Después de dos ediciones y una eliminación puedo decir que mi primer fanfic esta de regreso en la red. Me gusta, es sencillo y un poco tonto pero fue el primero. Disfrútenlo.


Emma POV

¡Campamento! Después de un estresante semestre al fin estaríamos juntos. En familia.

Mis hermanos y yo éramos muy unidos. Hermanos aun cuando tecnicamente no había una relación de sangre entre nosotros. Poco importaba.

Nuestro padre, Carlisle, había tenido tres hijos previamente. Emmett, Alice y Edward. Carmen, la primera esposa de Carlisle, falleció tras complicaciones en su último parto. Nuestra madre, Esme, había pasado por una serie de embarazos adolescente. Jasper nació cuando ella sólo tenía 16 años de edad, yo cuando recien había cumplido los 18. Fue así como mis padres se conocieron. Dentro del hospital y con una diferencia de seis años entre ellos. Carlisle fue el doctor que atendió mi parto, ¿coincidencia o destino? No sabemos. Claro esta que ese día su turno había terminado dos horas antes de nuestra llegada a Emergencias. Al día de hoy papá reconoce que fue su instinto el que le hizo permanecer para ayudar al Doctor Snow y en consecuencia, toparse con nosotros.

Fue amor a primera vista. Aun cuando la apariencia de mi madre no haya sido la más encantadora, pero, si te tolerante entre gritos y llantos no deberías de poner en duda su amor.

Mi familia se unió cuando Jazz tenía tres años y yo apenas cumplía el primero de los que vendrían. Emmett tenía cuatro, Alice tenía tres y Edward apenas cumpliría los dos. Todo esto me llevo a ser la pequeña de la casa. La consentida, a la que le daban todo sin que lo pidiera, a la que adoraban, a la que casi alababan. Sin embargo, no fui la primera en adaptarme. Jasper, probablemente habiendo desarrollado el gen de la familia prematuramente tuvo una instantanea conexión con Alice.

¡Humpf!- Solté molesta. Se estaba haciendo tarde. Mi padre tenía que venir a recogerme para pasar por nuestras maletas y poder irnos de una buena vez por todas. Estaba ansiosa, como siempre. El estaba tarde, como siempre.

No me malinterpreten. Carlisle es el mejor padre del mundo entero. Si quería un abrazo lo recibía antes de pedirlo. Si quería una ovación por alguna acción mundanamente considerada como maginifica para un niña de cinco años, la obtenía. Si buscaba pasar un buen rato con una buena compañía, él estaba ahí para mí. O, si solo quería que alguien probaba mis galletas, mi papá tenía ya la boca abierta y un vaso de leche a su lado. No siempre me salían las cosas bien.

Él era mi mejor sueño en carne y hueso. Un padre cariñoso y infinitamente bondadoso, tal como mi madre. ¿Cómo lo sé? Los Cullen eran reconocidos por ser altruistas de corazón. Siempre procuraban que una cantidad de sus salarios e inversiones fueran destinados a una institución, casa hogar o hospital. Pero no se detenían ahí, ellos mismo participaban en cada evento realizado. Todos nosotros estábamos obligados a ir. En un principio lo consideraba aburrido pero entendía que era necesario. Posteriormente Eddie y yo encontramos una forma de divertirnos, no que fuera la correcta pero de vez en cuando teníamos que recurrir a situación algo extremas. Aventabamos bocadillos que robábamos de las mesas con algún sostén de mamá o corpiño de Alice que casualmente desaparecían del cesto de ropa sucia, el cual estaba a un lado de nuestros cuartos. Bueno eso y el hecho de que siempre que tenían la oportunidad de hacerlo algún hombre de mi familia me invitaba a bailar. Una de mis grandes fascinaciones. ¿Cómo no? Me sentía en la cima del mundo mientras todos los invitados me miraban. Aunque la verdadera actividad que amaba era ir personalmente o mejor dicho, familiarmente, a las casas hogares y entregarle a los niños ropa o algún dulce que les gustara. Esos niños se lo merecían más que nosotros. Por eso de las travesuras, me decia juguetona mi madre.

Siendo honesta, siempre escondía uno o dos dulces para mí y para Eddie.

Suspire mirando la entrada del colegio. Nada. Bueno, amaba a mi familia más que a nada en el mundo, ¿cierto?

Tengo lo dulce cantidad de 10 años de edad. Emmett tiene 14 y tiene novia, Rosalie, una hermosa 'adolescente', como Emmett insistia que lo etiquetaramos, que parecía ser princesa sacada de libro de cuentos con un largo cabello rubio y sedoso. Me encantaba jugar con ella y Alice a maquillarnos. A veces, cuando Alice estaba de buenas inclusive lograba que me vestían como una verdadera deportista. Claro, a veces era más grande su berrinche y terminaba en vestidos y tacones demasiados grandes para mi.

Alice y Jasper ya habían llegado a los 13 años, a punto de unirse al club de adolecer con Emmett. Ugh. Sin embargo lo que importa es que tenía la enorme sospecha de que algo más que una simple unión de hermanos pasaba entre esos dos. Cuando encontré a Alice tirada en el baño llorando desconsoladamente y gritándo algo sobre la sangre de no sé que ropa a mi mamá por el teléfono salí corriendo lo más rápido que pude, sin embargo Jasper entró y se sentó a su aldo. Pasaron ¡DOS HORAS! tirados en el baño abrazados. Jasper trataba de consolar a mi hermana mientras ella arruinaba su camisa con lágrimas. Nunca nadie en esta casa duraba tanto tiempo así. Creía que estaban juntos. No es que me molestará aunque Edward sintiera la necesidad de aclararme que no había nada malo dentro de ello, puesto la sangre no los relacionaba. Como un auto gol. ¡Siempre era válido!

Edward, el mejor hermano de todo el planeta aunque Jasper o Emmett se molesten, tiene once años. Eran increíble lo bien que nos llevábamos.

Edward era lo que Alice llama 'un nerd'. No puedo verle el lado malo cuando es él quien me explica todo aquello que no entiendo. A cambio yo le enseño a él sobre coches y deportes. Me enseño su amor a la lectura, que fácil adopte. Me enseño a encender la estufa y ponerme los curitas sin ver la herida. Siempre me iba a ser útil el consejo cuando no estuviera, pero aun faltaba tiempo porque siempre que me caía Eddie estaba ahí para ayudarme. La sangre, mi sangre, no lo alteraba. No podríamos decir lo mismo que el resto de la población porque entonces era costumbre caerse al suelo. Tengo que admitirlo, mi hermano es un genio pero hay algunas cosas que le faltan.

Estaba sentada en la banqueta de mi escuela. Seguía esperando. Para no morir más de aburrimiento, tomé el balón que tenía a mi lado y empecé a hacer dominadas con la cabeza. Esperaba que en cualquier momento el Mercedes negro entrará por la puerta principal con un papá extrañamente guapo y una sonrisa grabada en su rostro.

El trato que teníamos para recogerme de la escuela era muy sencillo. Esme me recogía un año y Carlisle otro, Emmett no podía esperar para recibir su permiso y poder recogerme él también, eso y que también quería impresionar a Rosalie con su flamante jeep. ¿Quién no?

Una enorme sonrisa se pintó en mis labios cuando escuché las llantas del coche de mi padre girar por la acera a solo dos segundos de entrar por la puerta a la que llevaba mirando treinta minutos.

¡Hey tú! Mira quien llego. – Eddie sacó la lengua mientras corría muy rápido hacia el coche de nuestro padre. ¿Dónde había estado? ¿De dónde había salido? No pude evitar hacer lo mismo, por más rápido que corrí no lo alcance y me hizo suspirar frustrada. Él solo ladró una risotada.


¿Y que les pareció la introducción?