a casa pienso follarte como dios manda- le aseguró Emm con voz ronca, inclinándose más en el coche para poder mover su mano libre y así acariciar con suavidad el montículo que su chica tenía entre las piernas- estás toda mojadita, bebé. Te encantará que papá Emmett meta su polla aquí, ¿verdad?
-Ohh ya lo creo.
Rosalie se afanó más en su labor, deseosa de que llegaran a casa para poder hacerle cumplir a su marido la promesa que le acababa de hacer.
Conociendo a su Emm como le conocía, cogió entre sus manos el tronco de su polla, y comenzó a deslizarlas suavemente por toda su longitud, mientras le lamía cada vez con más ganas.
-Así, cómeme así bebé, estoy cerca.
Ella sonrió, mientras procedía a complacerle, llevándole al éxtasis minutos después. Como buena gatita que era, se bebió todo sin dejar ni una gota, tal como le gustaba a ambos.
-Dios, pequeña, me vuelves loco- suspiró él besándola con ardor.- Vamos corriendo a casa para que pueda follarte. Estás empapada.
-¿A qué estás esperando para conducir entonces?.
Emmett rió fuertemente mientras devoraba sus labios, antes de abrocharse los pantalones y salir del coche para ponerse en marcha, devuelta a su hogar. Aquella mañana habían salido con prisas, tras la visita de Charlie y de Carlisle el policía del FBI de Port Ángeles que había ido a visitarles por el asesinato de James Callister, ya que supuestamente era conocido de la familia de Rosalie. Al menos se movían en los mismos círculos sociales, según información de testigos.
A ellos no les afectaba directamente la cuestión del asesinato, ya que había ocurrido lejos de allí, hacía bastantes meses. El asesino había escondido muy bien el cuerpo, ya que hasta hacía pocas semanas nadie había sido capaz de descubrirlo. La única pista que la policía tenía para poder atrapar al asesino eran unas huellas que habían encontrado en la residencia de la víctima, supuestamente de mujer.
-Tiene pinta de ser un crimen pasional- les había dicho Carlisle, tras interrogar a Rosalie y Bella sobre el asesinato- No hay huellas de excesiva violencia en la casa, y nadie forzó la cerradura, ni las ventanas para entrar a la vivienda.
Emmett estaba convencido que en Forks no hallarían ninguna pista sobre la muerte del pobre tipo rico de Port Ángeles, y por ello no había prestado especial atención al interrogatorio de la policía. Su mente estaba más bien enfocada en intentar ayudar a su hermano Jasper a superar su amor perdido por su futura cuñada Bella.
-¿Por qué frunces el ceño así, cariño?- le preguntó Rosalie mientras se retocaba el maquillaje.
-Pensaba en Jasper, y en la mala suerte que tuvo de enamorarse de Isabella.
-Mi prima nunca pensó que dos hermanos Cullen se quedarían prendados de ella nada más conocerla- río Rose recordando la timidez de Bella al principio de llegar a Forks, nueve meses atrás.
-Y yo nunca pensé que Bella pudiera sacar de la bebida a Edward, ni enamorar al mujeriego de Jasper en sólo un mes- suspiró él.
-Lástima que en la vida real los tríos no funcionen- lanzó Rosalie guiñándole un ojo a su marido- sería la solución perfecta para ellos.
Emm no pudo evitar soltar una carcajada al oír aquella absurda idea. ¿Un trío formado por Edward, Jasper y Bella?. ¿En un pueblo tan pequeño como Forks?. Seguramente a más de uno le daría un infarto de plantearse siquiera aquella posibilidad.
-¡Cuidado!- le gritó Rose haciéndole frenar de seco, al ver cómo varios coches frenaban de golpe enfrente suyo.- ¡Para aquí!.
-¿Cariño, qué…?.
-¡Mira allí!- y señaló a un edificio enfrente suyo, donde a lo lejos se veía la figura de una joven asomada a la azotea con la clara intención de lanzarse desde la terraza al suelo.
-Dios mío.
Emmett salió con ella del coche dejando mal aparcado el vehículo, mientras fijaba su vista en la joven que tan conocida le parecía.
-Esto… cariño- musitó con voz débil- ella no es…
-¡Bella!- Gritó Rose pálida como un fantasma- Dios mío, es Bella y se va a tirar.
Emm no lo pensó. Cogió su móvil y marcó el número de teléfono de sus hermanos. No sabía que había pasado, pero estaba convencido que Jasper y Edward eran los únicos que podrían hacer entrar en razón a Bella.
Si lograban llegar a tiempo.
Continuará...
