¡Nuevo fanfic! :) O no tan nuevo :P Esta historia es la segunda parte de Diálogos de la Manzana y, aunque imagino que se pueden leer por separado, no lo recomiendo! Dicho esto, el formato de la historia será muy similar a la anterior. Los capítulos irán marcados por los días que van transcurriendo y la actualización será muy seguidita y, por supuesto, será aún más seguidita si dejáis muchos reviews con cada actualización! :) Ya sabéis que y soy muy de "toma y daca" :P
Dicho esto, este fanfic ha nacido de varias cosas. Una de las primeras, por supuesto, haber alcanzado los 1.500 reviews en la historia anterior. ¡Mil gracias a todas! Aquí está vuestro premio, espero que haya merecido la pena ^^ Por otro lado, de las ganas de retomar esta trama, de aclarar qué pasó después de ese beso de amor verdadero. Y por último, por los ánimos y apoyos de dos de mis lectoras y correctoras, mi Regina particular y Minikiwi, esta historia tiene mucho que agradeceros a las dos! ^^
Ya casi casi me callo. Espero que os guste, decidme tooooodas vuestras opiniones en los reviews y ahora, a averiguar qué ha ocurrido :) ¡A leer!
20 de diciembre
Snow remueve su té minuciosa. El azúcar se ha disuelto 35 vueltas atrás, pero no deja de mover la cucharilla. Es posible que ni siquiera se acuerde del té. Sólo tiene ojos y atención para una cosa: la cortinilla que da paso al dormitorio de Emma. De su hija. Porque resulta que, su compañera durante los últimos meses, esa sheriff que cayó en coma, es su hija y ella es Snow White.
Aguanta la respiración, la cortina se ha movido. Un poquito, ¿no? Está segura…
Pasan unos segundos y vuelve a respirar. No se ha movido, continúa quieta y sin abrirse. Aún no se acostumbra a verla cerrada. Durante los meses en que compartieron piso, Emma nunca cerró la cortina. Pero desde que regresó de la maldición apenas la deja abierta. Se encierra en su cuarto durante horas, prácticamente siempre que Henry no está en casa. O todo lo encerrada que puede estar una persona cuya puerta es una cortina de tela que no llega ni hasta el suelo.
Sea como sea, Snow no termina de acostumbrarse.
Desde que Emma despertó hasta que recibió el alta, había imaginado y planeado cómo sería tener a su hija y su nieto en casa. Y no se ha cumplido una sola de sus ideas. Entiende que Emma no se acostumbre de golpe a una situación tan surrealista. O que no sea lo mismo la necesidad de besos y abrazos que tiene ella misma hacia su bebe desaparecido que el que puede tener Emma hacia ella, que la ve como una coetánea con la vive.
Pero no se trata sólo de que a la sheriff le cueste verla como madre. Va más allá.
Desde que despertó está muy callada, más pensativa, más distante y mucho menos comunicativa. Es educada y se comporta de forma correcta, pero tiene una seriedad que no deja indiferente a nadie y la única forma de hablar con ella es en determinados momentos. Cuando sale de su cuarto, por ejemplo. O cuando su madre la espera en la cocina, lista para asaltarla, removiendo minuciosamente su té. Pero es un asalto cariñoso, disimulado, con buena intención.
Esta vez sí que se mueve la cortina. Sí, ¡definitivamente se está moviendo!
Snow se yergue con la postura más natural y casual de su repertorio. La cara dormida y a medio despejar de Emma la mira sorprendida.
"Hola cariño"
"Ey" pronuncia a medias con un bostezo. "¿Qué haces ya despierta?"
"Me gusta aprovechar la mañana" La respuesta queda tan natural como su casual postura.
"Eso está bien…" Tiene un par de mechones rebeldes escapándose de la coleta que trata de hacerse y vuelve a empezar. Dos veces. La goma del pelo se le resiste y el sopor no ayuda.
"¿Y tú?" Otra vez pura naturalidad convertida en pregunta. Tan natural que el radar de Emma salta con todas las alarmas. Su compañera de piso se trae algo entre manos.
"Lo de siempre, ya sabes…" Mary Margareth está tratando de hablar, de entablar una de sus largas conversaciones. Y Emma no está interesada. "De hecho, llego tarde"
"Oh, ya… ¿Vienes a comer…?" Habla atropellada, casi tan rápido como Emma camina hacia la puerta.
"Sí, sí, cuenta conmigo. Hasta ahora"
"Adiós…" murmura muy bajito. Pero no importa, porque ya sólo le escucha la puerta de la calle al cerrarse. Deja el té en la pila, sin darle ni un sorbo, y vuelve a la cama de puntillas.
Su marido, medio despierto, abre un ojo para mirarla. "¿Me ha parecido oír la puerta?"
"Sí, Emma acaba de marcharse…" susurra desanimada.
La sonrisa cariñosa de James trata de animarla. "Anda, ven aquí" pide retirando las mantas e invitándola a meterse junto a él. Snow se acerca a regañadientes, pero cuando los brazos de su marido la abrazan y disfruta el calor del cuerpo junto al suyo se siente un poquito mejor. "¿Ha ido a…?"
"Sí, a donde siempre"
"Bueno… entiendo que estés triste, ¿pero podemos culparla?"
"Sí" responde tajante, cruzada de brazos. James la mira con cara divertida, contra la almohada, y Snow retira su gesto mohíno. "No… Pero me duele. ¿He fallado como madre?"
"No, claro que no. Pero es lo que necesita" salta comprensivo, tratando de confortarla. "¿Qué harías tú en su lugar?" Su mujer agacha la cabeza y remolonea. "Te entiendo completamente cariño, no te gusta y es normal… Pero dale tiempo"
"Está bien…"
La abraza meciéndola suavemente. "Duerme un poco más, aún es pronto…"
"Sí, sí…" Los ojos pesan y pestañea dos veces antes de caer dormida.
Continuará...
