Disclaimer: Ni bleach ni sus personajes me pertenecen. Los fragmentos de canciones al inicio de cada capítulo tampoco me pertenecen, los créditos van a sus respectivos compositores o cantantes.
NA: ¡Hola a todos! Les traigo una nueva historia.
La verdad es que últimamente me obsesioné por las películas de robos y de detectives y bueno, no pude resistirme a escribir este fic.
Sé que tengo una historia por terminar pero, como dije, no me pude resistir a la idea. Hay un fic al respecto que leí hace un par de años de una serie y pareja diferente pero recuerdo haber querido escribir algo como eso, supongo que ahora es el momento.
Summary: Ichigo es un mentiroso ladrón, uno muy bueno y Rukia es una inteligente detective cuya tarea es atraparlo. ¿Pero cómo afectará su pasada vida romántica en el asunto? Además, Ichigo sabe lo que quiere; las joyas y el dinero no son su principal objetivo, él quiere recuperar lo que una vez perdió, él quiere recuperarla a ella.
Aclaraciones: Tengan en cuenta, por favor, que la historia se desarrollará en una ciudad de estilo Europea, algo parecido a Venecia o Paris, aunque llevará el nombre de Karakura.
Chase me
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Prólogo
Ho sbagliato tante volte ormai che lo so già che oggi quasi certamente sto sbagliando su di te ma una volta in più che cosa può cambiare nella vita mia...
Accettare questo strano appuntamento è stata una pazzia!
—Andrea Bocelli
Hace dos años:
Era una mañana tranquila en la ciudad, los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar parques, edificios y casas. La gente comenzaba a prepararse para comenzar el día y no había ni una sola nube en el cielo azul.
En un departamento de un edificio lujoso con una fachada estilo francesa, una joven mujer despertó sonriente ante las caricias de su amante. Sus parpados negándose a abrirse y a recibir la intensidad de la luz que poco a poco inundaba la habitación.
—Arriba, mi pequeña —dijo una voz masculina, su tono divertido.
—Mmm. No, cinco minutos más —pidió ella abrazando su almohada. No estaba lista para despertarse, no quería hacerlo.
El nudo de sábanas sobre ella, el mullido colchón y las almohadas hacían que todo resultara tan cómodo que la invitaban a nunca dejarlos.
Él gateó por encima de ella y retiró la almohada de su cabeza suavemente antes de besar su mejilla.
—No quiero —contestó ella apretando los ojos fuertemente.
—Preparé el desayuno —insistió él besándole el hombro, sus acciones decididas a no dejarla volver a dormir.
—Puede esperar —contestó ella reconociendo el olor del café que él había dejado calentando en la cafetera.
—Hay fruta picada —replicó él, su tono completamente paciente.
—Puede comerse en frío.
—También hice hot-cakes, esos no pueden comerse en frío —insistió resoplando en su cuello y ganándose una suave risa por parte de la mujer.
Hasta ese punto, podía decirse que Kuchiki Rukia se encontraba completamente despierta.
—Mmh. Bien, desayunaré y regresaré a la cama —murmuró ella resignándose a abrir los ojos, parpadear un par de veces y encontrarse con el rostro de él mirándola con una suave sonrisa.
Decir que Kurosaki Ichigo era un hombre apuesto era subestimarlo. Él era más bien como la personificación de algún dios griego. Para empezar, se trataba de un hombre alto y de complexión musculosa, no tan marcado ni inflado como para ser un fisicoculturista pero lo suficientemente musculoso para ser el perfecto símbolo de ropa interior y jeans de Clavin Klein. Tenía también un mentón masculino bien pronunciado, una nariz respingada, unos ojos marrones que podían parecer tan enigmáticos como el mar si los mirabas atentamente y un cabello tan extraño y brillante de color naranja.
Ella rodó los ojos al ver su sonrisa cambiar por una burlona y supo que se le había quedado viendo más de lo necesario.
La mujer debió la mirada de su rostro y la posó en el blanco techo de la recámara.
También era el ser humano más arrogante que existía. Pensó con una suave sonrisa intentando recordar desde cuando él había sido capaz de despertarla tan de buen humor y salir ileso.
La joven se llevó las manos a los ojos y se los talló con la parte de atrás de éstas.
—Serviré el café —dijo sonriendo complacido consigo mismo.
—Hn —ella le siguió con la mirada clavada en su espalda desnuda. Después de todo, ella nunca se aburriría de observarlo.
La mujer sintió su cara calentarse al notar un par de rasguños en su espalda y supo enseguida que se estaba sonrojando, después de todo, ella misma se los había hecho la noche anterior.
Sacudió la cabeza un par de veces para alejar los recuerdos y suspiró resignadamente antes de sentarse al borde de la cama. Ya no le sería posible volver a dormir a esas alturas, si lo hacía, ella estaba segura de que él regresaría y permanecería ahí hasta convencerla dejando enfriar el desayuno inutilmente.
Se levantó de la cama y se puso un par de pantuflas antes de seguirlo a la pequeña terraza.
Rukia se sentó a la mesa donde la esperaban un platón de fruta picada, un vaso de zumo de naranja, un par de hotcakes y el periódico del día. No era sorprendente lo rápido que se había acostumbrado a despertar así todas las mañanas.
—Mhhmmm —murmuró Rukia. No se había dado cuenta de lo hambriendta que estaba hasta el momento que el olor de los hotcakes llegó a su nariz.
Él tan solo la miró divertido y sirvió el café de la cafetera en dos tazas. Añadió dos cucharadas de azúcar y tres sobres de crema para café en la taza de ella y dos de azúcar en la suya.
No era sorpresa alguna que él supiera como le gustaba el café a ella. La había observado millones de veces hacerlo y la receta era bastante simple, además ¿qué clase de relación sería esa si él no conociera como le gustaba el café a su chica?
Rukia recargó su codo en la mesa y sostuvo su cabeza con la mano mientras se tapaba la boca al bostezar con la otra.
Durante el tiempo que llevaba de conocerlo, ella sabía que él era una persona tempranera, una de esas personas que se levantaban con el sol y rendían muy bien durante el día con tan sólo unas cinco horas de sueño. También era el tipo de personas que disfrutaba más de una comida con compañía que sin ella, pues él venía de una familia unida en donde se acostumbraba aquello.
Rukia era todo lo contrario, ella era una persona vespertina, prefería comenzar su día tarde, cumplir con al menos siete horas de sueño y extender su trabajo a altas horas de la noche. No le molestaban las comidas solitarias pues desde la desaparición de su hermano, cuando ella era muy joven, se había acostumbrado a aquello.
Fue muy curioso que las facetas de ambos hayan resultado en algo tan reconfortante para ambos. Durante el tiempo hasta habían establecido acuerdos sin siquiera mencionarlos. Él se encargaba de los desayunos y ella de la cenas; él le tenía café caliente esperándola en la mesa y ella una ensalada para balancear sus hábitos. Sin mencionar que las conversaciones entre ellos, por más triviales que fueran, nunca resultaban aburridas.
Rukia tomó un bocado de sandía recién cortada de forma perezosa y leyó el título de la primera plana del periódico.
Ichigo la miró mientras se sentaba a la mesa y no pudo evitar recorrerla de pies a cabeza con la mirada. La había visto tantas veces y con tantos atuendos y aún así no parecía cansarse nunca. Perdónenlo por lo cursi, pero la chica tenía la apariencia de un ángel.
Era una mujer de estatura pequeña y de complexión delgada pero con todas las curvas en los lugares precisos. Tenía un rostro con una fina barbilla, unos ojos únicamente violetas y una pequeña nariz rodeado por su corto cabello negro de apariencia y sensación suave. En pocas palabras, Rukia Kuchiki era una mujer preciosa que, aunque contrastara tanto con su fiera personalidad, tenía la apariencia inocente y perfecta para la de los comerciales de perfumes.
Él regresó la mirada a su rostro, si no se detenía ahí, nunca podrían llegar a comer el desayuno.
—¿Terminaste de acosarme con la mirada? —preguntó ella portando una sonrisa altanera.
—Eso depende… ¿terminaste conmigo también? —contraatacó él
—No, tu cabello de zanahoria me distrajo todo el tiempo.
Ichigo resopló ante el comentario. No era sorpresa alguna que ella tuviera siempre la última palabra en cuanto a discusiones verbales.
—¿Cómo va el caso? —preguntó Ichigo antes de sorber de su taza.
—Bastante bien—contestó ella utilizando el par de cubiertos en sus hotcakes.
—¿En serio? —preguntó interesado— ¿Encontraron algo?
Rukia esperó a pasarse el bocado antes de hablar.
—La huella de una bota y un cabello —contestó tranquilamente. Su atención estaba en bañar su desayuno de miel de maple—Hoy esperamos tener los resultados de ADN y bueno, lo que sigue es puro protocolo —añadió ella metiéndose otro bocado a la boca disfrutando de la suave y caliente cobertura del pan derritiéndose en su boca.
—Hn —resopló él casi burlonamente mientras sacudía la cabeza, una sonrisa cargada de preocupación que Rukia no pudo notar— siento lástima por él —se obligó a decir Ichigo.
Su apetito se había esfumado completamente ante las posibilidades y pensamientos que las noticias de ella conllevaban.
— Yo también— dijo ella levantando la mirada para verle. Ojos cafés encontrándose con violetas.
Por un momento, Ichigo juraba que aquello había sonado como un desafío, como un juego, era incluso como si ella supiera la verdad y aunque él sabía que eso era poco probable, de ser así ya lo habría enfrentado.
Buscando hacer algo, él bajó la mirada a su plato y se forzó a comer un poco esperando no vomitarlo por el vuelco que su estómago había dado.
—Iré por la mantequilla —dijo él levantándose de su asiento y entro al departamento bajo la curiosa mirada de la mujer.
Caminó en línea recta al cuarto de baño y se encerró allí. Colocó las manos sobre el lavabo y se miró al espejo. En ese momento y por primera vez en años, Ichigo Kurosaki deseó haber sido más cuidadoso, deseó que las cosas hubieran sido diferentes.
Se lavó la cara en un intento de calmarse y observó recelosamente el champú sobre la bañera preguntándose si eso saldría también en la muestra del laboratorio de investigación en la jefatura. Decidiendo que no debía tardarse mucho regresó a la terraza pero no sin antes pasar por la mantequilla que había usado como pretexto.
—Hmmm ¿Me das un poco? —pidió Rukia y el sonrió antes de pasársela. No dejaba de sorprenderle lo mucho que comía Rukia.
Él la observó untar su otro hotcake de mantequilla antes de bañarlo de miel y cortarlo. La observó llevarse la rebanada a la boca y masticarla. Unas migajas reposando en la comisura de sus labios.
El simple hecho de que el no volvería a verla hacer aquello trajo consigo una sensación de amargura.
Así que sin importarle nada por el momento, Ichigo se recargó sobre la mesa y la besó, la besó tan apasionadamente como acostumbraba pero añadiendo un toque delicado y con un significado mucho más profundo mientras disfrutaba de cada segundo, a sabiendas de que era el último que le daría.
Sintió el sabor de la miel en sus labios y la besó con más ganas. Incluso parecía desesperado.
Aquello llevó a otras cosas y para el tiempo en que Rukia partía al trabajo ya era tarde.
Se despidieron como de costumbre y ella marchó con las mejillas coloradas, una sonrisa boba en el rostro y sin tener la menor idea de que esa sería la última vez que lo vería y que esa misma noche, y las siguientes a esa, llegaría a un departamento vacío con nada más que recuerdos en el.
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Continuará…
Con esto concluye el prólogo de nuestra historia. Nuestra detective no tiene ni la más remota idea de la verdadera profesión de nuestro apuesto ladrón, pero cuando la descubra, bueno, todos han leído sobre Rukias furiosas y con el corazón destrozado y podemos especular de cómo sería su encuentro años después de este incidente. Explosivo y catastrófico.
Eso es todo por ahora, me parece que estuvo algo corto pero tengan en cuenta que es el prólogo. Prometo hacer los capítulos más largos para la próxima.
Gracias por leer, dejen un comentario sobre su opinión y especulaciones, por favor, me encantaría saber lo que piensan al respecto de esta nueva historia.
