-Capítulo 1-
Tiempo de Asesinato
Furedorī Miyage era, probablemente, el empresario más rico de todo Japón. Presidente del grupo bancario Sarakin, había reunido una fortuna de unos 50.000 millones de dólares en yenes, convirtiéndose así en el quinto hombre más rico del mundo, y el más rico de su país.
Como era natural en el mundo de la bolsa o, mejor dicho, en el bajo mundo de la bolsa, tenía cientos de competidores que ansiaban su cabeza y su cartera. Sus acciones, las empresas que controlaba, todo. Sin embargo, nada de eso le importaba. Había invertido alrededor de una décima parte de su fortuna (5.000 millones de dólares) en asegurar la integridad física tanto de su cabeza como de su cartera.
Era un hombre grande y grueso, de piel ligeramente bronceada y cabeza completamente pelada. Siempre vestía con las mejores marcas, fumaba los mejores puros, se alimentaba con las mejores delicatessen, bebía los mejores vinos y se juntaba con las mejores personas. Las mejores económica y socialmente hablando, por supuesto.
Y era con una de esas personas con la que se iba a reunir aquel día. Una de sus empresas estaba financiando el rodaje de la próxima película de la reconocida actriz Akari Yukimura, y ésta había pedido que se concertara una cita con él, que "amable y desinteresadamente" les estaba ayudando a llevar a cabo el filme.
El milmillonario salió de su limusina Hummer, franqueado por dos enormes guardaespaldas trajeados. Se encontraban frente al Hotel Park Hyatt de Shinjuku, el mejor hotel de Tokio. Miyage se acercó con paso calmado a la entrada del gran edificio, y no tardó en divisar a la que sería su acompañante: Akari Yukimura era una joven de veintidós años de larguísimos cabellos verdes y ojos color ámbar. Su esbelto cuerpo estaba cubierto por un vestido negro de noche que llegaba hasta la mitad de sus muslos, y llevaba unos zapatos de tacón también negros en sus finos pies. A su lado esperaba erguido un hombre considerablemente más alto que ella. Llevaba un sencillo traje negro y unas gafas de sol simples, los cuales contrastaban con su llamativo cabello rojo, tan revuelto que parecía imposible de peinar. El empresario supuso que era el guardián de la joven estrella. El hombre trajeado se dio cuenta de su presencia y, tras avisar a su jefa, se acercó a Miyage y sus guardaespaldas.
-¿Es usted el señor Furedorī Miyage?-preguntó el joven de traje, quitándose las gafas de sol. Sus ojos eran de un penetrante y casi terrorífico color amarillo.
El banquero se sintió ligeramente amedrentado por la mirada del pelirrojo.
-Correcto, ese soy yo…
-¿En serio?-contestó el joven con voz burlona. Miyage no era capaz de decir si se estaba riendo de él, o ese era su tono natural. Aún así, ambas posibilidades le enfurecían igualmente.-¿Podría dejarme ver, por favor, su carné de identidad?-preguntó sin borrar su sonrisa sarcástica.
Furedorī iba a responderle de una forma para nada elegante, pero fue detenido por una dulce y suave voz.
-Señor Akabane, deje de molestar a mi invitado, por favor.-la dueña de esta voz era la mismísima Akari Yukimura, que, en algún momento, había llegado al lugar donde se encontraban sin que ni Miyage ni los guardaespaldas presentes se dieran cuenta.
-Jo.-se quejó el tal Akabane.-Nunca me deja divertirme, señorita.
-Perdónele, señor Miyage.-dijo la actriz dirigiéndose al empresario.-Mi guardaespaldas es muy sobreprotector. A veces no sabe cuándo detenerse.
Tras decir eso, la joven dedicó al empresario una magnífica sonrisa.
-Bueno, lo dejaré pasar por esta vez…-dijo él, ajustándose la corbata en un patético intento de recobrar la compostura.-Es un placer conocerla, señorita Yukimura.
Ella se rió ligeramente.
-El placer es mío, señor Miyage.-contestó .-¿Le parece si entramos? Me estoy alojando en este hotel, y había pensado que preferiría cenar en mi suite en lugar de en un restaurante. Es más… privado.-dijo poniendo especial suavidad en la pronunciación de la última palabra.
El interpelado estaba totalmente cautivado por la joven artista, que no tardó en rodear su brazo con los suyos.
-Entonces, ¿le parece si entramos?
-¡Jo, jo, jo! Por supuesto, entremos.-respondió el multimillonario sin poder reprimir su desagradable risa.
Los guardaespaldas de Miyage se dispusieron a seguirles en cuanto atravesaron la puerta, pero fueron detenidos por Akabane.
-Me temo que por aquí no puede pasar nadie más.-dijo el pelirrojo en tono burlesco.
La suite de Akari Yukimura era realmente grande. Tanto que parecía un apartamento de lujo. En el centro había una mesa redonda con dos sillas. Había también dos cuencos d llenos de caldo con fideos largos.
-¿Ramen?-se extrañó el empresario, que no estaba acostumbrado a comer comida de tan baja categoría.
-Perdone por eso, pero el ramen es una de mis escondidas pasiones culinarias. Le pedí a un conocido mío, Takuya Muramatsu, que lo preparara. Es un gran chef, y el ramen es su especialidad.
-Si te soy sincero, no conozco el nombre de ese chef, querida.-dijo sentándose a la mesa.-Pero confiaré en tu criterio.-Miyage probó un poco de la sopa.-¡Delicioso!-exclamó.-Has de presentarme a ese amigo tuyo algún día.
-Me alegro de que le guste.-dijo la chica, sentándose también frente a su cuenco.-Espero que el postre le guste tanto como el plato principal. Yo misma lo preparé.
-Oh, ¿le gusta la repostería? Sí que tiene usted muchos secretos, señorita Yukimura. A decir verdad, estoy deseoso de conocerla mejor.-dijo el empresario.
-Es para conocernos mejor para lo que nos hemos, reunido, señor…-contestó la chica.
Charlaron sobre los gustos y aficiones de cada uno durante todo el tiempo que duró el cuenco de ramen. Sorpresivamente, la delgada actriz lo vació antes que el horondo banquero. En cuanto Miyage acabó de comer, la joven cogió el cuenco y lo llevó a la pequeña cocina de la habitación.
-Ahora le traigo su postre, señor.-dijo guiñándole un ojo.
La joven tardó más de lo que se esperaría en traer los postres: un parfait de fresa para cada uno.
-Espero que le guste, señor.
-Seguro que está delicioso.-respondió el empresario educadamente.
Probó el postre, no tenía ningún sabor especial, pero tampoco estaba malo. Sabía como cualquier parfait normal. Al parecer, la actriz era aún una novata en lo que a cocinar se refería. Miyage dirigió su vista hacia ella: lucía claramente nerviosa.
-¿Sucede algo, querida?-preguntó.
-Sí, bueno… Es que me gustaría preguntarle una cosa, señor.
-Pregunta lo que desees.
La joven se revolvió un poco en su asiento. Se levantó y se acercó a Miyage, sentándose en una de sus piernas. El banquero estaba realmente sorprendido por las acciones de la joven. Ella acercó delicadamente sus labios al oído de su acompañante, y formuló su pregunta:
-¿Son ciertos los rumores de que está usted involucrado con el bajo mundo?
La sorpresa hizo que el empresario se levantara y derramara todo el parfait por la mesa. La actriz cayó al suelo de bruces. El empresario le agarró por los hombros y la levantó de suelo con furia.
-¿¡Quién te ha dicho eso, niña!?
La chica se veía realmente asustada.
-Tengo varios amigos que tienen relación con los bajos fondos… Algunos de ellos me dijeron que tuvieron relación con usted...-dijo, temblorosa.-¡Por favor, no me haga daño!
Miyage dejó a la chica en el suelo, y se dirigió a la ventana a tomar el aire, dándole la espalda a la joven actriz.
-Tengo que encontrar a esos que se fueron de la lengua, no puedo ignorarles…-dijo más para sí que para su acompañante. Señorita Yukimura, ¿me haría el gran favor de no revelar nada sobre mi relación con los bajos fondos?
-No se preocupe, su secreto no saldrá de aquí…-la voz de la joven sonó mucho más fría y calmada que antes, pero sus palabras tranquilizaron al banquero.-…al igual que usted.
Furedorī Miyage si giró bruscamente al escuchar el final de la frase, para encontrarse con que Akari Yukimura no estaba sola en la habitación. A su lado se encontraba de pie un hombre ligeramente más alto que ella, de ojos celestes y largo cabello del mismo color que caía hasta sus hombros. Vestía con una larga gabardina marrón, unos pantalones vaqueros y unos zapatos marrones. Su rostro andrógino reflejaba la más absoluta calma, y no denotaba ni el más mínimo atisbo de nerviosismo a pesar de estar en la misma habitación que el quinto hombre más rico del mundo, y tener a la actriz más famosa de Japón fuertemente agarrada del brazo. Le dedicó a Miyage una sonrisa fina, serena e imperturbable.
-¿Cuándo…?-se apresuró a preguntar, pero fue interrumpido por las palabras del inesperado intruso.
-Cuánto tiempo sin verle, señor Miyage.-dijo el hombre con voz suave, casi femenina.
-Tú eres…-tartamudeó el empresario.-El asesino profesional… ¡Kurohebi*!
-Me alegro de que me recuerde, señor. Aunque, en mi defensa, he de decir que no soy el único asesino profesional aquí.-esto último lo dijo mirando de reojo hacia la joven colgada de su brazo.
-No te rías de mí, Nagisa-kun.-dijo Akari Yukimura, mientras inflaba sus mejillas para demostrar su descontento.-Mira que hacerme seducir a un cerdo como ese… Este tipo de trabajos son más adecuados para Tōka-chan, o para Bitch-sensei.-esto último lo dijo soltándose del brazo de Nagisa y llevándose ambas manos a su pecho sin desarrollar.
-Hay cosas que no se superan nunca…-comentó Nagisa con cara de resignación.
Miyage vio la oportunidad de escapar mientras sus asesinos hablaban tranquilamente, ignorándolo. Sin embargo, cuando trató de moverse, cayó de bruces contra el suelo.
-Parece que el veneno paralizante que Okuda-san y Muramatsu pusieron en la comida ya está haciendo efecto.-dijo Nagisa.
Miyage trató de gritar para alertar a sus guardaespaldas, pero fue cortado por la que hasta hacía cinco minutos había sido su agradable compañía.
-No se moleste, lo más probable es que Karma-kun se haya encargado ya de sus guardaespaldas.
-No tiene escapatoria, señor Miyage.-dijo Kurohebi.-Se confió demasiado viniendo a cenar a la casa de una asesina.
-Señorita Yukimura, ¿es verdad lo que este hombre está diciendo? ¿Es usted una asesina?
-La fama es la mejor de las tapaderas, ¿no cree, señor?-dijo la artista a forma de respuesta.-Por cierto, mi nombre ahora es Kaede Kayano, no Akari Yukimura.
-¿Qué?-fue la única palabra que el empresario pudo articular.
-Tranquilo, no le dolerá.-dijo Nagisa, acercándose a su objetivo con paso calmado.
-No…-se lamentó Miyage.-Tomé medidas, la seguridad era perfecta. ¡Matarme era imposible!
El asesino conocido como Kurohebi sacó de debajo de su gabardina un objeto similar a un cuchillo balístico. Se puso de cuclillas frente a su objetivo, y colocó el filo de su cuchillo en el cuello del empresario: justo por donde pasaba la carótida.
-Nada es imposible para la clase 3-E.-susurró Nagisa Shiota, para después culminar su asesinato con un limpio tajo de cuchillo.
Y aquí termina el primer capítulo de mi nueva FanFiction basado en Assassination Classroom. No soy precisamente la persona más constante a la hora de escribir, así que no puedo prometer algo como "subiré el siguiente la semana que viene". Simplemente lo haré según me digan las musas.
Por cierto, para el que no lo sepa, Kurohebi significa, literalmente, "serpiente negra". Me pareció un seudónimo más que apropiado para Nagisa, a decir verdad.
Hasta lo próxima.
