Personajes © Masashi Kishimoto
Fanfiction © MonoChronus
·
"Penetrar un cuerpo es penetrarse y
al mismo tiempo sustituirse,
perderse"
—Ana Becciu
·
·
RELIGIO AMORIS
·
·
Ella lo conoció en un momento extraño de su vida.
El padre de Naruto financiaba y apoyaba a varios artistas, Minato no era exactamente muy reconocido en el medio del arte pero le encantaba visitar galerías, para aburrimiento de su querida esposa, Kushina. Así que ese día Naruto había decido acompañar a su madre junto con ella, su mejor amiga. Sasuke estaba fuera del país por asuntos universitarios, así que Sakura se había molestado un poco cuando Naruto la tomó por su última opción. No sentía celos de Sasuke, era verdad que si el rubio tuviera problemas o necesitara algo al primero que llamaría sería a Sasuke, porque el chico conocía más al Uzumaki que ella misma, pero no podía evitar sentirse un poco menospreciada por ser el plan de último momento del que consideraba su mejor amigo.
Sasuke y Naruto eran amigos de la infancia y ella apenas los conoció en secundaria. Se sentía pésimo al sentir envidia por la relación tan cercana de ambos. Cabe decir, que por Sasuke había sentido un repentino capricho hormonal y lentamente fue dándose cuenta que estaba enamorándose de él. Naruto era como el hermano de Sasuke y ella se había acercado al muchacho con la intención de saber cómo era su amigo.
Sakura no creyó caer bajo la simpatía y encanto de Naruto, pero lo hizo, y a veces la hacía enojar pero él era una clase de persona que jamás creyó conocer. Naruto tenía metas, sueños, poseía pasión y era persistente y optimista, era la clase de persona que sacrificaba todo por la felicidad de los demás pero tampoco perdía de vista la suya propia. Era como un niño pero dotado de momentos de sabiduría, un ángel. Todo lo contrario a Sasuke, porque el moreno no hablaba mucho, sabía que mantenía buenas calificaciones pero no era exactamente un genio, no resaltaba más que por su atractivo y tenía fama de ser un rompecorazones. Aunque para ella Sasuke bien podría ser asexual. Sabía muy poco de Sasuke, era misterioso, y aún así decidió decirle sus sentimientos.
—Lo siento. Pero no me atraen personas como tú.
Ese día su autoestima cayó hasta el abismo más oscuro. Lloró y no dejó de tomar café en toda la noche. El fin de semana se la pasó tirada en su cama y no salió para comer sino hasta el domingo por la noche. Había estado tan distraída que nunca revisó su celular, no hasta el lunes por la mañana, dándose cuenta que tenía 60 llamadas perdidas de Naruto y 34 mensajes sin leer de su parte. Su amigo preguntaba con exasperación y en letra mayúscula si se encontraba bien, si algo malo estaba pasando, que si necesitaba algo él se lo ofrecería, que Sasuke era un imbécil y que ella era demasiado para un chico como él.
Sakura sonrió tiernamente a la luz de la pantalla.
Desde ese día Naruto se convirtió en su confidente y mejor amigo, algo así como el hermano mayor que nunca tuvo. Y él llevaba bien ese trabajo porque no dejaba que otros chicos la miraran o que se burlaran de ella. Siempre recibía burlas por su frente o su plano escote. Naruto siempre estaba ahí, a su lado. Por eso no le gustaba sentirse excluida cada vez que Sasuke estaba presente, porque en esos momentos Naruto hablaba más con Sasuke que con ella, y Sasuke la ignoraba y ella presentía que lo hacía porque no le caía bien. Sakura quería dejarle en claro que no intentaba acosarlo ganándose la amistad de Naruto, pero al parecer Sasuke jamás la tomaría en serio ni la consideraría sincera.
Sakura odiaba ser tomada por la persona equivocada. Odiaba tener que fingir que Sasuke ya no le gustaba en presencia de Naruto, odiaba que Naruto se absorbiera en su conversación con Sasuke mientras ella bebía café de un popote. Odiaba estar en discordia. Y se guardaba todos esos sentimientos para ella misma sin darse cuenta que estaba cayendo en depresión.
El arte no lograba distraerla, la conversación de Naruto y Kushina se escuchaba lejana y amorfa, inclusive el latido de su propio corazón le pareció desconocido. No se sentía bien, tenía un ligero dolor de cabeza y no quería estar en ese lugar. Solamente aceptó porque Naruto había insistido mucho y le gustaba sentirse necesitada por él. Pero comenzaba a arrepentirse.
Caminaba por inercia, no prestaba atención a ningún cuadro y sin darse cuenta perdió de vista a Kushina y a Naruto. No estaba en sus cinco sentidos, y cuando tropezó con algo salió repentinamente de su trance y se sintió sumamente ofuscada. Levantó la mirada, entrando en un mundo lleno de huecos, sin flores ni fauna, sin días soleados, capas de gris y arena negra.
—Lo siento.
—¿Qué opinas de este cuadro? —. Tenía una voz suave, más suave que la de cualquier mujer. Pero sin emoción alguna.
Sakura se quedó unos segundos observando al muchacho con el que había topado. Él era alto, tenía el rostro alargado y la piel tan blanca como la luna. Su expresión era... vacía, pero concentrada. Estaba parado firmemente con los hombros hacía atrás y vestía de manera despreocupada, igual que su cabello.
Ella giró el rostro al cuadro que estaba a su lado. Una pareja desnuda.
El hombre estaba de pie y la mujer de rodillas dándole la espalda, él estiraba el brazo de ella hacia su espalda, en un ángulo doloroso, presionando en su cintura de arena su rodilla de piedra. La encorvaba hacia atrás, ocasionando que las costillas de la fémina se enmarcaran en su piel y su cadera de marfil surgiera hacia adelante. Ella presumía sumisión absoluta, no mostraba ningún brillo de fiereza en sus ojos o de siquiera dolor. Estaba absorta en el poder que ejercía sobre ella, hipnotizada. Él era puro músculo, a diferencia de su compañera su piel no era de cerámica, tenía una textura carbonizada, oscura, magullada, exudaba furia y poder. La luz era roja, como si la lava de un volcán entrara al cuarto de la pareja, las sombras aún así resaltaban más y la oscuridad en la mirada del hombre le ocasionó un estremecimiento. Los ojos de él eran tan expresivos, miraban a la virgen con suma atención, bebiendo cada expresión de su rostro, seducido por su frágil postura. Él quería tragársela, el canibalismo brillaba como un rayo rojizo por sus pupilas.
Sakura se quedó ahí, observando cada detalle: memorizando los rizos femeninos, las cicatrices en piel masculina, el sudor como cera.
No se dio cuenta que alguien la observaba como el hombre observaba a la mujer.
·
Sai. Ese era su nombre. Corto y fácil de recordar.
Minato decidió financiarlo con suma alegría.
Sai era el artista del cuadro que no la dejaba dormir en paz desde hace días. Buscó en la web su nombre y encontró más cuadros oscuros y demoníacos, donde dos objetos siempre hacían contraste. Las pinceladas eran a veces cortas y otras veces largas y sedosas, siempre elegía colores oscuros y opacos, y utilizaba los brillantes para resaltar violencia. En sus cuadros estaban presentes ángeles desnudos y mutilados, demonios comiendo plumas blancas, hombres con forma de animal estrangulando doncellas y vírgenes sucumbiendo a la violencia. Era pura masturbación. No se atrevió a verlas en máxima resolución y cerró la computadora portátil.
Se sintió molesta. Aquel muchacho no pareció agradecido cuando Minato mostró interés en financiar sus trabajos, mostraba abandono, como si no le importara en lo absoluto que un hombre tan exitoso como Minato Namikaze lo eligiera entre muchos otros que se mataban para obtener su atención. Después de marcharse Naruto se mostró reacio a que su padre mantuviera algún tipo de relación con ese raro e incómodo chico, y Sakura no pudo estar más de acuerdo.
Sai era incómodo. Su mera presencia te dejaba en los huesos y él ni siquiera hacía un esfuerzo para lograr eso. Sus ojos no parecían tener pupila, eran tremendamente oscuros al igual que su cabello, su piel parecía mentira por la enfermiza palidez. Su rostro no decía nada de su alma. Incluso su ropa era falacia. No había sustancia ni aroma a su alrededor. Era un alienado.
Y no se podía contestar porqué soñaba con sus cuadros. Sus cuadros eran la única evidencia de que existía algo dentro de él. Algo oscuro habitaba en ese muchacho y la atraía como imán. No podía creerlo.
·
Realmente no podía creerlo.
Sai, Naruto, Sasuke y ella sentados en una mesa de la cafetería.
Era increíble.
Naruto le llamó esa tarde para invitarla al café, pero al parecer olvidó un pequeño detalle: que Sasuke también iría, y que el tal Sai también estaría ahí. No sabía qué era peor.
Cuando los vio en la mesa quiso correr, pero Sai notó su presencia primero que nadie y ella ya no tuvo la oportunidad de darse la media vuelta.
Se sentó y saludó en un tono bajo. Se mantuvieron en silencio durante 30 segundos, aunque al parecer antes de que ella llegara ya estaban sumidos en ese mutismo.
El mesero llegó y rompió el cristal que los estaba ingiriendo. Sasuke pidió su café latte especial sin casi azúcar, Naruto su mocha con extra chocolate y ella un capuchino.
Sai pidió un vaso de agua.
El mesero se fue y quedaron en silencio otra vez. Sasuke carraspeó.
—¿Y él quién se supone que es?
Naruto sonrió inocentemente.
—¡Oh! —Se río—. Verás, mi padre dijo que Sai no tiene amigos así que bueno, quería que saliéramos con él y le mostráramos el mundo, ¿no es así, Sai?
Sakura y Sasuke compartieron por primera vez una mirada de desapruebo. Naruto siempre omitiendo los detalles más importantes y metiéndolos en sus problemas.
—Mhm, bueno —comenzó Sakura—. ¿Por qué no nos hablas más de tus trabajos, Sai?
—No me gusta hablar de mis trabajos con las demás personas.
Su voz era tan suave, hipnótica. A pesar de que estaba siendo cortante.
—¡Eh vamos Sai! —exclamo Naruto pasándole un brazo por el hombro.
Sai no mostró molestia alguna, a decir verdad, no pareciera que sintió siquiera el contacto físico.
Ella y Naruto trataron de sacarle conversación pero siempre terminaba por morir. No obtenían una respuesta satisfactoria, no lograban que sonriera, que mostrara interés. ¡Ellos eran los que estaban esforzándose por conocerlo! Sakura se estaba cansando e irritando, no soportaba más estar cercas de él, en especial porque siempre la miraba más que a los otros. O tal vez era solamente porque estaba sentada frente a él. Sí, tal vez. Aún así, no le agradaba, no le gustaban sus ojos, eran... demasiado hondos, sofocantes.
Bebieron su café, trataron de preguntarle acerca de su vida personal pero él decidió no contestar, algo que fue más incómodo que haber contestado con un "no me gusta hablar de mi vida personal con los demás".
Sakura se estaba hundiendo.
—Oye Sai, ¿no te gusta el café?
Sai negó con la cabeza. Sakura sonrió tímidamente.
—¿Por qué?
—... no necesito café. Nunca lo he necesitado.
De acuerdo.
—Pero, ¿por qué no lo pruebas?, tal vez no lo necesites, pero tal vez te guste.
—No.
Sakura dejó caer un poco su sonrisa. Naruto comenzaba a irritarse por lo que estaba notando, ya que cruzó sus brazos con un mohín de molestia. Sasuke se mantenía en silencio mirando fuera del establecimiento, como si estuviera haciendo un viaje extracorporal.
—¿Quieres probar el mío? —ofreció ella, estirando el brazo con la taza en la mano.
Naruto y Sasuke desviaron la mirada en dirección a ella.
Sai sostuvo la taza.
Sakura abrió más sus ojos.
Justo donde los labios de Sakura habían bebido la sustancia, justo donde Sai los colocó. Él bebió todo el café, como un elixir.
—Y, ¿qué te pareció? —no pudo evitar que su voz temblara un poco.
Ella era virgen.
—Exquisito —contestó aún con el rostro inclinado en la taza, mirándola directo a los ojos. Flechas atravesando sus ojos.
Había comenzado a tejer una telaraña.
·
·
·
Quise darme un descanso de Our Love to Admire (espero actualizar antes de que termine el mes!), así que decidí escribir una idea que me tenía desde hace meses... haha descansar de escribir escribiendo más.
No espero que esta historia rebase los diez capítulos, será corta, o eso espero. Además, casi no escribo SaiSaku a pesar de que tengo un deseo escondido por ellos (omg).
¡Hasta luego! Cualquier comentario con buenas intenciones será bien recibido.
Monochronus
